Hoooola!^^ Bien, esta es mi primera historia, es muy dificil decidir una para que esta sea la primera pero ayer terminé de releerme otra vez divergente (estoy enamorada de esta historia) y decidí que esta seria la mejor para ello.
Esta historia cuenta la ceremonia de elección según Peter, y según mi imaginación, claro esta.
Espero que os guste y que lo disfruteis, fans de divergente^^
El día de la elección
El día de la elección fue muy difícil para mí. Debía elegir entre mi familia o lo que realmente quería hacer y ser.
No pude dormir nada la noche anterior y mi cara era horrible, reflejaba un chico que no era yo. Tenía unas enormes bolsas negras bajo los ojos, que reflejaban una noche llena de llanto, y tenía el pelo realmente enmarañado.
Fui al baño muy decidido a cambiar mi aspecto, no me podía presentar ante la decisión que cambiaria mi vida con esas pintas. Me di una ducha y me arreglé el pelo. Con eso conseguí mejorar un poco.
Bajé las escaleras de nuestra casa unifamiliar, vivíamos en una situación privilegiada de un barrio de verdad. Teníamos mucha suerte.
Desayune deprisa, no me apetecía ver la cara de mis padres esa mañana, ni tener una de nuestras conversaciones, porque sabía que les tendría que contar la verdad sobre mis dudas. Así que en poco más de 5 minutos había terminado y subí de nuevo a mi habitación.
Una vez allí tuve tiempo de reflexionar sobre si era más importante facción o familia, pero conseguí sacar una conclusión clara, del dolor y la inquietud que me causaba la decisión, me quedé completamente dormido.
Al ver que no bajaba, mis padres se empezaron a inquietar, y mi madre apareció, de repente, en mi habitación, gritando, igual que hacia siempre que hacia algo que no le parecía lo correcto.
Peter –gritó- ¿no piensas bajar? ¿Es que a caso no piensas asistir a tu propia ceremonia?
Si mamá –contesté a desganas. Hubiese preferido mil veces no tener que elegir.
Pues va, date prisa, te esperamos a bajo con el motor en marcha.
De acuerdo mamá, ya voy.
Después de esa conversación tuve más claro aun que yo no servía para seguir en la facción que había nacido. Era un mentiroso nato y no podía hacer nada para remediarlo. Además, estaba también mi futuro, yo no me veía siendo siempre franco. Así que mis dudas se disiparon en aquél momento, iba a elegir la facción que siempre había admirado, iba a elegir osadía.
Llegué a la puerta, examiné por última vez la que había sido mi casa, y cerré con llave, dos vueltas. Me giré y miré a mis padres, ¿Qué opinarían de mi decisión? ¿Me visitarían el día de las visitas? ¿Llegarían a perdonarme algún día?
Subí al coche y todas esas preguntas y alguna más rodaba mi mente y no me dejaba concentrar en aquello que mi padre me estaba contando, así que en seguida notaron que algo me sucedía.
¿Hijo, qué tienes alguna duda? –preguntó con su mirada desafiadora, intentando descifrar todo lo que había en mis pensamientos.
Emm… No papá. –respondí, dubitativo.
Bien, así me gusta. Recuerda que tu madre y yo estaremos muy orgullosos de ti cuando termine este día, volveremos a casa y lo celebraremos todos juntos, como tiene que ser.
Mi padre y mi madre formaban parte de una larga familia de francos, para ellos sería muy duro lo que les estaba a punto de suceder, que un hijo suyo fuese un transferido sería la vergüenza ante toda la facción, cosa que me provocó un nudo en el estomago. ¿Era correcto hacer lo mejor para mí sin tener en cuenta como afectaba a los demás?
No tuve mucho tiempo de dudar. Llegamos al Epicentro, lugar donde se realizaba el gran acontecimiento, y en seguida aparcamos. Bajamos del coche y llegamos a los ascensores. Subimos a uno con muchas personas de nuestra facción, todos los chicos que íbamos a enfrentarnos al Gran Día estábamos nerviosos, se notaba en nuestras miradas, en nuestros hechos, y se percibía en el ambiente. Había demasiado silencio para un grupo tan numeroso de francos. Por suerte, en seguida llegamos arriba.
Al entrar a la sala mi padre me dio un golpecito en la espalda, según él, nos veríamos dentro de muy poco. Mi madre me abrazó y me besó, ella me conocía mejor, sabía que algo estaba a punto de suceder, antes de separarse, se me acercó al oído y me susurró que me quería. Les sonreí, a ambos, y fui a la fila donde nos irían llamando por orden alfabético para que decidiésemos nuestro futuro.
Quería hacer lo correcto, lo correcto para mi familia, y más después de cómo se habían despedido, pero hubo algo que me hizo cambiar de opinión.
En la fila hubo alguien que me llamó la atención. Era una chica rubia, de abnegación, que parecía incluso más nerviosa de lo que yo estaba. Tenía la mano cogida a un chico, supuse que era su novio, por lo tanto elegirían la misma facción, para poder estar juntos, o eso creía yo.
Llamaron al chico, Caleb Prior. Quedé sorprendido cuando un abnegado pasó a erudición, era algo jamás visto, y más tras el odio que sentían ambas facciones la una por la otra, pero él lo hizo.
El turno de la chica, ahí sabría cual sería el futuro de esa chica que cada vez que la miraba me hacía sentir algo que jamás había sentido, se llamaba Beatrice Prior, así que me equivoqué, no era su novio, sino que eran hermanos. No sé porque pero un sentimiento de esperanza surgió en mí. Ella escogió osadía, justo lo que yo quería escoger.
Me quedé pensando un momento, y en cuanto me llamaron lo tuve claro. Cogí el cuchillo, y un par de gotas de sangre de mi mano cayeron dentro del bol con piedras en llamas, el de osadía.
