Prólogo.

Kurt Hummel y su amiga Brittany S. Pierce han obtenido una pésima reputación entre sus docentes del instituto McKinley por su rebeldía y bajas calificaciones. Se decide implementar una solución para aquellos "alumnos problema", un plan intensivo de estudio después de clases. Pero no sólo estarán aquellos que sus calificaciones son deficientes, sino también los alumnos destacados, quienes ejercerán la labor de tutores dentro de aquel salón.

Por petición de su mejor amiga, Kurt tendrá que prestarse para el juego de "Ser Cupido", convirtiéndose en amigo del chico más estudioso y reconocido por su desempeño escolar, para lograr que se fije en Britt y en sus maravillosas cualidades, ocultas tras su personalidad despreocupada e irresponsable.

Pero lo que a ella la ha enamorado es sólo una fantasía inexistente, un Blaine que sólo está en su mente, conforme a lo que visto a distancia; lo cual no se compara con lo que su mejor amigo conoce y logra descubrir al pasar tiempo y dedicar todas sus energías en conocer mejor al chico que su amiga desea.

Sin embargo, las cosas que Kurt puede llegar a conocer de él se asemejarán más a sus gustos que a los de su amiga.

Él tendrá que decidir entre ser "Cupido" o dejarse "Flechar" por él.


Capítulo 1: "Prisión Estudiantil".

- Creo que me estoy enamorando – Britt soltó un suspiro, como solía hacerlo últimamente cuando hablaba de él – Es que… ¡míralo! Tan perfecto en su uniforme. Creo que el azul marino lo hace lucir más hermoso ¿O serán los ribetes rojos?

- ¡Cállate! – le palmeé el hombro y ella rió, desplomándose sobre el pupitre.

- ¿Sabes lo peor de todo? – preguntó, casi como si fuera de forma retórica.

- ¿Qué? – murmuré apoyando mi barbilla en la palma de mi mano, y garabateando sobre mi libreta de apuntes con desenfado.

- Que jamás me atrevería a decirle más que un "hola".

- Britt… - la miré de soslayo – Apenas han pasado dos meses desde que las clases iniciaron – me balanceé en la silla, mordiendo la parte trasera de mi bolígrafo – Claro que le hablarás. ¡Es más! Será él quien venga a ti y te dirá; "Brittany S. Pierce… - entoné con la voz más profunda que logré simular - … eres la mujer más hermosa que he visto en mi vida"

Ella me miró con ojos brillantes, casi como si viese la cara de él, sobre la mía. Luego ambos nos partimos en carcajadas.

- ¡Ay, Kurt! Si sigues haciendo eso… creo que te pediré… que seas mi novio – jadeó entre risitas.

- Esa es mi voz especial para molestar a mi padre por teléfono – reí con ganas, presionando mi estómago - ¡Siempre cae!

- ¡Hummel! ¡Pierce! – oímos desde el frente.

- ¡Oh, demonios! – maldije por lo bajo.

El maestro ya había llegado y nosotros ni siquiera nos habíamos percatado de ello.

- Los ojos al frente y la boca cerrada – decretó.

Ambos recuperamos la compostura en nuestros pupitres, e incluso Britt envolvió la goma de mascar que jamás faltaba en su boca, en un trozo de papel, para posteriormente lanzarla al papelero, con una agilidad impresionante.

Sí, debo reconocer que cada vez que un profesor ingresaba al salón en donde nosotros estábamos, nos nombraban a ambos como una especie de reflejo o costumbre. No éramos los estudiantes más aplicados, o a decir verdad, ni siquiera estábamos con los mediocres, si no, más abajo.

- Estoy aburrida – susurró Britt a mi lado, jugueteando con un mechón de su cabellera rubia - ¿Cuánto falta para que la clase acabe?

Yo casi reincidí en una risotada, de no ser porque alcancé a tapar mi boca con ambas manos.

- Britt – siseé una vez que el impulso amainó – Llevamos dos minutos a lo más.

Ella lanzó un resoplido de frustración, haciendo que su flequillo que meciera.


Cuando habían pasado alrededor de treinta minutos, perfectamente relojeados, el profesor hizo una pausa y se dirigió a su escritorio para tomar los exámenes.

- De acuerdo, debo informar que este año se ha implementado un plan de estudio intensivo para aquellos alumnos que han presentado problemas en sus calificaciones – comenzó a decir, hojeando los papeles.

Yo no conseguí reprimir el bufido que salió en cuanto oí eso. Britt rió a mi lado, de forma burlesca.

- Creo que al el Sr. Hummel y a la Srta. Pierce les parece muy divertido el hecho de pasar más tiempo aquí en el instituto, considerando que es su último año – Nos miró por sobre los marcos de sus anticuadas gafas.

