Bueno esto nació después de ver una miniserie llamada El Pacto (aunque aclaro que no tiene absolutamente nada que ver) y de hacerme un par de preguntas existenciales. Es algo ligero sin Voldemort dando vueltas por ahí, pero con las demás diferencias clasistas y de sangre. Por otro lado, a pesar de ser un Draco/Hermione no solo los tendremos a ellos; parejas extrañas... sí, muchas; reacciones imposibles, también; Dumbledore un poco chiflado, seguro. Me gusta que mis personajes tengan historia así que no se sorprendan por si nada es lo que parece... porque casi nada es lo que parece.
Ahora sí, espero y les guste la idea. n.n
Disclaimer: Todo lo que reconozcan: lugares, hechizos o personajes son de JKR mi única misión es hacerles la vida imposible XD (y creo que aquí lo conseguí)
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Siete Cunas
Capítulo 1: Todo es por tener tu amor, Harry
Septiembre siempre comenzaba igual para los alumnos del colegio Hogwarts de magia y hechicería. Todos llegaban el día uno de ese mes a la estación nueve y tres cuartos, y montaban en la ya famosa locomotora escarlata; horas más tarde, cuando la noche era cerrada, entraban al colegio -unos en botes, otros en diligencias- en donde se los recibía con una suculenta cena (cortesía de los elfos domésticos) y la típica charla de comienzo de curso por parte del director, Albus Dumbledore.
Hasta aquí era todo normal. Como normal era también el deseo de todos los docentes de ese prestigioso centro -bueno quizá podríamos omitir a Snape- en la unión de las cuatro casas que lo componían; y como normal era que Hufflepuff, haciendo fama a su lealtad y trabajo, se afanaba por intentarlo. Este año no iba a ser distinto de otros en todas las afirmaciones anteriores, pero lo que ni Hogwarts, ni Dumbledore, ni el mismísimo Merlín sabían, es que las consecuencias de sus ambiciones serían… permanentes.
El primero de mes había caído en miércoles, para desgracia de los alumnos que sabían que al día siguiente habría clases; y el trabajo de Ernie Macmillan se retrasaría hasta el sábado. Básicamente era asunto suyo porque era a él a quien se le había ocurrido la idea. Todos los años se intentaba la unión de casas con actividades extraescolares, con Quiddich, con bailes… pero nada. Por Merlín, era más que obvio que algo como eso no quitaría las diferencias, lo que los adolescentes necesitaban era un empujoncito y algo de desinhibición (eso lo había aprendido ese verano).
Ernie tampoco nació idiota y sabía que era -primero físicamente y después moralmente- imposible meter a todo Hogwarts en una fiesta llena de alcohol. Por eso había decidido llevar a cabo su experimento con sus congéneres; con tal efecto, la mañana del 2 de Septiembre, llegó a todos los alumnos de sexto año una invitación especial, única e intransferible para la gran fiesta del sábado en la Sala de los Menesteres.
- ¡Vaya Hermione, qué suerte estar en tu año! ¿no? - Decía Ginny en voz en grito y saltando sobre su sitio emocionada. - Ya querría yo empezar el curso con una fiesta de tal calibre.
- No digas tonterías Gin. - le respondió una Hermione Granger muy enojada que intentaba quemar la espalda de Macmillan con sus ojos. - ¡Cómo se les ha ocurrido algo tan absurdo! Esto está totalmente prohibido por al menos una docena de reglas. Si nos pillasen puede que este año Hogwarts perdiera toda una promoción.
Y ahí estaba el sentido de responsabilidad, coherencia, rectitud y aguafiestismo (si es que la palabra existía) de su amiga prefecta. Ginny resopló y se prometió conseguir que ese sábado Hermione Granger dejara atrás el recato, aunque fuera por unas horas. Sería su propósito del año.
- ¿Vosotros también habéis recibido una invitación? - Ron y Harry que se encontraban frente a las chicas asintieron mientras observaban las cartas-. ¡Qué bien! ¿Y no pone si se puede llevar acompañante? Digo, porque quizá podría acompañarte Harry, es que ir con mi hermano es un poco patético.
El plan de la pelirroja había funcionado a la perfección, pues el joven de gafas había adquirido un brillante tono escarlata en sus mejillas y boqueaba como un pez. Al final su madre tenía razón; si el chico era demasiado tímido debía ser una la que se lanzase un poco.
- Deja a Harry en paz, Ginny. No tienes que obligarlo a que haga de niñera contigo, además, la carta dice que solo pueden ir los de sexto. Eres demasiado pequeña para este tipo de reuniones.
Y Ronald Weasley lo había vuelto a conseguir. Primero la llama pequeña y luego dice que Harry iba a hacer de niñera con ella. ¿Pero que se creía su hermano? Completamente roja de furia dejó los cubiertos del desayuno y salió a gran velocidad del Gran Comedor.
