Hola, bien soy nueva en esto, así que no se muy bien que decir. Este es mi primer fic que escribiré acerca de Harry Potter y debo decir que soy muy lenta escribiendo, así que si hay alguien por ahí que le interese, me tenga mucha paciencia. Esta invención mía se sitúa después de la guerra y eliminando el epílogo por supuesto.

Disclaimer: Obviamente todo el mundo mágico y maravilloso le pertenece a JK Rowling y a su prodigiosa imaginación.


Los rayos del sol sobre su rostro la despertaron, y aún tenía la sensación de mareo después de haber vomitado todo lo que comió el día anterior.

Tenía las sabanas enrolladas alrededor suyo de modo que no caían al suelo si no fuera por la posición en la que se encontraba. Se sentía mal. Muy mal.

Un dolor de cabeza terrible y el calor sofocante en la habitación hicieron estragos en ella; y el modo decorativo no ayudaba.

El piso estaba alfombrado de un color gris claro, una ventana grande cubierta por cortinas de lino blanco donde yacían plantas fuera de ella y frente a esta, se encontraba la cama cubierta con sabanas grises de algodón.

Ese calor abrumador que no la dejaba dormir tranquila.

Abrió los ojos rogando que ese dolor de cabeza se pasara; pero lo que encontró en su habitación la deja impactada: vidrios rotos, la mesilla volcada, la lámpara hecha trizas y libros y más objetos caídos; como si hubieran sido lanzados por alguien en un momento de ira y violencia. Todas las fotografías y cuadros en las paredes estaban en el suelo hecho añicos.

Se levanto apresuradamente en busca de su varita, y al no encontrarla en su lugar se dispuso a recoger todo y hallarla en algún lugar de ese desastre. Se quito las sabanas febrilmente y se dio cuenta de los moretones en sus brazos, su muñeca con una marca violácea y seguía hasta arriba, ahí donde Bellatrix Lestrange le tallo "sangre sucia" y del que solo quedo una fina cicatriz que era legible si te fijabas bien; estaba repleta de arañazos, volteo el brazo y un dolor profundo la aquejo: tenía una corte abierto en el codo, el tipo de herida que deja una caída cuando te apoyas en ellos para no golpearte más el cuerpo, pero parecía que no había servido porque todo su cuerpo estaba cubierto de rasguños y hematomas en distintos colores.

Se asustó y fue corriendo hasta el baño en busca de esencia de díctamo, alguien la había atacado y había destrozado su departamento en el proceso, pero no recordaba que hubiera sucedido, y no era un muggle asaltando una casa, había sido un mago quien lo había hecho y le había lanzado un obliviate para que no recordara.

Había sido como cualquier noche del viernes que llegaba de su trabajo en el Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas, cansado y cotidiano como todos, entraba y daba de comer a crookshanks.

— ¡Crookshank!—grito llamando a su mestiza mascota mitad-gato/mitad-kneazle— ¿crookshanks? ¿Dónde estás?

Pero él no apareció y empezó a desesperarse, la habían atacado no recordaba nada y tenía rasguños por todo el cuerpo,para cuando hubo encontrado la esencia no pudo destapar el corcho. Para ese momento ya estaba temblando y las magulladuras en los dedos se lo impedían.

Salió con la botellita en mano nuevamente en busca de su varita. Siempre la ponía encima del velador pero si alguien la había atacado tenía que haberla utilizado. Empezó a buscar en la alfombra entre los vidrios de retratos y recuerdos de su madre rotos, busco debajo de su cama y de todos los sitios posibles, y la encontró por fin debajo del sillón escandinavo que compro en Londres muggle cuando decidió vivir sola.

Como es que había llegado a parar ahí. Tal vez se le había caído de la mano cuando la agredían o el agresor la lanzo en cualquier dirección cuando forcejeo con ella, tenía que llamar a Harry o Ron, ellos eran Aurores y estaban más preparados en este tipo de situaciones.

Estaba temblando como una hoja de papel, y no tenía una lechuza a mano con el que enviar un mensaje. Un patronus. Necesitaba enviar un patronus a Harry. Sería capaz de invocar uno en este estado de desesperación. Un recuerdo feliz era lo menos que se le ocurría en estos momentos.

Expecto patronum —musito agobiada y con los nervios a flor de piel haciendo una floritura en el aire del que salió una voluta de humo color grisáceo que no cobro forma.

Expecto Patronum! —volvió a decir con voz fuerte concentrándose en ese recuerdo después de la guerra, ella buscando a sus padres restaurando sus memorias y devolviéndoles sus recuerdos. Una nutria brillante surgió de su varita y dio una vuelta a su alrededor y se posó en sus pies— Harry por favor ven a mi departamento.

Hermione bajo la varita y vio a su nutria alejarse, ahora solo tendría que esperar a Harry y rogar a Merlin que le informara de su situación a Ron porque dudaba volver a conjurar un segundo patronus.

Había pasado siete años desde la guerra y todavía tenía que lidiar con mortífagos sueltos que aun querían la supremacía elitista sangre-pura, pero había pasado tanto tiempo desde que capturaron a los restantes. Y el mundo mágico parecía volver poco a poco a reintegrarse de las consecuencias de la guerra.

Hermione se sentó y empezó a aplicarse un poco de díctamo en las heridas abiertas de sus brazos y vio que los rasguños y arañazos pequeños empezaban a cerrarse mientras las más grandes dejaban una marca de cicatrización de varios días. Luego procedió a ponerse más esencia en sus dedos y en las heridas de sus rodillas.

Se levantó y volvió al baño por un paño húmedo y poción desinfectante para sus magulladuras, y recién cayo en cuenta cuando se miró en el espejo, estaba pálida y tenía un corte en una ceja y la comisura de sus labios estaba partida.

Una lágrima corrió por su mejilla y sollozo, cuando se observó el cuello, había marcas de dedos como si hubieran pretendido ahorcarla.

Mas lagrimas se deslizaron por sus mejillas mientras se impregnaba más díctamo en la ceja, se sobresaltó en cuanto escucho el sonido de la puerta.

Harry debía de haber llegado, salió del baño y se encamino con cautela por el pasillo con la varita en alto. Abrió la puerta y se sorprendió al encontrarse con un hombre alto con la cabeza gacha que mostraba sus cabellos rubio platino. Donde sea que fuera reconocería ese color, y sabía a quién le pertenecía, tenía la mano en el dintel de la puerta y levanto la mirada hacia ella, con esos ojos grises que eran inconfundibles.

—¿¡Malfoy!?