Disclaimer: Los personajes mencionados en la siguiente historia son de la autoria de S. Meyer, la historia es mía.
Este One-shot estara concursando en el Birthday contest de Elite Fanfiction.
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Beteado por Pichi LG, beta de Elite Fanfiction
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Memories Of Love
Abrí los ojos lentamente y lo primero que captaron fue a mi nena: Bella. La dueña de mi corazón, de mi billetera y, sobretodo, de mi hermosa y muy llena tarjeta de crédito.
Estábamos enredados el uno con el otro. Yo tenía metida una de mis piernas entre las de ella, mientras ella descansaba su espalda en mi pecho.
Amaba despertar así con ella. Era una de las mejores cosas que habían pasado en mi vida.
Me acurruqué un poco más en ella, pensando en lo que nos faltaba aún por vivir y en como me tuve que enfrentar al feo de su ex, Jacob chucho Black. Ese pedazo de mierda que quiso quitarme a Bella, después de lo mal que se había portado con ella.
Suspiré y comencé a pasar mi nariz por su cuello. Escuché como ronroneaba de placer y esbocé una pequeña sonrisa, continuando con mis caricias.
Gimió. —Deja de hacer eso —Me alejó con su mano—. Quiero dormir, bebé.
—Pero yo no —Me restregué contra ella— y Eddie tampoco.
Escuché su sofocada risa. —Eres un enfadoso.
—Te amo —La besé.
—¡Oh, no comiences con tus te amo! —Se volteó hacia mí y mi polla quedó en su estómago—. No conseguirás nada, ¿me escuchas?
Sonreí torcidamente. —¿Estás segura, bebé?
—Completamente —Enarcó una de sus cejas.
Me quedé mirándola.
Sabía que cuando ella se ponía así de testaruda, ni el mismo Yisus podía hacerla cambiar de opinión, y yo quería follar, o como dice ella, hacer el amor. Odiaba con pasión esta última expresión, demasiado cursi para mi persona.
Suspiré e hice un puchero. —Anda nena, será un rapidín.
—No tengo ganas.
Abrí los ojos. —Nena, te lo suplico.
Vi como se sentó y aventó las colchas en mi cara. Me quedé tieso, simplemente mirando lo verde de las sábanas, hasta que sentí la mano de mi nena en mi polla.
Sabía que terminaría convenciéndola.
Gemí cuando hizo presión en mi polla, estaba demasiado excitado. Ella comenzó a acariciarla con un poco de rudeza, pero no me importó, necesitaba eso.
Rodé los ojos ante la sensación de su mano, hasta que sentí su aliento en la punta. Esto se estaba poniendo mejor, joder.
Rápidamente quité la sabana para mirar su hermoso rostro. Ella me miró por encima de sus pestañas y sentí cómo mi polla se retorció en su boca. Joder esto era la gloria.
Vi cómo se separó y quise gritar de frustración. —¿Qué pasa?
—Bueno, yo ya te ayudé un poco, lo siguiente ya es tu trabajo.
—Créeme, solo lo empeoraste —Enarqué una ceja—. Ahora tendrás que terminar el trabajo.
Negó con la cabeza. —Lo siento, amor, son las nueve con doce minutos y tengo muchas cosas que hacer.
—Bella... —siseé en tono de advertencia.
—Bebé, cumpliremos dos años mañana y tengo que comprar tu regalo.
Rodé los ojos. —Una mamada podría ser un regalo.
—No te dejes llevar por lo que quiere tu polla, tengo un mejor regalo para ti. —Vi de nuevo esa mirada de hace días—. Te sorprenderás.
¿Acaso el tono de esas últimas dos palabras había sido de... advertencia?
—Bebé...
Sonriendo negó con su cabeza de nuevo. —Lo siento.
Me dejé caer en la almohada, frustrado y con mi polla doliendo.
—Ya me lo agradecerás —Besó mis labios—. Ahora, por favor, llévame a casa de tu mamá.
—¿A qué quieres ir con mi mamá? —Cuestioné.
—Por algo que no te importa. —La fulminé con la mirada—. Ahora levántate, arréglame y llévame.
Rugí y me levanté, arrastrando los pies hacia el baño, pero antes de entrar una idea surgió en mi cabeza y me volteé a mirarla por encima de mi hombro.
—¿Quieres acompañarme a bañar? —Le sonreí con coquetería—. Hay que ahorrar agua, bebé.
Me sonrió. —Claro, bebé. ¿Por qué no?
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—¡Hey, bro! —Emm palmeó fuertemente mi espalda.
No respondí su saludo, simplemente me senté en el cómodo sofá de la sala de mamá.
Las mujeres estaban extrañamente silenciosas, como si ocultaran un secreto entre ellas. Nos daban esa mirada que claramente decía esa mierda de "yo sé algo que tú no". Hasta Bella traía esa mierda de mirada.
—Oye, escuchamos que ya viene tu aniversario con Bella —Elevó sus cejas Jasper—. ¿Qué le regalarás?
Suspiré.
