Boku wa Wakabayashi Daisuke: Renewal.
Capítulo 1. Todo comienza por el inicio.
Querido diario cibernético...
¿Qué? Óigame, no. No soy una colegiala que ha abierto por primera vez una tonta libreta que vaya a utilizar como diario personal (y aquí me pregunto yo: ¿Aún hay personas que hagan eso, que escriban a mano?), para empezar porque soy un chico y en segunda porque los diarios me parecen una pérdida de tiempo, con perdón de mis dos hermanas, más si no piensas dárselo a alguien para que lo lea. En fin, sea como fuere, en estos momentos me encuentro sentado en el piso de la sala de mi casa con la computadora portátil entre mis piernas, la que conseguí que me compraran después de meses de insistir y no porque mis padres no tengan dinero para comprármela sino porque ambos creen que no debería tener tantos aparatos electrónicos al mismo tiempo (al parecer, tener dos consolas de videojuegos, un smarthphone y una Tablet es demasiado para ellos). ¿Qué por qué estoy escribiendo esto si considero que los diarios son una pérdida de tiempo? Tal vez si comienzo por decir quién soy quizás podrían comprenderme mejor.
Me llamo Daisuke, tengo trece años y soy un mestizo, como diría mi madre, o si lo prefieren, un haifu, como dirían los compatriotas de mi padre, puesto que soy mitad japonés y mitad mexicano. En estos momentos, como dije antes, me encuentro sentado en la sala de mi casa, observando a mi enorme familia. A mi izquierda, tumbada boca abajo, hay una chica de cabello negro que lee con mucho interés una copia muy desgastada de "Orgullo y Prejuicio", de Jane Austen. Es mi hermana Jazmín, dos años mayor que yo, el orgullo de la casa y el modelo a seguir para los otros tres hijos que tuvieron mis padres. Dos de esos tres hijos restantes, hombre y mujer, están a mi derecha, sentados ante una mesita que soporta un tablero de ajedrez, jugando una partida de dicho deporte mientras murmuran frases rápidas en alemán; ambos son castaños y se parecen lo suficiente como para justificar que son gemelos. Mis hermanos menores, de once años, Aremy y Benjamín, ambos nacidos en Alemania (los únicos de esta familia), aunque a él mi padre lo suele llamar por su nombre japonés, Ichimei. Frente a mí se encuentra mi madre recostada en un diván, una hermosa mujer de cabello castaño oscuro y rasgos latinos quien lee una revista médica mientras toma la mano de mi padre, que a su vez está leyendo el periódico con el ceño parcialmente fruncido, lo que acentúa aún más la impresión de que tiene los ojos cerrados gracias a su fisonomía asiática. Dicen que todos los hijos de mis padres nos parecemos entre sí y a su vez a ellos; dependiendo de a quién le preguntes te dirá que soy idéntico a Benji o que me parezco mucho a Jazmín o que tengo la sonrisa de mi mamá pero casi todos parecen coincidir en que soy el vivo retrato de ese hombre de edad madura que está leyendo el periódico.
Ese hombre que es mi padre, Genzo Wakabayashi. Y éste, señoras y señores, es precisamente mi problema…
Porque, ¿alguno de ustedes sabe lo difícil que es ser el hijo de una celebridad? Bueno, pues yo sí lo sé y por eso es que estoy escribiendo esto ahora mismo. Aunque ame a mi padre y lo respete, tengo que admitir que en más de una ocasión he deseado ser el hijo de alguien más "normal" o, en todo caso, de alguien que no me presione tanto para seguir su camino. A los trece años es difícil vivir con tanto estrés…
Empecemos pues por el principio. Soy Daisuke Wakabayashi y soy el hijo varón mayor de Genzo Wakabayashi, el famoso Super Great Goal Keeper, uno de los mejores guardametas de la historia, el que más títulos y récords ha roto a lo largo de su carrera. El portero que tiene ocho Bundesligas ganadas con el Bayern Múnich, dos Champions League, una Copa Mundial de Clubes, nueve Copas de Alemania y varios torneos menores que no vale la pena mencionar, así como dos Copas Asiáticas y un Mundial de Fútbol en compañía de la Selección Japonesa, además de haber sido galardonado con el premio Guante de Oro en el Mundial que ganó con su equipo, designado seis veces mejor portero del mundo en forma consecutiva, nominado al Balón de Oro en tres ocasiones e integrante del Once Ideal de la FIFA por siete años consecutivos. Es este hombre tan ampliamente galardonado el que ayudó a procrearme y el que desea que ahora siga sus pasos y supere sus récords para así perpetuar su legado. ¿Con lo que acabo de mencionar es suficiente para que se hagan una idea del enorme peso que se puso sobre mis hombros cuando nací? ¿Todos los hijos de famosos deportistas se sienten así o soy el único que tiene un padre tan controlador?
