Hola a todos, bueno no se como pero logré escribir esta nueva historia, espero les guste y haber que les parece este universo alterno del prince del tenis.

Por supuesto con mi pareja favorita RyoSaku, empieza un poco dramatico, parece que estas cosas me salen mejor, pero quiero que sea una historia de love, con varias cosas que iran pasando en el camino. Ok ahora lean y ya veremos que pasa.


1- AUGURIOS DE TEMPESTAD

Un caluroso día se presagiaba en la ciudad de Tokio, a pesar de estar finalizando el verano, el sol parecía no dar tregua a sus habitantes, durantes las últimas semanas nada auguraba que este intenso clima cambiaría, sino que insistentemente recordaba que aún faltaban unas semanas para que un agradable otoño hiciera presencia, generando un alivio esperanzador a las personas que día a día se veían sofocadas por este incesante tiempo.

Sin embargo, las habituales vacaciones de verano habían llegado a su término, así que los desilusionados estudiantes deberían retomar las tan aborrecidas clases, aunque no todo era negativo, pues volver a reunirse con sus compañeros, era una de los beneficios que sucedían cuando uno retornaba al detestado colegio.

Los primeros días de clases solían ser los más agradables, sin superar a los últimos, ya que con ellos comenzaban las vacaciones, pero algo bueno era que en estos días no había ni trabajos ni exámenes que enfrentar, aún se podía disfrutar de una efímera libertad. Eso es una de las cosas que se observaba en la gran mayoría de los colegios, siendo Seigaku un claro ejemplo de esto.

Decenas de estudiantes se veían entrar por la amplia puerta del establecimiento, un gran barullo se dejaba oír, interrumpiendo el silencio que hasta hace unos instantes reinaba en Seigaku. Uno a uno se presentaban los alumnos, reencontrándose con sus amigos, atochando la entrada del lugar, ya que como era tradicional debían corroborar en cual salón les tocaría pasar los próximos meses de estudio.

En uno de los paneles de información, se hallaba un grupo de jovencitas charlando, todas vestidas con sus uniformes escolares, que constaba de una pollera tableada azul marino, en conjunto con una blusa blanca, mangas cortas y un corbatín rosa con líneas azules en el cuello, que caía dócilmente por su abdomen.

Hola Tomoka... ya viste en que salón te tocó – hablaba una chica de cabellos cortos.

Hola Ann…no, recién llegue... pero tú ya los sabes ¿No? – decía la chica aludida.

Ambas chicas eran amigas desde secundaria, ahora estaban en su último año de preparatoria. Por un lado, está Osakada Tomoka de 17 años, es más alta de lo normal, una figura bien desarrollada, llamativa para el sexo opuesto, aunque no presumía de esto. Sus cabellos trigueños eran levemente rizados, cayendo graciosamente por su rostro, ojos castaños acompañados por unas finas y largas pestañas, un rostro agradable con un característico lunar en su mejilla derecha.

Suele ser una mujer de personalidad arrasante, aunque gracias a sus amigas a podido controlar su carácter, logrando contar hasta diez antes de ponerse a gritar como demente. Es una muy buena amiga, sociable y extrovertida, le gustaría ser actriz o supermodelo, pero aunque quisiera no ha podido participar en ningún club de teatro, pues debe cuidar a sus hermanos pequeños, de todas formas mantiene la esperanza, su gran perseverancia no le permite perder.

Jijiji... sí, quedamos en el mismo salón – sonreía con alegría.

Que bien... pero estamos las tres - al ver la cara de aprobación de su amiga, respiro aliviada – como tarde esta niña, parece que nunca cambiará – alzando la voz.

Por otro lado, se encuentra Tachiba Ann de 16 años, de estatura mediana, una figura delgada pero bien proporcionada, de rasgos finos, ojos pardos y expresivos, una dócil cabellera, castaño claro, que suele llevar en melena corta. En cuanto a su personalidad, es una chica expresiva, sociable y en ocasiones impulsiva, compitiendo en esto con su amiga Tomoka, aunque tiene mucha paciencia, existen personas que la sacan de quicio.

Debido a que trabaja a medio tiempo, principalmente para ahorrar para sus estudios, ya que no desea depender de sus padres, no ha podido entrar a ningún club, aunque tampoco le interesa mucho, ya que su objetivo es entrar a la universidad, pero aun no decide que estudiar, se debate entre leyes y literatura.

Ya la conoces... seguro se durmió... pero siempre llega a tiempo – encogiéndose de hombros.

