Miraba desde mi ventana, el cielo resplandeciente de aquel día -Uno como cualquier otro –dije para mi misma.
Otro día soportando las órdenes del jefe Uchiha en la policía. Pesadamente me levante de la cama y tome mi uniforme a toda prisa, se me hacia tarde, apenas tuve tiempo de ponerme lo más decente posible y salir sin desayunar.
Llegue al cuartel justo a tiempo y comencé mi ronda como lo hubiera hecho cualquier otro día, llamadas, papeles que ordenar y por supuesto llevarle su café al jefe. Me había graduado hace poco como Chunin y el jefe Uchiha me recluto para trabajar en el cuartel, dijeron que posiblemente aprendería algo de utilidad. Suspire y pensé en la vida tan aburrida que llevaba. Mire con disgusto a mí alrededor viendo a mis compañeros con los que compartía el mismo gekegenkai, orgullosos de llevar el nombre Uchiha y ese abanico rojo con blanco en su espalda del que tanto alardeaban.
-No hay nada mejor que pertenecer al clan y trabajar en llevar justicia a la aldea –susurre sarcásticamente.
-Saori
Di media vuelta y vi al jefe Uchiha detrás, mirándome como si fuera a reprenderme.
-Señor –dije intentando mantener el temple de mi voz, había algo en el jefe que siempre que se me acercaba me ponía la piel de gallina.
-Puede irse –dijo secamente
-¿Irme?, pero… -comenzaba a balbucear - ¿Acaso me esta despidiendo?
-Nada de eso, hoy tenemos un reunión y estaremos en ella casi todo el día, por ello puedes irte temprano –dijo esbozando un sonrisa.
-De acuerdo –tome un respiro – En ese caso con permiso –hice un ligera reverencia, tome mis cosas y salí.
-No puedo creerlo hoy salí temprano, ahora que es lo que voy hacer apenas es medio día –hubo un pausa mientras mi cerebro pensaba que hacer y repentinamente fue interrumpido por un gruñido de mi estómago – Creo que iré a comer algo.
Pase al ramen de Ichikaru, el primer lugar que se atravesó en mi camino. Pedí un plato y me tome mi tiempo no quería regresar a casa tan temprano, no había nada que hacer. Sin haberme percatado, cuando pagaba la cuenta y mire el cielo quitando el trozo de tela del establecimiento, se había oscurecido y la luna llena brillaba.
-Esta vez si que me tome mi tiempo –grite aliviada y con el estómago contento, vacile en regresar, pero no tenía ningún otro lugar a donde ir.
La luna me acompaño durante todo el camino, la suave brisa jugueteando con mis cabellos y rozándome la cara, llegue a la entrada adornada por esos estúpidos abanicos sobre la tela azul. Todo estaba en silencio, un escalofrió recorrió mi espalda, mis músculos se tensaron. Le decía a mi cerebro que debía moverme e investigar, mis piernas no respondieron, con gran esfuerzo entre y cuidadosamente ronde la primera calle. Las luces apagadas y ese silencio atormentador, di vuelta en la esquina y mis ojos se abrieron de par en par, cuando reconocí las sombras del suelo, kunais a su alrededor, el charco de sangre que emanaba de la multitud. En ese momento quise gritar pero mi garganta estaba tan seca que no salió ningún sonido, se me nubló la vista a causa de las lágrimas que brotaban de mis ojos y escurrían por mi mejilla.
-¿Quién pudo hacer todo esto? ¿Por qué? –decía mi voz que apenas era un leve susurro. Me levante y serpenteé las calles albergando la vaga esperanza que alguien aún quedara vivo.
-Alguien puede oírme –dije con voz más clara, aguardé una respuesta, pero nada cambiaba en el profundo silencio. Un fuerte corriente de aire se dejo venir y cuando cesó sentí a alguien detrás, me sentí igual que esta mañana cuando el jefe Uchiha me llamo.
-Saori –dijo la voz inmutable y tranquila, me volví lentamente intentando alcanzar el kunai de mi bolsa, me lleve una sorpresa cuando vi la figura del primogénito del jefe Uchiha – ¡Itachi!