Es gracias a la diosa Fortuna que mi madre es una mujer "normal". Su nombre de soltera era Lily Del Valle y es médico. Mis padres se conocieron un día que mi papá se lesionó y fue a dar al hospital en donde mamá hacía sus prácticas y han estado juntos desde entonces; por supuesto, mi madre ha usado sus conocimientos médicos para ayudar a mi padre con sus lesiones, para gran suerte de él ya que, como ustedes deben saber, Genzo Wakabayashi es un futbolista que tiene una enorme tendencia a lesionarse muy frecuentemente. Gerardo Ochoa, el hijo de un conocido portero mexicano, se burlaba de él llamándolo "manos de cristal" hasta que le callé la boca diciéndole que es preferible eso a ser conocido como "manos de mantequilla", como su papá quien ha recibido golizas de siete a cero siendo portero titular de la Selección de México. Pobre Gerardo, no se la vio venir.
Bueno, que me estoy yendo del tema... Como les decía, Genzo Wakabayashi, el guardameta, y Lily Del Valle, la doctora, son mis padres. Ellos se casaron después de un relativamente corto romance y de unas cuantas peleas de mi padre con los pretendientes de mi madre, y después de unos dos años de feliz matrimonio ellos tuvieron una primogénita, una niña que los llenó de alegría y de todas esas cosas cursis que los padres dicen sentir por sus hijos. Mi madre estaba muy feliz pero mi padre ansiaba con toda su alma el tener un hijo varón. No malinterpreten, él adora a Jazmín pero quería un hijo varón para convertirlo en su sucesor... Pero bueno, que mis padres tendrían varios años más para buscar al famoso heredero de la dinastía futbolística Wakabayashi y sus esfuerzos se verían recompensados dos años después con mi nacimiento. Válgame.
¿Se han dado cuenta de que las cursivas ayudan mucho a crearle más dramatismo a las frases? Así lo espero porque no saben lo terriblemente complicado que es ser el heredero de esa ya mencionada dinastía Wakabayashi. Mi padre nunca me lo ha expresado abiertamente pero sé que se muere de ganas de que su hijo continúe su estirpe... Sí, que yo sea el próximo portero titular de Japón, que me convierta en el mejor portero del mundo, que bata todos y cada uno de sus récords... Como su hijo no se puede esperar menos de mí pero... ¿Por qué tengo que hacerlo yo? No es que no pueda, heredé su habilidad futbolística, es solo que...
¿Y si yo no quiero ser su heredero?
Yo soy Daisuke Wakabayashi y es lo que quiero seguir siendo hasta que me muera. No quiero solo ser el hijo de Genzo Wakabayashi, quiero ser Daisuke, tener un nombre propio, una vida propia, tener la oportunidad de elegir mi camino, no tener que recorrer uno que alguien ya trazó por mí, aun así se trate de mi propio padre. ¡Ni siquiera estoy seguro de querer jugar para Japón! Y no quiero ser recordado como "el hijo de Fulano, el que pudo o no pudo ser igual de grandioso que él". ¿Por qué no tengo el derecho a elegir mi destino? ¿Por qué tengo que ser yo su heredero? ¿Es así sólo porque soy el mayor?
Sí, hay que recordar que Genzo Wakabayashi tiene otro hijo varón, es decir, Benjamín. O Ichimei, como gusten llamarle. Técnicamente hablando él también podría ser su sucesor, Benji es hombre y le encanta el fútbol, él también podría seguir los pasos de nuestro padre, ¿no es cierto? Pero el problema radica en que hay tres inconvenientes: el primero, que no sería capaz de hacerle algo así a mi hermano menor, es decir, aventarlo a la locura de papá; el segundo radica en que el deporte que a él más le gusta, mucho más que el fútbol, es el patinaje artístico sobre hielo y vaya que es bueno en eso, y el tercer problema, quizás el de mayor peso, es que en Japón se tiene la tradición de que el que sigue los pasos del padre es el hijo mayor… Aun así, yo me rebelo: ¡Estamos en Alemania, maldita sea! ¿Por qué tengo que seguir las tradiciones de un país que se encuentra al otro lado del mundo y que prácticamente no conozco aunque haya nacido en él?