- Pues yo no me complico por el tiempo que pase fuera de casa – musitó Britt en respuesta – Lord Tubbington nuevamente ha estado viendo programas de cocina y ya no me apetece cenar lo que él me prepara, estoy segura de que le ha estado añadiendo crack o algo fuerte.

La clase completa estalló en carcajadas, incluso yo, sabiendo que lo que decía mi amiga era cierto.

- ¡No sé de quién demonios me está hablando Srta. Pierce, o si se está burlando de mí! – exclamó el maestro, poniendo los exámenes con molestia de vuelta en el escritorio – Pero veremos quien ríe después de que le entregue la calificación de su examen… - él tomó un hoja y la depositó sobre el pupitre de Britt con poca delicadeza - …que nuevamente se ha empeñado en contestar con crayolas como si esto fuese el jardín de infantes.

- Lo siento profesor, pero Lord Tubbington ocupa todos mis bolígrafos para rascarse la espalda, porque sus manitas son muy cortas.

Una nueva holeada de risas irrumpió en el salón.

El maestro, un tanto colérico, acabó de entregar el resto de los test, entre esos, el mío.

- He reprobado de nuevo – me enseñó la gran "F" escrita en su colorido examen - Es la tercera vez esta semana.

- Yo he alcanzado la E – musité alegre – Creo que este será mi año. El álgebra no va a derrotarme.

Ambos chocamos las palmas.

- Por lo que podrán ver, según sus calificaciones, los siguientes alumnos han ingresado al plan intensivo de estudio – el profesor dio lectura a un corto listado de seis estudiantes, entre los cuales estábamos Britt y yo.

- ¡Rayos! – Se quejó mi amiga – Tendré menos tiempo para ver Los Simpsons – torció el gesto y luego guardó sus cosas.

- Britt, aún queda hora y media – susurré, puesto que la clase se había retomado.

- ¡Me vale! ¡Este tipo me ha enviado a prisión estudiantil, no pienso quedarme en su clase! Diré que me ha bajado el periodo – quitada de la pena, ella caminó hasta llegar al frente y con sutileza murmuró su excusa, consiguiendo huir de forma olímpica, guiñándome un ojo al salir.

Siempre sabía cómo sorprenderme.

Aburrido con la perorata del profesor, tomé mi móvil y tecleé un mensaje para Britt.

"Eres una puta genia. Si tan sólo yo tuviera ovarios…"

"Puedo pedirle a Lord Tubbington que te consiga un par en el mercado negro"

"¿Quieres que el profe me saque de la clase? No me hagas reír. Aunque podría pensármelo…"

"Creo que no es lo mismo huir de clases sin ti ¿Por qué no te inventas un dolor estomacal?"

"Eso es humillante y nada glamouroso, además arruinaría mi imagen. Prefiero seguir aburriéndome"

"Pff! La que se aburre soy yo. Otra vez he olvidado cómo llegar a la cafetería y tengo hambre"

"¿Y dónde estás ahora?"

"Creo que estoy… Espera, le preguntaré a alguien"

"Esperando…"

"Frente a la oficina del director Figgins"

"Ok, sólo camina derecho, hasta que llegues al final del pasillo, luego doblas a la derecha y después derecho"

Britt tardó un poco en responder, hasta que por fin mi móvil vibró sobre el pupitre.

"Gracias, has salvado a mi hambriento estómago"

"De nada, pero no olvides comprarme algo dietético, también estoy hambriento"

"Ok, te esperaré aquí para no perderme otra vez. Te quiero unicornio"

Soporté hasta que la clase acabó, y no dudé un segundo para salir disparado hacia mi taquilla, y luego a la cafetería.

- ¿Cómo crees que sea la prisión de estudio? – musitó mi amiga, mordisqueando una galleta de chocolate.

- Pues un verdadero grano en el trasero, pero que se le va a hacer – ambos suspiramos.

- ¡Oh, Kurt! – exclamó en susurros, zarandeándome del brazo, haciendo que por poco mi manzana saliera volando como un proyectil - ¡Allí está otra vez!

- ¿Qué demon…? – sostuve mi manzana en el aire - ¡Britt! ¿Todo este escándalo por ese chico?

- No es solo un chico, Kurt… Él es… perfecto – sus ojos se cristalizaron de emoción al ver que pasaba por su lado, pero el muchacho ni siquiera volteó a ver a mi amiga, ni a nadie. Era como si caminara con una venda en los ojos, o como si fuese un robot.

- Pero no te ha visto – murmuré dándole un gran mordida a mi fruta.

- ¿Y eso qué? – Se encogió de hombros – Sé que pronto lo hará – Me guiñó un ojo y yo sólo seguí comiendo. Mi amiga podía ser algo suspicaz cuando se lo proponía.

Miré al chico caminar a la distancia… Él no tenía idea de lo que le esperaba.