Semilla de Girasol
By Akari Malfoy
Mi nombre es Ginevra Weasley, tengo 16 años y asisto Hogwarts, uno de los mejores colegios de Magia y Hechicería de todo el mundo mágico. Tengo familia bastante abundante, constituida por 5 hermanos, y unos padres que, a pesar de consentirnos la mayor parte del tiempo, son bastante estrictos con nosotros. Puedo decir que mi vida social es considerablemente amplia: nunca faltan los amigos y amores de verano, y durante la época de colegio, bueno, cada año se conoce más gente. La variedad de carácteres y casas de mis amigos es increíble, e incluso comentada entre mi grupo de amigas más cercano. Uno de los motivos por los cuales conozco tanta gente en el colegio, es porque soy la hermana menor del mejor amigo de "El Niño Que Vivió", más conocido como Harry Potter. Sí, como muchas personas del colegio piensan, pasé mis primeros 3 años escolares enamorada perdidamente de este personaje. Pero, gracias al orden natural de las cosas, las mujeres maduramos tempranamente, y no es difícil darse cuenta de lo inalcanzable que era este chico, por muy cerca que lo tuviera. No está demás agregar también que luego de tres años conviviendo con una persona, empiezas a darte cuenta de que la perfección que antes caracterizaba a tu príncipe azul no es tan perfecta como creías.
Mi vida parece bastante simple, y así lo era. A pesar de pasar tantos sustos en mi quinto año, el haberme unido al ED y haber ido al Departamento de Misterios a una batalla imposible con Mortífagos, el tener que ir al Hospital de San Mungo para una recuperación de piel debido a mis mil y un castigos con Umbridge. A pesar también de mi pequeña aventura en mi primer año con el diario de Tom Riddle... A pesar de todo aquello, mi vida era maravillosa. Y no digo que ahora no lo sea, es sólo que... últimamente los cambios que suponían naturales en mi vida me han descolocado por completo. Mis últimas vacaciones cambiaron todo: mi futuro, mi destino, mi vida entera e incluso en parte las vidas de la gente que me rodea. Me arrepiento, me arrepiento de cada decisión que tomé, pues cada una de ellas me fue hundiendo más y más, hasta que no pude ver salida alguna. Recuerdo con ironía y rencor el comienzo de todo este secreto: todo por aquellas estúpidas semillas de girasol...
- Ginny, pareces Hámster...
La pelirroja rió.
– Es que estas cosas son un vicio...- mencionó con cara de maniática
- ¿Qué gracia tienen para convertirse en un vicio? No tienen ni sabor, son enanas y te demoras un siglo en abrirlas para comértelas.- dijo una joven de cabello azulado, mientras tomaba una semilla para observarla más atentamente.
- Si no te gustan Sam, entonces no las comas. - hizo un gesto raro con sus manos - más para mí.- la muchacha rió
- Eres todo un caso pelirroja.
Los Weasley estaban pasando las vacaciones en Francia con los Smith. Aún cuando Ginny se llevaba de muerte con Zacharias, con su hermana Samantha habían llegado a ser muy buenas amigas. Con el tiempo, Ginny supo que su padre había conocido a los de la chica en el Ministerio, y que se habían llevado bastante bien. Poco a poco Ron fue creando lazos con Zacharias, y sus padres con los de los dos jóvenes. Finalmente, habían decidido pasar las vacaciones juntos en la casa de veraneo de los Smith.
Ginny lanzó un suspiro de tristeza.
- ¿Qué te ocurre?.- preguntó Sam para luego bostezar. La pelirroja abrió los ojos.
- Sam, ¿estás aburrida?
- Ehh... Bueno, digamos que verte comer semillas es divertido, pero solo los primeros diez minutos, luego, en efecto, aburre.
- ¿Qué te parece si vamos a comprar unas cuantas más?.- preguntó Ginny con ansiedad.
- Mientras nos vayamos por el prado, y de vuelta nos bañemos en el lago, está bien.
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Amaba las flores, amaba el silencio, amaba todo su entorno en ese momento. Con dicha, la pelirroja corría atravesando aquel prado lleno de flores y mariposas, que tanto adoraba desde el primer día en el que llegó a Francia. Y es que parecía una niña pequeña, corriendo, riendo mientras cogía flores y perseguía a las mariposas. Era un paraíso, las mejores vacaciones que en su vida había tenido.
Sin embargo, toda historia tiene su conflicto, y éste comenzaba desde la torre más alta de la iglesia de aquel pueblo francés.
Desde lo lejos, ambas muchachas observaban como el fuego comenzaba a consumir casas, refugios, negocios, campos, cosechas, todo. Los gritos eran cada vez más fuertes, y una que otra cabaña o lugar comenzaba a desmoronarse. Toda duda que pasó en ese instante por la mente de las chicas acerca del origen de tal desastre fue disipada al ver aquella oscura marca invadiendo el cielo.
Ellos estaban ahí.
Comenzaron a correr con la misma rapidez mientras sacaban ágilmente sus varitas. Luego de los últimos acontecimientos, ambas chicas miembros del ED habían aprendido a tener su varita siempre cerca. Se adentraron en el pueblo, buscando a los causantes de tanto caos. A pesar de ser un pueblo de magos, todo el mundo corría desesperado, todos llenos de miedo, de pánico. Al parecer ellas serían la excepción.
