Disclaimer: Los personajes son de Stephenie Meyer.


La angustia crece en mi pecho, inundando cada célula de mi cuerpo y ahora espero que éste se rebalse, que me libere de esta opresión.

Pero no siento nada. Estoy sedada.

Y aunque no esté consciente, el vacío que hay dentro de mí es innegable.

Creo que voy a despertar, tengo un hormigueo molesto recorriéndome.

Abro los ojos y me veo en un salón absolutamente blanco, sin ventanas, ni cuadros. Qué deprimente, pensé. La única "decoración" que hay en el lugar son el suero y una bolsa con sangre.

Reviso mis brazos, llenos de tubos y cuando veo mis cobijas, me fijo que éstas también son blancas. Mis manos tiemblan ligeramente cuando tomo las tapas y las levanto, lentamente.

No era una pesadilla: mi vientre estaba plano.

Él no está ahí, me dijo mi mente, angustiada.

Pero aún así, no grité: necesitaba estar consciente de mi dolor, de mi pérdida.

Porque se había ido para siempre, sin que yo lo viera alguna vez, sin saber que su madre le amaba tanto como para ir a su encuentro, para acunarlo allá y decirle lo bello que era.

Debía ir con él, dondequiera que estuviese.