Bueno, HOLA! Ya se que no me he presentado en mucho tiempo… discúlpenme pero ahora vengo con una nueva historia, disfrútenla.

Entre una Boda y Engaños

CAPÍTULO 1

Preparación para la Víspera

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Por favor… pueden retirarse—pidió una pequeña niña de 8 años a sus sirvientas.

Pero Princesa Luce, la Reina nos pidió expresamente que la arregláramos muy bonita para esta noche—le respondió su nana, aún peinando las largas hebras azabache de la jovencita.

Si sé que saldré con mis padres, pero quiero peinarme yo solita para demostrarles que no necesito tanta ayuda… bueno, tal vez un poquito con el vestido…—dijo, tocando la elegante seda fina de su vestido naranja con muchos encajes en blanco que colgaba entre su gran armario de vestidos favoritos y el espejo de cuerpo completo.

La nana suspiró cansada— Princesa Luce, aún está con su vestimenta de casa y el Rey y la Reina vendrán en un par de horas, así que necesito arreglarla pronto.

Pero yo quiero peinarme sola…—insistió la de ojos azules casi tímida mientras sus dedos jugaban con el dobladillo de las mangas.

Está bien, pero si necesita mi ayuda, me lo dice de inmediato—se resignó la mujer mayor. La nana preparaba el hermoso vestido para colocárselo a la Princesa, cuando Luce, dando una distraída mirada por la ventana, se dio cuenta del carruaje dorado y blanco recién parqueado.

¡Ah! ¡Ya llegaron mis padres!—saltó del banco donde estaba sentada y corrió por los largos pasillos del castillo.

¡Princesa Luce!—escuchó a su nana llamarla.

Bajaba las elaboradas escaleras entusiasmada— ¡Mamá, Pa…!—la jovencita se quedó a medio camino.

¡Princesa Luce! ¡Como la señorita que es, ya le dije que no puede correr por los pa…!

¡Nana!—llamó la Reina— baja inmediatamente.

Sí, su majestad—la mujer bajó raudo las escaleras.

Quiero que la cuides…—dijo la madre de Luce, en cuyo lado se encontraba una infante cubierta con una de las capas de la Reina.

La nana se agachó para estar a la altura de la niña, intentó destaparle un poco para ver su rostro, pero esta se alejó.

Mamá—se acercó Luce, mirando con pura curiosidad inocente a la otra niña— ¿Quién es?

Luce—esta vez habló su padre, posando su mano en la cabeza de su hija y despeinándole los cabellos— ella es… una nueva invitada, quiero que te lleves bien con ella ¿Sí?—la pequeña de cabellos oscuros pudo notar que en el rostro de su padre había pena, pena por la niña.

¡Claro!—sonrió, siendo correspondida por su padre. Se dirigió a la niña haciendo caso omiso a los intentos de la nana por acercarse— ¡Hola! Bienvenida, espero que en nuestro hogar te sientas a gusto—habló con mucha amabilidad, pero lo único que consiguió fue silencio y que la "invitada" retrocediera.

Luce hizo un puchero— No hay que ser tímida—se acercó más y de un movimiento imprevisto retiró parte de la capa, revelando una tez muy pálida y cabellos muy azules, largos y despeinados. Su piel estaba algo sucia y lastimada -puesto que había lodo y un par de cortadas y heridas en sus hombros y lo que dejaba ver del rostro- sus ropas, andrajosas.

La desconocida se sintió incómoda e iba a volver a taparse, cuando la pequeña Luce se lo impidió tomando su mano.

Seamos amigas ¿Si?—la sonrisa que le brindó, fue tan radiante y cálida que lo único que pudo atinar a hacer fue bajar un poco la cabeza.

Los padres y la nana de Luce vieron la escena, enternecidos, contagiados por la inocencia y buena voluntad desplegada.

Luce le dio un breve abrazo y cuando se separó no pudo evitar pasar sus manos por las hebras azules— ¡Vaya! ¡Tienes unos cabellos de color muy bonito!

La pequeña extraña se encogió de hombros, cohibiéndose un poco.

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— ¡Viper!—llamó una mujer-adolescente de 17 años, con una sonrisa enorme y muy entusiasta.

Otra jovencita de cabellos azules cortos hasta los hombros entró— Princesa Luce ¿Qué sucede?

— ¡Querida Viper! Te dije que no me llames Princesa, tampoco "Su majestad" o "Excelencia" o cualquier formalidad de ese tipo, nos conocemos desde hace años.

