Intentar dar sentido al giro argumental de Frozen es como querés hacer que una gallina vuele, pero heme aquí.

Un padre abusivo es la explicación más lógica , en mi opinión. El primer pov es desde esta persona abusiva y rancia. El segundo desde un hermano que quiere creer y el tercero desde una persona que no sabe si debe confiar en sí misma.


Debilidad

El rey de las Islas del Sur era un hombre que detestaba el ruido y todo aquello que podría considerarse femenino o infantil. El nacimiento de su décimo tercer hijo había sido una mala señal desde que el coincidió con un suntuoso festival en honor a los ciento cincuenta años de fundación del reino.

Sin embargo, la mayor ofrenta del recién nacido fue el cabello color rojo del que le salió a las pocas semanas, tan distinto al rubio y regal del rey, o del negro como ébano de la reina. Además era ruidoso, siempre llorando cuando el rey decidía visitarlo.

—Tiene cólico, su majestad —la nodriza explicó más de una vez mientras preparaba alguna infusión para curar a la criatura.

Años después, cuando el rey escuchó al niño cantar mientras miraba al cielo, tuvo su confirmación de que esa criatura era una completa molestia. Hubiera mandado corregir el mal hábito del niño, pero lo consideró una causa perdida, ademas había una epidemia que estaba acabando con los niños débiles de la ciudad, y el rey sabía que el pequeño, Hans, era débil.

Contra el pronóstico del rey, Hans sobrevivió la infancia. Con su inatural cabello rojo y su molesto ruido. Más de una vez la nodriza o algún tutor señalaban que el niño se había quejado del comportamiento de sus hermanos. Hasta que el rey se harto y le puso un alto.

—Un hombre no se queja por tonterías. No vuelvas a irritar a nadie con tus quejas.

—Pero padre...

El rey silenció al niño con una fuerte bofetada, la reina, que estaba en el mismo cuarto, bajó la mirada y volvió a su libro aunque era obvio que su mente no estaba en la lectura. El rey sabía que después ella iría a abrazar al niño y a mimarlo: a hacerlo más blando de lo que ya era. Un eslabón débil que sería el fin de su familia si no se lidiaba con él a tiempo.

Años después, Hans era casi un hombre pero le faltaba carácter. Demasíado soñador y con una molesta cualidad para tropezar. Culpa de la madre, el rey pensó, o quizás, mientras miraba el cabello rojizo, era mejor decir que había nacido mal desde el principio.

El rey jugo con la idea de enviarlo a la Hermandad de las Islas, hacerlo dar un juramento de silencio y jamás volver a verlo, pero antes de iniciar su plan, su quinto hijo, Sven, un genio en táctica militar, tomó a su hermano un día y lo enlistó en la naval bajo su cuidado.

El rey no se enteró de que Hans estaba enlistado sino hasta dos años después, pero no le importó mucho. Sus hijos mayores eran verdaderos leones con iniciativa, así que confiaba en Sven para hacerse cargo del problema.

Con lo que no contaba era con la incapacidad de Hans. De nuevo el niño se mostró como una decepción: su hermano lo devolvió llorando tras la muerte de algún marino sin importancia. Si nisiquiera Sven había enderezado al chico, entonces era mejor ir al plan original.

—Mañana irás a la Hermandad —el rey dijo en un tono estoico — Guardias, escolten al príncipe a sus cuartos.

Al día siguiente, Hans desapareció junto a una invitación de Arandelle, el segundo príncipe, Kiev, pensaba que su hermano se había fugado pero que volvería pronto, no se había llevado nada de suficiente valor más que su caballo, y un corcel era difícil de mantener. Hans regresaría con el rabillo entre las patas antes de vender a su animal.


Unas semanas después volvió el hijo pródigo, sucio, sin su caballo o el equipaje que había tomado, lo peor, regresó como un criminal. El rey sin embargo, no vivió para llevar a su plan de deshacerse de Hans.

Cuando Hans llegó al puerto, fue el príncipe Kiev quien lo recibió con las noticias de un terrible atentado sobre el rey, el príncipe heredero, su esposa e hijo menor.

—Una tragedia —Kiev dijo mientras acomodaba su bigote —, los cuatro murieron.

—¿Los cuatro?

—Estas frente a él próximo rey, querido hermano.


Las Islas del Sur no eran el lugar más seguro del mundo, no era extraño conocer del caso de nobles sublevados o bandidos que vivían en el bosque en espera de la próxima rapiña.

