Apocalipsis: Limite inminente.

Era un momento difícil en el planeta, y se arrugaba la nariz por el olor a azufre y sangre que se mezclaba en la atmósfera. Las carnes de los soldados caían desde el cielo o atravesaban edificios completos antes de caer al suelo, había una guerra en los cielos contra los soldados de Freezer.

La mujer corría agitada mientras apretaba a un niño entre sus brazos, el pequeño yacía inconsciente por el abrupto escape de la capsula donde se lo nutria. Ella se detuvo a recuperar el aliento detrás de unas placas pesadas, se arrodillo en el suelo recostando su espalda en el metal mientras miraba a su hijo.

Tenía cortes y pequeños cristales en su cuerpo. Ella se los extrajo, mientras este fruncía el ceño en respuesta al dolor, el cuerpo intento limpiar las heridas liberando sangre. El niño se despertó algo aturdido y levanto la vista para encontrarse con los ojos de la mujer.

Ella sonrió cansada, antes de poder saludar a su hijo, escucho una explosión fuerte que la tumbo al suelo. Apretó al niño más contra su pecho. El tiempo que tenía para llegar a un lugar seguro se acababa, llegaría a su límite en cuestión de minutos.

Estaba asustada por el futuro de su hijo menor. Miro a los lados con algunas lágrimas en sus ojos, y vio un cuerpo en una posición extraña. Con una esperanza en la mente, se levantó con algo de fuerza que ya no le quedaba y corrió hacia la mujer fallecida.

Con una mano intento tirarla de donde estaba, y gracias al peso mínimo de la mujer, lo logro. Ciertamente, Gine no era muy fuerte como otros saiyajines, pero su valentía y voluntad eran las mismas que cualquier otro soldado, incluso superiores. Lo que yacía debajo de la mujer era lo que deseaba y anhelaba para salvar a su hijo pequeño: una capsula de escape individual.

La abrió con el botón para comprobar su funcionamiento, e ingreso dentro con el pequeño en brazos. Una vez sentada, con rapidez intento cerrar la nave, pero simplemente no cabían los dos. Gine gruñido ante la idea de dejar solo a su hijo, y con una postura muy incómoda logro cerrar la puerta.

Cuando estaba por accionar el botón de vuelo automático, tuvo que aceptar lo que el destino deseaba. No había suficiente combustible para atravesar la atmósfera con ambos dentro. La mujer lloro en silencio, se enfrentaba a la decisión más difícil que tendría que tomar una persona; o una madre.

Elegir entre salvarse ella o su hijo.

De una patada abrió la puerta de la nave, no sabía cuánto tiempo faltaba para que el planeta llegara a su límite. Pero no se quedaría de brazos cruzados esperando. Metió a su hijo dentro y apretó el botón de viaje automático.

Cuando cerró la puerta de la nave, le dijo a su hijo: "Kakarroto, ten un buen viaje. Mami te quiere mucho, no lo olvides hijo… Adiós". Cuando el niño entendió lo que paso, solo pudo ver la silueta de su madre y una explosión detrás, ella sonreía ignorando el fuego y lava que se levantaba desde el núcleo del planeta.

La nave despego hacia un destino desconocido para la madre, pero aun así, presentía que era un lugar seguro para el pequeño. Gine se quedó viendo la nave mientras sonreía, escuchaba la tierra crujís a su espalda. Pero de todas formas sonreía, las lágrimas no dejaban de caer de sus ojos rojos.

Cerro los ojos y pronuncio con la voz ronca por el llanto "Los quiero, pero mi hora ha llegado. Es el límite, no puedo seguir más. Bardock, Raditz y Kakarroto, los quiero…"

Ella sintió un calor acercándose rápidamente, antes de poder darse vuelta para comprobar los cuerpos quemados por la lava, solo pudo escuchar una explosión. Y luego sintió frío, un frío interior que la arrullaba, hasta que simplemente cayó dormida.

Dormida, sin que nada la vuelva a despertar jamás.

Fin