SOLEDAD.
¿Hace Cuánto que te perdí? Me he preguntado tantas veces si alguna vez fuiste mío. Yo te quise como si así hubiese sido. Miro las calles vacías, cubiertas de nieve y este frío que cala la piel, que hiere, y aún así me parece casi inocente el dolor que provoca, nada, nada puede compararse con el dolor que albergó en el alma. Te perdí sin tenerte, te ame en secreto, y te conservo entre suspiros. Se que te subestime, y a mi también.
Jamás te imagine yéndote por ella ni yo siendo tan débil para afrontarlo. Recordarlo me entristece, pero más que por los motivos que crees, es por mi familia, mi madre me tuvo que ver hundida en la miseria por meses, trataba de mantenerme en pie pero, ¿Cómo? Perdí ese pilar que me equilibraba. Te perdí.
El tiempo continuo, cruel sin medir consecuencias, supe que tenía que levantarme de ese sitio solitario dentro de mi mente y seguir viviendo. También fue porque me sentía molesta contigo, quería mostrarte que yo podría vivir sin ti. Pero fue solo un autoengaño, no fue tan sencillo, ahora el dolor se convirtió en un frío que recobra fuerza cuando te pienso, pero puedo sobrellevarlo día a día, me obligo a recordar cada situación que vivimos para no olvidar nada, no quiero que desaparezco ningún detalle. Nada de ti debe abandonarme más.
Trato de se lo más fuerte que puedo, por ti, por nosotros, ese nosotros que jamás llegó a realizarse.
Si, te odio, por morir, por, ¡morir por ella! Por abandonarme. La salvaste aún con tu propia vida. Se que pese a que el tiempo no corre para su cuerpo, su alma se está cansando, recordándote. Arrepintiéndose. Nos dejaste a ambas con vida pero te llevaste nuestro más grande anhelo, tu.
Y con los años aprendí también a mentir, a fingir que mis aventuras jamás ocurrieron, que solo era la imaginación de una niña de 15 años. Porque no quiero que nadie sepa de ti, quedarme con tu recuerdo solo para mí es lo mínimo que merezco, lo único que tengo.
Es hora de irme… Aún tengo cosas que hacer, pero se que en poco tiempo, quizá, vuelva a verte, esa ha sido la única razón que me mantuvo en este mundo, que me dio la fiereza para vivir, formar una familia, criar a mis hijos, con la esperanza que ellos corran con la misma suerte de conocer a alguien igual que tú, que se enamoren y lo den todo, que sean correspondidos.
-Mamá… no debes estar aquí. Te enfermaras con este clima, te he dicho que no debes venir al templo tu sola, es muy peligroso. Mira todo esto… estamos prados entre escombros, podrías caerte. Van vamos.
-Iyami. Solo un momento más-
-No mamá, se que sueles hacer esto cada año, desde que tengo memoria lo hacen, hablarle a este árbol, pero hoy no. Volvamos a casa, recuerda que es el cumpleaños de tu nieta, no la hagamos esperar. Hoy por fin cumple 15 años.
Y deje que le arrastrara lejos de allí, camine con cuidado por sobre los restos del templo, lo había demolido hace unos meses después de comprar el sitio algunos empresarios sin escrúpulos, sabía que hoy no debía salir de casa, mi Kaori me lo pidió pero, sabía también que la mañana siguiente también derribarían el árbol, mi último recuerdo sería arrancado, lo desaparecería, y algo muy dentro de mi, sabía que también se llevarían la poca fuerza que quedaba en mi cansado cuerpo.
Al fin llegaría ese día…
Te volvería a ver mi amado Inuyasha.
Porque a veces la melancolía es parte de la felicidad.