Eso era la mierda que me tenía así de serio y sin ánimos. No tenía ni la jodida menor idea de qué regalarle a mi hermosa novia.
Cuando cumplimos seis meses, la llevé a un yate por todo un fin de semana. Luego, cuando cumplimos un año, le pregunté si quería irse a vivir conmigo y, juntos buscamos el departamento ideal. Después, cumplimos un año con seis meses y nos fuimos a Francia por dos semanas. Ya mi pobre cerebro se había secado completamente.
—Tienes que pensarlo muy, muy bien —dijo Jasper, con rostro serio.
Emmett rascó su cabeza mientras hacía un gesto. —Hey, hermanitos… ¿Y si vamos a tomar algo?
—Emmett, necesito pensar en lo que le regalaré a Bella, no tengo tiempo de andar por ahí para tomar una copa. —Rodé los ojos.
—Solo será una copa. Jas y yo te ayudaremos a pensar algo para el regalo —Me guiñó un ojo.
—Seguro.
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¿Cómo pude caer tan bajo al hacerle caso a Emmett y terminar en un bar? No lo sabía.
Ahora estaba sentado en una mesa del centro, mientras tomaba una copa junto con mis dos idiotas hermanos: Jasper y Emmett. Ambos tenían la mirada fija en la mujer y el hombre que cantaban, no sé qué canción.
Terminó la mierda de canción y un minuto después comenzó otra. Levanté la mirada como si algo me hubiera golpeado, yo conocía esa tonada... Era la canción que Bella y yo amábamos porque fue la que estaba cuando nos conocimos: A thousand years.
Suspiré como colegiala y miré a mis idiotas hermanos. —Esa canción estaba cuando conocí a Bella, es nuestra favorita.
Ellos me miraron un segundo y después rieron. Jodida mierda, por eso nunca compartía nada con ellos, solo mi Bella me entendía.
Les enseñé el dedo corazón. —Coman mierda, pendejos.
—Calmado, hermano, mejor cuéntanos tu historia con Bella. —Emm me guiñó un ojo.
Entrecerré mis ojos, mirándolos. —No, no lo haré.
—Posiblemente, si nos cuentas cómo la conociste, te podamos ayudar con tu regalo —sugirió Jasper.
No era mala idea esa mierda, pero como se trataba de contarles a mis estúpidos hermanos, tenía mis dudas.
Suspiré rendido. —Bien, lo haré… pero al primer comentario burlón que hagan, dejaré de hacerlo y patearé su culo.
Ambos asintieron y comencé.
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Dos años atrás [Julio de 2013]
Deshice el nudo de la puta corbata, ya que la muy cabrona parecía querer ahorcarme. No sabía ni como había podido soportarla por jodidas ocho horas.
Observé a mi alrededor y lo único que podía ver eran papeles y más papeles. Estaba tan cansado de esta mierda. Esto era algo de todos los días, no parecía que tuviera dos hermanos —que eran los vicepresidentes—, para que me ayudaran con todo esto.
Pero claro, ambos estaban casados y tenían que atender a sus dulces —pero enfadosas— esposas. Yo era el soltero de los tres, desde hacía más de siete meses, y estaba feliz por eso. Tanya era sofocante en muchos aspectos.
Ella ahora estaba en una relación con un tal Demetri y, por lo que sabía, iban tan bien, que ya se escuchaban campanas de boda. Me alegraba por ella y esperaba que fuera muy jodidamente feliz.
—Ándale, Edward, ponte hacer todo el trabajo —Me dije a mí mismo—. Tú puedes, eres un campeón.
Ya me estaba pasando con mis ánimos a mí mismo, pero era lo único que me quedaba.
Bufé y bufé, y también suspiré y maldije, hasta que terminé todo el trabajo. Bajé por las escaleras maldiciendo aun más, enojado con mis estúpidos hermanos.
Mi móvil comenzó a sonar mientras entraba a mi auto; rodando los ojos lo saqué y contesté sin mirar quién era.
—¿Hola?
—Edward, soy yo, tu madre —Sí, ya lo sabía—. Te llamo porque estoy muy preocupada por ti, cariño.
Pasé una mano por mi cabello. —¿A qué se debe tu preocupación hacia mi persona?
—Tu padre ya me dijo que estás trabajando de más —Su voz se escuchaba molesta—. Así que... he hablado con él y ha decidido asumir de nuevo la presidencia para que tú te tomes unas hermosas vacaciones… ¿Es genial, verdad?
Su entusiasmo era palpable incluso a través del teléfono, pero yo estaba jodidamente cansado como para entusiasmarme con la idea de unas vacaciones.
—Mamá llámame mañana, ahora estoy muy cansado y todavía tengo que conducir hasta mi departamento.
Escuché como chilló. —Mira jovencito, mañana a las 9:00 de la mañana estarás en un vuelo para Venecia. ¿Escuchas, bebé?
Sentí como mi boca caía abierta ante la orden de mi madre... Es decir, me estaba tratando como si fuera un adolescente.
—Bien. Mañana estaré en tu casa a las 7:00, haré tus maletas y te irás de vacaciones —podría jurar que sonreía—. Ten cuidado al conducir. Te amo bebé.