Desde muy niño me di cuenta de las intenciones de mi padre, bien dicen que siempre he sido más maduro de lo que se esperaría para mi edad así que no necesité de mucho para notar que desde que comencé a tener uso de razón mi papá ha estado preparándome para ser su sucesor. Curiosamente, detalle escabroso a resaltar, me compró varias gorras de todos los colores posibles así como balones de fútbol y guantes de portero, además de que colgó en mi habitación varios póster de los mejores porteros de la historia (bueno, admito que el de Buffon y el de Neuer me agradaron bastante aunque a mí no me gustan las gorras y nunca las uso). Mi cuarto parecía más un altar dedicado a los "dioses protectores" del fútbol soccer que una habitación de un niño de tres años, y así se quedó hasta que cumplí diez años y cambié los balones por computadoras y libros de Harry Potter aunque los póster se quedaron ahí, quien sabe por qué, quizás como recuerdo de mis primeros años de infancia (o porque me gustan, ya, lo admito). Y mi padre no se detuvo ahí, no señor, me enseñó a detener un balón de fútbol cuando yo tenía cuatro años de edad, a pesar de que mi madre le dijo en repetidas ocasiones que mi desarrollo motor y mi físico aún no eran los adecuados para esta tarea. Vaya que soy precoz, ¿no es cierto?
Una noche, cuando tenía seis años, escuché a mi madre hablar con mi padre, cuando se suponía que tanto mis hermanos como yo ya estábamos en el mundo de los sueños. Qué puedo decir, mi mejor amigo me enseño a espiar a los adultos y no he podido quitarme esa costumbre.
- Mañana llevaré a Daisuke para que haga prueba en las ligas menores de fútbol.- dijo papá, el cual se veía muy entusiasmado.
- Gen, no quisiera cortar tus ilusiones pero, ¿no crees que Dai es aún muy joven para eso?.- cuestionó mamá.
- Yo empecé a jugar fútbol cuando tenía su edad.- replicó mi padre.- Éste es el momento ideal, si comienza a jugar ahora podrá convertirse después en un gran portero.
- No me refería a eso.- mi madre suspiró.- Es solo que... ¿No crees que deberías de darle la oportunidad a él de elegir?
- ¿A qué te refieres?.- papá estaba confundido.
- A que quizás no quiera ser jugador de fútbol.- contestó mi mamá, con suavidad.
Noté que mi padre mostraba una expresión extraña en los ojos. Le masculló a mamá unas cuantas palabras que no recuerdo y después se marchó. Mi madre se veía algo triste pero lo que más se me quedó grabado en la mente fue la expresión de desilusión que puso papá. No me gustó verlo así de manera que, sin emitir ni una queja, dejé que él me llevara al día siguiente a las pruebas de fútbol.
Volviendo al presente, el teléfono ha comenzado a sonar y Mine lo contesta como siempre. Oh, la fiel, querida y leal Mine, nuestra incondicional ama de llaves y niñera, quien al poco tiempo se hace presente llevando el teléfono en la mano.
- Señorita Jazmín, tiene una llamada.- anuncia Mine con su voz cantarina.
- Gracias, Mine.- sonríe Jazmín, al tiempo que se levanta corriendo a contestar.
Yo hago una mueca de desagrado. ¿Quién en esta época llama a los teléfonos fijos? Es más, no tengo idea de por qué seguimos teniendo uno en casa siendo ésta la era del Internet. Oh, es verdad, que mi hermana es tan popular que no le pasa el número de su teléfono celular a cualquiera, así que cuando alguien que no pertenece a su selecto círculo de amigos quiere llamarla, la persona en cuestión se ve obligada a copiar el teléfono de nuestra casa de la lista de contactos de emergencia que aparece en la página de Internet de la escuela.
- ¿Quién le ha llamado a Jazmín?.- pregunta mi padre, un tanto enojado. Celos de padre, supongo, se pone así con cualquier probable prospecto que se acerque a cualquiera de sus hijas.
