Los portones de la cochera que alquilaba su hermano a un vecino mientras reparaban la suya estaban abiertos, ella estaba sentada en el asiento del acompañante del carro, impaciente miraba su reloj, llevaba casi 20 minutos esperando a Samy, - ¿Cómo puede ser posible que dure tanto?, cuando Salí de la casa estaba casi listo.- se quejaba la rubia.
Al fin lo vio acercarse y frunció el entrecejo-¡ya era hora! ¡Ya es mucho con demasiado Samuel! faltan 20 para los ocho, en 20 minutos no llegamos a mi trabajo, te dije que te apuraras desde hace rato…- decía enfadada mientras él acomodaba algunas cosas del auto antes de salir- ¡Mierda mi celular!- dijo él- ¿qué?- pregunto ella – ves te dije que me recordaras mi cel porque lo tenía cargando y como no me dijiste nada lo deje en el mueble de la sala, voy a tener que ir por él, ya vengo tontita- dijo el bajando del coche-¡No puede ser posible!- dijo ella enojada.
Casi 10 minutos después no había rastros de su hermano, ya era un hecho que llegaría tarde, por culpa de ese baboso llegaría tarde por segunda vez esa semana, tomo el perfume que traía en el bolso y se puso un poco, sabía que a Samy no le agradaba mucho que se perfumara en el carro, decía que la mezcla de olores lo mareaba, pero ella quería molestarlo un rato para desquitarse por su llegada tardía, al ver qué pasaba el tiempo y ni rastro del conductor se frustro- eso me pasa por ser tan pendeja(en Costa Rica esta palabra significa miedosa) y no aprender a manejar- se reprendía a si misma mientras buscaba el celular para llamar y apurar al muchacho, tan concentrada estaba en esto que ignoro por completo el bullicio de sirenas que se acercaban cada vez más hacia ella, una motocicleta paso casi volando frente a los portones abiertos y se escucho frenar estrepitosamente no lejos de ahí.
-¡Donde lo metí, estúpido celular por qué no habla!- rezongaba entre dientes, mientras seguía esculcando su bolso, sintió que se abría la puerta del carro y rápidamente el conductor ingresaba a él, ella sin voltear a verlo se abrochó el cinturón, mientras preguntaba- tontito ¿no viste mi cel en la casa? es que no lo encuentro en el bolso- decía volviendo a revisar este, el coche se encendió y ella al no obtener respuesta separo la vista del bolso y volteo a su lado para exigir una contestación, -¿tontito?...-
Los hermosos orbes celestes de Serena se abrieron de par en par y se llenaron de miedo, un grito se ahogo en su garganta al ver que quien estaba a su lado no era su hermano, -Agárrate duro preciosa porque tenemos prisa- dijo el desconocido con gran arrogancia, poniendo en marcha el auto; ella se quito el cinturón tan rápido como pudo e intento abrir la puerta pero el hombre había puesto los seguros y el auto ya se encontraba en marcha.
Ella vio como cuatro patrullas pasaban a toda velocidad junto a ellos, el tipo soltó una carcajada, -pobres idiotas esta sí que no se la esperaban-, de un giro repentino el auto cambio de dirección y aumento la velocidad.
Los ojos de ella estaban llenos de confusión y miedo, pero cuando por fin su mente se aclaro, cayó en cuenta que ¡se habían robado el carro de su hermano, con ella dentro!, su mirada cambio rápidamente, ya no reflejaba miedo ahora era dura y enojada, ¿Cómo era posible que la hubieran secuestrado tan fácilmente? Pensaba, se retorció en su asiento y sintió una molestia bajo los muslos disimuladamente tanteo para ver que era, ¡su celular! Gracias al cielo, ahora podría dar aviso de lo que sucedía, con un movimiento rápido lo metió bajo el suéter que tenía sobre las piernas.