- Ron no seas tan bocazas. - Y con las mismas Hermione la siguió, dejando atrás a un Harry completamente avergonzado y a un Ron que no entendía nada de lo que había ocurrido a su alrededor.
- Ginny espera - Hermione iba dirección a los jardines persiguiendo a la joven Weasley, que corría el peligro de convertirse en una banshee. - sabes como es tu hermano, de todas formas fue una buena táctica.
- ¿Tú crees? - preguntó la pelirroja parándose en las escaleras- ¿no sonó demasiado desesperado?
- Eh, bueno, quizá un poco. - Hermione se dio cuenta que su amiga se giraba con la mirada en el suelo y lo intentó arreglar-. Oye, Gin, voy a ver a Ernie, tengo que decirle que pare todo esto ¿me acompañas?
- ¿Te refieres para anular la fiesta del sábado? - La prefecta de Gryffindor le dijo que sí (y para que más)-. Ah no, señorita. Tu no vas a anular nada, es más, ahora mismo vamos a elegir qué te pondrás. Dentro de dos semanas cumplirás los diecisiete Herms, piensa que será como un regalo de cumpleaños.
- Es mi deber como prefecta. ¿Qué crees que pasaría si McGonagall u otro profesor se enterara?
- No me vengas con esas Hermione, sabes tan bien como yo que hubo más de dos fiestas clandestinas el curso pasado. No dirían nada aunque se enterasen; bueno puede que McGonagall sí… pero ella sería la única en todo caso.
- Sigo diciendo que no es correcto, hay muchas otras cosas que se pueden hacer.
- ¿Como qué? - Preguntó la pelirroja clavando sus ojos cafés en los de su amiga.
- Como el snap explosivo o el ajedrez, por ejemplo. - Cuando terminó, Hermione se cruzó de brazos satisfecha.
- La próxima intenta algo original al menos, porque si no quieres que Ron se entere de lo que me comentaste este verano en La Madriguera, será mejor que vayas pensando en el sábado. - Contenta con el resultado, Ginny arrastró a una muy colorada prefecta hacia su torre.
Definitivamente hablar con la pelirroja siempre traía consecuencias nefastas…
En un corredor aledaño, camino de la clase de astronomía con el centauro Firenze, se encontraban dos jóvenes vestidas con los colores de Gryffindor que hablaban alegremente. Annia Kurkov y Romilda Vane eran alumnas de cuarto del colegio de magia, por lo tanto brujas. La primera era una joven con rasgos finos, cabello rubio cenizo y ojos con un extraño tono morado, se le veía cierta timidez y dulzura; su compañera, al contrario, era de pelo rizado y largo hasta la cintura de tono negro azulado, al que se añadía unos ojos grandes y oscuros, viéndola andar por los pasillos se podía adivinar que era segura y orgullosa (incluso un poco prepotente).
- Creo que funcionará.
- Romi, aún no tengo claro qué es lo que quieres hacer.
- Obviamente conseguir su amor. - Annia suspiró por quinta vez, esa chica era realmente cabezota.
- Eso me quedó claro desde mayo pasado. Estás completamente enamorada de Harry Potter, ¿pero como lo harás? Todo Gryffindor sabe que él quiere a Ginny Weasley, y es una de las chicas más guapas de nuestra casa.
- ¡Se supone que eres mi amiga Annia! - Romilda se cruzó de brazos y levantó el mentón (que de por sí ya era bien grande)-. Ya sé que después de olvidarse de la Chang esa se fue a fijar en Weasley. Lo que ocurre, Karkov, es que no se ha fijado en mí porque me cree muy pequeña. Y el plan consiste en hacerle cambiar de idea.
- Lo siento, no te molestes conmigo. - Su amiga si que tenía un humor voluble. - Entonces cuéntame cuál es.
- Fácil, una poción de amortentia. - Y sacó de su mochila una cajita roja con chocolates.
- ¿Y qué pasará cuando se le pase el efecto?
- Estará tan contento conmigo que no me dejará, es más, me propondrá ser oficialmente novios. - A estas alturas Annia la miraba como si hubiese salido de un manicomio.
- No sé. Me parece poco seguro tu plan.
- Por eso hice una segunda poción. Ahí reside realmente el secreto. - Esta vez Romilda (mejor dicho la loca de Vane) miró en todas direcciones, cuando tuvo constancia que no había nadie más que ellas dos, sacó dos botellas y se las enseñó a su compañera.
- ¿Amortentia embotellada?
- ¡Qué inocente eres! Es whisky de fuego y dentro lleva una poción del deseo.
- ¿Una qué?
