Disclaimer: Ya saben como va esto, los personajes no me pertenecen, créditos a Kirkman.
Evaporarse.
Se estaba evaporando, al igual que el humillo que insistía en exhalar. Las voces se aglomeraban a su alrededor como si aún estuviesen presentes en él; huellas que le rasgarían la piel maltratada. Los vanos recuerdos de aquellos que se fueron latían presentes en su memoria. Sus orbes se mantuvieron fijas en lo que mañana se llevaría su insulsa vida, atenta y silenciosa.
Y él, con olor a tabaco, expulsó de sus pulmones el humo que se había colado por su organismo, cuándo su rostro se ocultaba tras los hilillos castaños de su cabellera larga y desordenada, sucia y cansada. Encogiáse en su soledad, mientras el sol se camuflaba tras las grandes murallas que los protegían a todos, a su familia.
A una ya dañada y atormentada, el mismo lugar dónde podían tener algo.
Inhaló una vez más, antes de volver a darle una calada a su cigarrillo.
Las manchas de una sociedad destruida se impregnaban más en sus hombros. ─Deberías dormir. ─ La voz de Jesús retumbó en sus tímpanos, el cual había perturbado el silencio que ambos hombres mantenían desde el atardecer. Entonces, ignoró el leve titubear en el tono de voz de aquel extraño. ─Estoy bien. ─ Respondió, devolviendo su mirada a sus manos callosas, ásperas y fuertes.
Y eran las reminiscencias de los que había querido, el mismo tormento que no le dejaba conciliar el sueño; las mismas voces que se aparecían cada vez que sus párpados se sellaban para descansar. Entonces, ¿Cómo podría? Rememorar cada momento vivido con ella, era encaminarse él mismo a ese dolor que lo ahogaría.
─ Nada de "umh",
¿Qué te cambió de parecer? ─
Suspiró y lo volteó a ver, al rubio que apoyaba una de sus manos en su espalda, leve e imperceptible, pero segura. Y no dijo nada, porque no había palabras que decir, tampoco se alejó abruptamente.
Sólo se quedó de esa forma, inmóvil y calmado, como un perro hostil al que habían acariciado con parsimonia. Esas situaciones dónde volvía su vista al paisaje y se dejaba llevar por las efímeras partículas de su existencia.
Entonces, él le ofreció toscamente su cigarrillo. Y Jesús comprendió. Luego de mirarlo fijamente, lo rechazó con una risa. Y sin esperar nada a cambio, le escuchó susurrar honestamente: ─Extraño mi ballesta. ─
Sólo algo random.
Goliath.