Quien dijera que escribir tantos mensajes de texto no era nada productivo debería tragarse sus palabras, porque la práctica que ella tenía en el arte de los mensajes de texto le sería de gran utilidad en ese momento, escribía a ciegas, mirando siempre al frente para no levantar sospechas y esporádicamente miraba a su captor de manera fulminante, reconocía el teclado de su cel a la perfección pero escribía despacio para que el no escuchara el sonido se las teclas, al cabo de un rato por fin logro enviar un mensaje a su hermano.
Desde que empezó el viaje ella no había articulado palabra, el miraba a la rubia de vez en cuando para asegurarse que no intentara nada estúpido, pero solo estaba ahí sentada con la mirada fija al frente, estaba extrañado otra chica en su situación estaría ya histérica, llorando y suplicando clemencia, pero ella no, la muchacha solamente se dignaba a acusarlo con la mirada llena de odio, esto le hacía gracia, también estaba molesto con el mismo, debió bajarla del auto antes de llevárselo, pero no pudo porque las patrullas lo seguían de cerca y no podía arriesgarse a que ella gritando llamara su atención, había sido una suerte ver el portón abierto con el carro dentro de la cochera, también abierto y completamente solo, o por lo menos eso creyó hasta que vio a la muchacha dentro de él, como estaba agachada buscando algo no la había visto hasta que fue tarde.
Ella estaba completamente nerviosa, aunque se había prometido a sí misma no mostrar su miedo, no le daría el gusto a ese cretino. Había puesto su cel en modo silencioso y necesitaba saber si tenía respuesta de parte de su hermano, pero no podía arriesgarse, él la vigilaba así que solo podía dar indicaciones por mensajes de la ruta que seguían para que su familia informara a las autoridades.
-Y dime lindura ¿cuál es tu nombre?- la voz de él la hizo sobresaltarse, venia concentrada en su papel de informante, y no esperaba que el dijera nada, el noto su reacción y de una forma burlona dijo- ¿nerviosa muñeca?-
-¡Muérete imbécil!- se escucho decirlo y de inmediato se arrepintió, ella era la víctima, la que estaba en desventaja y definitivamente no era buena idea provocar a su captor, pero no podía y no quería mostrarse débil, su maldito orgullo no se lo permitiría nunca.
Al escuchar las palabras de ella sus ojos se ensombrecieron, ¿que acaso esa niñita no sabía que podría acabar con ella en el momento que quisiera?, pero se le hizo cómica e inesperada su reacción – ¿eso quiere decir que no me vas a decir tu nombre?- Dijo sarcásticamente.
Ella lo miró de forma tal que si las miradas mataran el ya estaría viendo crecer el césped desde la raíz, esa actitud de ella le estaba empezando a gustar, era la primera vez que alguien en una posición tan desfavorable lo retaba. –Mira si te hace sentir mejor, en cuanto estemos lo suficientemente lejos te dejo a un lado del camino, a mi no me interesa tenerte de rehén, solo me retrasarías.-
Un suspiro de alivio salió de su boca y su cuerpo se relajo un poco, no confiaba en el pero igualmente intento creer lo que le decía, pero estaba decidida a continuar con su misión, ese maldito terminaría tras las rejas.
Un celular empezó a sonar, definitivamente no era el suyo, volteo a ver y el tipo saco uno de su bolsillo y contesto, -¡Halo!... si… tranquilo Black logre despistarlos- pero ella vio como la mirada de él se tornaba desconcertada – sí, es verdad pero no te preocupes, la voy a dejar a un lado del camino en cuanto esté suficientemente lejos…- luego su voz cambió -¿Por qué? Es solo una mocosa sosa y tonta, solo me atrasaría…- decía - ¿Pero cómo lo supo?... ¿su informante de la policía? Entonces ¿ya lo sabe la policía?- exclamo - ¿pero cómo? todo ha sido limpio, nadie se pudo haber enterado tan rápido…- Serena vio como su captor fruncía el ceño y entrecerraba los ojos, mientras le daba una mirada llena de enojo - entiendo- continuó él - no te preocupes según lo que me dices aún les llevo ventaja…por supuesto que voy a arreglar el problemita- dijo mientras orillaba el automóvil - de acuerdo tal vez veinte minutos más de lo previsto porque voy a tener que tomar otra ruta, los veo allí…-
-A ver, ¿donde lo tienes?- interrogo, mirándola fijamente, mientras colgaba el teléfono.