- Nadie importante.- respondió Aremy de inmediato, sin descuidar el juego que aún mantenía con Benji.- Si lo fuera le habría llamado al celular.
Mi hermana mayor es tremendamente popular. ¿Lo había dicho ya? Jaz heredó el carisma y la belleza de mi madre, lo que hace que la gente se le acerque como moscas a la miel. Cada noche Jaz recibe al menos unas cinco llamadas de diferentes compañeros de su clase, por no mencionar que otros tantos también la contactan por chat. Yo no soy tan popular como ella pero tampoco me importa puesto que heredé el carácter serio y reservado de mi padre, así que no tengo muchos amigos realmente y no me interesa tenerlos, dicho sea de paso.
Ahora es el timbre el que suena. James, nuestro mayordomo, va a abrir la puerta. El viejo y confiable James, siempre tan dispuesto a cubrir las travesuras de los cuatro niños Wakabayashi, es tan agradable que se ha ganado el cariño de todos, es imposible no quererlo cuando evita que alguno de tus papás te deje castigado de por vida.
- Joven Daisuke.- James se aparece poco después, hablando con la formalidad que sólo emplea cuando está en presencia de mi padre.- El joven Mijael está aquí.
- ¿Mijael tocando el timbre?.- pregunté, sorprendido.- ¿Qué sigue, Aremy comportándose como una niña buena y bien educada?
- Te oí.- gritó mi hermana menor, enojada, mientras yo soltaba una carcajada.
- Arrojé mi computadora a un lado para levantarme y asomarme al vestíbulo. Me encuentro ahí con un muchacho de quince años, de cabello muy rubio y ojos azules, quien está paseándose de un lado a otro del vestíbulo cual león enjaulado. Se trata de Mijael, mi mejor amigo de toda la vida, cuya hiperactividad le impide estarse quieto en un mismo lugar durante más de un minuto.
- ¡Qué hay, Chucky!.- me saluda usando un apodo que surgió gracias a Benji.- ¿Qué haciendo?
- Estoy tratando de escribir un libro sobre mi vida, Fede.- respondo yo, usando el diminutivo de su segundo nombre, Frederik.
- ¡Yaaa, ni que fueras tan viejo!.- ríe Mijael.- Estás muy grave en verdad.
- No más que tú, que viniste a tocar el timbre en vez de colarte por una de las ventanas abiertas, como es tu costumbre.- repliqué.- ¿Qué mosca te picó?
- ¡Ah! Papá me amenazó con castigarme una semana si vuelvo a colarme aquí como si fuera vagabundo, según sus palabras.- Mijael se encogió de hombros.- Ya sabes, quiere que me comporte como una persona decente. Quizás para mañana ya se le olvidó y entonces pueda regresar a mis viejas costumbres. ¿No quieres jugar fútbol un rato?
- En serio, ¿quién eres tú y qué hiciste con el Fede?.- cuestioné, perplejo.
- De vez en cuando me dan ganas de jugar.- Mijael le restó importancia al asunto.- Si quieres hacemos otra cosa.
- Nah, está bien.- me encogí de hombros yo también.- Le avisaré a mi madre que estás aquí.
¿Comenté ya que Mijael es el hijo de Karl Heinz Schneider, el Káiser de Alemania? ¿El mejor futbolista alemán de la historia? ¿El que ha desplazado a Klose como el jugador de Alemania que más goles ha anotado en un Mundial de Fútbol, y a Müller como el máximo anotador de la Bundesliga? ¿El capitán de die Mannschaft, el goleador estrella del Bayern Múnich? ¿No? Bueno, pues éste es un buen momento para hacerlo. Mijael es, pues, el hijo mayor del Káiser de Alemania y, aunque es dos años mayor que yo, somos los mejores amigos del mundo, con todo y que los que nos conocen digan que somos tan opuestos como el día y la noche. Hay muchas cosas por las cuales Mijael y yo somos amigos, muchísimas, una de las que más influyen es que nuestros padres son muy amigos también y que somos vecinos (de ahí que a él le dé por entrar a nuestra casa sin avisar a través de cualquier ventana o puerta abierta), pero sin duda una de las razones más fuertes por las cuales somos tan unidos es porque Mijael también sabe lo que es tener que llevar a sus espaldas un legado que no quiere: tanto su padre como su abuelo, Rudy Frank Schneider, fueron futbolistas muy reconocidos y los dos esperan que Mijael siga sus pasos. La única diferencia con ellos es que no lo ven como una imposición sino como un deseo y, aunque Mijael ha mostrado interés ocasional por el fútbol, lo cierto es que no se le ven muchas ganas de heredar el puesto vacante de goleador estrella de esta generación. De todos mis amigos, sin duda Mijael es el que mejor me comprende y él único que no me ha hecho la tan odiada pregunta de: "¿POR QUÉÉÉÉ NO QUIERES SEGUIR LOS PASOS DE TU PAAAADREEE SI EEES AAALGO QUEE MUUUCHOS QUISIEEERAAAN HACEEER?".
