*** Un Largo y Armonioso Viaje ***

(Por Storm Breaker y Tokio Toy)

Capítulo 2: Un día de trabajo

… Y si tomamos en cuenta la productividad del año anterior, con las consecuencias causadas por el "Incidente Discordia", del que tuvimos al menos una baja de 20% de nuestra productividad neta en los sembradíos mientras se reordenaba todo, estará de acuerdo, Su Majestad, en que hemos conseguido resultados notables en el último trimestre, principalmente porque… -

"¡Grandes son las cargas del liderazgo!"… quien quiera que lo haya dicho habló con ligereza sin saber lo que era tener la grupa pegada al Trono de Ecuestria el día entero, atendiendo los "asuntos de estado" que el cargo te impone, y ya debería estar acostumbrada a eso.

…En cuanto a las estadísticas más recientes, la misma Zecora nos ha asegurado que la propagación de la "Broma Venenosa" tan solo abarca un 1.5% de riesgo, de la totalidad de su extensión habitual en el Bosque Libre, por lo que podemos augurar días sin peligro de algún accidente… de todas formas, también aconsejó tomar medidas por posibilidades de que las brisas de la próxima primavera rieguen demasiado de su polen… -

Pero, después de casi un milenio o dos (o al menos es la cuenta que llevo), después de ver, hacer y deshacer cuanto fuera necesario como Regente de mi pueblo, llega un momento en que, simplemente, percibes como que el "liderazgo" perdió algo de su glorioso lustre, que llega a fastidiar un poco… y es algo que tengo que disimular todos los días, para no fallarle a tantos.

… En conclusión, podemos ser optimistas por el desarrollo de los actuales días, en cuanto a lo concerniente con las tasas económicas que, ciertamente, hemos tenido la grata nueva de ver su muy satisfactorio crecimiento, por no mencionar… -

¿Qué es lo que siempre dice Luna?, ¡ah, sí!, "las tareas solo se hacen pesadas cuando te convences de que lo son", y puede que tenga razón, aunque me sigue pareciendo una muy ingenua manera de encontrarle el lado amable a esto de ser Princesa.

¿Majestad?... ¿Su Majestad?... ¿Princesa?

¿Oh?, ¡oh si, perdone, Chambelán Golden Hoof - dije, sorprendida. El Chambelán me veía con mucha seriedad- yo… reflexionaba sobre los últimos datos que ha expuesto- añadí, mostrándome altiva, como correspondía a la imagen que debía proyectar ante mis consejeros (para disimular mi falta de atención).

Oh, bien – Dijo el Chambelán - Y… ¿su opinión al respecto es…?- añadió, mirándome a los ojos, convencido de la nula atención puesta en su informe.

Bueno, Chambelán, ciertamente tenemos de sobra como sentirnos optimistas, pero no poco cautelosos- le dije, mientras buscaba recordar retazos de lo que había dicho – de todas formas… eh… estoy segura que hay muy poco que cambiar con respecto a las decisiones que tomé el trimestre pasado, a menos que haya alguna preocupación de último minuto – y, respondiendo a su mirada, añadí- y dudo que haya algo parecido a eso, en mi opinión, así que lo decidido el pasado trimestre continuará en el trimestre actual, hasta nuevo aviso.

Como ordenéis, Princesa- dijo El Chambelán con una reverencia – entonces, con su permiso, me retiro –

¡Qué pomposo era El Chambelán!, ciertamente sus servicios se contaban entre los mejores, pues se conduce con mucha responsabilidad en el cargo, pero me molesta su casi sobrenatural intuición para saber cuando alguien no le presta atención, sin permitir ni un leve respiro. Verle abandonar con tan ceremonial paso la Sala del Trono me hizo tener un respiro de alivio: la parte pesada del día había llegado a su fin.

Y justo cuando pensé que podía levantar mis adoloridos cuartos traseros del Trono Real, El Paje de Palacio hizo un anuncio:

¡EL MENSAJERO DE LADY LUNA, SHADOW JOKE!- proclamo con su chillona voz.