Veo que el grupito de perdedoras aún sigue aquí – maliciosamente interrumpía una chica, mientras sus acompañantes reían sin recato. Observando detenidamente a las chicas insultadas, se percata de algo – mmmm... que la princesita no ha llegado... o nos dará el privilegio de no aparecer nunca más – continuaban riendo.

Por que no te vas con tus secuaces a otra parte... que el aire apesta a zorra amargada – bufaba Ann.

Si Kurosawa... ve a joder a otra parte – recalcaba Tomoka.

Me voy... pero no por que ustedes lo piden... sino por que acaba de llegar mi amorcito... bye perdedoras – mientras giraba hacia donde su novio.

Así comenzaba un nuevo año escolar, entre viejas rivalidades que cobraban fuerza cada principio de semestre, ambos grupos de chicas eran enemigas acérrimas, nunca congeniaron, principalmente porque las del grupo de Kurosawa eran conocidas por su popularidad, creyéndose ellas mismas superior a cualquiera de las mujeres de su escuela, su admirable belleza les otorgaba esa seguridad.

No obstante, las otras chicas no era que fuesen desagradables a la vista, sino todo lo contrario, pero no vivían presumiendo de esto, pues sus intereses eran disímiles. La causa primordial de esta riña cotidiana, era que estas chicas no estaban dispuestas a venerar a las populares, situación que se daba en la mayoría de sus homologas, que con tal de ser notadas eran capaces de aceptar sus jueguitos infantiles, fingiendo admiración por ellas.

No las soporto... por que no se van de una vez – con rabia emitía Tomoka.

Ya no creo en milagros – con un tono decepcionante decía Ann.

Mírala... pensé que había terminado con mi príncipe – dudosa decía Tomoka.

Al parecer volvieron... no que se había ido a América – interrogaba la castaña.

Se debería haber quedado allá... y de paso llevarse a esa zorra odiosa con él... aunque la podría haber dejado sola allá y el volver – con cierta malicia en sus palabras.

Veo que aún no las toleran – una voz femenina, las sacaba de su disputa – hola chicas como han estado – sonreía alegremente una joven.

Sakuno – lanzándose sobre ella la más alta – te he extrañado amiga – exageradamente decía.

Tomoka... la vas a matar – interfería Ann – que bueno que llegaste, Sakuno – entregándole una cálida sonrisa.

La última integrante de este trío, Ryusaki Sakuno, 17 años recién cumplidos, ella es una hermosa chica de ojos carmesí, que hace un juego perfecto con su larga cabellera rojiza, sus finas facciones le confieren un aspecto angelical e infantil, que suele disgustarle en demasía, principalmente por el trato que le dan sus padres. Su figura delgada y esbelta, van armónicamente con sus proporcionadas curvas, pero no sobresaliendo entre las demás, sobretodo si se le compara con el exuberante cuerpo de Tomoka.

Esta joven mujer de personalidad tranquila, introvertida, carácter afable y muy responsable, es el equilibrio perfecto de sus amigas, aunque solo llevaba unos meses junto a ellas, pues ingresó en el segundo semestre del año anterior, pero gracias a su naturaleza bondadosa fue rápidamente integrada a este grupo, sobretodo después de ser despreciada por las populares, que en cuanto la vieron así tan angelical, supusieron que sería una rival peligrosa, logrando humillarla enfrente de todos con tal de desprestigiar a su persona.

Todo esto trajo como consecuencia, que la chica de ojos carmesí se mantuviera aislada de las personas, pues ella no estaba acostumbrada a estos tratos tan hostiles, así que las únicas personas con las cuales se relaciona son con sus inseparables amigas. Así que para el resto del estudiantado, Sakuno es todo un misterio, ya que poco saben realmente de ella, solo que le gusta tocar el piano, pues se pasa horas en el salón de música, que sus padres son famosos músicos y que, además, vivió en un país europeo.

Sin embargo, esto le provoca un gran problema, debido a que los demás interpretan esto como una forma de arrogancia por parte de la chica, que presume de mujer de mundo y cultura, por tanto, esa es una de las razones por las cuales no se comunica con ellos, ya que es demasiado superior a sus pares, pues sus conocimientos son tan elevados que no están a la altura, no obstante, todas estos motivos son prejuicios infundados, que fueron esparcidos por las chicas que vieron peligrar su reinado.

Será mejor ir a buscar el salón – pasivamente hablaba Sakuno.

Sí, vamos – interfería Ann – no quiero seguir observando esa vomitiva escenita – en tono mordaz proseguía, al observar a las chicas que detestaba.

Mira como se le cuelga a mi príncipe – decía Tomoka.

