¡Hola a todos!

¡He vuelto con otra historia que espero les guste!

¡LOS REVIEWS SON GRATIS, ASÍ QUE PUEDEN DEJARME UNO!

¡Gracias una vez más por seguir mis historias!

/***/***/***/***/***/

¡Devuélveme Mi Cuerpo!

Se revolvió los cabellos rojizos en señal de desesperación mientras ojeaba el pequeño libro de "jutsus mágicos", que tenía en sus manos. Escurridizamente se acomodó encima de un puñal de nubes, la visión era algo lejana pero suficiente como para no perder ningún detalle, se había convertido en un ángel muy impaciente y más si se trataba de su rubio hijo.

- ¡Ningún después, en este momento me vas a explicar lo que pasa! ¿Esa niña es mi hija? - la cogió del brazo zarandeándola sin delicadeza. - ¡Respóndeme Hinata! -

- Suéltame - luchó pero fue en vano - Por favor - las lágrimas se le amontonaban en los ojos.

- ¡No hasta que me digas la verdad! -

- ¡Si es tu hija, Naruto, ahora suéltame! - él abrió los ojos sorprendido y lentamente aflojó el agarre pero no la soltó.

- ¿Por qué? - respiró pesadamente - ¿Por qué no me dijiste nada, por qué te fuiste, por qué? -

- Tenía miedo - giró la cabeza hacia un lado cerrando los ojos con fuerza.

- ¡Maldición Hinata, es una hija, mi hija! - le apretó más el brazo - ¿Pensaste que nunca iba a enterarme? Te salió mal la jugada, querida. - con asco la soltó bruscamente.

- ¿Y qué querías que hiciera? - se sacudió las lágrimas - ¿Una fiesta? No Naruto, recién te nombraban Hokague, una hija era solo una carga para tus responsabilidades -

- ¡Una mierda! Hubiese dejado todo solo para protegerla - Hinata abrió los ojos sorprendida.

- Te creo, Naruto - bajó la mirada dolida. - Pero no podía hacerlo, no podía - se soltó del agarre y quiso correr pero Naruto no la dejó.

- ¡Alto ahí!, de aquí no te vas hasta que arreglemos este asunto -

- Lo podemos hacer mañana, debo ir a la mansión. -

- Te acompañaré - decidido fue tras ella.

- ¿Eh? -

- Necesito verla - su voz se calmó.

- Solo, no hagas ruído. Es hora de que duerma su siesta - dicho esto fue delante de él.

En el camino no se dirigieron la palabra ni se miraron, Hinata quería llorar y él no sabía que hacer. Ahora con su llegada y el saber que tenía una pequeña hija de 2 años, complicaba no solo su trabajo sino su corazón; tendría que aprender a convivir con Hinata a pesar de que no quería verla. Maldecía la hora en el que se había emborrachado con Tsunade terminando en la cama de la Hyuga, no se acordaba de nada y tampoco quería lastimar a Hinata, pero debía confesarle que no la amaba y que todo era un error producto de su borrachera, ella lloró amargamente y al mes que fue nombrado Hokague; desapareció. Sakura dijo que lo estuvo buscando, seguro le confesaría lo de su embarazo pero recordaba muy bien todas las veces en las que le negó la visita, se excusaba con cualquier tontería y entonces supo que no quería maldecir la hora en que terminó acostándose con ella, sino en todas las mentiras e indirectas que le hizo para alejarla de su vida, y lo consiguió llevándose consigo un regalo más grande que el cielo; su hija.

Hinata abrió delicadamente la puerta de la entrada, saludó a algunos guardias y se dirigió a la puerta principal, Naruto no le quitaba la vista de encima y siempre iba tras ella. Un amplio pasillo los embargaba en silencio, estaba oscuro pero sin ser tenebroso, se detuvieron en una de las habitaciones mientras Hinata posaba su mano en la puerta blanca deslizándola suavemente.

Naruto sintió el corazón encogérsele, esa niña era preciosa, de cabellera negra alborotada con los ojos más azules que los de él, tenía 2 pequeñas marcas en sus mejillas y era un poco menos pálida que Hinata, ella le indicó que no hiciera ruído pero lo cierto es que quería gritar de la emoción.

- Debo darle el pecho, voltéate por favor - lo vio con las mejillas ardiéndole.

- No lo creo, puedes hacerlo libremente, ya te he visto - respondió con tanta seriedad que lo sorprendió a sí mismo.

Hinata suspiró vencida y mirándolo de reojo se sacó delicadamente uno de sus senos por encima de la blusa, acercó a la pequeña su pezón mientras ésta succionaba suavemente con su boca. Naruto estaba anonadado viendo la escena, siempre quiso una familia y ahora que la tenía un cierto miedo aparcaba su interior. ¿Sería un buen padre? Quizás con algo de esfuerzo lo lograría. Pero había otro asunto que lo tenía inquieto; Hinata.

- ¿Puedo sacarle los gases? - preguntó con cierta hiperactividad.

- Si lo deseas, puedes hacerlo - le sonrió tiernamente.