Ella estaba ahora más nerviosa, según lo que había escuchado la policía ya había entrado en acción y los cómplices del tipo ya estaban enterados de todo, peor aún, la preocupaba sobremanera que detuviera el carro en ese momento, ¿la dejaría ir o que estaría pensando hacer? ¿Y de que carajos se tenía que ocupar?, estaba meditando en eso cuando lo escucho hacerle la pregunta, ella solo volteó a mirarlo intentando parecer dura y apretando el celular bajo el suéter.
-Dime pequeña idiota, ¿se te hace divertido verme la cara de imbécil?, ¡DAMELO EN ESTE MOMENTO!-
Ella no pudo articular palabra, se quedo paralizada por un momento - ¿Qué acaso eres estúpida? Te di una orden ¡dame el maldito celular!-
-Yyyyo, yo nnno se dde q qu qué está hablando- fue lo único que pudo medio balbucear.
El con la mirada desencajada por la ira la tomó del brazo bruscamente y la volteó hacia él, a causa del violento movimiento ella soltó el teléfono que cayó al piso del carro.
Todo había terminado ya, su última esperanza estaba siendo recogida del suelo del auto por su captor, este le dio una mirada fría para luego revisar los mensajes del celular, jajajaja estallo en carcajadas el conductor - vaya, vaya, vaya, chica lista, pero…- la miro fijamente, esos ojos color zafiro se clavaron en ella haciéndola sentir como si mil navajas se incrustaran en su cuerpo - … de mi no se burla nadie- dijo esto mientras tiraba el teléfono por la ventana del carro y se abalanzaba sobre ella, tomándola del cuello y atrapándola contra el asiento.
Estaba sobre ella, con sus grandes y poderosas manos sobre ese frágil cuello, si presionaba demasiado podría quebrarlo como a un palillo de dientes; sin embargo ella no reaccionaba con miedo ni lo miraba con ojos suplicantes, no, ella lo observaba con odio, con ira y eso había hecho corto circuito en su cabeza desde el principio; creyó haber visto sorpresa y hasta un destello de temor en sus ojos cuando la descubrió y la puso en esa delicada situación, pero rápidamente la joven había vuelto a su soberbia posición.
Él la miraba a los ojos, esos intensos ojos celestes llenos de fuego, buscando una respuesta, pero no la conseguía, ella era inquebrantable, él en cambio estaba completamente alterado, el olor de ella era dulce y acido a la vez, como flores y frutas juntas, y algo más, su esencia, el aroma natural de ella junto al del perfume lo hacía enloquecer. Ese olor lo había cautivado desde el momento que se metió en el auto, y ahora que estaba sobre ella todos sus sentidos enloquecían, sentir su respiración agitada y entrecortada, la forma en que luchaba por zafarse de su agarre, el calor del cuerpo femenino, sentir las curvas de ella bajo su cuerpo, todo en esa mujer era una provocación, ¿Qué demonios le estaba pasando? Ese no era él, el siempre se controlaba, no se dejaba alterar por nada ni nadie, y aunque su mente había encendido todas sus alertas, su cuerpo no parecía hacerles caso.
Que le pasaba a ese tipo, la estaba aplastando, y presionaba su cuello lastimándola, no se podía mover, y esos oscuros ojos zafiro no se apartaban de los suyos, pero si quería acabar con ella que lo hiciera de una vez, aunque estaba aterrorizada, jamás lo demostraría, si tenía que morir lo haría con dignidad.
Ella noto que la mirada enojada de él cambiaba de repente volviéndose… ¿lasciva?, ¿acaso la estaba escudriñando?, de repente sintió como la respiración de él se agitaba, y las manos alrededor de su cuello perdían fuerza y en vez de estrujar su cuello ahora lo ¿acariciaban?, el empezó a aproximar su rostro al de ella, ¿qué diablos creía que estaba haciendo? Ella jamás lo iba a permitir, cuando la distancia entre los dos era casi nula ella logró reaccionar, y como pudo puso sus manos sobre el pecho de él y lo empujo con decisión, - ¡No te acerques a mi maldito degenerado!- Grito ella con todas sus fuerzas mientras se retorcía y lo empujaba para apartarlo.