Aún con la boca abierta, conduje hasta mi casa y lo primero que hice fue dejarme caer en la cama, solo molestándome en quitarme el saco y la camisa, poco me importaban los pantalones.
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—Entonces, ¿la conociste en ese viaje a Venecia? —interrumpió mi relato la voz de Emmett.
—Así es. ¿Me dejas continuar? —dije exasperado—. Sabes que odio que me interrumpan.
Jasper rió entre dientes. —Hermano, tenle paciencia, es el más retardado.
—¡Oye! —Emmett se mostró indignado un momento mientras nosotros reíamos.
Me calmé y los miré seriamente. —¿Me dejan continuar ahora?
Ambos asintieron y regresé a mi relato.
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No sabía cómo se había dado esta mierda, pero me encontraba sentado en un vuelo de primera clase hacia Venecia.
El avión aterrizó y bajé rápidamente recogiendo mis dos maletas. Según mi madre, me hospedaría en el hotel Moresco, uno de los mejores hoteles y con vista a un lago.
—Gracias, señorita —Le agradecí a la rubia pestañas coquetas cuando me tendió mi equipaje.
Tomé un taxi hasta el hotel, estaba cansando ya... Tal vez estas vacaciones serían buenas después de todo, y no eran tan mala idea. Necesitaba relajarme, la empresa estaba asfixiándome demasiado.
El hotel no me decepcionó, era justo lo que prometió mi mamá y mucho más. Mi suite estaba cómoda y fresca, pero traté de no encariñarme mucho con ella ya que después no querría irme.
Dormí alrededor de una hora, para después desempacar todo, y ponerme un short para bajar a la alberca.
Llegué hasta recepción, e ignorando el fallido intento de coqueteo de la recepcionista, fui hasta las albercas. No había muchas personas y, afortunadamente, tampoco había muchos niños, solo cuatro por lo que pude ver.
Me quité mis simples sandalias negras y, sin importarme si mojaba o no a los demás, me lancé a la piscina.
Salí a la superficie y quité el pelo mojado de mis ojos. Esto si que era jodidamente relajante, estar despreocupado en Venecia, sin nada de presiones del trabajo.
Nadé alrededor de una hora, hasta que decidí salir y recostarme en la tumbona que estaba cerca. El sol me daba un poco, pero era cómodo, estaba apunto de cerrar los ojos cuando la vi.
Iba caminando cerca de la piscina, con un traje de baño azul con blanco, haciendo resaltar su hermosa piel. Su cabello castaño estaba suelto y tenía un lindo rostro.
Cuando pasó cerca de mí, le sonreí y ella me respondió viéndose sonrojada por un momento. Era la cosa más hermosa que mis ojos habían visto y créanme, yo había visto muchas.
Desapareció de mi campo visual y no volví a verla en tres días, hasta que una milagrosa mañana la encontré en el elevador.
—Hola. Gracias por detener el elevador —Me sonrió sonrojada.
—Fue un placer —Le devolví la sonrisa.
Permanecimos un momento en silencio mientras bajábamos, y yo como un psicópata la miraba fijamente sin disimulo alguno, observando como poco a poco se sonrojaba cada vez más.
Era algo muy agradable de ver, más con la canción A thousand years, acompañándonos de fondo.
Salimos del ascensor hacia la calle y noté como se veía frustrada mirando a todas partes. Eso llamó mucho mi atención, así que me acerqué a ella.
—Disculpa. ¿Te encuentras bien?
Ella me miró un momento. —Creo que mi hermana me abandonó.
—¿Qué? —Reí un poco—. ¿Cómo es eso posible?
—Ness es olvidadiza. Debió ver algo que le gustó y se fue —Sonrió—. Me llamo Isabella, pero dime Bella.
Sonreí. —Hmm... Simplemente debiste decirme que querías que te llamara hermosa y lo hubiera hecho.
Bella soltó una carcajada. —Eres todo un coqueto.
—Algo así —Negué con la cabeza—. Soy Edward.
—Mucho gusto.
—Igualmente.
Pasaron alrededor de veinte minutos en los que me ofrecí a quedarme con ella a esperar a que su hermana volviera, pero esta nunca lo hizo.
—Si te tienes que ir, adelante, Edward —dijo.
Negué con la cabeza. —¿Qué te parece si me acompañas a recorrer Italia? —Ante su cara sorprendida continué—. Digo, no parece que tu hermana vaya a venir.
Asintió. —Está bien, si eres algún secuestrador serás el primer sospechoso gracias a las cámaras de seguridad.
Puse mis manos hacia arriba. —Soy solo un pobre empresario americano.
—Te creo, y en verdad me alegro, porque mi padre solo es un pobre policía americano —Sonrió—. Y yo, una pobre decoradora de eventos... americana.
Sonreímos. —Me alegra que seas americana.
—A mí igual —Inhaló y exhaló—. ¿Qué te parece si vamos a la laguna Veneta? Podríamos remar un poco.
Sonreí. —Me parece genial.
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Actualidad.