Llegaron al centro del pueblo, y entonces los vieron. Allí estaban, eran solamente 4, pero más que suficiente como para derrotar a dos principiantes en artes oscuras en comparación al conocimiento de ellos, quienes vivían de aquellos maleficios. Ginny rápidamente se escondió junto a Samantha, y entonces divisó a su hermano Ron y a Hermione al otro lado de la plaza en donde se encontraban. Cuanto deseaba que Harry estuviera ahí. Cuatro contra cuatro, ventaja para los Mortífagos. Era ahora o nunca.
Ron salió de su escondite, junto a Hermione, quienes inmediatamente alzaron sus varitas para atacar. Los mortífagos estaban listos, tenían su completa atención en ellos. En ese momento las dos muchachas aprovecharon para salir y atacar por detrás. Poco después los mortífagos se dividieron al notar a las otras dos. Maldiciones empezaron a volar por los cielos, al igual que los hechizos de principiante de los chicos. Ron y Hermione parecían manejar mucho mejor la situación que las otras dos chicas. Ginny estaba más agitada de lo normal, sentía una extraña sensación en todo su cuerpo, y un extraño dolor de cabeza. Reducto! Le había dado a un mortífago, estaba aturdido. Ahora solo se acercaría para aturdirlo completamente e ir a ayudar a su compañera. Demasiado tarde. Escuchó un grito ahogado a tan solo unos metros de distancia y aprovechando el estado del mortífago al cual había atacado dirigió su mirada hacia Samantha. Una sensación de desesperación y descontrol se apoderó de ella al verla tan débil en el piso, apunto de recibir una maldición. Su dolor de cabeza se hacía más fuerte cada centésima de segundo que pasaba. Todo iba en cámara lenta. El mortífago se acercaba cada vez más a Samantha, y Ginny seguía inmóvil, luchando contra aquella sensación que comenzaba a dominarla en esos momentos. Una extraña fuerza recorrió su cuerpo, y, tomando todo el aire que pudo, gritó.
¡No!
No pudo más. La chica bajó la mirada y perdió algo de consciencia. Todos los que hace un segundo atrás luchaban a muerte tenían sus ojos puestos en la pelirroja, quien segundos después parecía haber recuperado el conocimiento.
Parecía.
Los ojos de Ginny ya no eran los mismos, sus pupilas estaban tan dilatadas que ahora poseía dos perlas grandes y negras envés de aquella dulce mirada celeste. Respiraba con potencia, y su mirada estaba impregnada de furia. ¿Era esa Ginny?
El mortífago que estaba apunto de echarle la maldición a la chica de cabellos azules se quedó perplejo. La pelirroja se acercaba a él, y no precisamente caminando. La muchacha flotaba en dirección hacia él, quien no se movía ni un solo centímetro.
Nadie lo hacía.
Se detuvo a centímetros de él, y levantando las cejas ladeó la cabeza con inmensa lentitud. Levantó su brazo con rapidez y lo pasó por su cara, rozándolo. La máscara que cubría el rostro del mortífago había desaparecido con tan simple movimiento, dejando ver una cara llena de cicatrices, inexpresiva como la de cualquier otro mortífago. Unos ojos verdosos la miraban con cierto miedo, que se escondía levemente entre tantas cicatrices. Ginny ya no tenía la varita en mano, la había soltado al momento de perder el conocimiento. Elevó su brazo izquierdo, elevando también el brazo del mortífago en el cual se encontraba la marca tenebrosa, forzosamente. El pánico se hacía cada vez más presente en el rostro del hombre. Tomó rápida y bruscamente aquel brazo, y lo apretó, haciendo gritar desesperadamente al mortífago. Lo mantuvo así por algunos segundos, para luego soltarlo y dirigirse aún más cercanamente a él.
- No te atrevas a tocarla, nunca más.- susurró la pelirroja a su oído, mientras un veneno gaseoso que parecía venir desde su boca se adentraba por la boca y oídos del hombre.
En ese momento el mortífago cayó. Los tres mortífagos restantes desaparecieron de sus posiciones, para reaparecer alrededor del hombre, tomarlo y volver a desaparecer. Ginny parpadeó momentos después, recobrando su mirada color cielo y comenzando a tocar suelo. Su hermano y las dos chicas gritaron al unísono.
"¡Ginny!", al mismo tiempo que esta caía inconsciente.
Y así es como todo comenzó. Luego de aquello, me costó un par de días recobrar el conocimiento. Un par de días más para asimilar lo que había pasado. Mi hermano y las chicas me habían contado con detalles qué había ocurrido, pues yo no me acordaba de mucho. Comencé a tener miedo. ¿Qué me estaba ocurriendo? Todos mis amigos y familia estaban preocupados por mí, por qué podía tener o por qué podría ocasionar todo esto. ¿Poderes? ¿Algo normal en cualquier adolescente mago? O... ¿Algo sobrenatural?
Me costó el volver a Hogwarts para averiguarlo...
Continuará