No sé que le vez a ese Echizen – al ver cara de incredulidad de su amiga prosiguió – ok... es guapo, pero es un pedante sin cerebro.

A mí me basta... no necesito que piense... jajaja – ironizaba Osakada – además, es un excelente partido... heredara las empresas de su padre.

Aunque tenga todo eso... no deja de ser un niño rico arrogante – se mofaba Ann.

Claro, tú prefieres a Takeshi – mirándola con burla.

Cállate... no lo grites – se exasperaba la chica – yo no he dicho eso – pero su sonrojo era notorio.

Jajaja... dejen de pelear... ya sonó el timbre – conciliadoramente emitía Sakuno.

El año escolar comenzó oficialmente, las vacaciones solo eran un mero recuerdo. El día transcurrió sin mayores novedades, que para fortuna de las chicas, sus siempre rivales no estaban en su salón, aunque eso no quitaba que no les verían pronto, pues lamentablemente el mundo es como un pañuelo. Sin embargo, habría otra persona que si estaba con ellos.

Hola... soy Kikumaru Eiji – una cálida sonrisa la saludaba.

Hola – con cierta desconfianza – Soy Ryusaki Sakuno.

Ya lo sabía – sonriendo alegremente, haciendo desconfiar a la chica – no te preocupes... yo no creo nada de lo que Kurosawa dice de ti.

Gracias – incrédula emitía la chica.

En serio, tú eres demasiado linda como para ser el monstruo que dice Kurosawa – intentando convencer a Sakuno.

Eiji es un chico muy sociable y jovial, entabla amistad fácilmente, eso explica que sea amigo del malhumorado Ryoma, por otra parte, posee buenos sentimientos llegando a veces ser un poco ingenuo, en raras ocasiones piensa mal de las personas, aunque a veces esto le cause más de una dificultad.

Disculpa, no debí decir eso... ¿por que no somos amigos? – sonriendo alegremente.

Amigos – dudaba la castaña, ya que desde que llegó a Seigaku nadie se interesaba en ser su amigo, a excepción de Tomoka y Ann.

Por supuesto... así que puedes decirme Eiji – ocasionando un leve sonrojo en la chica – te puedo llamar Saku-chan.

Sí – casi inaudible, pues estaba nerviosa.

Que bien... desde ahora seremos muy buenos amigos – saltando sobre la indefensa chica.

Esta era la primera vez, que un chico era tan expresivo con ella, razón por la cual se puso muy nerviosa con semejante muestra de cariño de parte del pelirrojo. Incluso sus amigas quedaron asombradas con esto, pues pensaban que por ser amigo de Echizen sería muy similar a él, pero por lo visto eran muy opuestos, aunque observaron con cierto reparo, para conocer las reales intenciones de este chico.

Aunque poco o nada le importaba a Sakuno las intenciones de Eiji, al menos no en ese momento, pues se hallaba muy contenta con poder tener un nuevo amigo, que al parecer estaba tan feliz como ella. Lo que fuera a pasar después no le preocupaba mucho, total ya tendría tiempo para averiguar que sucedería, por ahora se dedicaría a conocer mejor al chico, quien sabe si una gran relación surge después de esto.

En otro de los salones, una insistente jovencita buscaba a su enamorado...

Ryoma – una aguda voz se dejo escuchar – almorzamos juntos – coquetamente se oía.

No puedo – sin expresar sentimientos – permiso tengo algo que hacer – saliendo sin prestar atención a la chica.

Jajaja... parecer que la zorrita se ha quedado sola – en un tono alto para ser escuchada, bufaba Tomoka, quien pasaba junto a Ann por fuera del salón.

Que haces tú aquí – incrédula emitía la chica – no me digas que persigues a mi Ryoma – mirándola con burla.

Para tu información... el pasillo es libre... puedo andar por donde se me plazca – refutaba Ann.

Y tú que haces aquí... este tampoco es tu salón – hablaba Tomoka.

A la zorrita se le perdió algo - ironizaba la castaña, enfadando a la chica, que recordó como Ryoma la había dejado plantada y sus peores enemigas lo habían presenciado.

Su enojo era mayúsculo, Kurosawa Emiko una joven de hermosa apariencia, con una larga y frondosa cabellera negra, sus ojos celeste eran su principal atractivo, nadie podía poner en duda su grandiosa belleza. Sin embargo, su odiosa personalidad le jugaba en contra, con aires de princesa de sociedad, aunque nadie se atrevía a contradecirla, pues temían sus ya conocidas venganzas.