—Fue la mejor jodida idea que Bella pudo haber tenido —aseguré medio ido—. Ese día, fue el primero de muchos en Venecia.
—¿Y cuándo se hicieron novios oficialmente? —Escuché la pregunta de Jasper.
Suspiré. —El 21 de agosto, que fue el último día de ambos en Venecia. Volvimos a ir al lago y ahí le pedí ser...
Solté un jadeo.
¡¿Cómo mierda no se me había ocurrido antes?! ¡Era tan idiota! ¡Ya era el momento!
Rápidamente tomé mi celular llamando a mi secretaria, que contestó al segundo timbre.
—¿Sí, Edward?
—Katherine necesito que tengas listo el jet para mañana a primera hora con destino a Venecia y que nos hospedes en el hotel... Moresco.
Escuché como tecleaba rápidamente y bufaba. —Lo haré, pero si vuelves a llamarme Katherine pateare tus bolas y le diré a Garrett.
—Solo hazlo, Kate. —Rodé los ojos.
—Ya lo estoy haciendo y recuerda que soy solo una pobre mujer embarazada de seis meses...
—Gracias —La interrumpí y colgué.
Vi como mis hermanos me observaban atónitos antes de preguntar al mismo tiempo. —¿Te vas a Venecia?
—Así es. —Dejé unos billetes en la mesa poniéndome de pie—. Y tengo que ir a Tiffany's a comprar un anillo.
La boca de ambos se abrió y, sonriendo engreídamente, salí del bar rumbo a comprar el anillo de compromiso de mi novia.
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La chica me miraba con lujuria.
Odiaba esa mierda. ¿No le pasaba por su cabeza de chorlito que si yo venía por un anillo era porque iba a casarme? Mi pregunta no formulada se respondió por si sola al ver el aleteo de sus pestañas y su inclinación, que hacía resaltar sus tetas.
Aquí entre nos, no eran muy grandes. No como las de Bella, definitivamente no.
—No creo que a Bella le guste ese —Esa voz...
Me giré asustado encontrándome con Ness, mi atolondrada cuñada.
—¿Qué haces aquí, Vannesa?
Se encogió de hombros. —Iba pasando justo por aquí, cuando vi unos raritos cabellos de zanahoria y me dije "joder, yo conozco esa cabeza" y corrí sin importarme los peligros de la carretera para llegar hacia ti, cuñadito.
Hice un sonido de desagrado. No es que no la quisiera, a ella le debía el conocer a Bella, después de todo, pero era despistada, enfadosa y torpe; no quería lidiar con ella hoy.
—Además, vi como esta pelirroja fea te ponía las tetas casi en la cara sin la menor vergüenza —la chica se sonrojo— y supe que tenía que salvarte también.
Rodé los ojos. —Pues muchas gracias, Ness.
Volví mi vista hacia los anillos, tratando de encontrar al perfecto hasta que el dedo de Ness se puso en uno, señalándolo como si hubiera encontrado chocolate. Ella era una adicta a el.
—Este es el ideal, pequeño Eddie.
Miré el anillo que ella señalaba —ignorando el apodo con el que me había llamado— y sí, ese era el anillo ideal para mi amor.
Era de oro blanco con un ovalo grande lleno de pequeños diamantes que lo hacían ver azul. Me encantaba y sabía que a Bella, también le encantaría.
—Por primera vez, tienes razón Ness —Le sonreí.
—Corrección cuñis, por segunda vez —Me guiñó un ojo—. La primera, fue cuando olvidé a Bella en el hotel.
Sonreí ampliamente. —Exacto.
Compré el anillo y, con Ness pegada como cadillo a mí, salimos de la tienda.
—Cómprame un helado —Soltó de repente.
La miré intensamente. —¡Joder, Ness! Eres como una niña.
—Me lo merezco por ayudarte a escoger el anillo, no seas codo ni mal agradecido.
Gemí y caminamos hacia el parque en donde estaba el puesto de helados y se lo compré a la señorita enfadosa.
Se sentó en una banca y sopesé la idea de correr hacia mi auto e irme dejándola allí, pero al ver su cara de perro abandonado fui y me senté junto a ella.
—A ver, Ness, cuéntame tus pecados —Bromeé y ella soltó una risita.
—Cabrón de mierda —Golpeó mi pecho—. Ahora sé por qué Bella está contigo, tienen el mismo humor de mierda.
Sonreí. —Anda, dime qué te pasa.
Suspiró con dramatismo. —Creo que amo a Riley.
—¿Y?
—¿¡Cómo que "¿Y?"!? —exclamó asustándome—. Lo de nosotros es solo sexo.
Rodé los ojos e hice un sonido con mi boca. —Eso es lo típico que pasa en esas relaciones, Vannesa. ¿Acaso no lo sabías? Eso es tan cliché.
—Oh, cállate. —Se enfurruñó y rodé los ojos.
—Todos lo saben, Ness. ¡Por dios! —continué molestándola.
Escuché como gruñó. —Bueno, señor sabelotodo, ¿dígame qué puedo hacer?
—Fácil: dile que lo amas.
