Resident Evil es de Capcom, el argumento es mío.
Disclaimer: Este fic participa en el reto de aniversario del grupo de Facebook Resident Evil: Behind the horror "Reto de aniversario: Música que inspira Vol. 2".
Agradezco la ayuda de Addie Redfield por darle el visto bueno a cada uno de los relatos y por sus observaciones.
Para los miembros de mi adorado foro, mis hermanas y amigos que he hecho en este paso que di al unirme.
En especial va para Light Of The Moon 12, quién me regaló el cd con el cover elegido. (Il Divo —A las mujeres que amé)
Narrado desde la perspectiva de Leon.
A las mujeres que amé
Por GeishaPax
Y me encontraba otra vez, desde la fría banca de madera oscura, rodeado de las personas importantes para ella. Yo solo podía sonreír y no era una sonrisa fingida, era de verdadera felicidad; yo sabía que si esto estaba pasando era por mis decisiones.
La primera vez fue con Ada Wong, después de tantos años de persecución y encuentros clandestinos, decidimos terminar el sueño. La razón: había alguien más en la vida de cada uno. Ella me había moldeado a su semejanza, yo era libre, no deseaba atarme a nadie. Pero no podía negar que Ada Wong era una de las primeras mujeres que amé con tal profundidad, con tal intensidad, que hubiera dado mi vida por ella las veces que hubiesen sido necesarias.
Ella se casó con algún agente, en la Polinesia francesa, yo solo me enteré gracias a las fotografías que obtuve gracias a algunos contactos.
Me imaginé en la playa, viendo a lo lejos la ceremonia desde una barca. Ella con el vestido blanco y la corona de flores rojas y naranjas que portaba en la fotografía.
No pretendí sentirme como aquel desconocido, no cuadraba en esa imagen.
A las mujeres que amé
Que entraron en mi corazón
Compuse una canción que les dedicaré
A las mujeres que amé
Hunnigan fue un amor fugaz, pero fue un amor intenso. Después de mucho tiempo de estar en un constante estira y afloja, me dio la oportunidad de salir con ella. Pero era algo más pasional que las otras relaciones que haya tenido. Era una mujer de nobles sentimientos y yo no podía arrebatarle esa parte, no con mi ritmo de vida. La dejé ir con mi antiguo amigo Ark Thompson, y fue la primera vez que estuve en una situación similar de forma presencial.
Aquellas que acaricié
Que me entregaron lo mejor
Siempre recordaré con todo mi amor
A las mujeres que amé
Yo soy tan libre como el viento
Siempre cambiando dirección
A veces quiero estarme quieto
Y el viento cambia mi emoción
Con las mujeres que viví
Que hoy pertenecen a otro ser
Con gran admiración dedico esta canción
A las mujeres que amé
Con Helena las cosas fueron diferentes: su juventud, su jovialidad y su forma de ver la vida. Una visión encantadora de una mujer muy joven con un viejo como yo, que me impregnaba de lo mejor de ella. De carácter fuerte, pero que en esos momentos de intimidad, me mostraba lo vulnerable y tierna que podía llegar a ser.
Me dolió dejarla, no les puedo mentir. Pero había algo que me pedía que yo no podía darle, y eso era algo formal, ella quería un compromiso. Tal vez estoy mal de la cabeza y necesito un tratamiento urgente, pero mi prioridad se volvió acabar con los puntos aislados de los seres que cambiaron mi vida y la jodieron, no podía ofrecer nada sano, menos un hogar.
A la que siempre estuvo ahí por mí
Y que con éxtasis llenó
Mis noches de amor, jamás se me olvidó
Esa mujer a quien amé
A las mujeres que amé
Que entraron en mi corazón
Compuse una canción que les dedicaré
A las mujeres que amé
En esta parte, diré que soy un completo idiota. Un imbécil completo, no solo perdí a dos mujeres de golpe, sino que hice algo que si se enterase Chris Redfield, sería asesinado.
Jill Valentine, Claire Redfield y yo en una cama. Una ecuación muy extraña si hablamos que los tres nos pusimos la peor borrachera de la historia.
Y no fue algo que se planeara deliberadamente; éramos tres almas jodidas.
Jill aún sufría de secuelas de su tiempo cautiva en África, había cicatrices que ni la terapia podían curar, sabía lo que había hecho, estaba consciente y aunque fuese manipulada, deseaba con todo su ser que no pudiese recordar nada.