Suspiré para mis adentros, viéndome defraudada sobre la oportunidad de darme un respiro, aunque debo admitir que Shadow me era más soportable, con su porte pequeño y vivaz, aunque vestido a la usanza de quienes sirven a mi hermana, la Guardiana de La Noche… de los pocos, cuando no el único del séquito que le daba lo mismo el día que la noche, haciéndolo particularmente útil… para mis labores de inteligencia.

Majestad, es bueno verle de nuevo – dijo el potrillo, haciendo una graciosa postración.

¡Te saludo, Shadow querido! - le dije, tratando de no reír ante su gracioso ceremonial - ¿Qué nuevas me traes?

Bien, Mi Lady, el ladrón de manzanas del manzanar de los Apples sigue siendo un misterio insoportable para ellos, la señorita Rarity no tendrá lista para fin de temporada su nueva línea, pues decidió cambiar algunas cosas, su protegida Twilight y las demás irán a un almuerzo campestre…- se detuvo por un momento para luego exclamar- ¡Ah!, y llegaron dos unicornios al pueblo, bueno, uno era un alicornio.

Un unicornio y un alicornio… y de pronto me vienen recuerdos de dos equinos que conocí, uno con actitud guerrera y otro bastante intelectual (y coladito por mi hermana) en días menos benignos.

Oh, sí, recuerdo cuando una disputa nobiliaria se transformó en una cruenta guerra civil. No siempre todo es color de rosa entre los alicornios… y no todos son muy sensatos.

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"En algún devastado lugar de Ecuestria, años atrás"…

Invierno… la peor estación del año para contemplar las ruinas dejadas por una guerra. Una joven pero muy decidida Princesa Celestia, abrigada con una gruesa capa, contemplaba los que, alguna vez fueron hermosas edificaciones, sencillas pero acogedoras, reducidas a la desolación.

"¿Cómo una simple mala interpretación nos llevó a esto?", se preguntó Celestia con amargura. Las Casas Nobiliarias de Blue Mountain y Wind Wild no eran precisamente muy calmas, los roces entre nobles alicornios podían llegar a ser algo frecuentes, eso era un problema, pero nunca llegaron a ser bélicos. ¡…Y todos esos esfuerzos y reuniones con Lady Blue Mane y Lord Thunder Wind, cabezas de sus respectivas Casas Alicornicas para que, simplemente, se calmaran y olvidaran su mutua ofensa o al menos la condujeran por mejor camino!

Todo eso fue inútil… su vanidad nobiliaria pudo más que la sensatez…

Ahora, viendo las ciudades destruidas, Celestia piensa que debió tomar la decisión que tomó para calmarlo todo, tras su frustrante última reunión, al tercer año de combates, desde el principio: ocultar el sol y sumar a ambas Casas en las sombras y el pánico, en pleno campo de batalla, con la paz como sola condición para devolverles la luz. "El miedo fue una herramienta útil… que espero no usar de nuevo" se lamentó… a diferencia de los Lores de ambas Casas, a ella no le iba subyugar a nadie con su poder y un alicornio podía llegar a tener un gran poder… el suficiente para garantizar la paz o para que una disputa en busca de desagravio se convierta en guerra, con todas sus terribles consecuencias.

Los pasos de la princesa, mientras atravesaba las desiertas calles de la ciudad destruida, resonaban como si caminara por la nave de una catedral, emitiendo ecos a cada coz que se plantaba en el ahora árido suelo de adoquines, donde en cada vez que volteaba su pescuezo, podía ver huellas de batalla: flechas clavadas en las paredes de madera y piedra, estandartes de ambas Casa Nobiliarias raídas y colgando hecha girones en sus rotos soportes, hachas y espadas regadas y clavadas por doquier… y una pequeña muñeca poni de trapo, una nota de inocencia en medio de aquella devastación.

Celestia se detuvo al ver aquello, sin decir nada, solo oyéndose el viento soplar con gélido sonido entre las ruinas. Esa muñeca debió ser de alguna potranquilla que solo tenía su infancia y nada más. Una infancia probablemente destruida por la vanidad de dos tozudos nobles.

-Su Majestad- dijo desde atrás un poni que le acompañaba – se nos hace tarde. De seguro los demás ya llegaron.

-Oh, si… por supuesto- dijo Celestia sin voltearse, sus ojos estaban llenándose de lágrimas- no perdamos más tiempo- y sin más reanudo su andar.

