Este es mi primer fic que me animo a publicar y de verdad espero q les guste. Ya saben comentarios para saber q tal lo hago o si me debo de tirar de frente al rio con una piedra atada a los talones...jejejeje.
Bien, la clásica. Los personajes de este fic no me pertenecen si no a J.K.Rowling y/o Warner Bross, y no obtengo ningún beneficio económico por ello, sólo es pura diversión.
Listo... y no me dolió! yeyeyeye
Gise.
CAPITULO 1. UN NUEVO AMANECER
EPILOGO
Después de una larga y pesada noche en la que no pudo dormir no más de dos horas seguidas, al fin se levantó. Camino mecánicamente hasta el cuarto de baño, se sentó en un taburete de seda roja que había frente a un gran espejo de cuerpo entero tallado en madera, con dos serpientes entrelazadas como ornamento y se desvistió pausadamente, repasando en su mente los sucesos de la noche anterior, tratando de usar su fría lógica en todo ese asunto pero sin resultado. No podía entender el porque de su comportamiento, intentó inútilmente, de nuevo, las mismas respuestas, pero había algo en ellas que no le permitía darse por satisfecho.
Lentamente se incorporó dejando ver su cuerpo desnudo. Se miró en el espejo, como tantas otras veces lo hacía, para admirar la manera en que había cambiado en estos últimos años. Cómo había dejado de tener el cuerpo de un chiquillo para tener ahora la complexión de un hombre, pero esta vez, hizo una mueca de disgusto. Allí sobre su pálido torso cerca de su cuello había una marca aún visible. Era un rasguño. Parecía hecho por una mano pequeña y frágil, sonrió inconcientemente. Cuan equivocado se sentía por esta primera y fugaz apreciación. Sacudió la cabeza para evitar seguir el curso de sus pensamientos y esta vez sin parsimonia entro en la ducha. Abrió el grifo de agua y a pesar del contacto del agua fría contra su pálida piel, no consiguió aquietar esa vocecilla dentro de su cabeza, en su mente, que le decía… "te gustó".
Semanas antes de este suceso, Draco Malfoy, no podría haberse imaginado que otra vez podría experimentar el cúmulo de sensaciones y sentimientos que pasarían de nuevo por su cabeza y su alma, aunque esta vez era diferente porque abarcaban el plano físico - su cuerpo -.
El había permanecido escondido todo el verano en uno de los escondrijos de Snape, después de la muerte del profesor Dumbledore. Había tenido el suficiente tiempo para pensar acerca de su "misión" como le habían llamado los mortífagos. Aquellas personas que él consideró alguna vez sus iguales, su familia. Cuan lejos estaba de todo eso ahora. Ahora que había tenido oportunidad de meditar sobre lo que él realmente deseaba y quería. Sólo, sin presiones de sus padres ni amigos, que esperaban de él nada más que una única cosa: que se convirtiera en mortífago y siguiera a Lord Voldemort.
En esas largas semanas pudo descubrir y entender muchos aspectos equivocados de su vida. Uno de ellos, el concepto equivocado por el que tenía cierto apego por su profesor favorito "Severus Snape"
Siempre pensó que la empatía que sentía hacia su maestro, era por el odio común que tenían hacia los sangre sucias y sobre todo hacia Harry Potter. Nunca vio más allá de esto y no le importó ahondar más en las razones, pero después de lo ocurrido en el despacho del director de Hogwarts, tuvo demasiados momentos para abstraerse, reflexionar y recapacitar. Sobre todo recapacitar, en el verdadero sentido de la amistad. Snape le demostro cuanto lo apreciaba para salvarlo de convertirse en asesino.
Recordaba fragmentos de la conversación con su maestro y ahora amigo Snape
- No debes culparte por lo ocurrido entiendes Draco?.– gritó Snape. Dumbledore y yo sabíamos lo que el Señor Oscuro te había pedido que hagas.- le espetó fieramente mirándole el rostro que ahora estaba aún más pálido de lo habitual.
