Hola! Os dejo el primer capítulo del que será mi próximo fic, espero que os guste y si tiene buena aceptación continuaré escribiendo.
Disfrutad!
Regina entró esa mañana más temprano en el hospital, el director la había llamado para hablar con ella, eso no parecía ser una buena señal, la última vez que había ido a su despachó casi pierde su trabajo debido a que había intervenido a un paciente sin los permisos necesarios, en este caso no recordaba haber hecho nada malo.
Entró por la puerta de atrás no quería que nadie la viese llegar, así se ahorraría todas las preguntas incómodas y los interrogatorios.
-Buenos días- Dijo al llegar a la última planta, donde se encontraba el despacho del director.- El señor Gold me esta esperando- Le dijo a una secretaria que se encontraba sentada en la puerta.
-Si, adelante- Regina entró intentando aparentar tranquilidad.
-Hola, doctora Mills- Dijo Gold muy profesionalmente- Siéntate y ponte cómoda- Dijo señalando las sillas.
-Hola. ¿Por qué quería verme?- Preguntó Regina queriendo ir al grano de la cuestión.
-Te vamos a trasladar- Dijo directamente Gold sabiendo que Regina no era una mujer de andarse con rodeos.
-¡Qué!- Gritó la morena.
-Necesitamos que viajes a Storybrooke- Soltó Gold mirando la cara de disgusto que tenía Regina.
-No me lo puedo creer- Espetó muy molesta.- ¿Esto es algún tipo de venganza?- Dijo sabiendo que su jefe casi no la soportaba.
-Regina, eres una especialista y una gran profesional pero te vendría bien cambiar de aires- Dijo Gold desviando la mirada a la morena.
-¿Ha sido mi madre? ¡Gold!- Grito levantándose y golpeando la mesa con sus manos, el hombre se sobresalto ante el golpe-
-Si, ha convencido a la junta de que te trasladen a ese pueblo, quiere que te aburras y dejes el trabajo.- Dijo asustado por la mirada que la morena le estaba dando.
-Esta bien. Si cree que conseguirá acabar conmigo lo tiene muy difícil, por cierto Gold, te cuidado con quien te acuestas, mi madre no hace nada por mero placer- Dijo girándose sobre sí misma y marchándose dando un portazo.
Salió del hospital muy molesta, su madre era la peor persona que había conocido en su vida. Con la excusa de buscar su felicidad hacía cualquier cosa.
Cora no soportaba que su hija decidiese estudiar en lugar de dedicarse a vivir del dinero de su difunto padre cómo había estado haciendo ella, Regina era una mujer ambiciosa y que deseaba valerse por su misma, lo que le provocó no sólo el distanciamiento con su madre cómo vivir con las trabas que esta le ponía día a día.
Los siguientes días fueron una tortura, debido a su traslado casi no recibió casos para tratar y se pasaba las horas muertas o haciendo papeleo, realmente odiaba a su madre más que a nadie, mientras su padre vivia él la apoyaba y conseguía controlar la locura de Cora pero desde que murió Regina vivia en un infierno.
El viernes antes de irse de Boston decidió hacerle una visita a su querida madre, deseaba dejarle claras unas cuantas cosas antes de marchar a Storybrooke, lugar que ni siquiera sabía que existía. Llego a casa de su madre bien entrada la noche pero sabía que estaría despierta, seguramente con alguno de sus amantes pero eso no le preocupaba, quería desahogarse antes de irse.
-Buenas noches, ¿Esta mi madre?- Preguntó Regina entrando en la casa seguida por el mayordomo.
-Si señora. En seguida le aviso- Dijo este muy educadamente.
-Buenas noches querida.- Dijo Cora acercándose a Regina y dejando un beso en su mejilla.
-Hola, madre.- Soltó sin ningún cariño.
-¿Has recapacitado?- Preguntó esta cogiendo una copa de vino que había sobre la mesa.
-Vengo a despedirme. Me han ofrecido un puesto en Storybrooke y he decidido marcharme.- Dijo fingiendo que no sabía nada de su intervención, además sabía por Gold que él no le había dicho nada.
-Vaya, me sorprende. ¿Dónde esta ese sitio?- Preguntó intentando demostrar indiferencia.
-Esta a unas horas de Boston, un lugar muy tranquilo donde seguro que voy a estar muy bien.- Siguió con su juego.
-Vaya... pensé que vendrías a decirme que dejabas la medicina y te dedicarías a gestionar la fortuna Mills- Soltó provocando una punzada de dolor al escuchar que Cora hacía referencia al apellido de su padre cómo si sólo fuese dinero.
