Bueno como todos sabemos los personajes son de S.M. y la historia es d e Sandra marton

Cuando la lei quería compartirla a si que ahí va

Capitulo 1

LA familia Cullen vivía en Liberty desde siempre.
Al principio cultivaron la tierra. Después montaron un rancho, y luego subdividieron el terreno y construyeron casas. También eran propietarios del mayor banco de Liberty y de la empresa inmobiliaria más próspera.
La gente hablaba con respeto de Carlisle cullen y de su hijo mayor, emmentt , pero no de Edward, el pequeño.
Emmett hablaba de su hermano con cariño y el sheriff Steele con consternación.
Carlisle, con total indignación.
A Edward no le importaba. En el verano de sus dieciocho años, ya había perdido toda esperanza de que su padre lo mirara con cariño, como miraba a Emmett.
Edward medía algo más de un metro ochenta y cinco. Tenía el pelo castaño, los ojos verdes y una figura delgada y musculosa, formada a base de trabajar de peón en las construcciones de su padre. carlisle nunca le dio un centavo a menos que trabajara para ganarlo.
Desde el día en que nació, el chico sólo había dado problemas.
La población femenina de Liberty también hablaba de Edward, pero en voz baja. Soñaban, fantaseaban y suspiraban por él. Podía escoger las chicas que quería, de todas las edades y tallas, coqueteaba con todas y se acostaba con las más bonitas. Nunca pretendió herir los sentimientos de ninguna, pero era tan inconstante, qué rompió muchos corazones.
Ted era tan distinto de Edward como la noche del día. Lo preocupaba mucho que Edward algún día se metiera en un lío de verdad. Carlisle creía que era algo inevitable.
- El día que naciste me arruinaste la vida - le había dicho Carlisle más de una vez.
Edward no lo dudaba. Su madre había muerto al traerlo al mundo y nada podría reparar esa pérdida.
El momento que todos temían llegó antes de lo esperado por una serie de acontecimientos sin conexión aparente entre sí.
Se llamaba Isabella. Su padre era un hombre que iba de ciudad en ciudad por todo el sur, trabajando en lo que encontraba y arrastrando a Isabella y a su mujer. Ese verano se instalaron en una roulotte en las afueras de Liberty.
Un día Edward entró en la cafetería de la escuela secundaria. Su mirada se clavó en un ángel con el cabello largo, castaño y unos ojos cafes como el chocolate.
Edward le lanzó una sonrisa devastadora, y puso en juego todo su encanto. No pasó nada. Tardó al menos una semana en conseguir que Isabella le devolviera una sonrisa, otra en que aceptara comer con él, y cuando por fin logró que aceptara salir con él, ya estaba loco por ella.
Sus amigos pensaban que estaba trastornado. Isabella era bonita, pero no tenía la chispa de otras chicas y no trataba a Edward como si fuera un gran premio. Eso a Edward no le importaba. Ella tenía una frescura y una dulzura que él nunca había conocido, y se le metió en el corazón.
Después de la segunda cita, Edward quería más. Pero no sexo. Estaba seguro de que Isabella aún era inocente. Por primera vez en su vida, Edward no quería seducir a una chica, sino hablar y estar junto a ella. Isabela era buena y dulce y le veía a él algunas buenas cualidades. Eso era una experiencia nueva para él, y cuando Isabella le dijo que era inteligente, empezó a estudiar y sin darse cuenta aprobó todos sus exámenes. De pronto, los estudios le parecieron interesantes. Empezó a ir a clase todos los días.

Isabella le estaba cambiando la vida y eso a Edward le encantaba. Lo cierto era que la amaba. Quería decírselo y pedirle que fueran novios, pero antes tenía algo desagradable que hacer. Algo que solucionar.
Había estado viendo a una mujer. No era la primera casada de Liberty que había intentado seducirlo, pero sí la primera en conseguirlo. Se llamaba Jessica, y era joven y sexy, y estaba aburrida de ser la esposa de Mike Newton , un hombre gordo, mucho mayor que ella, que era dueño de gran parte de los negocios y de los políticos de la ciudad.
Edward se había fijado en ella, como todos los hombres de la ciudad.
Un día, cuando su antigua moto Harley lo había dejado tirado camino de Windham Lake y él intentaba arreglarla, Jessica detuvo su Cadillac en el arcén. Hacía un calor húmedo y él se había quitado la camisa. . Jessica lo saludó. Tras unos minutos, salió del coche.
- ¿Sabes mucho de motores? - le preguntó con voz melosa.
Sin prestarle mucha atención, Edward le contestó:
- Lo suficiente como para intentar arreglar mi motor.
- ¿Entonces, querrías intentarlo con el mío? - le dijo ella, riendo.
Entonces Edward la miró de los pies a la cabeza, paseando la mirada por sus largas piernas y el generoso busto. Había visto cómo pasaba la lengua por los labios y supo enseguida a qué motor se refería.
Cuando conoció a Isabella, llevaba un par de meses acostándose con Jessica. Los viernes por la tarde, cuando el marido iba al condado vecino a jugar al golf, Edward montaba en su moto hasta la casa del lago y luego la montaba a ella hasta que los dos quedaban exhaustos. Nunca había sido tan divertido como él esperaba y, cuando conoció a Isabella, dejó de ir. Pensó que Jessica deduciría que todo había terminado.
No tenía deseos de ver a ninguna mujer aparte de Isabella, aunque eso significara no acostarse con nadie. Ya lo tenía decidido, puesto que Isabella era inocente. Pero en las dos últimas citas la temperatura había subido. Isabella había gimoteado en sus brazos. Él le había acariciado los senos y ella, agarrando su mano, la había llevado hasta su vientre. Era una invitación tentadora, pero él no la había aprovechado.
Isabella era una flor fresca y no se debía cortar así como así. Esperaría hasta terminar la secundaria y tener un trabajo para comprarle una alianza, ponerse de rodillas y pedirle que fuera su esposa.
Pero entonces, todo se fue a pique.
Jessica lo telefoneó la tarde del baile de fin de curso del instituto. Tenía que verlo, le dijo. Era urgente. Parecía presa del pánico y Edward montó en la Harley y fue a su casa. La urgencia no era otra que saber dónde se había metido porque no lo había visto en muchas semanas. Edward le dijo con tanta suavidad como pudo que todo había terminado entre ellos.
Ella no aceptó bien la noticia. Lloriqueo, se puso furiosa, y luego lo amenazó.
- A mí nadie me deja plantada, Edward Cullen - le gritó mientras él se marchaba -. Nada termina hasta que yo lo diga. ¡No puedes hacer lo que te dé la gana y luego irte como si tal cosa!
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Bueno termina el primer capi y espero que les guste

Saluditos fanny