— Claro…

— Ay ¡Viper! Estoy tan emocionada—la joven de largos cabellos negros la tomó de las manos y le dio un apretón ligero.

— Por su… tu cumpleaños—acotó la otra.

— ¡EXACTO! ¡Mis dieciocho años a tan solo un par de meses! ¡La edad justa y la edad correcta! Mis padres me van a hacer una celebración enorme y creo que están tan ansiosos como yo puesto que, según lo que escuché de ellos, van a invitar a la gente más importante del reino entero.

Era verdad, la joven Luce ya se estaba convirtiendo en toda una mujer. Sus largos cabellos recogidos en elegantes binchas de plata y piedras preciosas, su vestido celeste con encajes blancos en los lugares adecuados con las más finas telas y costuras de Italia, sus zapatos que parecían de cristal abrazaban grácilmente sus pequeños pies, las invaluables joyas que colgaban de su delgado cuello, su bien cuidada y delicada piel de porcelana, todo en ella deslumbraba y clamaba su creciente belleza. Hoy estaba radiante, como siempre…

— Sí, invitarán a muchas personas, sobre todo a muchos pretendientes para usted.

A pesar de que Viper era una persona alejada, seria y silenciosa, era la mejor amiga de Luce. Conviviendo tantos años con ella y la necesidad de mostrarle su gratitud la hizo conocerla como la palma de su mano. Notaba como sus hombros cayeron ligera y disimuladamente, su sonrisa se quebró y reparó tan de inmediato que no estaba segura si realmente aquello había pasado, pero sus ojos perdieron gran parte de su brillo ansioso… Algo no andaba bien.

— ¡Claro! ¡Cómo olvidar a mis pretendientes!... Todos esperan a que encuentre al indicado ¿Verdad? Especialmente que acepte de entre los favoritos de mi padre.

Viper solo se limitó a mirarla a los ojos y asintió.

— Bueno… ¡También estoy impaciente! Espero encontrar a un buen pretendiente.

A pesar de que Luce le entregaba una linda sonrisa y su aura parecía alegre, sentía que estaba mintiendo o estaba ocultando algo.

— ¡Viper! ¿Qué te vas a poner para la fiesta? No me digas que el mismo triste traje de siempre para "celebraciones" que tienes ¿Cierto?

Viper prefirió callar, sí, era el mismo traje azul oscuro que siempre usaba. A pesar de convertirse en una especie de "Dama de compañía" de Luce, no pedía casi nada, no pedía ropa y solamente poseía lo poco que guardaba en su ropero.

— ¡Nana!—repentinamente llamó la pelinegra.

— Sí ¿Princesa Luce?—llegó a poco tiempo después la anciana señora. Viper recordaba la primera vez que la vio, un poco más joven de unos 35 años de edad, sus cabellos negros pulcramente peinados, vestida con el uniforme de sirvientes y tratando de congeniar con ella, aunque siempre terminaba por alejarse la peliazul. Ahora esta mujer estaba notablemente más vieja; un poco de canas asomaban sobre la mata de cabellos, un par de arrugas en el rostro y manos, pero eso sí, lo que no ha cambiado ni una pizca es su pulcritud en su presencia.

Ella era la nana favorita de Luce y bueno, Viper también la prefería ya que con insistencia –porque cuando la trajeron al palacio no quería estar cerca de extraños- logró acercarse y de alguna manera criarla junto a Luce. Se había ganado su respeto.

— Quiero que llames a mi diseñador—dictó la joven Princesa como si fuera la misma Reina en persona y Viper simplemente se quedó en su sitio, sorprendida.

— ¿Ahora?

— Sí, ahora mismo, gracias—una vez se retiró la nana, Luce se volteó hacia Viper— ¡Quiero que luzcas preciosa! ¡Como la chica agraciada que eres! ¡Tienes mi edad así que…!

— Soy menor que tú, por un par de años.

— ¡Lo vez! ¡Esa actitud negativa hace que luzcas más viaja! Tú has de asistir a mi lado en la fiesta—la tomó de ambas manos— vas a bailar, vas a divertirte y ¿Quién sabe? Tal vez encuentres a tu amor.

— No creo que…—la peliazul intentó retirar su mano, no le agradaba cuando Luce se ponía así de empalagosa.

