Hola, estimados lectores. Espero que disfruten de la lectura tanto como disfruté en escribirla [hace ya muchos años]. Aún sigo esperando más fics de ellos.
Harry Potter no me pertenece, es propiedad de J.K. Rowling.
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Como un Slytherin
No comprendía por qué le tocó ser aquel que calmase la sed del Lord Oscuro. La sed del placer carnal. Silenciosamente acudía a su recámara y dejaba de pensar. Acallaba sus gemidos con toda la fuerza de voluntad que podía tener; a veces, su cuerpo le traicionaba y se reprendía por ello. Maldecía su suerte, a su padre y a las hormonas.
Aún así, agradecía la frialdad de su padre y lo estricta de su educación, porque le impedía derrumbarse todas las noches y tratar de quitarse la vida en cada oportunidad del día. Ya no servía llorar o escapar: estaba condenado a un hombre que podría matarlo en un parpadeo.
Terminó de quitarse su ropa y se recostó en la amplia cama. Cerró sus ojos y esperó al Señor Tenebroso sin moverse. Tembló ligeramente cuando un cuerpo se posó sobre él. Una fría mano lo recorrió sin pudor y unos labios expertos tomaron los suyos. Suponía que la locura tomó posesión de él, porque juraría que era besado con pasión.
Ya imaginaba cosas. Muy mal, Nott.
— Mírame — ordenó una voz imponente.
Los ojos del joven estudiante de quince años observaron a un apuesto rostro de un hombre ya mayor. Se preguntó si debería internarse en San Mungo por sus extraños pensamientos. La mirada carmesí resplandeció por un momento y no supo qué pensar. Gimió en voz baja al sentir cómo su miembro era estimulado.
Estaba sintiendo placer y se odiaba más. Lo odiaba porque lo deseaba y le hacía sentir bien. Definitivamente ser el amante de Voldemort, tenía grandes efectos colaterales hacia su persona.
— "Sus manos, sus labios y sus ojos son hipnóticos…" — sus pensamientos se detuvieron. Su cuello era mordido ferozmente; sabía de antemano que él adoraba dejar marcas a todo aquello que le pertenecía.
Sus piernas fueron abiertas y el enorme miembro del mayor entró en una estocada. Las embestidas fueron duras y salvajes. El Lord mordía y succionaba cada trozo de piel del joven, marcándolo en el proceso.
— Eres mío, Theodore Nott.
Y el orgasmo llegó.
No había caricias, besos de despedida ni mucho menos palabras. Nada. Sólo vacío. El muchacho supo, desde que su padre le había informado, que ya no habría vida después de que el gran Mago Oscuro le arrebatara su virginidad. Y no la hubo cuando pasó.
Incluso, a veces, aún duele.
Se despidió de las fantasías de tener un hogar y ser feliz. Estaba consciente de que cada día más se hundía en un mutismo que amenazaba con su estabilidad emocional, pero como buen Slytherin, su fría actitud impedía que cometiese una estupidez. Sólo le quedaban sus libros y recuerdos. ¿Orgullo? ¿Dignidad? La cama en la que reposaba fue testigo de la pérdida de éstas, ¿qué más le quedaba? Ya ni su alma le pertenecía, eso lo tenía muy en claro.
Una caricia en sus cabellos y un abrazo posesivo lo trajo a la realidad. Un extraño calor invadió su cuerpo marcado y manchado de semen. Tembló y la garganta se secó rápidamente, ¿qué sucedía? Eso no era parte de la rutina nocturna.
— A partir de hoy serás completamente mío — su corazón se detuvo —. Te quedarás conmigo por siempre, Theodore.
Cerró sus ojos y se relajó entre los brazos del mayor. Ambos eran de Slytherin, y como tales, el amor llegaba de formas retorcidas, oscuras y extrañas. Su amor era de odio y obsesión. No era sano ni adornado de flores.
El amor no es siempre como lo pintan.
