911, ¿Cuál es su emergencia?
Autora: Atenes85 (LauraAtenea)
Película: Cuando llama un extraño
Rated: M por escenas violentas.
Género: Terror.
Summary: Lo que debería ser una noche de fiesta y diversión se convierte en una pesadilla cuando Bella tiene que hacer de canguro de sus vecinos en la noche de Halloween. ¿Qué ocurre cuando el espantapájaros llama a tu puerta? #FFTH #HalloweenMovies.
Disclaimer: los personajes son de S. Meyer, no me pertenecen.
La chica gritaba con angustia mientras la sangre caía sobre el suelo de manera escandalosa. El hombre con la máscara blanca tapándole la cara le hundía el cuello una y otra vez sobre la carne tierna de la adolescente, salpicando su cuello y sus pechos, haciendo que las gotas rojas cayeran por su piel…
—Por favor, ¡para ya! — gimió la niña tapándose los ojos —. ¡Haz que pare! Por favor… ¡Bella!
Suspiré, ahí íbamos de nuevo.
—Apaga de una vez la maldita película, Jake… ¿acaso no ves que estás asustando a tu hermana? — dije con las manos en jarra.
—Oh, vamos Bella… ¡estamos en Halloween! Todos mis amigos siguen pidiendo truco o trato casa por casa, nosotros hemos sido los únicos que nos hemos marchado tan pronto… ¿y ahora encima no puedo ver una peli? ¿Qué culpa tengo yo de que a la enana de Leah le den miedo estas películas? Es una corta rollos — oh, niño insolente…
—Tu hermana no es mucho más enana que tú, sólo eres dos años más mayor que ella así que si no quieres que le diga a tu padre lo fantásticamente bien que te portas más te vale quitar esa jodida película.
—Has dicho un taco — alcé las manos al cielo más que nada por no ahogarlo. Ganas no me faltaban.
—¿Es que no has oído nada de lo que te acabo de decir? ¡Apágalo! ¡Ya!
El crío se sobresaltó y le dio al pause en la tele; algo era algo. He de decir que yo misma me asusté de mi grito. Aún así el susto no le duró mucho ya que se levantó aún vestido de Jack Sparrow zombificado y salió del salón. Lo miré mientras se marchaba; las luces automáticas se encendieron a su paso. Nunca me acostumbraría a esas luces, siempre buscaba el interruptor como una gilipollas.
—¿Dónde demonios vas ahora? — grité.
—¡A la cocina! — las luces del largo pasillo se apagaron —. Tengo hambre.
—Te has comido como medio kilo de chucherías, luego no te quejes si tienes pesadillas — murmuró algo que no logré descifrar. Era mejor vivir en la ignorancia —. Al menos haz algo productivo y asegúrate de que la puerta trasera está cerrada.
Las luces volvieron a encenderse al detectar el movimiento de Jake. El niño no venía sólo, como era de esperar. En sus manos traía un bollo tamaño XXL y un vaso de leche.
Suspiré.
El dicho de "la confianza da asco" se hacía patente en mi relación con estos dos mocosos y más en una noche como esta. Éramos vecinos, se podía decir que había visto a esos dos enanos en pañales… y sus padres y los míos eran amigos de toda la vida; bonita relación idílica vecinal. Los padres de Jake y Leah habían tenido que salir a toda prisa a un viaje de última hora y, cómo no, mi padre se había ofrecido por mí diciendo que "estaría encantada de la vida de pasar una divertida noche de brujas con los niños".
Y una mierda descomunal.