-No pensé que aun quedara alguien vivo.
Me estremecí al escuchar esas palabras, entonces él lo había hecho -¿Por qué? –lo miré con los ojos llenos de lagrimas -¿Por qué los mataste?
No me contesto, se acerco a mí, aun sostenía el kunai en mi mano, no muy segura si reaccionaría a tiempo para salvar mi vida, iba a matarme era seguro como lo había hecho con los demás sin clemencia o misericordia. Una vocecita en mi cabeza me gritaba –Huye –pero no hice caso, solo me quedé ahí parada esperando el final, Itachi se posó frente a mí, cerré los ojos esperando que lo hiciera rápido y sin dolor.
-Tú también odias este clan.
Me desconcertó y abrí los ojos, encontrándome con los suyos desconcertados y rojizos como si hubiera estado llorando.
–Odio este clan, su forma de ver las cosas y de querer sentirse superior a cualquier otro en todo momento, pienso que ellos guardan un gran odio a esta aldea y he llegado a pensar que si por ellos fuera se desharían de los otros clanes –dije todo este pequeño discurso de un forma tan calmada y sincera que no cuadraba en lo absoluto con la situación.
-Entonces no estás enterada –su voz sonaba sorprendida.
-¿Enterada de que?
-Del golpe de Estado a la aldea que planeaba mi padre.
-¿Golpe de estado? –tardé unos segundos en reaccionar –Tu padre planeaba un golpe de estado.
-Todos en la aldea estaban planeándolo, ¿cómo es que tú no lo sabes?
-Tu padre no tiene mucho estima de mi persona, supongo que debió pensar que era una inútil en todo su plan, por eso lo mantuvieron en secreto.
-Ya veo, sin embargo –hizo un pausa –me dejaron la misión de exterminar a cada uno de los miembros del clan Uchiha y tú no eres la excepción.
Volví a estremecerme, no había escapatoria, Itachi era uno de los más habilidosos de todo el clan, miembro de la ANBU, graduado con honores, ninguna de mis habilidades estaba a su nivel, aunque tratara de escapar seria solo cuestión de tiempo para que me alcanzara y concluyera su misión., si por otro lado lo enfrentaba temía tuviera los mismos resultados.
-Todos están muertos y aunque intente escapar tu me matarás, eres un buen shinobi completarás tu misión a toda costa, supongo que ya te deshiciste de tu familia –respodí calmadamente.
-Sasuke fue más insistente que tú, al menos el me persiguió e intentó golpearme.
-¡Ya los mataste! –Grité –Si mató a su familia no me va dejar vivir, esto se acabo –pensé.
-No pude matar a Sasuke –dijo cabizbajo.
-¿Por qué?
-Creo que quiero demasiado a mi hermano…No soy tan buen shinobi después de todo.
Hubo un silencio prolongado, esperaba que Itachi me diera muerte en cualquier momento.
-¿Quieres venir conmigo? –dijo finalmente
-Que vaya contigo, pero ¿a dónde?
-La aldea aun no está segura, y necesito que alguien cercano vea por Sasuke cuando sea necesario, no se cuán fuerte será y cuales serán sus planes cuando me maté en venganza por el clan.
-Dejaste vivo a tu hermano para que algún día te asesine, eso no tiene sentido.
-Quizás no para ti, pero es por eso que lo deje con vida, debe odiarme y aferrarse a la idea de volverse más fuerte con el propósito de vengarse, por eso si hace algo que afecte a la aldea tu deberás intervenir y hacerle cambiar de parecer.
Medite mi respuesta por un segundo, no comprendía en su totalidad porque iba a dejarme con vida, no había engaño en sus palabras, el no quería llevar a cabo la misión que le habían encomendado, lo hizo por el bien de la aldea.
-Acepto la misión que me dejas, yo también quiero volverme más fuerte, haré todo lo que pueda por ayudarlos a ti y a Sasuke.
No dijo nada, junto sus manos para hacer una réplica mía de barro y le clavo un kunai en la espalda. Hizo una seña para que lo siguiera y juntos nos perdimos en la espesura del bosque, dejando rápidamente atrás la aldea escondida entre las hojas.
