Disclaimer: Los hermanos Kirishima ―y Tokyo Ghoul― son de Sui Ishida.
N/A: Son las 3:49 de la mañana y vine acá con toda intención de desearle feliz cumpleaños a Ayato y a Touka también (atrasado, muy atrasado) pero en fin, por eso dejo acá este drabble todo bobo por ello *insertar un corazón aquí* se suponía que lo iba a hacer en plan romántico pero como soy una sentimental de lo peor me ganó lo fraternal y he aquí el resultado de esto.
So, a ver qué tal les parece. ¡Saludos!
Azul.
Los conejos no veían a colores, los conejos veían en verde… y en azul.
Pensar en Azul era pensar en Ella, en su cabello ―con agradables toques violetas―, en sus ojos ―casi del mismo tinte oscuro que los suyos―, incluso su closet consistía en un amplia gama de distintos tonos de azul. ―Y apostaba todo su conocimiento (inocente en aquel entonces) adquirido en su infancia a que ese closet seguía teniendo esa misma textura añil.
Como el cielo y como el agua. El azul significaba frialdad, melancolía, tristeza, apatía, pesar, ausencia ―Todo lo que Él era―, pero también significaba fidelidad, esperanza, dedicación, sinceridad y sosiego ―Todo lo que Ella había sido―.
Antes de abandonarla.
La magulladura interna, mal saturada y contenida después de considerables años en silencio por fin se había abierto de nuevo en aquella noche de Julio. Pero Ayato se lo había consentido de esa manera mientras la "significativa" fecha daba vueltas alrededor de su cabeza.
Cuatro de Julio. Cuatro de… no.
Luego retrocedió un poco más.
Primero de Julio.
Y el color azul volvió a instalarse en su visión cuando Ayato estaba sosteniéndose un par de mechones, luciéndolos frente al espejo. Dispuesto a permitirse aquello que llamaba un momento de debilidad, queriendo reparar lo irreparable, porque a veces quería olvidarse de lo mal hermano que era, aunque ella no lo supiera.
Retrocedió un paso, respirando hondo, cerciorándose que seguía estando sólo. Imaginándola frente a Él con una sonrisa, ―de esas que recordaba de niño cuando ella se burlaba de su ineludible asco por los gusanos―, con un suéter azul y pantalón del mismo tono, uno más claro que el otro. Los brazos cruzados y su expresión de diversión iluminándole el rostro.
Se la imaginó tan bien que las palabras brotaron de su boca con más facilidad de la que esperaba. Serias, optimistas, casi alegres:
―Feliz cumpleaños a mí. Feliz cumpleaños a ti, Touka, hermana tonta.