— ¡No! ¡Viper! Siempre pasas sentada en la fiestas, en un rincón si es posible, pasas bebiendo o comiendo, pero ahora quiero que te diviertas como lo mereces y vas a encontrar a tu amor verdadero a primera vista ¡Imagínate que sea un Príncipe! Y guapo de paso ¡Tienes que aprovechar tu juventud y…!—de tanto zarandear a la peliazul de un lado a otro y mover sus brazos de manera viva para poder demostrar su entusiasmo, de alguna manera, sus ojos dieron a parar a la ventana donde el sol estaba en su más alto punto. Luce paró en seco.

— Ay, Viper ¡Vámonos! ¡Se nos hace tarde para la hora del té!—le haló consigo rumbo al jardín del castillo.

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— Amor, ya es de noche, vamos a descansar—habló la Reina Natale a su esposo, quien estaba enfrascado en su escritorio de trabajo.

— ¿Qué hora es?—preguntó éste con voz notablemente cansada.

— Deben ser las once de la noche, vámonos, mañana tendrás que levantarte temprano.

— Sí, ya voy. Es que no puedo descansar tranquilo, el cumpleaños número dieciocho de Luce… ¡Tiene que ser la fiesta más maravillosa que jamás se haya visto en siglos! Y además, estoy eligiendo cuidadosamente los futuros pretendientes para nuestra hija porque tiene que ser el mejor para nuestra bella flor…

— ¿A cuántos has invitado?—preguntó curiosa, ayudando en su dilema a su marido.

— Menos de 10 no han de ser, aunque hay otros que deseo ver…

— Ay nuestra hija… la edad dieciocho es el plazo máximo para casarse, así que tiene que escoger al apropiado.

— Así es, así como tú me escogiste a mí.

— Haha, sí, recuerdo… fuiste muy pícaro en ese entonces. Aunque tenía muchas dudas ya que tú eres como 8 años mayor que yo.

— Pero ahora nos amamos y no hay porqué arrepentirse—el Rey Adamo se inclinó para darle un corto y delicado beso en los labios a su Reina.

— Aunque a parte de nuestra querida Luce, está Viper que tiene quince años, ya mismo tendrá que escoger un pretendiente—habló Natale— es como parte de la familia.

— Estoy consciente de ello, para eso aprovecharemos más la fiesta, para que conozca a más gente.

— Sí, nuestra querida Viper merece algo bueno… todavía me acuerdo la vez que la encontramos.

– Insististe mucho para que se quedara con nosotros.

— ¡Y cómo no! Cinco años, abandonada por su madre, vendida por su padre ¿A dónde? A un burdel de mala muerte ¡Con cinco años de edad! Imagínate de ella si no la hubiéramos acogido. Tan pequeña la criatura, espero que no recuerde aquellos días.

— Tienes razón, pero obramos bien; nunca nos ha dado problemas, es muy callada, algo obediente… Luce se divierte mucho con ella.

– ¡Hicimos más que bien!—la Reina suspiró, intentando alejar amargos recuerdos que estremecían su corazón de injusticia y tristeza— Ahora vamos a descansar.

El hombre exhaló fuertemente— Está bien.

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"—¡Eres un estorbo! ¡¿Por qué no te fuiste con tu madre cuando se largó?! ¡Ahora tengo que mantenerte!—gritó un hombre a una pequeña niña de cinco años. Esta aguantaba el griterío de su padre y bajaba la cabeza del miedo.

¡Vamos! ¿¡Qué esperas?! ¡Lárgate a tu habitación!—sin atreverse a desafiarle, le obedeció silenciosa como una tumba."

"— ¡¿Qué acaso no puedes hacer nada bien?!—reclamó su progenitor, mirando furibundo los platos rotos en el piso. Vio que la niña no contestaba y solamente enviaba una mirada vacía al frente, pareciendo estar en otro lugar.

Y en el momento que menos lo pensó, la pequeña fue a caer al pido por la fuerza del golpe en su mejilla derecha— Que repugnante—escuchó la voz gruesa de su padre."

"Llegó a casa después de hacer las compras y se extrañó al no ver al hombre que hacía de su vida una miseria. Dejó la canasta en la mesa y, justo cuando iba a cerciorarse de la ausencia, sintió una gruesa mano sujetar su pequeño brazo.

¡Ahhmgh! ¡Mnghf!—intentó gritar pero la otra mano desconocida le tapó fuertemente la boca.

Con ojos aterrados y con pensamientos dirigidos a lo peor, vio como una señora entraba a la casa y su padre salía del pasillo de las habitaciones.

¿Es ella?—intentó verla aquella señora en la semioscuridad del lugar, la examinó de pies a cabeza con una mirada fugaz, como si estuviera acostumbrada a hacer aquello muy seguido. La señora pasó sus manos por sus cabellos. Su cara llena de arrugas y el maquillaje excesivo y mal colocado la hacía ver horrenda, eso sin mencionar sus ropas un poco harapientas y sin gracia.

