Ámame… sin prisa
Al aire gritaba crudo y vulgar contra las ventanas, tenaz cómplice de aquellos dos pecadores, él inclino el rostro, atractivo en verdad, con los ojos grises brillando sin brillar y mientras la tomaba por los hombros, la observo echar la cabeza hacia atrás mirándole a los ojos, con los ojos azules brillantes de amor, dejándole en aquel beso su honra y destino, el viento rugió otra vez, mientras golpeaba violento contra las ventanas, pronto habría tormenta, una tormenta cruel, pero dentro, dentro de la mansión se escuchaban las mil melodías de cristal de la orquesta contratada especialmente para esa noche, él acaricio el blanco cuello aun en medio del beso, y deslizo los dedos sobre la piel desnuda que ocultaba el collar de perlas, quitándoselo, en el camino mientras no dejaba un segundo de besarla, ah la amaba, tanto.
Siguió besándola hasta que el aire supuso una necesidad, y la miro a los ojos, agitado y perdido el corazón para siempre… y ella era tan joven.
Ella retrocedió un paso mientras una mano caía laxa hacia un lado y la otra acariciaba sus labios, él quiso sonreír, pero no lo logro, y solo pudo mirar sus mejillas nacaradas y el brillo de sus ojos.
La abrazo con un deseo que partía del amor, y eso lo excusaba en gran medida, pero nunca podría perdonársele por su accionar inmaduro y traidor, habían perdido ambos, a la mañana siguiente ella estaría perdida para siempre, y el, el también, aunque le perdonarían con el tiempo, a ella no, la miro: ¡era tan bella!
Quiso arrepentirse.
Ah, había tanto que perder, Los Malfoy le cobraría caro aquel atrevimiento.
-ámame sin prisa –dijo ella, en sus brazos, completamente suya, y el vestido les estorba- tenemos toda la noche.
La noche para amarse y la vida para arrepentirse.
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