– No sientas más culpa de la que ya tienes. – continuó Snape. La única culpa fue ser lo suficientemente crédulo para creer que esa gente se preocupaba por tu bienestar o que les importaba tus sentimientos.
- Yo creía que ellos se interesaban por mí. – le respondió Draco Malfoy, mientras trataba inútilmente de secarse algunas lágrimas que lograban escapar de sus ojos, disimuladamente con el dorso de la mano.
– También pensé que "la misión" que me habían encomendando era la prueba de que yo era igual que ellos. – el chico rubio aguantó la respiración y concluyó. – Pero no pude hacerlo, finalmente entendí, que no soy como ellos.– al decir esto Draco levantó la cabeza como siempre lo hacía cuando quería denotar superioridad - no sé, si es valentía o cobardía de mi parte. – terminó diciendo. Es algo que tengo que averiguar por mi mismo.- dijo, más para sí que para Snape.
Para cuando terminó la discusión, había entendido donde, en todo el mundo, estaba el cariño que siempre había anhelado. Estuvo siempre al alcance de su mano. En una habitación donde había muchos retratos, una percha para un fénix y un gran escritorio de madera detrás del cual se sentaba la única persona que le importó tanto su vida y su bienestar, que dio la suya a cambio.
Esto – pensó acertadamente Draco – "esto finalmente me cambió la vida ".
Desde ese momento ya no quiso hablar con nadie más. Severus Snape pudo finalmente probar a la Orden del Fénix todo lo dicho, con una carta que el mismo Fawkes entregó a Remus Lupín, a la semana siguiente de la muerte de Dumbledore.
En la carta, de puño y letra del mismo Director, éste explicaba claramente que había usado el "Juramento Irrompible" sobre Snape, para que, llegado el momento, de salvar la vida de cualquier estudiante – en este caso específico a "Draco Malfoy" – no dudara en sacrificar su poca importante vida, - según sus palabras textuales - y utilice el "Avada Kedavra" sobre él.
Después de esto Draco pudo volver al Colegio Hogwarts para lo que sería su último año. Más sólo que nunca. Rechazado por sus condiscípulos- los Slytherins – y eternamente odiado por sus enemigos – los Gryffindors.
- No me interesa de que manera me lo digan ni de que ángulo lo mire.- concluyó el pelirrojo, desparramándose en el banco de la mesa de Gryffindor. – Para mí, él es y será la causa de todo lo malo que pasa en Hogwarts.
- Yo también creo que Dumbledore no tendría que haber sentido la necesidad de sacrificarse, si es que el imbécil ese no hubiera jugado al…. "miren ya soy un hombre, soy un mortífago"….- dijo Harry
- No seas tan duro y cerrado en ese punto como Ron, Harry.- tercio Hermione.- No ven que ya la esta pasando muy mal ya, sin ayuda de nuestra parte?
Mientras decía esta última frase.- Hermione levantó la cabeza hacia la mesa de los Slytherins, mientras dirigía su mirada hacia un punto al extremo de la mesa.-
Y pudo ver como Draco Malfoy, el otrora presumido, vanidoso y engreído Draco Malfoy, estaba sólo en un rincón, ensimismado y jugando con su tenedor en el plato lleno sin probar bocado.
Sintió algo de rabia tanto por costumbre como por tradición, pero casi inmediatamente, su lógica hizo que la compasión le ganara a estos sentimientos. Justo cuando ya iba a desviar su punto de atención, se encontró con dos fríos ojos grises que la miraban desde ese rincón. No supo identificar la expresión en ese rostro, no era la usual mirada de superioridad. Le pareció ver tristeza en aquellos ojos color plata.
– "Eres una tonta sentimental Hermione". – se dijo mientras desviaba la vista rápidamente, sorprendida por ese par de segundos, en los que no sintió el usual despreció en los ojos fríos de Malfoy.