-No, creó que tú gestionas ese dinero muy bien sin mi. Además, padre me dio mi parte antes de morir, no quiero nada más. Siempre me he avergonzado de ser tu hija, eso no ha cambiado.- Dijo sin sentir el menor dolor, había aceptado que Cora no era nada de ella.
-¿Cómo puedes decir eso?- Grito dejando caer su copa al suelo.
-Lo digo porque lo siento. Nunca quisiste a mi padre, él sólo era el que pagaba tus caros caprichos. Además no creas que no sé que has sido tú la que ha provocado mi traslado, pero sabes algo, nunca conseguirás corromperme como haces con tus amantes. El dinero nunca será una prioridad para mi, espero que seas feliz viviendo de lo que mi padre ganó, pero sólo te advierto una cosa, como se te ocurra volver a meterte en mi vida prometo responder con las misma armas.- Regina se dio la vuelta y dio un portazo dejando a Cora sorprendida dentro de su casa.
Regina salió de la casa y subiéndose en su mercedes puso rumbo a Storybrooke, sus planes pasaban por estar un año allí y volver a pedir que la cambiasen de hospital, realmente vio el pintoresco lugar buscando la dirección y le pareció que no le vendría nada mal alejarse de la ciudad durante un tiempo aunque eso no quitaba que deseaba volver y poder ejercer su profesión en un hospital más prestigioso que el de un pueblo perdido.
Había conducido toda la noche, por lo que al llegar al pueblo estaba realmente cansada y sólo deseaba encontrar algún lugar donde poder dormir unas horas antes de empezar a buscar una casa donde poder vivir ese largo año que le esperaba alejada de su maravillosa ciudad, aunque reconocía que Storybrooke no parecía estar tan mal.
Se bajo de su coche y comenzó a caminar hacía el hostal donde parecía no haber nadie. Abrió la puerta y se sorprendió bastante al ver la clásica decoración del lugar.
-Hola- Dijo al no ver a nadie allí.
-Buenos días- Contestó una mujer mayor saliendo de una puerta a la espalda de Regina.- ¿Qué desea?- Preguntó bastante curiosa.
-Quería una habitación- Dijo viendo la cara de sorpresa de la mujer.
Justo cuando la señora mayor iba a hablar, otra mujer más joven apareció y se quedó bastante sorprendida al ver a la guapísima mujer que había delante de su abuela.
-Holaaa- Dijo alargando la última vocal- Soy Ruby, ¿Qué se le ha perdido por aquí?- Dijo con una voz bastante cantarina.
-Soy Regina Mills, me han trasladado al hospital y necesito una habitación para alojarme hasta que encuentre una casa.- Respondió saciando la curiosidad de la muchacha.
-Una nueva vecina, me encanta. Yo soy la nieta de Granny- Soltó señalando a la mujer mayor que había a su lado- Cuando quieras te hago una visita turística por el pueblo y así te adaptas mejor.
-Gracias, pero de momento sólo necesito descansar un poco.- Dijo bastante abrumada por la situación.
-Ruby, no la agobies.- Espetó la mujer haciendo que la joven refunfuñara y ser marchara despidiéndose con la mano- Disculpa a mi nieta, es algo impulsiva.
-No se preocupe.- Respondió Regina bastante seria aunque debía admitir que le había caído bien la muchacha.
-Habitación 3. Arriba a la derecha.- Le dijo dándole una vieja llave.
-Gracias, no se preocupe por le precio. Si le parece bien voy a descansar un rato y luego bajaré y le pagaré una semana por adelantado.- Dijo Regina que realmente necesitaba quitarse los tacones y dormir un poco.
-Perfecto. Si necesita algo sólo avíseme.- La mujer se alejó.
Regina volvió al coche sacando una pequeña maleta de mano para poder darse una ducha y cambiarse de ropa. Necesitaba descansar. Al llegar a la habitación se dio una larga ducha y se metio en la cama, durmió varios horas y para su sorpresa el tranquilo pueblo le sentó de maravilla, hacía mucho tiempo que no dormía así. Justo cuando iba a volver a vestirse su móvil sonó.
-Hola, cariño- Dijo suavemente mientras se estiraba un poco.
-Hola, ¿Cómo ha ido todo?- Preguntó.
-Sigo agotada, el enfrentamiento con mi madre ha sido demasiado desagradable.- Respondió recordando todo lo sucedido una horas antes.
-No te preocupes, sólo será por un tiempo y podrás volver.- Contestó.
-Me gustaría que estuvieses aquí.- Dijo bajando un poco la voz ante esa confesión.
-Y a mi me encantaría estar ahí contigo, pero por desgracia mi trabajo me sigue absorbiendo. Te prometo que en dos semanas me tienes ahí para ponernos al día.- Dijo intentando calmar a Regina.
-Gracias cariño. Ahora voy a vestirme y a comer algo que estoy hambrienta.- Respondió la morena.