Uhmm, está bien. Aquí tienes lo acordado—la señora le entregó algunas monedas doradas a su padre—Llévatela—chasqueó los dedos ordenándole a quien sea que la estaba sujetando.

Al ver la mirada y sonrisa maliciosa que le dirigía su padre con las monedas en mano, y como ese hombre empezaba a llevarla, llegó a la conclusión de que acababa de ser vendida y que el destino al cual estaba siendo arrastrada iba a ser peor.

Intentó forcejear con vehemencia, halando sus manos para librarse de aquellas que la tenían presa.

¡Mghf! ¡Mnghh!—intentaba morder la mano que cubría su boca, aunque como era de esperarse, la fuerza de una niña de 5 años no se comparaba con la de un hombre corpulento.

Sentía los ojos llenársele de ardientes y ácidas lágrimas cargadas de impotencia, terror y odio…"

Se levantó sobresaltada, angustiada y agitada. El sudor se escurría por su frente y su nuca haciendo que algunos cabellos se le pegaran al rostro. Su respiración era elaborada y sus ojos y mejillas estaban bañadas en las mismas lágrimas que derramó en sueños.

Con el dorso de la mano apartó algo de la humedad de su rostro.

— No puedo creer que aún siga llorando por eso—susurró.

Recordaba tan bien el maltrato por el que pasó y como la vendieron como si fuera una esclava o alguna otra poca cosa.

Aún tenía las cicatrices de su pasado que la dejaban marcada tanto física como mentalmente y le recordaban cuanto fue odiada en ese entonces.

No pudo conciliar el sueño nuevamente.

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A la mañana siguiente a penas se peinó el cabello y se aseó debidamente se puso el mismo traje de siempre y, como la dama de compañía que era, fue a los aposentos de la Princesa Luce.

Toc-Toc

— Viper, puedes entrar.

Al ingresar a la inmensa habitación, se encontró a las sirvientas colocándole el vestido a la pelinegra y luego la hicieron sentar en una silla para peinar las largas hebras oscuras y arreglarlas en un complejo pero delicado moño.

— Gracias, pueden retirarse—dijo una vez terminada la labor. Se volteó hacia ella una vez que salieron las jóvenes sirvientas— Vamos, Viper a desayunar—asintió levemente con la cabeza en respuesta, pero justo cuando iban saliendo, entró la Reina.

— ¡Hija mía! ¡Hoy es un día sumamente espléndido!—la mujer mayor abrazó a la aludida.

Cada vez que la Reina hablaba con su hija, la peliazul se retiraba discretamente. Las muestras de cariño entre personas aún la aturdían, especialmente si eran entre familiares.

— No… Viper, querida, no hay necesidad de salir, puedes quedarte—Natale le tomó de la mano de una manera tan cálida, elegante y afectiva que le recorrió un escalofrío y casi retira la mano, pero no lo hizo. Todavía recordaba el tremendo estremecimiento que la acogió cuando la Reina la abrazó por primera vez, cariñosa. El sentimiento fue… repulsivo, pero por un momento sintió que necesitaba de ese afecto. Fue extraño como se manifestó.

— Por supuesto.

— ¡Como te seguía diciendo!—se volteó hacia su hija— ¡Hoy es un día maravilloso!

Luce soltó una risilla risueña al ver la euforia de su madre— ¿Y a qué se debe toda esta conmoción?

— Bueno, hoy tu padre a primera ¡Envió las cartas a tus invitados y futuros pretendientes!—la mujer la tomó de las dos manos a su hija y la besó con ternura— Espero que escojas al pretendiente apropiado… tu padre se va a sentir tan orgulloso de ti cuando hayas elegido a tu Príncipe, y cuando te cases y él herede su trono ¡También vas a ser Reina! Sé que serás una esposa y buena Reina—la mujer de cabellos azabaches largos recogidos en un muy complicado peinado abrazó a su hija.

Viper se sentía incómoda y de lo tan observadora que era, vio que Luce se sentía igual de incómoda, ya que por un mínimo instante cuando su madre pronunció esas palabras y la abrazó, tuvo una reacción negativa; su cuerpo entero se tensó como las cuerdas de un violín.

— ¿Luce?—Natale también lo notó— ¿Te sucede algo?