Era Halloween, Alice hacía una fiesta de disfraces que tenía pinta de ser apoteósica como poco… así que sí. Me había negado con todas mis ganas a hacer de canguro. Pero como todo en esta vida tenía un precio, incluso una fiesta como la de mi amiga Alice, aquí estaba yo. ¿Por qué? Pues porque a cambio mi padre había prometido dejarme hacer ese mini viaje a Las Vegas con mi grupo de amigos. Alice y Jasper, Rosalie y Emmett y, cómo no, Edward… mi novio. Llevaba un montón de tiempo ahorrando para ese viaje, esperando a que se alinearan los planetas para que mis padres me dejaran viajar a la Ciudad del Pecado, oh señor, como si dejaran pasar a un grupo de adolescentes imberbes a los casinos. Bien, vale… quizás ese no era el miedo de mis padres. Simplemente no querían que pasara toooodo un fin de semana fuera de casa con mis amigos, especialmente con Edward. ¿Pero qué era lo que esperaban? Edward y yo nos conocíamos desde primaria, habíamos sido amigos durante mucho tiempo hasta que la adolescencia, habiéndonos tratado muy bien en el aspecto físico, había despertado nuestras hormonas señalándonos el uno al otro como la mejor pareja posible. Sólo llevábamos un par de meses como pareja… y los besos y las caricias furtivas en la parte trasera de su coche empezaban a quedarse cortas. Necesitaba estar a solas con él, necesitaba… oh, por el amor de Dios, necesitaba experimentar de una santa vez con mi cuerpo y, sobre todo, con el suyo. ¿Es que mis padres pensaban que iba a llegar virgen al matrimonio? ¿Hola? ¿En qué siglo estamos? Si seguía siendo tan pura y casta era porque no había tenido la oportunidad de subsanar ese pequeño problema.
Además, los cincuenta pavos que el padre de los mocosos me pagaría por dar una vuelta con ellos para pedir golosina y mandarles a dormir a las diez no estaban nada mal… claro, que pensándolo bien, ahora mismo y viendo la cara del cabroncete de Jake comiendo sin ningún cuidado hizo replantearme si no era poco el dinero que iba a recibir.
—Eres una aburrida, Bella… no sé porqué no hemos podido estar un rato más haciendo truco o trato. ¡Tenemos muy pocos caramelos! — se quejó Jacob. En el fondo tuve que reprimir una sonrisa; el chaval llevaba el bigote falso manchado con migas de bollo y leche. Su cara se había convertido en una masa cubierta de pelos falsos y pintura para niños.
—Pues primero porque tu padre ha dicho que os quiere a las diez en la cama y segundo porque no me pagan para pasearme con vosotros de puerta en puerta pidiendo caramelos.
—Pero tú ibas a ir a una fiesta disfrazada — dijo Leah.
—Ya, pero Bella no iba precisamente a pedir caramelos en esa fiesta — dijo Jake con una sonrisa de suficiencia —. ¡Qué inocente eres, Leah!
—Oh, mira quién fue a hablar, el señor con sus trece años de experiencia en la vida — me burlé —. Ya habéis cenado, subid ahora mismo a vuestras habitaciones, quitaros toda esa pintura de la cara y largaos a dormir de una vez. Si a las diez y cinco no habéis hecho todo eso llamaré a vuestro padre y os la liará parda cuando vuelva — Leah se levantó rápida y obedientemente y subió las escaleras hacia el primer piso; Jake en cambio me hizo la mirada del tigre.
—Te lo repito, eres una corta rollos, tía.
—Arriba — susurré intentando sonar amenazante.
Debió de hacer el efecto que me esperaba ya que el niñato al fin se dignó a subir las escaleras. Murmurando una retahíla de vete tú a saber qué, pero lo hizo. Después apagué la televisión; la imagen de la chica ensangrentada de esa peli de serie B que se había quedado congelada en la pantalla no era muy tranquilizadora.
Miré por la ventana.
Apenas eran las diez de la noche pero por algún motivo parecía ser de madrugada. En la calle había un ambiente raro, a pesar de que los niños se paseaban con entusiasmo disfrazados con sus horribles o maravillosos trajes para Halloween. Debía de reconocer que este año los vecinos habían hecho un trabajo increíble con la decoración de las casas y jardines. Lápidas de cartón piedra, telarañas, espantapájaros y demás monigotes. Ah, y una vaca. Sí, una vaca obra y gracia de Mike Newton y su dudoso gusto decorativo.