La tragedia ocurrida era muestra de ello. El cuñado del difunto príncipe heredero había planeado tomar el control a través de su sobrino, pero el "accidente" no resultó como planeado, y así fue como Kiev se descubrió rey poco antes de que Hans volviera como criminal.

Kiev leyó de nuevo la carta de la reina Elsa, la mujer acusaba a Hans de intentos por usurpación y el más joven de sus hermanos había confesado haber hecho todo por busca de alabanzas.

A diferencia de su padre, Kiev era alguien que podía apreciar las cosas brillantes de la vida. Hans lo había sido desde que nació, amable y soñador, capaz de bailar, pintar y cantar, además de ser bueno en cartografía en opinión de Sven.

Esas eran cualidades que muchos consideraban inferiores, incluso el difunto primer príncipe había más de una vez reído a expensas del pequeño y débil Hans.

El próximo rey no era como el resto de sus hermanos, para él, reírse a expensas de alguien veinte años más joven le parecía ridículo. Tampoco le pareció útil defender al niño de sus hermanos o su difunto padre, lo último que quería era pasar a ser víctima de su familia.

—¿Qué va a ocurrir conmigo?

Kiev sonrió con amabilidad. Hans era una pequeña cosa brillante, y sería una lastima esconderla, además, Sven u Olaf prodrian mostrarse antagónicos si algo le ocurría al niño y su psicópata hermano Advid podría volverse aún más loco si alguna cosa mala ocurriera a alguien más de su familia.

—Nada.

—¿Qué? Pero... después de lo que hice...yo...

—No lo hago porque sea incapaz de reconocerte —Kiev detuvo a su hermano de seguir hablando, Hans era tan ávido de atención que podría ser el eslabón más débil en el nuevo juego. Una pieza fácil de manipular para los enemigos de Kiev.

Por mucho que Hans podía tener la gracia de un príncipe de cuentos de hadas, el niño siempre había estado rodeado de una cruel realidad llena de mentiras e intrigas y por supuesto, Hans había fallado en descubrirlas hasta que alguien se las señalaba.

Incluso en Arandelle, el pequeño Hans había sido manipulado por los dignatarios extranjeros a condenar a la reina, después ellos se lavaron las manos y rieron a espaldas del inexperto principe tras el fracaso de su presea.

Un noble de las Islas podría usar a Hans entonces, convencer al niño de envenenar la copa de su hermano mayor bajo promesas falsas y adulación. Pero si Hans era leal a Kiev, entonces podría ser su espía o alguna clase de ayuda. Era una apuesta peligrosa pero necesaria.

Kiev se levantó y antes de volver a hablar dió un abrazo a Hans.

—Eres mi hermano, ya ocurrió una tragedia en esta familia, no sería capaz de soportar otra.

Hans comenzó a llorar ante las palabras de su hermano, aceptando el abrazo como si lo llevará esperando por años. Probablemente lo había hecho.

—Aún así...yo hice algo horrible. Merezco algún castigo...yo...yo seré mejor, te lo prometo, Kiev.

Kiev, contra sí mismo, deseó que eso fuera verdad. Hans había mostrado sus colores en Arandelle, un regicida en potencia, pero era su hermano a fin de cuentas y mandar matarlo era lo último que Kiev quería.

Una terrible apuesta sin lugar a dudas.


Unos meses después de que Hans cumplió ocho años, tres de sus hermanos comenzaron un macabro juego de ignorarlo. Más de una vez, Hans había corrido hacía una ventana para ver su reflejo y cerciorarse que era real.

En la misma semana que comenzó el juego, se quejó con sus padres y recibió un golpe que le dejó un morete por varios días, después de ese incidente, su padre se volvió una figura digna de temer. Siempre lo había sido, pero algo cambió en el rey esa tarde.

Desde ese día, siempre que el rey veía a Hans tenía un comentario para él, desde su peinado "indigno" a sus modales, siempre había una crítica que hería al menor de los príncipes. Era memorable aquella ocasión en que Hans estaba imitando el porte regal de Kiev durante una visita de algunos nobles, y el rey le llamó "carente de personalidad" frente al resto de los invitados. En privado "una decepción total".

Ese día aprendió que llorar frente a los invitados era muy mal visto y que su padre podía ordenar a su tutor disciplinarlo con un cinto de cuero. Los castigos se volvieron comunes hasta un poco después de que cumplió once.