Ella puso sus manos en alto. —Dije que creía, no que lo hacía.
—Bueno, pues entonces, averígualo y díselo. —Le respondí con indiferencia.
—Te odio.
Sonreí y me puse de pie. —Y yo a ti, mocosa.
—Pendejo —siseó de vuelta.
—¿Te irás conmigo o te dejo aquí?
Me miró como si quisiera asesinarme. —Me voy contigo.
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—Edward, bebé, si dejas de brincar en la cama sería de gran ayuda para mis mareos —Escuché que dijo Bella.
Me detuve inmediatamente. —Lo siento mucho, amor.
—Está bien, cariño —Se acurrucó un poco más a mí.
Me encontraba vibrando de entusiasmo con la sorpresa que le tenía a Bella para mañana. Aunque su mareo de hace rato me tenía un poco preocupado, no quería que se enfermara mañana cuando por fin le pediría matrimonio.
Claro está, que eso no me detendría, pero quería llevarla a Venecia, un lugar demasiado especial para ambos, pero primero estaba su salud.
Besé su mejilla y luego su frente, antes de acomodarme en forma de cucharita y susurrar en su oído. —Buenas noches, amor.
Escuché como murmuraba alguna incoherencia y se acurrucó aún más —si es posible— para caer en la inconsciencia, mientras yo rezaba porque mañana amaneciera bien de salud para irnos a Venecia y hacerle mi muy elaborada propuesta.
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Me desperté con unas luces lastimando mis ojos y no sentí el cuerpo de Bella a mi lado, lo cual hizo que me levantara rápidamente.
Escuché como se abría la puerta del baño y Bella salía haciendo raros gestos en su rostro.
—¿Te sientes mejor hoy? —Le pregunté con cautela.
Ella me sonrió tímidamente. —Sí, cariño, hoy me siento de maravilla.
Sentí que se me quitó un peso de encima y le sonreí torcidamente. Quizás ya podríamos empezar con nuestro aniversario, aunque una parte de mí quería que nuestro aniversario comenzara hasta que llegáramos a Venecia.
—Feliz aniversario número dos —Le sonreí y ella corrió hacia mí, haciendo que cayéramos hacia la cama.
Nos besamos suavemente y le permití a su lengua entrar a mi boca mientras la succionaba. Hmm… sus besos eran la gloria, esos besos me harían escribir y recitar el poema más cursi del mundo.
Nos separamos de nuestro beso. —Feliz aniversario —Ambos sonreímos—. Creo que ahora deberíamos volver a dormir, es muy temprano.
Rápidamente eché un vistazo al reloj y vi que eran las cuatro con veinticinco minutos de la mañana, nuestro vuelo salía a las seis. Podríamos dormir un poco más pero dudaba que pudiera. Y Bella podría dormir en el vuelo.
—Nena, mi sorpresa no está aquí en Nueva York —Me miró confundida—. Tenemos que irnos al aeropuerto… Ya.
—¿En serio? —Se veía entusiasmada y eso me animó aún más.
—Sí, bebé —Le sonreí.
Vi como se levantó y sacó una maleta, me miró y sonrió. —¿Qué esperas para arreglarte e irnos?
Sonreí como idiota y corrí al baño a orinar para luego cambiarme de ropa.
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—¿Sabes, Edward? Tengo unas grandes ganas de golpearte por hacerme esto —dijo Bella con voz contenida, mientras la ayudaba a bajar del jet con los ojos vendados.
—Amarás la sorpresa, amor —Besé su sien.
Refunfuñando hice que se subiera al auto que nos esperaba para llevarnos al hotel. En verdad no podía esperar a llegar, aunque ese solo sería el primer regalo, el segundo sería hasta la noche.
Eso me tenía jodidamente nervioso. Haría un jodida propuesta de matrimonio.
—Vamos, bebé, camina —susurré cerca del oído, con mi mano envuelta en su cintura—. Confía en mí.
Miré como se formaba una sonrisa en su boca. —Sabes que lo hago, amor.
Y lo sabía, aún recordaba cuando le pedí ser mi chica, que fue cuando le dije que confiara en que siempre la cuidaría.
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21 de agosto de 2013.
—Mañana te irás —Escuché que dijo Bella y me volteé a mirarla.
Sí, ya se acababan estas vacaciones que habían cambiado radicalmente mi solitaria vida llena de trabajo.
La miré intensamente. —Vamos al lago, ¿te parece?
—Sé lo que estás haciendo —Me señaló—. Tenemos que hablar Edward, yo...
La interrumpí. —Vamos al lago.
Puso los ojos en blanco y refunfuñando me siguió, mientras yo trataba de ocultar mi sonrisa.
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—Bueno, ya estamos aquí y no sé por qué... —La voz de Bella se apagó cuando tomé su rostro en mis manos.
—Bella, yo... Bueno, es que tú... —Suspiré—. No tenemos por qué dejar de vernos cuando volvamos. Me gustas, Bella.
Ella me miró con ojos abiertos y después vi algo de decisión en sus ojos. —Sí, tú a mí igual me gustas y sí, no tenemos por qué dejar de vernos.