Rodé los ojos.
—Bella, ya me he lavado los dientes como nos has dicho que hiciéramos — dijo Leah aún con manchas de pintura para niños por toda lacara. Jacob apareció justo detrás de ella haciéndole muecas y burlándose de ella.
—Eres una pelota, enana.
—No soy pelota — se defendió la niña poniendo los brazos en jarra —, sólo soy obediente, no como tú.
—Jacob, en cinco minutos va a llamar tu padre para saber si tú, pequeño príncipe demonio malcriado, te has largado a dormir de una maldita vez. Si no es así y se te oye a través del teléfono ten por seguro que te la vas a cargar, no sé cuanta veces más te lo voy a tener que repetir para que tu cabecita de chorlito lo entienda — si las miradas matasen ya estaría bajo una lápida de cartón piedra y con un disfraz muy realista para la fecha.
—Que sepas que esta es la peor noche de brujas de tooooda la historia — se quejó —. Eres una aguafiestas.
—Por una vez estoy de acuerdo contigo… yo tampoco estoy en mi mejor momento y sin ningunas ganas de aguantar tus pataletas, Jake — murmuré —. A la cama — dije en un tono más alto.
Solté todo el aire cuando en el salón sólo oí silencio. Santa Madre de Dios, gracias.
Esperé a que el padre de los niños me llamara para confirmar que todo estaba tranquilo y en orden, gracias a los cielos de nuevo. Me repitió hasta la saciedad que podía coger de la cocina lo que me apeteciera para cenar con la única condición de dejar la casa igual de limpia que al principio de la noche, no fuera a ser que a su mujer le diera un ataque al ver una miga en su alfombra de diseño.
Evidentemente, le tomé la palabra.
Me hice un sándwich de tamaño industrial y cogí el vaso más grande que pude encontrar para llenarlo de Coca Cola. No light ni zero… la de las calorías. Sonreí. Además, cogí un trozo de tarta de queso y frambuesas que había en la nevera. Qué cojones, ya que tenía que quedarme aquí al menos me iba a dar el gusto de comerme lo que me diera la gana. Fui al salón, puse la tele y comí en un maravilloso silencio disfrutando de mi cena híper calórica.
Un tipo de la CNN estaba cubriendo la noche de brujas en el centro de la ciudad; un montón de jóvenes disfrazados luchaban por salir cinco segundos en pantalla mientras saludaban a sus madres, abuelas y novias; otros sin embargo hacían movimientos de mal gusto con sus caderas y/o se burlaban del pobre hombre frente a la cámara. El reportero tildaba la noche de "perfecta" por el banco de niebla que se esperaba que cubriera la ciudad en un par de horas. Oh, sí… perfectísimo.
Después empezaron con la programación típica.
Un asco.
La tele sólo emitía programa de Ghost Hunters y películas de terror típicas de la noche y, sinceramente, el género slasher nunca había calado en mí ni en esas sesiones peliculeras que de vez en cuando hacíamos en casa de Alice… y mucho menos cuando me quedaban unas horas por delante prácticamente sola en una casa tan jodidamente grande. Así que, como no tenía nada mejor que hacer, abrí mi última adquisición literaria, un libro romántico pasteloso al máximo con un título aún más moñas, Roma al revés se escribe amor; la novela no era una oda a la literatura universal ni mucho menos, pero al menos me estaba entreteniendo.
Cuando iba por el capítulo cinco el tono de llamada de mi teléfono me hizo soltar un taco.
—¡Mierda! — he de decir que el cabreo por el susto se me pasó ipso facto en cuanto vi quien era el que llamaba. Pulsé la tecla verde y sonreí —. Edward…
—¿Cómo está la chica más guapa de todo el país? — se oía música de fondo; yo había insistido en que él fuera a la fiesta. Que yo me tuviera que joder y aguantar sin noche de brujas no quería decir que él hiciera lo mismo.