Sus prioridades eran claras, mantenerse como la chica más deseada y popular del colegio, para eso debía ser la indiscutible novia del chico más guapo y codiciado de Seigaku, en este caso era el mismísimo Echizen Ryoma de 18 años recién cumplidos, joven muy apuesto de unos impresionantes ojos ambarinos, que resaltaban peligrosamente con sus cabellos negros, además, de una figura varonil, admirada por todas las mujeres que lo veían.

Por otro lado, su seductora personalidad misteriosa era algo que lo envolvía, aunque para sus pares solo era simple arrogancia. A pesar de eso, era muy deseado por las chicas, que veían en él a un excelente partido, ya que pertenecía a una clase social privilegiada, y si a eso se le añade su innegable atractivo no había quien no quisiera conquistarlo.

Lamentablemente, ese puesto estaba vetado, pues gracias a Emiko nadie osaría acercársele a Ryoma con tales intenciones, incluso aunque ella misma se jactaba de ser la novia de esos ojos ámbar, ese sitio aun permanecía vacante, pero ella se encargaba de que no fuera público, además que el involucrado tampoco desmentía los hechos, era algo que no le interesaba en lo más mínimo.

Mientras estos sucesos concluían, un llamado por alta voz los interrumpió...

Ryusaki Sakuno... diríjase a la oficina del Director – una voz melosa llamaba.

Ehhh... pero por que... Sakuno hiciste alguna cosa – cuestionaba Eiji.

No sé... será mejor que averigüe – dudosa salía del salón.

Que... la princesita se porto mal – molestaba Emiko, quien también escuchó el anuncio.

Sigues aquí zorrita – despectivamente hablaba Tomoka, pero un poco preocupada por Sakuno.

Hasta ese entonces, nada presagiaba el cambio radical que sucedería en la vida de la joven de ojos carmesí, aquel llamado se convertiría solo en el principio de sus problemas o de sus desgracias. A pesar de las hirientes palabras de Emiko, que a diario escuchaba desde que ingreso a Seigaku, lo que pronto cursaría en su vida no tenía comparación, pues sería preferible infinitamente que este hostigamiento contra ella continuara, a tener que enfrentar la venidera pesadilla.

Al acercarse a su destino, una fuerte punzada en su pecho la descoloco, pero no queriendo ser alarmista continuo su camino hasta estar frente al Director, un hombre de semblante senil la estaba esperando, quien al verla la invitó a tomar asiento.

Señorita Ryusaki – su rostro expresaba cierta preocupación – acaban de llamar... para avisar que sus padres... tuvieron un accidente – sus palabras sonaban compasivas.

Que... accidente... como están – poniéndose en pie, miraba atónita al señor enfrente – donde se encuentran... tengo que irme – saliendo presurosa sin escuchar nada más, pero se detuvo a preguntar – en que hospital se encuentran.

Están en el hospital de Tokio... pero – no pudo continuar pues la chica corrió sin detenerse – pobre chica... espero este bien.

Aquella noticia no le permitió pensar claramente, solo tomo sus cosas, para luego salir raudamente hacia el hospital, no sin antes chocar bruscamente con alguien, que de no ser por que este la sostuvo habría caído sin remedio al piso.

Deberías tener más cuidado – una fría voz se oía.

Disculpa... pero voy apurada – sin fijarse bien quien tenía enfrente, solo se estabilizo y corrió por los pasillos.

Oye Echizen... a donde fue Sakuno – decía Ann, que al verla se apresuro para alcanzarla.

Que sé yo – volteando para continuar su camino.

Idiota arrogante – se molestaba Ann, en realidad ese chico si lo detestaba.


La temerosa chica entraba por la recepción del hospital, un amplio establecimiento que se apreciaba recientemente remodelado, una pulcritud en sus pisos y paredes lo delataban. Sin tomar en consideración nada de lo que se podía observar, Sakuno presurosa interrogo a la primera enfermera que hallo en su paso, esta al verla tan agobiada la ayudo, llevándola a donde se encontraban sus familiares.

Con una desconfianza inusual en ella, se dispuso a cruzar aquel umbral que transformaría su apacible mundo en uno totalmente inimaginable, si este se convirtiese en un futuro infierno o no, solo dependerá de cómo ella enfrentará estos turbulentos cambios en su vida. Sin más preámbulo ingresa pausadamente a la habitación, en donde solo aprecia una camilla que esta rodeada por un sin número de aparatos hospitalarios, que le causaron más de algún temor, hasta que logra reconocer a su padre.

Papá... estás bien – lanzándose sobre la cama, con lagrimas en sus ojos.

Mí... prin... ce... sa – con gran esfuerzo se oía – no... llores.