Regresé a la sala y me dirigí a mi madre, ignorando por completo la presencia de papá. No creo que se haya notado aún pero él y yo hemos estado teniendo algunos problemas de comunicación y no hemos sido tan cercanos en las últimas semanas como mi mamá quisiera. Por fortuna, en estos momentos ella parece no darse cuenta de que estoy ignorando a Genzo a propósito.
- Mamá, Mijael está aquí.- anuncié.- ¿Puedo salir a jugar un momento?
- Claro, mi amor.- me responde mamá, quien levanta levemente la mirada de la revista médica que lee para sonreírme.- Cuando acaben pregúntale si quiere quedarse a cenar.
- Claro que va a querer, si de eso pide su limosna.- replicó Benji, quien al parecer le había ganado el juego a mi hermana, a juzgar por los pucheros que ésta hacía.
- Avísame si viene su padre, Daisuke, por favor.- pidió mi papá. Cuando él pronuncia mi nombre, por cierto, siempre parece como si se comiera la "u" intermedia. Según él, ésa es la pronunciación correcta en el idioma japonés.
- Seguro.- respondí, muy secamente y sin voltear a verlo.
El gran Genzo Wakabayashi me lanza una mirada de resignación. Ha de pensar que mi problema es que soy un adolescente, para variar, y que las hormonas son las causantes de mi mal humor. Nunca se echa la culpa de que las cosas entre él y yo vayan tan mal, ha de pensar que es perfecto y que nunca se equivoca en algo.
Cuando salí encontré a Mijael hablando con Jazmín. O mejor dicho, coqueteando con Jazmín. ¿Qué no se suponía que ella estaba hablando por teléfono? Ah, sí, olvidé mencionarlo, Mijael Schneider está estúpida e irremediablemente enamorado de mi hermana mayor. No me sorprende, tienen la misma edad y crecieron juntos además de que Jazmín es una de las chicas más bonitas de la escuela pero, aunque aprecio mucho al Fede y lo considero "un buen muchacho" a pesar de lo loco que está, me incomoda un poco que él quiera andar con mi hermana. Quizás temo quedarme sin mejor amigo y sin hermana, yo qué sé, quizás es que Mijael no se contiene a la hora de lanzarle piropos a Jazmín y eso me incomoda porque ella sigue siendo mi hermana. Curiosamente, la única que no se ha dado cuenta de ese amor es ella, por lo que sigue tratando a Mijael como a su mejor amigo. Pobre Fede, la verdad, ya no halla qué hacer para que Jaz note que la ama con locura.
- Bueno, ¿estás listo o qué?.- pregunté, con evidentes ganas de interrumpir. Mijael es mi mejor amigo pero Jazmín sigue siendo mi hermana.
- ¿Listo para qué?.- Mijael me ignoró lo más que pudo.
- ¿No íbamos a jugar?.- insistí.- Por una vez en tu vida te dieron ganas de jugar fútbol y ahora me quieres mandar al carajo.
- Si es por mí no se detengan.- dijo mi hermana mayor, con una sonrisa.- De cualquier manera ya es la hora en la que hablo con Danielle y no me perdonará si la dejo colgada.
- Mejor quédate a vernos, anda.- pidió Mijael, tomándola del brazo.
- Me gustaría, Mija, pero ya quedé con ella y no puedo dejarla colgada.- Jazmín puso cara de disculpa.- Nos veremos mañana, ¿está bien?
- Como sea.- Mijael lucía decepcionado.- Bien, Wakabayashi, ¿estás listo?
Que me llamara por mi apellido era una muestra de lo decepcionado que estaba. Mi hermana, como siempre, no se dio por aludida y regresó a la casa. Mijael sacó entonces un balón de fútbol bastante desgastado y se puso a patearlo. Ese pobre balón ha estado con nosotros durante muchos años y lo hemos usado para descargar nuestra frustración en muchas ocasiones, de puro milagro sigue estando entero.
