—¡Oh! y haz algo acerca de tus propias heridas.
Esas palabras que salieron de la boca de Zack, sorprendieron a Rachel, quien al dar una puntada, se le quedó mirándolo sin creer que había escuchado bien.
—¿Qué? —agudizando su oído ¿Se estaba preocupando por ella?
—No solo tus manos, pero tus piernas podrían requerir atención también.
Vio las mismas, los nudillos estaban ensangrentados como su rodilla que ardía presionada en el suelo.
—Si tu no puede correr o algo cuando tengamos que movernos rápido, entonces estaremos en problemas —repuso.
Parte fue pretexto, la realidad era que estaba preocupado y mientras decía esas palabras, miraba hacia otra parte. No soportaba verla lastimada por su culpa. Después de todo, esas heridas la habían hecho en medio de su búsqueda de medicina.
—De acuerdo —repuso Rachel— Tomare prestada parte de las vendas si te sobran.
—Eso funcionara —y esbozó una sonrisa.
Al terminar Ray de cortar el hilo y vendar su estómago. Sobraron lo suficiente para vendar su rodilla lastimada y quizás una mano. Sin embargo cuando justo iba a vendarse a sí misma la rodilla, le sorprendió ver la palma vendada de Zack, boca arriba como esperando algo.
—¿Huh? —articuló Ray al notar como ahora Zack, tenía su mirada fija en las vendas que iba a usar.
—¿Qué esperas? Dame la maldita venda —ella se lo dio, casi al instante. Extrañada.
Y en cuestiones de segundos, él, le estaba vendando la herida.
Era sorpresivamente cuidadoso, lo hacía lento y pausado, sus dedos cubiertos rozando su piel pálida expuesta. Ray por un momento su observó su labor. Antes de levantar la mirada y ver los ojos de Zack dirigidos a su rodilla, su corazón latió un poco más rápido, su respiración se incrementó, mas su cara no expresó sentimiento, a pesar de que su interior está floreciendo un sentimiento cálido en su pecho.
—Ya está —espetó, haciéndole un nudo.
—Gracias.
Él sonrió levemente.
—Bien, ahora veamos tu mano —y enseguida la vendó con un pedazo de tela, molestó por ver esas heridas en su delicada piel, pero no dijo nada.
Hasta que se enfureció cuando notó como una marca sobresale por la manga de su ropa.
—¿¡Qué carajo es esto!? —Cuestionó viendo el hematoma, deslizando la manga a más altura— ¡¿Pero qué mierda estuviste haciendo?!
En poco tiempo, había tenido mucho más heridas que cuando estaba con él.
—Buscándote la medicina —contestó tranquilamente.
—¡Lo sé! —Y se sintió un idiota— pero... ¡Maldición! ¿Es que no te preocupas por ti misma?
—¿Estas preocupado por mí? —rebatió.
Zack se impresionó por esa conjetura.
—Ya te lo dije, debes estar bien por si tenemos que huir rápidamente —su mirada desviada de sus penetrantes ojos azules.
—Bien.
Zack se levantó y comenzó a caminar hacia delante.
—¡Vamos, date prisa! —Anunció— ¡Tenemos que salir de este infierno! —espetó mientras su cara se sentía ardiente. ¡Agh!