Asentí y sonreí. Ya era el momento. —¿Quieres... eh... ser mi novia?
¡Dios! Eso había sido muy de secundaria, pero sentía que era lo correcto por hacer. Era lo que cualquier hombre tenía que hacer. Eso se sentía bien.
—Por supuesto que sí, Edward.
Sentí un peso caer encima de mí y supe que era Bella; sin embargo, ella no había tomado en cuenta que gracias a ello ambos caeríamos al agua.
Salí a la superficie y me fijé que Bella también lo había hecho. La encontré sonriendo en mi dirección inocentemente.
—No me mires así —Entrecerré mis ojos.
—¿Cómo? —preguntó juguetona.
—Como... Como si no hubieras hecho nada.
Nadó hacia mí y sentí cómo me abrazaba... Allí iba mi enojo, alejándose rápidamente de mí.
—Lo siento, bebé, estaba emocionada —Besó mi cuello y me estremecí.
Bufé. —Está bien, cariño —Acaricié su espalda.
—Moriremos de una pulmonía, el agua está muy fría. —La sentí temblar.
Suspiré. —Confía en mí, no pasará.
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Actualidad.
Gracias a que ella confió en mí y se mantuvo calmada, pudimos salir del lago sin ningún daño y sin una pulmonía.
También, desde ese día, Bella y yo nos volvimos inseparables. Ella y su hermana Nessi se mudaron poco después a Nueva York, para independizarse, y eso hizo que nuestra relación se fortaleciera. Rápidamente la llevé a presentar a mi familia que, casi de inmediato, la quiso como de la familia.
Suspiré.
Bella era una de las mejores cosas que podían pasarme en mi aburrida y solitaria vida, solo ella. Por eso, estaba más que seguro de lo que iba a hacer hoy.
Quité la venda de los ojos de Bella. —¡Tadá! —exclamé.
Vi como miraba confundida a todas partes, antes de sonreír, girarse hacia mí y darme un abrazo de oso, subiendo sus piernas a mi cintura.
—¡Te amo mucho, bebé! —Besó todo mi rostro—. Mucho, mucho, muchote…
Le besé brevemente en los labios y le sonreí. —Te tengo otra sorpresa para exactamente... —Miré el reloj del mostrador— una hora.
Ella sonrió pícaramente. —Fíjate que yo también te tengo una sorpresa.
—¿En serio? —Estaba seguro de que mis ojos habían brillado—. Acaso... ¿Compraste el traje de vaquera y...
Me pegó en el brazo. —No seas pervertido y ten paciencia.
Entrecerré mis ojos pero ella ni se inmutó y tomó su maleta, corriendo hacia el baño —supongo yo—, a arreglarse.
Sonriendo como el idiota enamorado que era, también comencé a arreglarme.
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Abroché mi camisa, justo en el momento en el que la puerta del baño se abría, dejando ver a mi hermosa futura prometida.
Me quedé sin aliento.
Usaba un vestido ajustado de la parte del busto y, a partir de ahí un poco suelto, color coral. Yisus, se veía absolutamente hermosa.
—Bebé estás… te ves muy hermosa —Me sonrió—. No podré mantener mis manos para mí.
—Pues tendrás que hacerlo, porque la vez anterior que salimos, casi haces que nos corran del restaurante —bufó indignada—. Lo peor es que fue en una reunión con tus propios socios.
Ese era uno de los muchos momentos que atesoraría por siempre. Estaban grabados como fuego en mi memoria.
—Ellos estaban peor que nosotros, nena —Me crucé de brazos—. Además, nosotros somos jóvenes, ellos ya pasan de los cincuenta... Simplemente, es asqueroso.
Me miró escéptica. —Eso quiere decir que... ¿cuando tengamos cincuenta años dejaremos de hacerlo?
Jadeé dramáticamente y negué con la cabeza. —Lo de nosotros es completamente diferente.
—Por ahora.
La tomé por la cintura y suavemente la acerqué a mí y la besé. —Te amo, bebé.
—También te amo… y mucho.
Sonreí y volví a besarla tratando de no profundizar el beso, eso traería un serio problema a mi amiguito de abajo.
—Nena, no es que no ame besarte, sabes que lo adoro, pero... Tenemos que irnos.
Sonrió. —Entonces, vámonos. También tengo una sorpresa que darte.
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Vi como el rostro de Bella se iluminaba y rápidamente giraba su rostro hacia mí con una enorme sonrisa.
—Muchas gracias, pollito. —Me besó.
Bufé aún sonriendo. —Bebé… no comiences de nuevo con ese apodo.
—Es ley que te lo diga, aquí —señaló el lago— fue donde te lo puse.
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[Agosto 23 de 2013]
Dos días.
Solo llevábamos dos días de novios y la noche ya se me hacía muy, muy larga para poderla por fin volver a verla.
Cada día que habíamos pasado juntos era mejor que el anterior, y estos últimos días, habían sido... indescriptibles. Eran momentos que jamás se borrarían de mi memoria. Los atesoraba cada uno de ellos.