Pero que paso – entre sollozos decía – donde esta mamá – sus palabras eran esperanzadoras.

Observaba detenidamente a su padre, tratando de reconocer aquel hombre que yacía tumbado en la cama, sabía que era él, pero lo que veía no era de su agrado, ya que el estado en que se encontraba lo hacían ver irreconocible, perturbándola aún más. Asimismo, se preguntaba dónde estaba su madre, solo que al notar el prolongado silencio en su padre, temió lo peor, y no estaba del todo equivocada.

Lo... sien... to... peque... ña – apenas audible, pero su rostro expresaba perfectamente la respuesta.

N-no... NOOOOO – un ahogado grito retumbó en el cuarto – donde esta mí mamá – exigiendo verla, debía comprobar que era cierto.

Prínce... sa... escucha – tratando de alcanzar una de sus manos – aho... ra de... berás oírme – al hablar parecía que la vida se le acortaba rápidamente.

Por favor... no hables... debes descansar... iré a buscar a... mi mamá – secándose las lágrimas que recorrían su angelical rostro.

Es... pera... no ten... go mu... cho...

Cállate... no digas eso... vas a estar bien... ya lo verás – intentando ser fuerte, pero sentía que sus piernas flaqueaban.

Sin tomar en cuenta a su padre, se disponía a salir del cuarto, se sentía invadida por el miedo y la angustia, no podía imaginar siquiera que sus padres la dejarían sola, sus pensamientos se nublaban no dándole tregua a pensar claramente, debía comprobar que su madre estuviese bien, sino esta intensa tortura de incertidumbre no la dejaría tranquila, no obstante, nuevamente su padre se lo impidió, aunque sabía que no tenía la fuerza para retenerla, no tuvo el valor para dejarlo.


En otro lugar distante del hospital, un joven se dirigía con sus amigos a comer hamburguesas, mientras sostenían una trivial conversación, era una situación habitual en ellos compartir una tarde de hombres como ellos decían, lejos de molestas chicas, en donde podían hablar a gusto de mujeres u otra cosa y, por supuesto, comer a destajo, sin ser criticados por su comportamiento, o sea ser ellos mismos.

En serio Momo... ella es como un ángel... Saku-chan es hermosa – con unos ojos llenos de corazones.

Y a este que le pasa ahora – al ver a su amigo en semejante estado.

No es obvio... otra vez se enamoró – ironizaba Momoshiro, quien era el mejor amigo de Ryoma.

Momoshiro Takeshi, un joven de cabellos oscuros con un peinado alborotado, de intensa mirada violeta y una sonrisa alegre. Siempre dispuesto a colaborar con sus amigos, atento y gentil con la mayoría de la gente. Su amistad con Ryoma es desde niños, principalmente por que sus padres mantienen negocios juntos, pero con el tiempo se ha fortalecido.

Mada mada dane – emitía como siempre.

No digas eso... si la vieras seguro dirías lo mismo – se defendía Eiji, aunque solía ser un chico bastante enamoradizo razón por la que Ryoma actuaba así.

Ok... la conocemos... – conciliaba Momo, pero cuando Eiji iba a esclarecer el asunto.

Hola chicos – saludaba coquetamente Emiko.

Que haces aquí – molesto refutaba Momo – no vez que es una salida de hombres.

No vine por ti... vine por que mi querido Ryoma esta aquí – tomando al chico por el brazo.

Pero nosotros también... así que tú sobras – aunque no solía ser así con las chicas, Eiji ya no aguantaba más a Emiko, quien siempre terminaba arruinando sus salidas masculinas.

Esta era una conversación cotidiana entre Emiko y los dos amigos de Ryoma, por lo general, el chico nunca se inmiscuía en estas absurdas peleas, pues al final igual terminaba deshaciéndose de ellas o al menos pasaban un buen rato con chicas hermosas. Además, en estos momentos parecía ausente de toda disputa, estaba hastiado con esa chica, en algún momento pensó que desaparecer durante el verano, era tiempo suficiente como para que ella encontrara otra entretención.

Lamentablemente para él, esto no sucedió sino que empeoró, pues Emiko parecía aún más cargante de lo normal, ni siquiera encontrarse en salones diferentes menguaba su interés. Aunque si lo analizaba bien, era mayormente su culpa, ya que por una estúpida broma con sus amigos, terminó aceptando una cita con la chica, llegando incluso a ser novios durante cuatro meses, de eso hace ya un año, pero por más que intentó zafarse de Emiko no pudo, ya luego dejo de intentarlo, de todos modos no había alguna chica que le gustase, así que lo que pensara el mundo le traía sin cuidado.