-¡NOO!- dijo él atrapando sus manos y dejándola inmóvil otra vez.
-¡Me estas lastimando!- chillo ella mientras intentaba moverse.
-¡Quédate quieta!- dijo el exasperado.
-¡Jamás!, primero muerta que permitir que me pongas las manos encima ¡maldito asqueroso! - dijo ella con mirada asesina.
-Eso se puede arreglar- contesto él con voz ronca y ojos ensombrecidos.
Ella sintió como un escalofrío recorría toda su espina, intento moverse pero él la tenía atrapada en una prisión de firmes músculos, ¿cómo podría liberarse de él?, era una misión casi imposible, esos ojos que la miraban fijamente la aterrorizaban, pero no le sería tan fácil aprovecharse de ella o dejaría de llamarse Serena.
Él no podía entender, porque hacía lo que hacía, solo quería asustarla para darle una lección por su impertinencia, pero se le estaba saliendo de las manos, y ahora solo deseaba tocarla y besarla hasta saciarse, sacudió la cabeza intentando sacar esa estúpida idea de su mente, pero al verla ahí completamente indefensa, y sin embargo desafiándolo con su mirada y sus palabras hacía que todo su deseo volviera, ella debía ser un volcán en la intimidad.
El sonido de sirenas a la distancia lo saco de sus pensamientos, con un rápido movimiento se aparto de ella volviendo a su asiento y poniendo el auto en marcha nuevamente.
-Dijiste que me dejarías bajar a un lado del camino- se apresuro a decir ella al ver que el carro se movía.
-Eso fue antes de que tu brillante idea de informar nuestra posición pusiera en alerta a la policía- contesto bastante ofuscado.
-Pero, pero, pero…-
-¡Pero nada!- interrumpió él - ¿o creíste que sería tan fácil delatarme y correr hacia la libertad?, ¡por favor! Esto no es una película y tú no eres la heroína que salva el día, cometiste el peor error de tu vida, y no solo porque la policía nos pisa los talones, si no porque ahora mi jefe sabe de ti y de tus maravillosas ideas, y quiere que te lleve ante él- dijo esto dándole una maliciosa mirada que le helo el cuerpo a la muchacha.
En cuanto el se volvió a concentrar en el camino, ella con un movimiento rápido quitó el seguro del auto y abrió la puerta; lanzarse de un carro en movimiento, en especial a la velocidad que iban, era muy arriesgado, pero imaginarse lo que le podía suceder al llegar a su destino definitivamente se le tornaba peor que quebrarse todos los huesos del cuerpo.
Al ver lo que la muchacha intentaba hacer, la tomo del brazo antes que se lanzara, -¿eres idiota o qué?, ¿acaso quieres matarte maldita estúpida?- dijo alterado mientras paraba el carro, se abalanzó sobre ella cerró la puerta y puso el seguro para niños para que no pudiera volver a abrir la puerta desde dentro, se acomodo en su lugar lanzándole una mirada asesina y continuó su camino mientras ella solo podía encomendarse a todos los santos y rogarles para que la policía los alcanzara a tiempo.
El sonido de la sirenas se había desvanecido ya hacía muchos kilómetros atrás, no estaba segura de cuánto tiempo había pasado desde que había empezado esta encrucijada; ya había perdido toda esperanza de ser rescatada. Después de su último intento de escape ninguno había articulado palabra, ella seguía con su altanera posición, decidida a no mostrar debilidad ante su captor y él tenía una mirada tan endurecida que le producía un nudo en el estomago de solo verlo, ¿qué pretendería hacer con ella? Se preguntaba con frecuencia, pero las respuestas que le venían a la cabeza no eran nada alentadoras, detestaba admitirlo pero estaba completamente indefensa ante un destino desconocido, darse cuenta de ello le provocaba terror, pero ¿qué podía hacer ante la amenaza que él representaba?
