Los personajes de Soul Eater no me pertenecen.

Advertencia: De verdad me desagrada Kami, no lo puedo evitar, por lo que tal vez este OS tenga un poco de Ooc gracias a eso. Intenten no odiar a Soul, el solo... véanlo por ustedes mismos.


Sus ojos no perdieron ningún momento de los movimientos de su madre, algunos eran torpes, otros la alarmaban y motivaban a decirle que parara, pero simplemente se quedaba en silencio. Estaba sorprendida e incómoda.

Kami Albarn se había presentado esa mañana en su departamento, sin ningún aviso y con un regalo de cumpleaños para su hija. Eso no sería problema si no fuera porque el cumpleaños de Maka había sido hace un mes, evitó comentárselo para que no se sintiera mal, era una lástima que Soul no pensara eso y se lo hiciera saber.

Por alguna extraña razón, su arma se comportaba de manera tosca con su madre, no llegaba a ser grosero, pero los comentarios sarcásticos no se habían hecho esperar. Era extraño, él sabía cuánto admiraba a su madre, aún así no se contenía, hacía comentarios que harían cuestionar sobre la maternidad de la mujer y aunque no quisiera admitirlo, la hacía dudar a ella.

Ahora su Kami estaba cocinando, ignorante de las miradas que su hija le daba, también ignoraba la presencia del albino y de su ex-esposo. Se notaba que no estaba acostumbrada a cocinar, pues había tenido que rehacer dos veces ya la comida, haciendo que los comentarios desagradables se hicieran un poco más frecuentes.

Una vez que terminó con su tarea, comenzó a servir los platos y dejarlos frente a cada persona presente. Todos los ojos se fueron a Maka, quien miraba su plato con mala cara, Soul se le acercó para retirarlo y cambiarlo por un poco de pasta de la cena de la noche anterior, todo esto bajo la mirada atónita de la mujer.

―¿Qué...?―

―A Maka no le gusta el salmón, una larga y para nada recordable historia.― Aclaró Spirit, le había prometido nunca hablar de ese día de nuevo, su pobre bebe de solo nueve años de verdad se había sentido humillada.

―Lo siento, no lo sabía.― La rubia adulta jugó con su comida mientras bajaba la mirada, se había esforzado en eso. Recordaba que a su hija le gustaba el pescado, en especial el sushi que comían cada tercer Viernes de cada mes.

―Es una suerte que no le hiciera algún postre con maní ¿Te imaginas los titulares del periódico si hubiera sucedido?― Soul se aclaró la garganta para continuar. ―"Madre mata a su hija por no saber que era alérgica al maní", te has salvado, Maka.― Casi sin disimulo, la chica pateó a su compañero por debajo de la mesa, se estaba pasando un poco.

―Si sé que Maka es alérgica al maní, se lo detectaron a los cuatro años.― La mujer no intentó disimular su enojo, hace mucho se le había acabado la paciencia y ya no quería disimular.

―¿En serio?― Ante el evidente sarcasmo en la voz del albino, padre e hija se miraron, sin querer intervenir. Spirit porque sabía que lo que el arma decía era lo que él no había podido expresar al quedarse solo con una hija, y Maka simplemente permanecía en silencio porque no había visto la necesidad de hablar. Si madre era una desconocida para ella, no sabía de que hablar en esos momentos. ―¿Sabe que Maka es el mejor promedio de la clase, o que no solo lee libros de estudios? ¿Sabe que ella escribe poemas cada vez que necesita liberar tensión, sabe que ella podría cocinar un salmón de lo más exquisito aunque no le gusta?― Mientras las palabras iban saliendo, Maka solo podía sonrojarse, su compañero de verdad la conocía y estaba haciendo alague de eso.

Kami solo quedó en silencio, no no sabía eso, no sabía que su hija podía hacer tanto. Sabía de su afición a los libros, Spirit se había dedicado a que ella fuera alguien que amara las letras y lo había hecho bien.

Ante el silencio de su madre, Maka decidió intervenir. ―Mamá, te quería agradecer por las postales, de verdad me han alentado en momentos difíciles.― El pelirrojo y el albino se miraron, estaban tensos y eso se les notaba mucho. Kami solo miró a su hija con una sonrisa que costaba mostrar su significado.

―¿Postales? ¿Qué postales, querida?― No lo negaría, era la primera vez que oía sobre algunas postales. Ella solo sabía de Maka gracias a algunos llamados de Spirit, incluso él le dijo donde estaba el departamento.

La peliceniza se paró, fue a su habitación y volvió. En sus manos tenía una caja, ni tan pequeña ni tan grande. ―Estas postales...― Al abrir la caja dejó ver las muchas postales que recibía a nombre de su madre.

Kami miró a su ex-pareja, buscando una respuesta, pero solo recibió una mirada nerviosa. ―Maka, querida. No se como decirte esto, yo no he escrito ninguna de esas postales, no sé quién las escribió.― Maka pestañeó un par de veces, miró a los tres presentes antes de correr a su habitación. Soul fue el primero en reaccionar y seguirla, pero antes de tocar la puerta de su técnica le habló a los adultos.

―Será mejor que se vayan, tal vez no quiera salir en un rato. Diría que fue un gusto, pero el salmón estaba algo crudo.― Mostrando su sonrisa de tiburón, entró a la habitación de la ojiverde, dejando a la ex-pareja en la sala.