No obstante, por alguna razón que desconocía, hace algún tiempo esta situación se estaba colocando insoportable, a tal punto que en su desesperación terminaba siendo grosero con ella, a pesar de ser un hombre de carácter fuerte y arrogante, no era usual en él comportarse así con las mujeres, se caracterizaba por ser indiferente, pero no maleducado, aun que es muy sutil la diferencia, que llega a ser fácilmente confundible. Así, con todo eso, Emiko no se daba por vencida, al parecer no le afectaba su actitud o solo no quería aceptarlo.

Ey Ryoma... te estamos hablando – Eiji se abalanzaba sobre él, despertándolo del sueño.

Mmmm... quítate – al percatarse que el pelirrojo estaba sobre él, iba continuar reclamando pero fue interrumpido por el teléfono – qué – secamente emitía.

Unos segundos más tarde, al concluir la llamada solo se despidió de sus amigos, sin dar ninguna explicación y se marchó. Nadie se asombró con aquella actitud, después de todo desde que lo conocían era así, pero al ver la cara de fastidio que mostró con la llamaba, rápidamente se dieron cuenta que era de su padre. Sin embargo, a la chica morena no le pareció nada bien este comportamiento, ya que ella solo había asistido para estar con Ryoma, más molesta quedó al notar que este ni siquiera la miró al despedirse.


Nuevamente en el hospital, la joven de ojos carmesí se había tranquilizado gradualmente, no sin antes haber llorado amargamente por la repentina muerte de su madre. Una vez recuperado el aliento, aceptó escuchar a su padre, que aun no comprendía la insistencia de este por hablarle, si lo mejor era que conservara energías, ya que aún estaba muy débil, total después podrían charlar con calma.

Veo que... que es... tas... más cal... mada – lograba decir el hombre.

Voy a escucharte... pero prométeme que luego descansarás – al ver que su padre asentía, se sentó en una silla a un costado de la cama.

Gra... cias... ma... ñana – suspiró profundo, como dándose valor para anunciar lo que cambiaría el destino de su hija – tendrás... que ca... sarte.

Mmm... que dijiste – no sabía si lo escuchado era cierto o solo que la turbada voz de su padre no emitía bien las palabras.

Pe... queña... cof cof cof... sé que... es di... ficil... pero – un ahogado suspiro lo interrumpió, asustando un poco a Sakuno.

Papá... no te esfuerces.

Tie... nes que... casar... te – insistía en aquellas palabras, que no cabían en la mente de la chica.

No comprendo – sus ojos hinchados de tanto llorar le exigían una respuesta.

Maña... na ten... dras

Escuche... pero por que me tengo que casar – al comprobar que lo escuchado era eso.

Aquellas palabras dichas por su querido padre, no tenían el menor sentido a oídos de Sakuno, por mucho esfuerzo que hiciera tratando de asimilar todo lo que estaba diciéndole, nada era razonable en su cabeza. Sabía que en algún momento eso pasaría, casarse, pero por que tan repentino, peor aún por que lo decía como si fuera ya un hecho consumado, en donde solo debía firmar un contrato y listo. Por más que intentaba averiguarlo, ninguna de sus teorías le convencían, hasta que una desconocida voz la devolvió a la realidad.

Sakuno... Sakuno – una voz masculina la llamaba – yo te explicaré.

Que... usted quien es – con un tono desconfiado al ver un hombre desconocido para ella.

Pe... queña... escu... chalo... debes... con... fiar en... él – la mirada segura de su padre, le hicieron obedecer.

Está bien... escucho – volteándose hacia el hombre que le hablaba.

Yo soy el mejor amigo de tu padre... pero tu no me conoces... pues eras muy niña cuando se fueron a vivir ha Alemania – su forma de hablar tan segura y elocuente la intimidaban, pero si su padre confiaba en él, entonces debería calmarse.

Dígame... por que mi padre dijo eso... es cierto – dudosa decía, pero esperanzada que solo fuera su imaginación.

Completamente – tajantemente emitió para no dejar dudas, asombrando a la chica, que abrió en todo su esplendor los ojos carmesíes – mañana tendrás que casarte.

Espere... eso no puede ser... por qué...

Por tu herencia...

No entiendo... que tiene que ver eso...

Aquel sujeto que estaba frente a ella, comenzaba ha relatar porque de la afirmación de su padre, ya que hasta ese punto, Sakuno no estaba del todo enterada de lo relativo a su herencia. Tan confundida se encontraba que no se percató ni del nombre de ese individuo ni de nada de lo que escuchó a continuación, hasta que las palabras "así que mañana tendrás que casarte" volvieron a traerla a la realidad.