— Nada, madre. Es que… me aprieta un poco el corsé…—hizo una sonrisa falsa tan perfeccionada que por poco creyó que era real. Ojalá sus ojos pudieran ser así de buenos actores porque la delataban casi inmediatamente.

Natale silenció de tal manera que Luce notó que estaba esperando una respuesta, así que se apresuró— Sí, madre. También estoy muy contenta ¡Tienes razón! Tengo que agradecer a mi padre por esto. Estoy ansiosa, apenas llegue él lo colmaré de besos y abrazos.

— ¡Por supuesto que tienes que agradecerle! Pero tu padre todavía no se ha ido, sigue en casa, así que ¿Por qué no desayunamos con él? Vamos Viper, tú también.

Así, las tres mujeres salieron de la elegante y lujosa habitación color pastel.

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Luce se acostó en su cama, las sirvientas ya la habían bañado y vestido apropiadamente para descansar; su cabellos negros caían libremente sobre su espalda, su cuerpo cubierto por un fino vestido para dormir.

Su expresión era serena y se concentró en mirar al techo dejando que sus pensamientos corrieran libres dentro de su mente, pero de un momento a otro, su entrecejo se frunció ligeramente como si hubiera recordado algo que no quería recordar.

Entonces, comenzó a murmurar para sí misma— Mi pretendiente esto, mi pretendiente lo otro… LOS pretendientes son tan…

— Así que no quieres un pretendiente.

La pelinegra casi salta de su cama ante la repentina afirmación— ¡Viper!—vio a la joven al pie del marco de la puerta. Al ver que la aludida no decía nada, decidió "explicarse"— N-No es que no quiera un pretendiente, pero en mi cumpleaños número dieciocho eso es lo único que se habla dentro del castillo…

— Y fuera de el—acotó la peliazul.

— Exacto, no es justo, es decir… yo…—suspiró, creía que nunca se había mostrado así de confundida ante alguien— Me van a escoger a mi prometido—sentenció.

— Eso no es cierto, la Reina te va a presentar a muchos hombre de alcurnia y tú vas a escoger—Viper se decidió en seguir levantada a lado de la cama de Luce— Mm… aunque te sugiero que si vas a escoger a uno, escoge al más rico de todos.

Luce le envió una mirada de reprimenda— Viper, a ti solo te interesan los tesoros materiales y lo peor de todo es que ni siquiera sé de dónde viene esa avaricia.

— Eso no importa y sí, me interesa mucho la riqueza, además si te interesara cualquier hombre en tu fiesta, no presentaría ningún problema conquistarlo; eres la Princesa después de todo.

— Uhum—Luce jugó con el dobladillo de las mangas de su vestido.

Viper sabía que esa manía la escondía muy bien, pero cuando estaba en confianza la mostraba y eso de jugar con el dobladillo del vestido significaba nerviosismo.

Ambas se mantuvieron calladas un buen tiempo y Viper decidió marcharse.

— Hasta mañana, que tenga… buenos sueños Princesa.

— Hasta mañana, Viper y por favor no me llames Princesa cuando no muestras ser mi dama de compañía, tú sabes que eres como mi hermana.

La peliazul asintió y se dirigió a la puerta, pero cuando iba a cerrarla, escuchó a Luce llamarla.

— Mm… Viper—llamó suavemente, esta se detuvo— Yo…—y se quedó callada.

Al ver que la pelinegra no podía decirle o todavía no estaba lista para decirle lo que quería transmitirle, la calló— Luce, cuando te sientas bien para decirme lo quieras decirme, me lo dices. Tómate tu tiempo—y salió.

Sabía que con la presión de su propio cumpleaños y que el secreto que se empeña en guardar, la estaba extralimitando, aún más con el asunto de los pretendientes.

Sí, sabía que Luce guardaba un secreto.

Presentía que ese secreto era algo grande, pero esperaba a que Luce se decida a decírselo o por lo menos pudiera resolver ese asunto lo más pronto posible.

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FIN CAPÍTULO 1

Preparación para la Víspera

Ahora sí, es un gusto reportarse nuevamente! *O* pero es que he tenido ciertos… problemitas muy fuertes que aun no he terminado por resolver, pero he sacado fuerzas para escribir esta nueva historia que promete ser interesante, espero que les haya gustado este primer capitulo, tratare de actualizar seguido… Me inspiré en este fanfic de la época de reyes, princesas, castillos, pueblos, así que imagínense este tipo de escenario y de vestuario, será muy interesante verlos en tan elegantes atuendos xDD

Por favor denme su opinión! Son muy importantes para mi! nwn

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