- Dijiste que ibas a traer un balón nuevo.- gruñí.
- No me dio tiempo de comprarlo.- Mijael empieza a hacer que el balón rebote repetidamente sobre su cabeza.
- ¿Qué no te dio tiempo?.- bufé.- Salimos de clases a las 3 de la tarde. ¿Qué haces después de eso?
- Molestar a Gio.- Mijael se encogió de hombros.- Trepar por las paredes, lo habitual.
Giovanna Ferrari es la prima italiana de Mijael, quien está de intercambio en Alemania durante un ciclo escolar. Sus padres quieren averiguar si ella y sus dos hermanos se pueden adaptar a nuestra escuela, la prestigiosa Wittelsbach, para transferirlos de manera definitiva por lo que los tres están viviendo en la casa de los Schneider.
- Ya déjala en paz.- digo yo.- Mejor haz algo de provecho.
- Uy, sí, aquí viene el enamorado a querer defender a mi prima.- se burló Mijael.- Gio, dame un besito.
- Ya cállate.- comencé a sentir que la cara se me ponía roja de la vergüenza.
Sí, qué quieren. Me gusta la prima italiana de Mijael, no me importa que ella sólo me vea como el "amigo buena onda de su primo". Argh, ¿hay una peor manera de enviar a alguien a la friendzone? Al menos le caigo bien pero me gustaría que me viera con otros ojos. Gio es preciosa, simpática e inteligente pero lo que más me llama la atención de ella es que sabe usar el sarcasmo de una forma fina y elegante que rara vez se ve en una chica. ¿Qué más se necesita para que te guste alguien? ¿Ya dije que es preciosa? Tiene unos hermosos ojos azul cielo que me hacen divagar… Argh, si mis compañeros de la escuela se enteran de lo que pienso de ella me van a tachar de cursi.
- Dame tu mejor disparo.- digo, para que Mijael deje de fastidiar.
- Creí que no te gustaba jugar de portero.- comentó Mijael, sorprendido.
- Psss, de vez en cuando.- me encogí de hombros.
Mijael toca el balón con los pies y lanza un potente tiro, tan potente como puede hacerlo un muchacho de 15 años. Mi herencia futbolística hace que adivine la trayectoria del disparo y me lanzo sin dudarlo. Por supuesto, el balón se queda entre mis manos aunque Mijael no se ve particularmente asombrado.
- Cada vez que un Schneider y un Wakabayashi se enfrentan van a quedar empatados.- comentó mi molesto amigo, con cierta altanería 'schneidersiana'.- Eso ha sido desde tiempos inmemorables, desde que se creó el Universo, y seguirá siendo por toda la eternidad. La última vez que nos enfrentamos te anoté gol, por lo que es lógico que ibas a detener este disparo.
- Eso es válido sólo para nuestros papás, no para nosotros.- repliqué, molesto porque una vez más me comparan con mi padre.- Somos personas diferentes.
- Eso es verdad.- aceptó Mijael.- Pero tienes qué admitir que cada vez que nos enfrentamos tú y yo, quedamos cincuenta a cincuenta, tal y como les sucedía a ellos.
- No estás seguro de eso, ni siquiera has visto a mi papá jugar.- repliqué, apretando el balón entre las manos.
- Claro que lo he visto jugar, en el Mundial pasado.- se defendió Mijael.
- Te quedaste dormido los últimos treinta minutos del partido.- le recordé.- Tus ronquidos asustaron a mi hermana.
- Para eso existen los videos, para grabar esos bellos momentos que hacen que te quedes dormido.- replicó Mijael, sin inmutarse.- Y no estaba roncando, estaba probando que el pecho de Jaz es buenísimo como almohada.
- Ya cállate.- esto último hizo que me enojara más.
Me levanté del suelo, en donde quedé tras agarrar el balón, y me sacudo el polvo de los pantalones. De repente se me quitaron las ganas de jugar fútbol.
- Hagamos otra cosa.- comenta Mijael, quien se ha dado cuenta de mi estado de ánimo.- Y lo de tu hermana lo dije en broma.