- Verás, este verano fui con mis padres a Holanda a visitar a mi abuela ¿recuerdas que te dije que había conseguido la amortentia de contrabando? - Annia asintió lentamente pensando que quizá, y sólo quizá, su amiga no estuviera bien. Romilda siguió - Pues en casa de la abuela había decenas de libros de pociones, cogí varios para apuntarme las diferentes recetas de Amortentia. Tú sabes, por eso de si las actuales no tienen tanto efecto o falla algo. En uno bastante viejo encontré la poción del deseo. Textualmente decía "para conseguir que el deseo despierte en aquella persona que la beba y los momentos más placenteros vuelvan a la vida de las parejas". Así que decidí prepararla, los ingredientes no fueron demasiado difíciles de conseguir.
La rubia había dejado de caminar y miraba a su compañera con los ojos y la boca muy abiertos y completamente roja.
- Tú… harás… te dejarás… con una poción… y si luego… las consecuencias… ¡Romilda cómo se te ocurre! Glushu so vus mmm - No pudo seguir porque la morena le había tapado la boca para que no atrajera a curiosos.
- No te preocupes Ann. Me encargué de solucionar eso. Varié un poco la poción para no llegar a tanto. Me gustaría que Harry estuviera consciente cuando fuera la primera vez.
Annia respiraba entrecortadamente, aunque un poco más aliviada. Todavía había salvación para Romilda, y ella se encargaría de encontrar un buen psiquiatra.
- Y ¿cuándo has decidido llevar a cabo tu "fantástico" plan?
- Esta misma semana. El sábado será perfecto, al día siguiente no tenemos clases y podré dedicarle todo mi tiempo a él.
Definitivamente hablar con la morena siempre traía consecuencias nefastas…
Aunque la temperatura por esas fechas todavía era bastante benévola, había un lugar que mantenía una tétrica ambientación. Las mazmorras no sólo estaban ocupadas por los fríos Slytherin sino que compartían con estos lo gélido de sus muros (causa del lago que se encontraba sobre sus cabezas, seguramente). Igual de helada era la pared que hacía las veces de puerta a la sala común, por donde en ese instante entraban dos chicas.
- Las tres últimas túnicas que me hicieron eran en terciopelo, creo que todavía no es tiempo para usarlas, así que no sé que llevar a la fiesta.
- Tienes poca gama de color para que contraste con tu pelo oscuro, Pansy. El problema estaría solucionado si te cambiaras a rubia, habría mucho más donde elegir. Además las rubias tienden a salir con más chicos según Corazón de Bruja.
Daphne Greengrass podía ser su amiga, aún así siempre que usaba ese tonito de sabihonda la sacaba de quicio, ella era la princesa de Slytherin debería saberlo a esas alturas. Pero Pansy Parkinson también sabía devolvérsela, no por nada sería la futura esposa de Draco Malfoy.
- Eso me tiene sin cuidado, yo no tengo que buscarme a nadie, ya tengo a Draco y él es todo lo que necesito.
- Hasta que no haya pedida y compromiso querida, no deberías asegurar que tienes nada.
- ¿A caso tú me lo vas a quitar Greengrass? - Ésta se rió con gracia mientras negaba con la cabeza, uno de los mayores placeres de Daphne era enfurecer a Pansy y los celos por Draco eran diversión asegurada.
- Nunca me gustaron los rubios, y menos prepotentes; los prefiero morenos, a poder ser de ojos claros: azules o verdes. Solo digo que deberías hacer algo para asegurarte la boda, Pan.
En ese momento caminaron cerca de los sillones que estaban frente a la chimenea, con una sonrisa Pansy se dirigió a uno en concreto:
- Tendréis la carta, supongo. Debemos dejar claro a las otras casas quien manda y por qué en Hogwarts Draco, espero verte allí. - Tras guiñarle un ojo y saludar con la mano a los otros, Parkinson acompañó a su rubia amiga a los dormitorios.
- Por una vez creo que los Hufflepuff hicieron algo medio en condiciones. Ese Macmillan, si no fuera tan buenazo, hubiera acabado en Slytherin. - decía Zabini muy despreocupado mientra se estiraba en el sillón.
- Yo no le veo lo entretenido. Al menos podría haber incluido los de séptimo en la fiesta, Chang no está nada mal. - Malfoy se encontraba en el sillón de enfrente con cara aburrida, como si la invitación de la morena fuera más un castigo que otra cosa. Y a su lado Theodore Nott parecía concentrado en el diario El Profeta ajeno a toda la conversación.
- ¿De verdad te gustaría tener a Urquhart y Pucey restregándote lo de "niñato-menor-de-edad" todo el tiempo?
- ¿No estabas leyendo? - Si alguien podía superar a Draco Malfoy en sarcasmo era sin duda el chico de ojos verde oliva que tenía junto a él. - Tendremos que llevar nuestra reserva de vino de elfo para hacer esa fiesta algo más interesante, sino sería reunión de colegiales. Son ocho botellas entre los tres, no está mal.