Claire había sido traicionada por su jefe, amigo y amante. No lo desconocía, tenía una especie de acuerdo con Neil Fisher, eran una especie de amigos con beneficios. Pero la recuperación y vida posterior fue dura para mi amiga.
En una recepción de la B.S.A.A. en donde no asistieron todos, terminamos en mi suite. Una botella más y empezamos a hablar sin tapujos, otra botella más y empezaron los coqueteos, otra botella más y empezaron los comentarios morbosos, y con la última botella, despertamos los tres en la cama sin ropa.
Yo soy tan libre como el viento
Siempre cambiando dirección
A veces quiero estarme quieto
Y el viento cambia mi emoción
Jill perdió toda especie de contacto conmigo, se avergonzó demasiado. Al menos el trato cordial, como colegas no se perdió, pero con Claire fue diferente, era como si el evento no hubiese existido.
Sabía de la mente abierta en relación a estos temas, pero nunca pensé que ella fuera capaz de realizar algo así, cosa que me agradó h asustó a la vez.
¿Realmente la conocía?
Las dudas me asaltaron durante bastante tiempo; pese a no vernos en meses, quería saber porque esa decisión. Fue hasta la boda de Jill con Josh Stone cuando pensé que resolvería todo, pero fue todo lo contrario.
Iba acompañada de un hombre que desconocía, un pelirrojo aproximadamente de la misma edad. Hombre que nunca había visto en mi vida, y ella estaba feliz del brazo de ese sujeto.
—Es Steve Burnside, lo rescataron hace cinco meses en Singapur.
Esas fueron las palabras de Chris cuando notó mi mirada desviarse a la primera provocación. Supongo que pensaba que miraba con curiosidad al hombre.
Sabía de él, fue el otro sobreviviente de Rockford pero que no había tenido el mismo final en la Antártida.
El tipo no era mal parecido, un poco pálido, fuera de lo normal, tal vez como reacción a los experimentos de Albert Wesker. Tenía una apariencia, que si no fuera porque eran seres de la ficción, le recordarían a un vampiro.
Y en ese momento comprendí, que de todas las mujeres que amé, había una especial. A todas les tuve cariño, a todas las quise de forma particular, cada una de mis amantes me dieron una parte de ellas que era única; pero de todas, siempre había una que era especial, que me había dado más.
Y ahora estaba ahí, en esa banca de madera. A punto de ver a la última mujer, casarse con un completo desconocido para mi, pero que era el futuro compañero de vida de la mujer que siempre estuvo ahí para mi.
—No deberías perderla. — dijo Helena con picardía.
—Nunca lo fue. — respondí apático.
—Siempre ponías una barrera, pero ¿realmente quieres seguir así el resto de tu vida? — preguntó ahora con seriedad.
Esa era una buena pregunta, y me había afectado. Ya me había planteado el acabar con una vida que tenía un futuro incierto, estabilizarme, pero a veces la duda me hacía cambiar de opinión.
¿Claire sería la indicada para acabar con esto?
Tenía prácticamente el tiempo encima, era el momento de jugarme el destino, ¡esto cambiaría mi vida!
Me puse de pie y me alejé sin dar explicaciones a Helena, salí a la recepción de la capilla privada y caminé por el pasillo lateral, buscando la habitación que guardaba a la novia. En el pasillo me encontré a algunas damas arreglándose el cabello y revisando que todo estuviera en orden.
¡Tenía que apresurarme!
Encontré la habitación semi abierta con una reflexiva Claire, sentada en el taburete frente al tocador y observándose como pérdida.
—Eres a esa mujer a quien siempre amé.
La voz salió débil pero provocó un brinco en ella. Giró con confusión.
Definitivamente no era lo que ella esperaba en esos momentos por la mirada entre confusión y tristeza que me mostró en el espejo.
—Siempre hubo más. — la severidad de sus palabras hirieron mi corazón.
Al instante entendí que sí la había lastimado aunque no me dijera nada.
—Claire, no lo hagas…
El tiempo se volvió eterno, Claire parecía no querer responder, y yo, deseaba congelar ese momento para siempre aunque me diera una negativa. Se veía tan hermosa, delicada y etérea.
Las palabras no salían de su boca, era demasiada la emoción en ambos.
Pero lo entendimos todo.
A las mujeres que amé
Que entraron en mi corazón.
