En este relato, Cloud tiene 22 años y Zack 24 años. Llevan un año de relación y están de vacaciones en un Modern!AU.
Prompt tomado del usuario dolleye en Tumblr.
Las orejas
Hacía tanta calor esa tarde... Aun cuando el sol dejó de incidir directamente en las ventanas del salón, Cloud sufría los síntomas propios del verano. Tirado en el sofá, luchaba por caer dormido sólo un instante en compañía del ventilador. Cada cinco minutos se giraba un poco para que el aire caliente llegara a cada rincón de su cuerpo. Y así había malgastado una hora de su vida.
De pronto, desde su dormitorio, sonó su teléfono móvil. Cloud gruñó cansado y se despegó del sofá. Dependiendo de quién le llamara, descolgaría o no; no tenía ganas de hablar. En la pantalla vio el nombre de Zack y se lo pensó un par de segundos. Seguro que me arrepentiré, pero... Suspiró y deslizó el dedo para aceptar la llamada.
—Hola, Cloud —le saludó ameno; nunca esperaba el saludo de Cloud—. ¿Listo para pasar la tarde juntos?
Cloud miró hacia la ventana con mala cara.
—¿Que tarde? Si son las siete ya...
—La tarde-noche entonces —dijo rápido para pasar a lo que le importaba—. Bueno, ¿te apetece dar una vuelta?
Sabía que acabaría proponiéndole algo así y no tenía ninguna gana de salir, pues casi siempre traía a un amigo nuevo y aborrecía estar en contacto con desconocidos.
—La verdad es que no —admitió con un poco de reparo.
—Vale, no pasa nada. Puedo ir a tu casa —se autoinvitó—. Me llevo refrescos y aperitivos. ¿Está tu madre ya en casa?
Cloud guardó silencio mientras procesaba la información.
—No, sigue de viaje.
—¡Bien! Estoy allí en media hora —dijo contento—. Nos vemos.
—Espera, Zack...
Pero ya había colgado y, con ello, eliminado cualquier intento de cancelar la cita. Después de varios días sin verse, debía reconocer que lo echaba de menos; sin embargo, no se sentía de humor para recibirlo como se merecía. De todos modos, no se atrevió a quitarle la ilusión tampoco. Mientras llegaba, se dio una ducha rápida para quitarse la sensación de bochorno y el sudor de encima. Después, cuando se vistió con una simple camiseta de manga corta y pantalones cortos, dejó la casa más o menos presentable y esperó.
Zack podía sorprender a veces con la puntualidad, como en aquella ocasión. Tocó al timbre varias veces, algo que acostumbraba a hacer para que Cloud supiera de quién se trataba. Él ni se molestó en confirmarlo y abrió la puerta del portal. En pocos segundos ya escuchaba los sonoros pasos de Zack en el pasillo del rellano y Cloud le dejó la puerta del apartamento abierta. Lo esperó en el recibidor, pero al notar que se demoraba más de lo habitual, se asomó fuera y lo vio colocarse algo en la cabeza.
—Zack, ¿qué haces?
Su voz le hizo dar un respingo y le dio la espalda.
—¡Espera, espera! Quiero enseñarte una cosa —dijo nervioso mientras le hacía un gesto con la mano para que volviera dentro de la casa.
Cloud se encogió de hombros y regresó dentro. Poco después, apareció Zack con una sonrisa divertida y presumiendo de orejas. Sí, las orejas de gato que se había colocado encima de la cabeza. Conociéndole, seguro que eran las más baratas de la tienda.
—¿Y bien? ¿Qué opinas?
Cloud se mostró impasible, serio, algo que hizo a Zack prensar los labios con inquietud. Un silencio incómodo se formó entre ellos y Cloud rompió con un suspiro tras cerrar la puerta de casa.
—¿Por qué te has puesto eso? —preguntó por no confesarle que le sentaba ridículo.
Zack se rascó la nuca y le siguió con la mirada con una actitud bastante confiada a pesar de las evidentes señales de desinterés de Cloud.
—La última vez que hablamos te vi tan emocionado con la idea de que querías tener un gato que no pude resistirme a convertirme en uno —respondió con un tono de voz bastante insinuante.
En respuesta a esas palabras, Cloud se ruborizó. Jamás imaginó que tendría en cuenta algo que para él no tuvo mucha importancia. Sólo fue un capricho pasajero que, como tantos de sus comentarios, Zack aprovechaba para complacerle del modo más disparatado posible.
—Anda, pasa al salón —ignoró por completo el detalle y le hizo un gesto para que pasara y tomara asiento.
Él rio gentilmente y pasó al salón seguido por Cloud. Zack puso la bolsa con aperitivos sobre la mesa de café y sacó de ella un galletitas saladas con forma de pez que además le entregó a Cloud. Él miró el tarro de plástico tras tenerlo entre sus manos. Después miró a Zack, quien traía una sonrisa que le puso los pelos de punta.
—No... Zack, no —sacudió la cabeza repetidas veces y dejó los snacks con las demás cosas.
La situación pasaba a ser vergonzosa para Cloud. Se sentó en el sofá con una mano sobre la cara para esconderse y Zack le siguió con los brazos extendidos. Él se posicionó enfrente de Cloud con una expresión muy alegre
—¿Qué? ¿Por qué no? —fingió que no lo sabía, algo que hizo que Cloud callara.
Como si no lo conociese. Cloud no disfrutaba mucho las situaciones imaginarias, más que nada porque no se le daba bien hacer roles y éso provocaba que su inseguridad pasara a una actitud defensiva.
—Vamos, Cloud... —Zack se arrodilló frente a él y ocupó un pequeño espacio entre sus piernas—. Sígueme el rollo...