- He oído que Ernie introdujo todo tipo de alcohol al colegio frente a las narices de Filch. ¿Y por qué cuentas con mis reservas? En ningún momento he dicho que vaya a ir, Malfoy.
- Venga Theodore tienes nueve meses para leer libros - le contestaba desganado Blaise - necesitas más vida social, y desempolvar tus "lugares" un rato. A este paso voy a creer que tienes otro tipo de atracciones.
Las risas de Zabini y Malfoy llegaron a los oídos de las chicas que se encontraban conversando en las mesas contiguas y les observaban con miradas juguetonas. Pero para mirada la que Theo les lanzó por encima del periódico, advirtiendo que no siguiesen por ese camino.
- No me hace falta ir a una fiesta para desempolvar nada Zabini… prefiero la intimidad para ciertas cosas, aunque creo que esa palabra tú no la conoces. - mostró una sonrisa cínica a su compañero. - Puede que me pase, pero no aseguro nada.
- Tú nunca aseguras nada, Nott. Yo solo quiero que la "nobleza" de los Gryffindor sirva para algo y no estén, suficiente tengo con aguantarlos en las clases. No he vomitado nunca con el alcohol y espero no hacerlo ahora por la sangre sucia y la comadreja.
Las palabras siseantes dejaron claro el poco gusto del rubio por los alumnos de esa casa.
- Pues yo espero que vayan. Esa sí sería una buena animación, ver a Potter bailar y a la prefecta perfecta Granger beber… sin duda sería algo digno de recordar.
Definitivamente todo lo que a Nott le parecía bueno traía consecuencias nefastas…
Después de una agotadora jornada de clases, muchos de los alumnos (que en la tarde no tenían que estudiar) aprovechaban los últimos días de calor veraniego para salir a los terrenos del castillo. Ese era el caso de dos chicas con uniforme rojo y dorado que tomaban el sol en las gradas del campo de Quidditch.
- Hay varias cosas que no entiendo. - Era la joven de la derecha quien hablaba a la vez que recogía su melena castaña clara con un lazo. Su compañera -de piel canela, ojos rasgados y cabello oscuro- asintió con la cabeza para que continuara. - Lo primero es por qué Padma quiere, de repente, formar parte del equipo de quidditch.
Desde su posición podían observar como varios chicos habían formado un equipo de quidditch improvisado y estaban jugando en el campo. Había alumnos de varias casas mezclados y, en el puesto de guardián más cercano a donde se encontraban, destacaba una joven de piel tostada.
- Siempre le ha gustado volar en escoba. Este verano fuimos a Turquía de vacaciones, ¿recuerdas? Pues un chico nos invitó a jugar con él y sus amigos, le dijo que no lo hacía nada mal. Desde entonces está obsesionada.
- ¿Obsesionada por el quidditch o por el chico?
- Ni idea. Pero para obsesión la que he oído que tiene Terry Boot con Tracey Davies. - Le susurró como confidencia Parvati a su amiga.
- ¿La Slytherin? - La cara de Lavender Brown puso una mueca de disgusto cuando la morena asintió. - Bueno, para mí tiene mal gusto, pero no nos desviemos; la otra cosa que no entiendo es cómo, si tras el baile de cuarto lo odiabas, ahora no dejas de hablar de Harry.
- No sé, las cosas han cambiado mucho. - Las mejillas de la gemela Patil estaban algo coloradas. - Tú de todos modos tampoco te quedas atrás, Lavender, te gusta desde hace mucho Ron y no haces nada.
- Pues eso se acabó. - afirmó con fuerza mientras abría un esmalte rojo de uñas. - Debemos aprovechar la oportunidad que se nos brinda este sábado. Hablé con la profesora Trelawney y dijo que algo muy especial ocurriría en luna nueva, estoy segura que es una buena señal. La fiesta es la mejor forma de acercarnos a ellos, y el alcohol será una ayuda. Tengo que hablar con Smith a ver si todavía tiene whisky de fuego.
Definitivamente hablar con la castaña siempre traía consecuencias nefastas…
Aclaraciones: Uquhart y Adrian Pucey son Slytherin y están en séptimo con Cho Chang, y Tracey Davies también es Sly y está en sexto. Yo siempre usaré personajes canon de JK así que tendréis -como podéis adivinar- a todo sexto año de Hogwarts aquí dentro de poco.
Ay ay, si a veces midiéramos nuestras palabras… ¿le quitarán al final el trabajo a Sybill Trelawney estos chicos con sus profecías?
Esto es solo una introducción si quieren lo continúo. Si creen que se me fue mucho la cabeza y tengo que acompañar a Vane al psiquiátrico también lo acepto.
Suelo publicar una vez por semana, por lo que si les apetece nos vemos el lunes que viene.
Isire