Por algo siempre ha sido mi mejor amigo, aunque a veces me quiera hacer enojar usando su gusto por Jazmín. De sobra sé que él nunca se pasaría de listo con ella por más guarro que a veces se comporte.
- ¿Qué te apetece hacer?.- pregunta él, mientras pateo con fuerza el balón y lo arrojo al tejado de la casa.- Si quieres podemos jugar al Call of Duty o al GTA V.
- Qué se yo.- me encojo de hombros.- Podríamos intentar hackear a la NASA también.
- Uy, eso sería divertido pero no sé si tu computadora sea tan potente.- Mijael esbozó una sonrisita maliciosa. - ¿Y si probamos con algo menos importante, como la base de misiles de Corea del Norte?
- No sería mala idea.- repliqué.- O podemos jugar al GTA V para evitar otra guerra mundial.
El que Mijael me siguiera la corriente no fue sólo porque así es su personalidad sino también porque, tal vez sin querer, rompió la Regla de Oro y me ha comparado con papá, y ésa es su manera de hacer que me distraiga. Hace un año hicimos la promesa de que nunca nos diríamos que nos parecemos demasiado a nuestros padres porque, como ya lo comenté anteriormente, a él también lo comparan mucho con su papá, incluso a la gente le ha dado por llamarlo "der Fürst", Príncipe Heredero en alemán, en alusión a que es el hijo mayor del Káiser. Mijael es tan bueno en el sóccer como su papá, es la verdad, pero aunque a él no le desagrada como a mí que lo comparen con su padre, no tiene muchas ganas de ser futbolista, le gusta más el motocross y a eso se quiere dedicar.
- Ya sé que te puede animar.- dijo Mijael, de repente.- Mi hermana tiene una pijamada esta noche, podríamos ir a echar ratones en las bolsas de dormir de sus amigas.
Lo más seguro es que Aremy esté invitada a la fiesta, ella y Vania Schneider son muy unidas, quizás porque tienen la misma edad. El imaginar los gritos de terror de Aremy hace que me sienta inexplicablemente alegre. Sí, es verdad, es mi hermana menor y la adoro pero quizás por eso mismo es que me encanta hacerla enojar.
- Dale.- acepté.- Quizás podamos encontrar algunos ratones por aquí.
- De veras que eres un infeliz.- ríe Mijael.- Ya ni porque se trata de tu hermanita menor.
- Mira quién habla.- repliqué.- Tú vas a hacer exactamente lo mismo.
- Ya lo sé.- aceptó él.- ¡Pero es que es tan divertido ver a Vania chillar! Por cierto, lo siento, no debí mencionar a nuestros papás hace rato ni compararnos con ellos.
- No te preocupes.- abrazo a mi mejor amigo.- Al menos yo no estoy catalogado ya como el Fürst de Alemania.
- Cállate.- Mijael hace una mueca y los dos reímos.
No me malinterpreten, yo amo y admiro a mi padre. Pero soy Daisuke Wakabayashi, no un clon de Genzo Wakabayashi, y por lo mismo quiero seguir mi propio camino.
Notas:
- Lily Del Valle, Jazmín, Daisuke, Benjamín y Aremy Wakabayashi son personajes creados por Lily de Wakabayashi.
- Mijael Schneider y Giovanna Ferrari son personajes creado por Elieth Schneider y usados con su expreso consentimiento.
- Todos los personajes de Captain Tsubasa son creación y pertenece a Yoichi Takahashi y Shueisha.
- Ésta es una versión "corregida y aumentada" del fanfic "Boku wa Wakabayashi Daisuke" que escribí en el año 2006. He decidido reescribirlo por completo para hacer un remake pues quiero desarrollar la amistad que hay entre Daisuke y Mijael Schneider y plasmarla en un fic. Habrá tantas modificaciones en esta historia que se puede considerar como un fanfic diferente, por eso es que voy a publicarlo aparte del original pero como se va a conservar la trama y algunos hechos importantes que suceden en la historia decidí dejarle el mismo nombre. ¿Por qué no hago un fic nuevo con una temática nueva? Porque éste es muy importante para mí y me gusta mucho el desarrollo que tuvo Daisuke en esta historia pero como se han hecho muchos cambios en las relaciones, parejas y personajes que aparecen en este fanfic durante los once años que han pasado desde que la escribí me dije que sería buena idea sustituir esos personajes por los actuales (además de que así me deshago de algunas parejas que no terminaron de agradarme).