Disculpe... pero que dijo – aun dudosa de todo.

Debido a tu herencia... deberás casarte mañana... sé que es difícil pero – al ver la incredulidad de la muchacha tuvo que volver a comenzar.

La famosa herencia de la cual se hablaba, era precisamente el patrimonio que los padres de Sakuno habían logrado obtener durante todos estos años de matrimonio. En realidad, era una gran fortuna que ellos reunieron debido a sus exitosas carreras, ambos eran músicos de renombre. Taro y Sakura Ryusaki formaban el dúo de piano y violín de mayor reconocimiento a escala mundial, pero que hace unos meses habían decidido alejarse de todo eso, para compartir una vida en familia.

En cuanto al legado, los padres de Sakuno habían decidido redactar el testamento hace algunos años, cuando Sakura padeció una peligrosa enfermedad que la tuvo al borde de la muerte. Fue en ese tiempo que se dieron cuenta que no podían dejar desvalida a su hija, pues no contaban con parientes por ser hijos únicos, la excepción era la abuela de la chica, pero desgraciadamente no era una mujer en la cual pudieran confiar.

Así que para proteger a su querida hija, debieron generar unas cuantas cláusulas para evitar que la abuela de la chica pudiera tener un acceso directo al patrimonio. Razones por la que debían hacer esto, era la ambición desmesurada de la mujer acompañada por su incontrolable vicio por los juegos de azar, que años atrás la había dejado en la ruina, gastando toda la fortuna de los Ryusaki, y producto de esto le llevaba constantemente a solicitar dinero a prestamistas de dudosa procedencia.

Es para protegerte de tu abuela – confirmaba el hombre – tú ya debes saber como es.

Mi abuela... pensé que había muerto... pero aun no entiendo... que tiene que ver aquí el matrimonio – recalcando las últimas palabras, ya que si su abuela estaba o no con vida no le importaba, pues nunca la conoció realmente.

Eres menor de edad... y debes quedar a cargo de un adulto – sus ojos se abrieron de asombro.

Aquella última frase calo hondo en la joven, prácticamente le estaba diciendo que era huérfana, tuvo que voltearse hacia su padre para corroborar que eso no era cierto.

Que esta diciendo – al volver a mirarlo asustada.

Disculpa... no debí ser tan insensible – al notar el poco tino de sus palabras.

Hi... ja... tienes... que es... cuchar – mirando a su amigo para que le explicara.

Lo siento mucho... pero los médicos dicen... que tu padre... no tiene...

No logró terminar, pues la joven comprendió cabalmente lo que temía. La real situación de su padre era grave, el accidente había sido catastrófico para sus progenitores, por tanto, la pérdida inminente estaba a cortas horas. Aun no podía asimilar bien todo esto, era una situación casi irreal, como esperaban que apaciblemente entendiera lo que le estaban contando, suspiró ahogadamente, a pesar del insistente llanto, observó al hombre frente a ella, señalando que le explicará todo.

El sujeto de aspecto serio e intachable, de unos rasgos varoniles llamativos, reanudó el discurso, tratando de ser lo más escueto posible en sus dichos, pues sabía que la chica no estaba mentalmente dispuesta como para vanas palabrerías.

Seré lo más sencillo posible – captando la atención de la chica – cualquier duda me interrumpes.

Hable... por favor – mientras secaba su rostro empapado en lágrimas.

En el testamento hay tres cláusulas para que tú recibas la herencia... tus padres hicieron esto para protegerte... espero que después comprendas sus motivos.

Sakuno intentaba concentrarse en la voz del sujeto, pero sus esfuerzos eran en vano, por tanto solo asentía a lo escuchado aunque no entendía muy bien. Incluso los supuestos motivos le eran confusos, pero el hombre se los relató para su comprensión. Hasta ese entonces, la joven había sido criada como una princesa, manteniéndola aislada de las preocupaciones o maldades mundanas, aunque no era una niña tonta malcriada, pero si le faltaban muchas herramientas para defenderse de los conflictos que se presentan en la vida.

La primera es... que recibas la herencia a los 25 años con una pensión para tu sustento hasta que cumplas dicha edad – claramente decía – esto para que aprendieras a valerte por ti misma, valorando lo que tus padres te dejaran.

Los padres de Sakuno no querían que su hija fuera una chica caprichosa, que solo valoraba las cosas por su precio económico, no obstante, hasta que Sakura enfermo le habían entregado todo lo que la niña pedía, dándose cuenta que estaban perjudicando a Sakuno, no enseñándole lo necesario para enfrentarse al mundo.