Zack le acercó el tarro de snacks y se lo puso sobre el regazo mientras le miraba con súplica. Por si fuera poco, le restregó la mejilla en su rodilla como para demandar su atención. Maulló con timidez y Cloud tensó los músculos de las piernas. Pretendió ocultarse aún más detrás de su mano, pues la vergüenza, tanto la suya como la ajena, consiguió que acabara más rojo que un tomate. Zack siguió insistiendo al modo felino cuando no halló respuesta en Cloud.
—No voy a parar hasta tener mis necesidades saciadas —hizo un paréntesis en su interpretación.
—Zack... Dije que quería un gato, no a ti imitando a uno —y a pesar de la queja, Cloud cedió.
Con el bote en las manos, lo abrió con un gesto algo resignado.
—¿Y no es más divertido así? —le hizo reflexionar—. Venga, intenta disfrutarlo a costa de mi dignidad.
Zack tenía razón en cierto modo. Después de tomarse la molestia de hacer el ridículo, lo menos que podía hacer era esforzarse por verlo de otro modo.
Sacó del tarro un par de galletas y se las puso en la boca, pero estas se le cayeron entre las piernas cuando Zack trató de atraparlos con los labios. Soltó un maullido aleatorio con el que quiso disimular una risilla y Cloud apretó los labios por lo mismo. Lentamente le acercó otro bocado a los labios y en esa ocasión sí consiguió comérselo. El siguiente se lo comió Cloud, también el siguiente, mientras observaba a Zack tonar la mirada más lastimera. Cloud se llevó otro trozo de snack a la boca y Zack lo impidió con suave manotazo. Le retó por segunda vez, algo que Zack respondió de la misma manera y con un maullido. Cloud entonces, después de haber disfrutado humillándolo un poco, le dio de comer la última galleta y cerró el bote.
—Se acabó —dejó el tarro a un lado y se reclinó sobre el sofá.
Pensó que ahí acabaría todo, sin embargo Zack tenía más ganas de jugar y volvió a repetir el restregón sobre su rodilla. Colocó los brazos sobre el sofá y maulló un par de veces, ahora en busca de otras atenciones. Frotó la mejilla sobre el muslo de Cloud y éste accedió a darle un par de caricias en la cabeza. No obstante, no fue suficiente para suplir las demandas de Zack.
—Oh, vamos... —resopló Cloud mientras le entregaba unas caricias más con ambas manos y sobre su nuca—. ¿En serio te gusta hacer esto?
Zack sólo respondió con una sonrisa. Dio un bote y echó el cuerpo sobre el espacio libre del sofá; la cabeza y los brazos acabaron sobre el regazo de Cloud. Con algo de torpeza, imitó el ronroneo de un gato y sobó la mejilla sobre la nueva superficie.
—Quiero más mimos —le pidió en mitad del ronroneo y se puso boca arriba.
A pesar del calor que le estaba dando, Cloud trató de hacer un esfuerzo más, lo que lo llevó a seguir acariciando su cabeza y su cabello. Zack entonces atrapó su mano y la colocó sobre su vientre, algo por lo que Cloud tuvo que inclinarse hacia un lado. Allí inició más caricias, unas que se tomó la libertad de extender por su costado y su pecho. Zack cerró los ojos y se acurrucó con la mayor de las satisfacciones; no había otra cosa que mejor expresara su rostro en esos instantes. Cloud desconocía qué tanto estaba interpretando bajo sus orejas de gato, sin embargo debía admitir que, contemplarlo tan tranquilo, le hizo valorar el esfuerzo de ceder a ese juego. Poco a poco se habituó a darle ese tipo de cariño y Zack terminó soltando un suave gemido. Cambió su posición a boca abajo y sus brazos rodearon el regazo de Cloud mientras apoyaba la mejilla en su muslo.
—Me estoy excitando un poco —le confesó con un tono meloso.
Pero aquello no frenó a Cloud y a aquellas caricias sobre su espalda. Lo que sí hizo fue quitarle la diadema que le hacía tan ridículo e después insinuó:
—Así que éste fue tu plan desde el principio...
Zack rio entre dientes y abrió un ojo para observarle desde su posición:
—En realidad no —admitió—. De hecho, no pensé que llegarías tan lejos con esto.
Le sacó la lengua y Cloud respondió con un rubor suave. De algún modo,conociendo su actitud a veces arisca, superó las expectativas de Zack y éso le hizo sentir bien.
—Pero reconozco que tengo muchas ganas —dijo Zack.
En ese momento, Cloud detuvo las caricias sobre su cuerpo y, sin ser brusco, reemplazó su regazo por un cojín para Zack y luego ocupó el espacio justo al lado de Zack, a quien no tardó en rodear con un brazo. Usó el libre a modo de almohada y evitó mirarle directamente a los ojos.
—No tienes más que pedírmelo cuando lo necesites —le sugirió Cloud con un susurro.
Había pasado bastante tiempo desde la última vez. Cloud olvidaba que Zack tenía un grado de necesidad muchísimo más alto, por lo que siempre pretendía que fuese él quien lo fuera a buscar o se diera la ocasión, una que muchas veces tardaba en llegar. Y Zack no era de los que presionaba por ello, así que sucedían situaciones como aquella, en las que los vacíos en la relación volvían a hacerse palpables.
Por eso, Cloud, sin esperar a que Zack dijera nada, se recostó aún más sobre su cuerpo y, en sus labios, prensó un suave y lento beso que sólo detendría para respirar. Las caricias comenzaron a darse entre ellos dos y, con ellas, el inicio de aquel esperado e íntimo momento.