También lo que atesoraba eran sus besos.
¡Sus deliciosos besos!
Ya no podría vivir sin ellos, lo sabía. Eran muy buenos, por no decir demasiado buenos para mi salud.
Eran las diez cincuenta de la mañana, en diez minutos iría por ella para salir. Iríamos a caminar por los alrededores de la ciudad, cosa por la que no podía esperar, y los malditos diez minutos estaban pareciendo cada vez más eternos.
Vi por la ventana y estaba corriendo mucho aire pero, después de todo, aquí hacía calor, así que sería bueno que corriera aire.
Mi móvil sonó por quinceava vez en la mañana y esta vez decidí por fin contestarle a mi adorada y, justo ahora, enfadosa madre.
—Hola, mamá.
—¿Por qué no me habías contestado, Edward? —Detecté un rastro de reproche en su voz y sentí un poco —casi nada—, de culpabilidad.
Pasé una mano por mi cabello. —Mamá recuerda que estoy de vacaciones, por lo que no contesto ninguna llamada telefónica.
—Sí, bueno, también te hablé tres veces la noche pasada y el teléfono estaba ocupado —escuché su bufido—. ¿Con quién hablabas?
Hice una mueca.
Aún no quería decirle de mi relación con Bella. Apenas llevábamos dos días y todavía estaba el regreso a nuestras ciudades. Esto de Venecia solo eran vacaciones por ambos lados, ni siquiera habíamos hablado del "después de Venecia".
—Mamá, ¿sabes que te estás escuchando como toda una madre psicópata? —Quise soltar una carcajada ante su jadeo pero me contuve.
—Eres un grosero... —continuó hablando pero yo miraba el reloj consciente de que solo me quedaban dos minutos para llegar a la habitación de Bella— ...y solo estoy preocupada por ti...
—Mamá, me tengo que ir. Hablamos luego.
Corté la llamada y me sentí un poco mal por ello, pero tenía que ir por Bella.
Salí disparado hacia su habitación, bajando un piso por las escaleras, ya que era más fácil así y tardaría más en llegar por el elevador.
Tomé dos respiraciones para que ni Ness ni Bella, notaran que estaba agitado, y toqué dos veces la puerta. Escuché el sonido de voces, seguido de pasos y una risa ronca que inmediatamente supe que no era de Bella, si no de su hermana.
La puerta se abrió dejando ver a Bella en un vestido blanco con flores azules suelto hacia abajo, que le quedaba de maravilla.
—Hola, Edward —Nos dimos un breve beso que yo hubiera querido profundizar si no hubiera sido por el chiflido de Ness.
—¡Oigan, aquí hay una menor! —La voz de Ness era muy aguda.
Vi como Bella rodaba sus ojos divertida. —Adiós, Ness.
Caminamos hacia el ascensor y salimos rumbo a las calles de Venecia, que eran realmente hermosas y coloridas. Me encantaba aquí. Claro está que Bella me ayudó mucho a que adorara este sitio. Hasta me había planteado alargar mis vacaciones, pero sabía que había demasiado trabajo en la empresa, y Emm y Jas no podrían con todo.
—Me encanta este lugar —comentó maravillada Bella, mirando hacia abajo del puente.
Asentí dándole toda la razón. —Es muy hermoso, como tú.
Rió un poco mientras se sonrojaba adorablemente. —Desearía no irme de aquí nunca.
—Créeme, yo igual —Suspiré—. Si no fuera por la empresa, me quedaría aquí siempre.
Asintió.
El aire llegó de lleno a mi rostro y fruncí el rostro, seguramente mi pelo ya era todo un maldito desastre.
—¡Oh, Dios mío! —Escuché exclamar a Bella, antes de que soltara una larga carcajada.
La miré un segundo confundido y ella se rió aun más fuerte. Su risa era tan contagiosa que me vi a mí mismo carcajeándome con ella, sin saber un comino por qué.
Me calmé un poco y piqué el estómago de Bella. —¿De qué te estás riendo?
Ella rió un poco más y suspiró, intentando clamarse. —Tu cabello.
¡Demonios! Sabía que algo tenía que ver con mi cabello, seguramente estaba totalmente alocado y más despeinado de lo normal.
—¿Está muy despeinado?
Negó y la miré confundida. —En realidad, me fijé bien en tu corte de pelo y color, sumándole la bonita mueca que hiciste, te pareciste a un pollito.
—¿Un pollito? —pregunté escéptico.
Rió un poco más. —Sí, un lindo pollito —Me sonrió—. Creo que así te llamaré como apodo: pollito.
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Actualidad.
Salí del recuerdo abruptamente, era uno agradable pero el apodo definitivamente no.
Rodé los ojos. —Si tú dices, amor.
Con el pasar del tiempo, había aprendido sabiamente, y gracias a mis hermanos y padre, que era mil veces mejor darle la razón en todo. Era mejor que estar escuchándola alegar durante horas las razones por las que ella tenía toda la maldita razón.
Tomé su mano. —Ven.