-No tienes que darlas.-
-Danielle, podrías mandarme mis cuadernos cuando vayas a casa, los olvidé- Dijo Regina antes de colgar.
-Claro que sí, te quiero.- Dijo la mujer.
Ambas se despidieron y Regina salió de la habitación una vez cambiada de ropa y lista para comer algo y conocer un poco el pueblo.
Al bajar las escaleras vio que no había nadie así que salió directamente a la calle. Parecía un sitio muy tranquilo, pues a pesar de ser la hora de comer se veía muy poca gente por las calles. Regina decidió dar un corto paseo viendo los alrededores pero sin encontrar nada parecido a lo que podía haber en Boston. Las tiendas eran antiguas, las casas también, la gente parecía bastante agradable y parecían conocerse todos, Regina se sintió bastante incómoda hasta que una voz conocida la saco de sus pensamientos.
-Hola- Dijo Ruby cruzando la calle y poniéndose a su altura.
-Hola- Respondió Regina echando una mirada rápida a la muchacha.
-¿Quieres esa vuelta turística?- Soltó con su habitual tono jovial.
-Realmente me gustaría encontrar un lugar donde poder comer algo.- Dijo mirando hacía una tienda de antigüedades bastante peculiar.
-Eso tiene solución... ¿Me acompañas?- Preguntó señalando la dirección a la que debía ir.
-Si, claro. Usted conoce esto- Respondió la morena.
-Por favor, de usted nada, parezco mi abuela. Ruby.- Dijo provocando un mirada algo fría de Regina.-
-Esta bien, Ruby.- Accedió al final.
-¿Puedo preguntar algo?- Dijo tras unos segundos de silencio.
-Ya estas preguntado. ¿Qué quieres saber?- Respondió en un tono bastante molesto.
-No se enfade... simplemente tengo curiosidad. ¿Cómo una mujer como usted acaba en un pueblo como este?- Dijo señalando a la elegante mujer y luego al peculiar pueblo.
-¿Una mujer cómo yo?- Preguntó Regina algo enfadada.
-Me refiero a una mujer elegante, sofisticada, muy bien educada, se nota que no es una pueblerina. Sólo quiero saber como ha acabado aquí.- Soltó Ruby sin respirar.
-Me tomaré todo eso como un cumplido, pero digamos que acabar aquí no era mi intención.- Dijo para intentar cortar el tema.
-Te gustara Storybrooke.- Soltó muy segura.- Aquí, es el bar de Granny´s mi abuela, es el mejo que ahí, aunque este mal que yo lo diga.
-Siempre que tengan algo de comer.- Dijo Regina entrando al pequeño lugar.
-Abuela.- Gritó Ruby- La señora Mills quiere comer, póngale un especial.
-Esta bien.- Respondió su abuela.
-Siéntese y disfrute, en seguida le traigo la comida.- Ruby se alejó dejando a Regina en una de las mesas del local.
Todo parecía tranquilo, tan sólo había dos mesas ocupadas, en una de ellas había una mujer de unos 30 años con el pelo corto y un bebe en sus brazos, el pequeño parecía bastante inquieto y no dejaba de llorar.
-Precioso niño.- Dijo Regina desde su posición. Adoraba los niños.
-Gracias, lleva unos días inquieto y estoy algo preocupada.- Soltó la mujer.
-Me deja verlo.- Dijo Regina sin pensar sus palabras y viendo el gesto algo molesto de la mujer- -Perdón, debí presentarme. Soy Regina Mills y soy la nueva pediatra del hospital.- Regina se levantó y le tendió la mano.
-Encantada, soy Mary Margaret. Este es Neal.- Dijo presentando a su hijo.- Siento mi reacción, no viene muchos forasteros por aquí.- Dijo riendo y ofreciéndole a Regina sentarse.
-No se preocupe, debí sonar como una acosadora. ¿Me deja?- Preguntó señalando al pequeño.
-Si, claro.- Le dio a Neal que pareció relajarse en los brazos de la morena.
-Hola, Neal. ¿Qué te pasa pequeño?- Dijo en un tono dulce e infantil.
Tras decir esas palabras vio que el niño se mordía mucho la mano y que parecía tener la boca bastante irritada. Decidió sentarse con él en brazos y haciéndolo reír consiguió que abriese bien la boca viendo así que no era nada grave.
-No se preocupe, no es nada grave. Le esta saliendo el primer diente y por eso esta molesto y llora, seguramente en los próximos días tenga un poco de fiebre y se encuentre un poco mal, pero se le pasara sin ningún problema.- Dijo mirando al niño y poniéndole caras para que se riese.
-Muchas gracias, me deja más tranquila, doctora.- Dijo formalmente y relajando todo su cuerpo al escuchar eso.