―Vamos, te llevaré al hotel―

El camino al hotel fue en silencio, Spirit quería volver rápido al departamento para explicarle a su hija que no debía de ponerse triste, que el era el culpable de esas postales y que lamentaba haberle mentido. Pero si lo hacía se ganaría el odio de su pequeña, más del que ya tenía. Eso era su culpa, nunca le debió decir a Kami que fuera a visitarlos, había sido un error.

―Fue una mala idea, debí haberte preguntado más de ella. ¡Hice salmón! Ella lo odia, ella me odia.― Miró al pelirrojo buscando apoyo. ―¿No me diras lo contrario?―

―No, tienes razón. No la conoces y la dejaste sola, tu problema era conmigo no con ella.― Detuvo el auto frente al hotel, no quería hacer sentir mal a su ex-mujer, pero necesitaba saber que ella sentía el haber abandonado a su hija a tan temprana edad, el no haber estado en momentos importantes. No le importaba el que lo dejara solo, le importaba el que dejara a Maka atrás, como si no le importará. ―Ella te admira demasiado, o lo hacía hasta hace unos momentos. Se esfuerza en clases e intenta no matar a su compañero con golpes ¿No pudiste fingir que habías escrito esas postales? Cada vez que escribía una de ellas pensaba en lo feliz que ella se pondría al pensar que su madre se preocupaba por ella. Pudiste fingir y quedarte con el crédito, al igual que la vez que me convertiste en Death Scythe, debiste haberla puesto feliz.― Aunque no caían lágrimas, se notaba que el pelirojo estaba destrozado, pues su voz se entrecortaba y apretaba fuertemente el volante.

―No puedes culparme, me sentía destrozada, insegura. Me hiciste mucho daño y necesita pensar en mi. Quería comenzar una nueva vida, cumplir mis sueños y ser una persona mejor.― Lo volvía a culpar, como lo había hecho hace ya mucho tiempo. El silencio reino en el auto, ninguno hacía algo para alejarlo. Pasaron un par de minutos antes de que ella volviera a hablar. ―Nunca deje de querer a Maka, pero si la tenía cerca recordaría el porque me había quedado. No quería que ella pensara mal de ninguno de nosotros, no de mi.―

―Estas mal.― La voz de Spirit resonó como un trueno en el auto. ―Ella piensa que yo soy el malo, tiene razón, te fuiste por mi culpa. Hice todo lo que estuvo a mi alcance para que por lo menos tuviera una figura adulta a la cual admirar, le contaba nuestras batallas contra kishines, lo buena que eras en shibusen y cuando no podía más...― Los ojos azules del hombre se dirigieron a la mujer. ―Cuando no podía más y pensaba que ella no creería nada. Ella llegaba con una sonrisa diciendo que encontraría un arma que pudiera convertirse en Death Scythe como tu lo habías logrado. Aún así, no podía evitar visitar esos bares, las mujeres de ahí me daban palabras de aliento para cuidarla. Por favor, Kami, no arruines la felicidad de mi pequeño angel.―

―Será mejor que me vaya ahora, nos vemos mañana, cuando las cosas estén más tranquilas.― ¿Estaba huyendo? No lo sabía, pero eso era demasiado para ella. ¿Qué esperaba? ¿LLegar después de más de diez años, golpear la puerta de su hija y que todo volviera a la normalidad? Esa era la idea, pero todo había salido mal, todo gracias a ese Soul Eater, lo culpaba a él, a él y a Spirit por estar presente en su regreso.

El pelirrojo soltó un suspiro antes de poner en marcha el auto y regresar al departamento de su hija, en su condición, ella no debía pasar por esas situaciones.

Al entrar al lugar lo invadió un silencio, no había llanto ni nada por el estilo. Con preocupación se dirigió al cuarto de la ojiverde, encontrándose con su hija dormida en brazos del pianista. Con una mirada pidió permiso para acercarse y acariciar los cabellos de su pequeño angel.

―Se quedó dormida mientras lloraba, debimos haberle dicho de las postales cuando me entere.― En la voz de Soul se podía oír la culpa, él lo entendía, no llevaban más de unos meses casados y ya le estaba ocultando cosas.

―Lo hicimos por su bien, ella me hubiese odiado si le decíamos.― Era egoísta de su parte, pero no podía soportar que ella lo volviese a alejar de su vida.― Lo siento, hija.―

―No está molesta contigo, pero tal vez deban conversar sobre esto cuando despierte.― Ambos se quedaron en silencio, vigilando el sueño de Maka, el albino la sostenía protectoramente, a veces acariciaba su vientre, todo era inconsciente. Spirit sonreía al ver esa escena, sabía que Soul cuidaría a su pequeña y a su futuro nieto, él también los estaba protegiendo, no importaba si después de hablar con ella se enojaba.

―Me gustaría ya no provocarle dolor.― Fue lo último que dijo antes de volver al silencio. Ambos sabían que ella dormiría un buen rato, todos necesitaban descansar de ese día. En el momento en que tuvieran que hablar lo harían, ya sin mentiras y ateniéndose a las consecuencias de la verdad.

Fin


De verdad no quiero que odien a Soul, el solo estaba protegiendo a Maka, a su familia, puede que haya sido duro y cruel, pero es porque de verdad me lo imagino sobre-protector con esos asuntos.

Sin más que decir me despido, nos leemos.