Caminamos unos cuantos metros hacia donde se encontraba John, quien sonrió y nos señaló la lancha con remos, solamente que esta vez sí la había pedido más grande. Digo, por si Bella se emocionaba de más y le daba por lanzarnos.
Escuché cómo Bella chillaba. —Siento como si estuviéramos retrocediendo en el tiempo, hacia 2013... cuando nos conocimos.
—Este fue el primer lugar al que vinimos, cuando afortunadamente tu hermana te olvidó.
Sonrió. —Agradezco eso.
—Sí, también agradezco que Ness sea una jodida despistada. —Ambos reímos.
Ayudé a Bella a subirse y, despidiéndome de John, quien me guiñó un ojo, también me subí y comencé a remar hasta llevarnos cerca del puente que quedaba ahí.
Las luces de la lancha comenzaron a encenderse y vi como Bella se sorprendía y sonreía. Había llegado el momento...
¡Joder! ¿Por qué de repente el anillo comenzaba a pesar en mi bolsillo? ¿Por qué de repente sentía muchísimo más calor?
Creo que comencé a hiperventilar, ya que Bella me miró nerviosa.
—¿Pasa algo, Edward?
Negué con la cabeza y, puse mi mente en claro antes de comenzar a hablar.
—¿Sabes? Pasé horas pensando qué regalarte, porque me encanta la forma en que tu rostro se ilumina cada vez que te sorprendo en nuestros aniversarios de cada seis meses —Tomé aire—. Jasper y Emmett, ayer por la tarde me invitaron a tomar una copa para que dejara de lado el estrés, y entonces, comenzaron a tocar la canción A thousand years y recordé cómo te conocí y... Simplemente supe que tú eras la mujer con la que quería pasar el resto de mi vida.
Vi como sus ojos se cristalizaban y saqué la —ahora— muy pesada caja de mi bolso.
—Sé que la mayoría de las veces peleamos pero ¿sabes? Es justo así como quiero pasar el resto de mis días… Junto a ti, peleando, besándonos, tú golpeándome o como sea, pero quiero que así sea siempre —Parpadeé un par de veces porque hasta a mí se me juntaron las lágrimas—. Pero es tu decisión elegirme para pasar el resto de tu vida y es por eso que te lo voy a preguntar: ¿Quieres casarte conmigo?
Sollozó y habló con voz temblorosa. —Por supuesto que sí, pollito.
Permití que una lágrima se deslizara por mi mejilla, mientras con las manos temblorosas por la emoción deslizaba el anillo por su dedo anular.
Bella se abalanzó hacia mí en un abrazo, seguido de un beso y nada se sintió mejor que eso. Mi Bella había aceptado ser mi esposa.
—Amor, yo... también te tengo una sorpresa —dijo en cuanto nos separamos de nuestro beso.
—¿Qué es? —pregunté curioso.
Ella suspiró y buscó en su bolso, hasta que sacó una caja en forma de... Pollito. Al parecer, aunque bien hubiéramos celebrado nuestro aniversario en Nueva York, ella estaba dispuesta a recordarme ese apodo.
Estiró su mano entregándome la caja y la tomé. —Ábrela, bebé.
Tomando aire la abrí lentamente, aunque en realidad lo que quería era abrirla lo antes posible, pues estaba que me moría de curiosidad.
Vi el contenido y me quedé frito.
¿No se suponía que yo la sorprendía a ella y… no al revés?
—¿Cómo pasó esto? —pregunté sin aliento mientras observaba una prueba de embarazo con dos rayas.
Ella soltó una risita. —Bueno, comenzó con un Edward desnudo y una Bella...
—Ah, muy listilla ahora —Solté una ligera risa—. ¿Qué pasó con los anticonceptivos?
Se encogió de hombros. —¿Has oído eso de que las inyecciones se vencen antes? —Asentí mientras ella se sentaba sobre mí—. Bueno, pues eso pasó y además, tú nunca quieres usar condón, aun cuando yo te pedí que lo hicieras sin estar segura de cuándo vencía.
Sonreí burlonamente.
¿Quién usaba condón cuando tenía una relación estable? Claramente, nadie.
La miré a los ojos, esos ojos que brillaban mientras me miraban al igual que los míos, y confirmé que había tomado la mejor decisión al pedirle casarse conmigo.
Eso sería algo de lo cual nunca me arrepentiría, además de que ahora ella me iba a convertir en padre.
¡Joder! ¡Iba a ser padre!
Y en ese momento la amé incluso más de lo que ya lo hacía.
—Te amo mucho, Isabella.
Ella sonrió y me besó, antes de susurrar en mis labios: —Y yo te amo muchísimo más, Edward.
¡Hola!
Espero les guste este os, que lo hice con lagrimas, sudor y sangre, en donde conocieron mi pequeño lado cursi :') Este os, estará concursando (como ya leyeron arriba) y si les gusta, espero me apoyen.
Muchísimas gracias a Pichi, por revisar el capítulo, eres la mejor (pero eso tu ya lo sabes) y gracias por la paciencia jejee :*
Nos leemos pronto, ya que posiblemente suba mas acerca de esta parejita.