-No por favor, sólo Regina. Al fin y al cabo este pequeño ha sido mi primer paciente, creó que podremos tutearnos.- Regina seguía con el pequeño en los brazos y parecía estar muy cómodo.
-Creó que se ha ganado la confianza de mi hijo, cosa que es bastante difícil así que creó que si.- Dijo mirando a su bebe como hipnotizada.
-¿Qué hace en Storybrooke?- Preguntó mientras esperaba la comida.
-Me han trasladado al hospital.- Dijo bastante molesta.
-Veo que no es una decisión tuya- Contestó al ver la cara de disgusto de Regina.
-No, no lo es. Pero a veces en la vida hay que hacer cosas que no nos gustan. ¿A que se dedica?- Preguntó para desviar el tema.
-Soy maestra en el colegio.- Dijo sonriendo muy feliz.
-Bonito trabajo, vive rodeada de la inocencia y la felicidad de los niños.- Respondió sinceramente, Mary Margaret le había caído muy bien.
-Si, la verdad es que es una profesión muy agradable. ¿Tienes hijos?- Preguntó Mary queriendo conocer un poco más a esa mujer.
-No, me gustaría tenerlos algún día, pero mi pareja no esta demasiado de acuerdo con eso.- Dijo mientras jugaba con el niño que parecía más tranquilo.
-Vaya... no se preocupe, mi marido pensaba igual y desde que nació Neal se le cae la baba con él.- Contestó muy contenta.
-Es normal... quien no quedaría hipnotizado con este pequeño.-
-Es un encanto... por cierto, no quiero entretenerla más, su marido la estará esperando.- Dijo algo alarmada por la situación.
-No se preocupe, estoy esperando el almuerzo y mi novia no ha viajado conmigo.- Dijo sintiendo un poco de miedo al decir eso, no quería que la juzgasen, realmente le había caído bien esa mujer.
-Oh, perdón. No quería incomodarte... seguro que tiene mucha suerte de tener una mujer como tú.- Dijo Mary Margaret para no sentirse incómoda.
-No se preocupe, realmente pensé que lo tomaría mal.- Regina era caracterizada por su sinceridad.
-Para nada, eso es una tontería. El amor no entiende forma ni cuerpo, simplemente se siente.- Dijo mirando a Regina fijamente.
-Eso suena muy bien, ojala todo el mundo pensase como tú.- Regina miró como Ruby se acercaba y dejaba dos platos sobre la mesa.
-Veo que has conocido a la buena de Mary Margaret. Es un encanto y ese pequeño más aún. ¿A qué si Neal?- Dijo haciéndole carantoñas al niño que se rio.
-La verdad es que sí, son un encanto.- Regina miro cariñosamente al niño y después a la madre.
-Os dejo que comáis.- Ruby se marchó y Regina colocó al niño en su carro.
Las dos comieron tranquilamente hablando de temas sin importancia, Mary Margaret puso al día a Regina sobre el pueblo y sobre todo lo referido al hospital. Regina parecía muy interesada en todo, quería ponerse al día lo más pronto posible, el lunes empezaría a trabajar y necesitaba estar al 100% sabía que era un pueblo tranquilo pero también le tocaría hacer un poco de todo, según le había dicho Mary Margaret la falta de personal médico era bastante considerable.
Mary Margaret y Regina ya habían terminado de comer y estaban esperando su café cuando una mujer hizo su entrada en el bar. Realmente iba haciendo tanto ruido que los pocos clientes que allí había se giraron a verla.
-Leroy, deja de moverte o te juro que no sales de la cárcel.- Dijo la mujer rubia al entrar en la cafetería.- Ruby pon dos café, uno muy cargado porque cómo no se le pase la borrachera lo voy a acabar matando.- Soltó dejando al hombre sentado en una de las bancas.
-Esa es Emma Swan es la sheriff.- Dijo Mary Margaret al ver la cara que ponía Regina.
-No tenéis demasiados requisitos para que una persona así entre a ese cargo.- Contestó mirando a la mujer de arriba a abajo. Llevaba el pelo rubi suelo con uno de los lados rapado bastante corto, una camiseta blanca de manga corta con uno de los brazos tatuados entero y unos ajustado vaqueros. Realmente parecía más una delincuente que una policía.
-No te creas, a pesar de verla así es una persona genial.- Dijo Mary Margaret que era muy amiga de la rubia.
-No lo dudo.- Dijo Regina mirándola de arriba a abajo.
Los que habéis seguido mis fic sabéis que suelo tener un muy buen ritmo de actualización pero en este caso no puedo prometer nada por la falta de tiempo además de las proximidad de las vacaciones pero haré lo que pueda.