Advid, diez años mayor que Hans prefería vivir en la casa de campo, era un joven extraño al que todos sabían temer. Cuando descubrió que alguien golpeaba a su hermano, intercambió palabras con el tutor y lo corrió del castillo. Eso causó que el tercer hermano, Olaf se entrevistará con Hans, para buscarle otro tutor.

Sin su tutor llamándolo por su nombre, Hans se sintió finalmente invisible por completo. En un ataque de pánico, se refugió en una esquina de su cuarto diciendose una y otra vez "soy real, soy real, me llamó Hans y soy real".

Al llegar al cuarto del menor de sus hermanos y verlo diciéndo una y otra vez que era real, Olaf descubrió del juego de "invisibilidad".

—Tendrás un nuevo tutor la próxima semana. A él no le parecerá bien que hables solo como un desquiciado —Olaf amonestó a Hans tras escuchar su historia.

Hans nunca supo si había sido confesarle a Olaf lo que terminó el juego, pero aún así le decidió agradecer pintando el mejor cuadro de su corta vida: Un hermoso paisaje del mar durante el ocaso visto desde la ventana de su cuarto.

Olaf no era admirador de los paisajes así que dejó el cuadro en el palacio, en uno de los tantos cuartos que servían más bien de almacenas.

Había sido duro para Hans ver que su esfuerzo de semanas fuera relegado con tanta facilidad. Por primera vez en sus once años de vida se preguntó seriamente si sus hermanos lo amaban.

Doce años después, Hans no sabía que pensar mientras Kiev lo invitaba a comer en la mesa, quería agradecerle que lo hubiera perdonado, pero una parte de él recordaba que su hermano mayor nunca se había mostrado como su aliado en sus veintitrés años de vida.

A veces le gustaba creer que sus hermanos, muy en el fondo, lo querían. Pero tras el incidente del cuadro, nunca había estado seguro sí siquiera era de agrado para uno, y trás lo ocurrido en Arandelle no podía evitar sentir miedo.

Anna y Elsa eran hermanas. Él las había visto reírse simultáneamente, había visto a Anna viajar a las montañas por su hermana, incluso defender el buen nombre de la reina pese a que ella sumió el reino en una tormenta de nieve, lo más extremo era que Anna había sacrificodo su vida por la su hermana.

Hans, al principio, cuando las conoció, creyó haber visto amor verdadero, el que siempre deseo tener con sus propios hermanos, luego Anna llegó agonizando y él descubrió que fue la reina Elsa la culpable. La reina decía amar a su hermana, pero aún así la había maldecido (al igual que al reino) a una muerte fría.

Incluso quien dice amarte, es capaz de torturarte y matarte sin miramientos de un segundo a otro.

Era horrible, a pesar de que Kiev se mostraba amable, Hans no podía evitar recordar a las hermanas, en Elsa siendo un monstruo pese al "amor". Él se había burlado de la ingenuidad de Anna, pero mientras recordaba el calor del abrazo de Kiev, Hans quería golpearse así mismo.

Su padre una vez le dijo que el amor era para los débiles. Anna era débil.

—Mañana iremos a la misa de nuestro padre, nuestro difunto hermano mayor y su familia —Kiev dijo desde el otro extremo de la mesa, sus palabras se sintieron como cuchillos desde dentro de su pecho. Toda su vida había querido el afecto de su padre y ya no le era posible conseguirlo.

Salió corriendo hacía su habitación, directo a una cubeta usada para acarrear agua. Todas sus emociones en su piel, un ardor en su estómago y su corazón apretado lo mareaban.

En lugar de llorar por su padre, terminó recordando a su hermano mayor, a su esposa y a su hijo. Y las lágrimas no se contuvieron, ni disminuyó su dolor.

El difunto rey había tenido razón desde el principio, Hans era débil.


Fin.

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En mi opinión, en Frozen, el amor es peligroso. Anna ama a Hans ciegamente y este la traiciona. Anna ama tanto a Elsa que es capaz de abandonar su vida por quién la maldijo. Y el pueblo ama tanto a su reina que olvida que los puede matar por un arrebato. Olvidan el riesgo frente a ellos cegados por el amor.

Así que por eso puse la relación de los dos hermanos, temerosos uno del otro pero al mismo tiempo prisioneros del amor.