Las mujeres que no amaban a las mujeres
(kvinnor som hatar kvinnor)
PRÓLOGO
Miro fijamente la pantalla de mi laptop, sí, estas líneas las escribo de forma automática, mis manos se mueven pero mis ojos siguen perdidos. El silencio de la habitación es estremecedor, los grillos cantando afuera de la casa, las ranas felices porque las lluvias de Junio les regocijan ante tan cruel sequía que hubo en el transcurso de este año. Calentamiento global, dicen; fin de los tiempos, dicen; la verdadera razón por la que el mundo se está yendo al carajo es algo que quizá nunca lleguemos a saber o comprender. La maldad está suelta, todos los días leo noticias crueles de niños, de niñas, de animales, de ancianos; todos sufren y nadie sabe por qué hay tanta maldad en el mundo.
Yo recuerdo que en mis tiempos, aquellos días donde los niños podían salir solos a jugar en las calles y en donde las historias de robachicos eran tan sólo un cuento inventado por los adultos para no llegar tarde a casa o quizá sólo para asustarnos. No lo sé. Tal vez era el temor de los adultos que un día, ese día llegara y oh sorpresa; el tan temido día, llegó. Hay maldad, hay crueldad, hay sangre y no hay una pizca de corazón en los hombres hoy en día. Me dirás querido lector que tú si lo tienes, te responderé que lo pienses bien. Piensa muy bien lo que he declarado, porque con seguridad haz caído en el error de la soberbia, el error de señalar los defectos de otros, o como diría Cristo, tirando piedras y escondiendo la mano. Todos somos sabios en las redes sociales, después de todo.
Mi respiración se vuelve más pausada, hasta hacía un par de minutos lloraba como un crío; es verdad que sólo cuando escribo encuentro algo de paz en mi alma atormentada. Soy una mujer, con un corazón de carne que cada día que pasa, se vuelve más duro y más duro y más duro... Soy el murmullo del viento que se mece entre los árboles, que silba una nota de vacío y de soledad. Soy el fuego que abrasa y reduce a cenizas lo que un día pudo ser un bello hogar, mas ahora es una idea olvidada y estúpida ante mis recuerdos. Soy la tierra, seca y moribunda, donde no ha caído una gota de agua para que de mí brote el sustento de la vida misma y que por lo mismo, se ha convertido en un escombro nada más. Soy el agua de un río desbordado, contaminado de aguas negras que en su cauce sólo lleva enfermedades y muerte, si tienes la mala suerte de toparte conmigo. Soy una mujer que no conoce el amor de una mujer, y esta es mi verdadera historia.