- Gracias Hinata, por darme un regalo como éste aunque no hayan sido en las mejores circunstancias - buscó un sitio donde sentarse y se echó cansado.

- Estuve buscándote pero estabas muy ocupado, quería decírtelo, pero después de no encontrarte decidí que lo mejor era desaparecer. - no lo miró - Empecé a creer que éste bebé sería una carga para ti, perdóname -

- No Hinata, perdóname tú a mí, te quería lejos de mi vida por eso me negaba a verte. -

- Así me tendrás Naruto, lejos - él abrió los ojos confudido - Lo único que nos une es la pequeña Aiko, no hay nada más que pueda mantenerme cerca. - cerró los ojos dolida por sus palabras.

Naruto sintió la habitación dar vueltas y un fuerte estrecimiento en su cuerpo. ¿De verdad quería mantenerla lejos? No. Empezaba a quererla más cerca de lo normal, y en esos dos años la había extrañado con ansias aunque no lo aceptara.

- Hermosa Aiko, eres una niña encantadora. - besó su frente - Ahora papi te sacará los gases - susurró melosamente mientras él quedaba estático, amaba lo que veía.

- Gracias - le dijo viéndola a los ojos.

Delicadamente la cargó y con suaves golpecitos en su espalda quedó un buen rato, ya había terminado su labor y con mucho pesar la dejó en la cuna.

- Es hora de que te vayas, si deseas mañana puedes pasar a verla - lo condujo a la salida.

- Lo haré, adiós Hinata - con paso torpe la abrazó.

- Feliz noche, Naruto -

Lo vio alejarse corriendo, lo amaba y era una tonta por no poder olvidarlo. Bufando cansada se desplomó en el piso apoyando sus codos en sus rodillas, dejando descansar sus mejillas en las palmas de sus manos; observó el cielo maravillada y a todas sus estrellas.

El impaciente ángel miraba la escena enternecida y con pequeñas lágrimas en los ojos, pero no por lo emotivo que había sido el día, sino porque no había encontrado el "Jutsu Mágico" que había estado buscando. Un astro muy brillante se paró a su lado con una gran sonrisa, era de pelo azulado largo más abajo de sus pies, y llevaba un vestido blanco semi destapado.

- ¡Tú, ven aquí! - la llamó con cierto aire asesino.

- ¿Para qué soy buena? - ese ángel le daba miedo.

- Con tu lindo cabello pasarás por el frente de esos dos que ves allá abajo, tu trabajo es cumplir deseos ¿no? - ella asintió - Pues, tendrás uno muy bueno por el cual trabajar. ¡Ahora hazlo! -

El astro con mirada aterrada se acomodó el largo cabello y en un rápido vuelo pasó por sus cabezas.

- Deseo - comenzaron al unísono - Que ella/él, sienta mi corazón - cerraron los ojos.

El ángel sonrió malévolamente mientras el astro paraba su vuelo a lo lejos bruscamente.

- ¿Qué has echo? - le gritó indignada - ¡Sabías muy bien que no sé nada sobre el amor! -

- ¡Cumplirás ese deseo te guste o no! -

El astro molesto chasqueó los dedos y luego se fué maldiciendo el ángel que malamente se había encontrado en el camino.

- ¡Kushina es hora de que vengas a dormir! -

- Ya voy Minato, siempre me arruinas la diversión - bufando llegó donde su marido y éste le besó.

/***/***/***/***/***/

Se retorció algo extraño entre las sábanas, ésa no parecía su cama pero aún así decidió ignorarlo. Se levantó con los ojos aún cerrados, sentía el cuerpo más liviano y hasta diría que delicado, se tropezó con algunos juguetes en el camino, llegó al baño y se enjuagó la cara pequeños mechones se le pegaron en la cara, abrió los ojos lentamente y mirando de reojo se sorprendió de su cabello. Miró abajo y su cuerpo era diferente.

Escuchó el llanto de un bebé y con cierto temor se acercó al espejo, tragó fuertemente saliva al ver que su reflejo no era lo que esperaba ver.

- Demonios - susurró para sí mismo - Me he convertido en... - volvió a tragar saliva - Hinata -

Pero lo que más lo tenía preocupado era saber ¿dónde rayos estaba su cuerpo? -

/***/***/***/***/***/

- ¡Hokage! - gritó Shizune con una cierta molestia - De nuevo se queda dormido en el trabajo, debería buscar la forma de hacer su vida fuera de ella. - le dejó otra pila de papeles y luego salió.

- ¿Eh? - se secó un pequeño hilo de baba que le caía por los labios, se revolvió el pelo corto y... - ¡Un momento! -

Bajó la mirada inspeccionándose, sintió pesado el cuerpo, vio las grandes manos y la capa blanca de Hokage, se tocó la cara y definitivamente no era la de ella. Corrió hasta el baño nerviosa y de un jalón abrió el espejo.

Un fuerte grito se escuchó por toda la torre. ¡Se había convertido en Naruto! Respiró tratando de calmarse pero otro poderoso pensamiento pasó por su cabeza, era más aterrador que su reflejo.

- Aiko -