—¿Sólo del país? — bromeé. Edward se rió —. Aburrida como una ostra — suspiré —. ¿Y la fiesta? ¿Mucha gente?
—Oh, sí… demasiada. Esto se está yendo de las manos, creo que a Alice le va a dar un infarto en cualquier momento.
—¿Mucho alcohol?
—Sí… y muchas putadas. A Emmett le falta poco para subirse a la lámpara del salón. Oh, y seguramente el lunes verás el instituto empapelado con la foto de Jessica vestida de conejita de Playboy — alcé una ceja.
—¿Tengo que ponerme celosa?
—Para nada, cariño — dijo riéndose —. ¿Has visto el Diario de Bridget Jones?
—Como diez veces.
—Pues recuerda a Bridget vestida de coneja… pero con un pedo monumental y un pezón fuera de su sitio, cuando lo suban a YouTube creo que lo censuraran. Aún no entiendo cómo puede respirar con ese disfraz, creo que Alice deberá llamar a los bomberos para que la saquen de ahí dentro — solté una carcajada —. Te echo de menos.
—Y yo a ti — sonreí como cuando lo tenía en frente.
—¿Y si… y si luego fuera a verte? — ah, ah… oh, yeah… las palabras mágicas.
—Estoy de canguro, Edward. Aunque he estado a punto de ahogar a Jake como veinte veces debo ser una chica responsable — dije con falsa inocencia.
—Una visita rápida — susurró —. Te prometo que no voy a hacer nada inapropiado y menos con ese monstruito de chaval durmiendo encima de nuestras cabezas — sonreí de nuevo.
—Cinco minutos.
—Cinco minutos — repitió —. En un rato te veo, preciosa.
Colgué con una sonrisa idiota en los labios. Jodidas hormonas adolescentes.
La sonrisa se esfumó de mi cara cuando oí ruidos en el jardín.
Por el amor de Dios, si llegaba a aparecer algún niño más ante la puerta chillando truco o trato seguramente tendría que alegar enajenación mental ante un jurado. Esperé el consecuente aporreamiento de la puerta… pero no llegó. Falsa alarma. Miré el reloj dejando definitivamente de lado el empalagoso libro; era casi la una de la madrugada, el tiempo se me había pasado realmente rápido hasta la llamada de Edward.
Más ruidos en el jardín.
Sin duda alguna los ruidos de ahí fuera quedaban lejos de ser niños en busca de caramelos y, por supuesto, era demasiado pronto para que fuera Edward. Me levanté del sofá sin muchas ganas y aparté las cortinas de la ventana para ver el jardín; el tipo de la CNN no se había equivocado. La niebla cubría ya buena parte de la calle, dejando el jardín raramente iluminado por una farola lejana y la luz de la luna sorprendentemente grande.
No había nadie.
Sólo los monigotes, las lápidas de broma, las telarañas, el espantapájaros y la niebla. Sí, sí… y la vaca.
Espera.
Fruncí el ceño.
¿Ese espantapájaros estaba de la misma postura que horas atrás? ¿El subconsciente me estaba jugando una mala pasada o algún niño se había dedicado a manosearlo para dejarlo de otra manera? Me acerqué aún más al cristal porque con la maldita niebla no se veía una mierda y las horas que me había dedicado a la lectura habían dejado mis ojos como papel de lija. El tenue resplandor de la Luna me dejó ver algo. Oh, joder… parecía que los toscos dedos de ese espantapájaros se movían imitando un saludo siniestro. Pegué mi frente al cristal sintiendo el frío sobre mi piel.
¡Craaaack!
Hola de nuevo! Los que leáis esta historia de nuevas, bienvenidas/os! Los que ya la hayáis leído, he dividido la historia ya que el Contest se trataba de un Two-Shot. Perdón por las molestias y nos leemos en la segunda parte!