Por otro lado, si eres menor de edad... tendrá que quedar bajo un tutor legal o familiar cercano... en este caso tu abuela... quien aparte podría administrar los bienes hasta que legalmente puedas hacerte cargo.

Entonces... que tiene que ver el matrimonio – insistía la chica – si voy a quedarme con mi abuela.

Eso no es conveniente... por eso tu padre hizo el testamento.

Lamentablemente, Sakuno no conocía muy bien a su abuela, había escuchado unas cuantas historias, pero por la excesiva sobreprotección de sus padres siempre terminaban contándole el cuento con adornos rosa. Una de las cosas que la chica desconocía, era el asunto de los prestamistas, que en más de una ocasión vieron peligrar sus bienes, incluso llegaron a perder muchas cosas, esta fue la razón principal para irse a vivir lejos de Japón, negando el contacto a su abuela, prácticamente vivían a escondidas de ella.

Más adelante te diré las razones – esperando la aprobación de la chica.

Está bien... – resignada asintió.

La última cláusula es la del matrimonio... verás, las dos anteriores quedan restringidas a la última, es decir, si te encuentras casada puedes hacerte cargo de tu herencia... en caso de ser menor de edad tu marido vela por tus intereses.

Pero por qué – se daba cuenta que en ninguna de las tres alternativas era ella quien decidía, siempre había una limitación, su edad, su abuela o su marido.

Esa son las razones que con el tiempo entenderás – lo miró resignada, no por que no tuviera carácter para rebatir, sino que no tenía fuerzas.

Pero como se supone que me voy a casar mañana... y más importante con quien – su rostro mostraba una enorme interrogante.

No era para menos, tener que casarse de un día para otro, con un ser totalmente desconocido, era atemorizante. Además, si lo pensaba bien, hasta ese minuto ella no se había enamorada de nadie, si había soñado en casarse, pero obviamente no era de esa forma, menos con un completo extraño. Por otra parte, ella tenía sueños que cumplir aun antes de eso, la música era su pasión deseaba viajar por el mundo para convertirse en la mejor pianista de todas.

Bueno eso ya esta arreglado... para eso estoy yo aquí – con una cálida sonrisa la observaba.

Me voy a casar con usted – mirándolo horrorizada, está bien no era un sujeto mal parecido, pero tenía la edad de su padre, y ella con su rostro infantil jamás podría pasar como la esposa de un hombre así.

Jajaja... tan mal te parezco – al ver el rostro avergonzado de la chica continuó – no te preocupes... no soy yo... además mi esposa no estaría muy feliz con esto.

Perdón... no quise ser grosera – sin levantar su rostro.

No te preocupes... de todos modos seremos parientes – con una voz alegre hablaba.

Que quiere decir.

Te casarás con mi hijo – afirmándolo sin temor a equivocarse.

Su... hijo... pero él esta... de acuerdo – con cierta incertidumbre preguntaba, pues si para ella resultaba una idea descabellada casarse así, no imaginaba que otros lo vieran diferente.

Sí... sí... yo me encargué que aceptara... – con cierta burla en sus palabras, pues aún no le comunicaba a su hijo - no tienes de que preocuparte... cuando cumplas la mayoría de edad... podrás divorciarte y tu patrimonio estará intacto... yo me encargaré que así sea.

Gracias... – sinceramente decía, aun no comprendía todo muy bien, pero las últimas palabras le dieron una escasa, pero verdadera esperanza.

La tarde comenzaba a desaparecer, aunque el atosigante calor permanecía casi intacto en el ambiente, la atmósfera que rodeaba a la joven era digna de un clima ártico, todo lo recientemente escuchado era demasiada información como para lograr reaccionar serenamente. No obstante, sus pensamientos estaban congelados, pues lo único que cruzaba en su cabeza era la reciente muerte de su madre y la pronta partida de su padre.

Por lo tanto, cualquier cambio que fuera a llevarse a cabo a la mañana siguiente, no estaba en ella cuestionarlo, luego de tanto derramar tristeza sus energías se fueron evaporando, hasta dejarla completamente exhausta, cayendo dormida irremediablemente a un costado de la camilla. Aquel sujeto que la había acompañado y explicado lo anterior esperó a verla dormida, no queriendo privarla de los últimos momentos con su ser querido, solo la cubrió con una manta, para posteriormente marcharse.

Continuara...


Bueno lectores, quiero ver sus opiniones por favor, para ver si continúo o no la historia, creen que valga la pena seguirla o mejor busco otro tema. Nos vemos... claro solo si les gusto...