De pronto se descubrió mirándolo, tenía un perfil perfecto, una nariz recta y perfilada, la boca delineada y la piel bronceada, sus rasgos masculinos, firmes y delicados a la vez contrastaban con unos ojos de infarto en un tono zafiro con destellos dorados que ella jamás había visto y un cabello negro azabache ahora despeinado por el viento, además de eso un cuerpo perfectamente torneado, de hombros anchos y brazos fuertes, ella recordaba haber sentido la firmeza de sus músculos cuando estuvo sobre ella, y no solo eso, también recordaba su olor, ese olor a hombre mesclado con colonia fina, además tenía la apariencia de ser muy alto; de haberlo conocido en otras circunstancias seguramente habría llamado su atención de inmediato, es más ni siquiera parecía un delincuente común, se veía muy refinado y arrogante para serlo, ella meditaba en esto mientras analizaba sus rasgos, gestos y movimientos detenidamente.
-¿Te gusta lo que ves?- dijo él con una sonrisa torcida, sacándola de de sus pensamientos. Ella al verse descubierta aparto la mirada de forma brusca y se sonrojo, no podía creer que hubiera sido tan débil como para quedarse embobada con ese rufián, aunque estaba aburrida y cansada y definitivamente necesitaba distraerse con algo y ese algo había sido él, es más ella solo estaba analizándolo por supervivencia claro está, en realidad ella tenía que conocer bien a su enemigo si quería salir bien librada de esta situación, se repetía esto a si misma una y otra vez en su cabeza.
-No tienes que sonrojarte por sentirte atraída hacia mí- dijo de forma socarrona - en realidad me extrañaría que no lo estuvieras ya que suelo tener ese efecto en las mujeres- decía tan arrogantemente que a Serena le empezaron a zumbar los oídos.
-¡No te creas tan importante imbécil!- expectó ella con muchísima rabia, haciendo que a él se le apagara la sonrisa - sí, te estaba mirando lo admito, pero no por lo que tú crees mequetrefe, lo hacía porque trataba de adivinar que tienes planeado hacer con migo- decía mientras le clavaba una fría mirada.
La ira de él había vuelto, no podía creer que esa insignificante criatura le provocara tantas emociones encontradas, quería retorcerle el pescuezo y arrancarle esa lengua afilada que tenía pero a la vez quería callarla a besos y devorarla con pasión, maldición ¿qué demonios estaba pensando?, debería deshacerse de ella de una vez por todas y terminar con toda esta estupidez, pero no podía, Diamante le había ordenado llevarla, ¡mierda! ¿Qué podía hacer en este momento?
-¿Quién demonios te crees que eres cabeza de chorlito? Deberías saber que no es muy inteligente de tu parte provocar a quien tiene tu destino en sus manos- la miraba con ojos ensombrecidos - y para responder a tus inquietudes ni siquiera yo se que va a pasar con tigo, ya te lo dije antes, mi jefe me ha ordenado llevarte con él y te aseguro que no será tan indulgente ante tus impertinencias- sentenció Darién ácidamente.
Ella contuvo el aliento, sintió como se le revolvía el estomago, su nerviosismo creció desmesuradamente y se sintió desfallecer. El noto su palidez y se sintió orgulloso de por fin quebrantar la dura armadura en la que ella se escudaba desde el principio, la miro arrogante y suspiro satisfecho.
El resto de el camino transcurrió en silencio, hasta que por fin anunció de forma arrogante – ya estamos llegando, ¿ves esas bodegas?, ese es nuestro destino-
Serena sintió como su corazón se aceleraba, estuvo a punto de vomitar pero se contuvo, su destino estaba escrito aunque ella no sabía cuál era, cada vez veía más cerca las bodegas y no pudo evitar temblar como gelatina, en ese momento se juro a sí misma no dejarse vencer tan fácilmente, iba a luchar con todas sus fuerzas para defenderse o moriría en el intento.