Ninguno de los dos dijo nada, aunque Celestia pudo notar que el poni que le acompañaba también tenía la misma mirada que tuvo ella momentos atrás, viendo cada señal de batalla a medida que se acercaban al punto de reunión, la plaza central de aquel pueblo, que no debía de verse mejor que el resto del lugar.

-De seguro ya debieron de llegar- preguntó Celestia - ¿no lo crees… eh, cuál era tu nombre?

-Tokio Toy, majestad- dijo el poni – y si, pienso que debieron llegar ya al lugar, considerando la gravedad de esto, aunque me preocupa que, además de sus pajes y representantes militares da las Casas y nuestro Principado, no haya nadie más con ellos-

Celestia noto en el equino que caminaba algo encorvado, quizás por el peso de su equipaje o por el ambiente que les rodeaba.

-Por eso le pedí a mi hermana que estuviera presente, junto al soldado que se prestó voluntario como porta estandarte del Principado de Ecuestria, Storm Breaker, destacado en la defensa de la Trinchera de Thief Rain.

Celestia vio como, de pronto, la respiración del poni se aceleró mientras murmuraba: "La Princesa Luna… estará ahí". De vez en cuando le divertía saber que su pequeña hermana tenía pretendientes en donde no se imaginaba.

- Pero su Majestad, el soldado Storm peleó por la Casa Wind Wild- dijo Tokio, mirando a la Princesa con preocupación.

-Sí, y fue el primero en proclamar que esta guerra tenía que terminar- le respondió Celestia – fue el primero en ver lo absurdo de toda aquella situación y gritarlo en la trinchera.

-¿Después de tres años de combate?- preguntó Tokio Toy.

-Tokio, has de saber que, en lo que concierne al gobierno, la propaganda que se destine para mover a un pueblo entero en un momento delicado no siempre está compuesta de verdades. A veces necesitas emocionar a las masas con medias verdades que alimenten su afán de lucha, pues…-

Celestia se interrumpió, pues Tokio Toy le veía entre incrédulo y asombrado.

No me estarás creyendo capaz de algo así, ¿verdad?- dijo Celestia, acercándose al poni con el ceño fruncido ( en realidad no estaba enfadada, pero a veces divertía parecerlo)

¡N-n-no, Su Majestad, jamás me pasó por la cabeza!- tartamudeó Tokio Toy -¿pero en verdad se puede movilizar así a tantos a una guerra?... ¿Y se justifica reaccionar así, tanto tiempo después, como hizo el soldado Storm?

Si, y eso debió de descubrirlo Storm- dijo Celestia- y si, es plenamente justificable, Tokio, pues un soldado está demasiado sumergido en las razones dadas por sus líderes para tener ellos sus propias razones- y, suspirando, añadió- lástima que eso no detuvo la batalla y hasta le hicieron Corte Marcial, lo pudieron fusilar acusado de "Alta Traición"…-

Y fue ahí donde Usted hizo su movida: esconder el sol en el campo de batalla y en medio de ella- dijo el poni- sumar a ambos lados en una oscuridad tal que no se veía ni sus propias pezuñas

Exacto, fue efectivo a la hora de hacerle saber a ambos lados que esta absurda guerra debía terminar justo en ese momento- dijo Celestia con un suspiro- aunque no me siento orgullosa de haber tenido que hacer eso.

Celestia podía recordar ese día, el día que ella convirtió en noche con su poder… una noche tan cerrada que ni siquiera podían verse ni el suelo que pisaban. Celestia recordaba los rostros de ambos ejércitos, demudados por el terror de verse sumergidos en aquellas sombras repentinas, sintiendo como se les helaba la sangre en las venas mientras escuchaban su voz atronadora: "¡ DETENEOS, CELESTIA ASÍ LO ORDENA!".

Celestia se juró a sí misma no volver a hacer eso… ni siquiera como su recurso más desesperado.

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¿Soy el único que piensa que la Princesa Celestia tarda demasiado?- preguntó impaciente Lord Thunder Wind, mientras se acomodaba mejor su gruesa capa. Aunque era un curtido en muchas batallas, el frio de aquel día de invierno le atenazaba con crueldad.

La Princesa Celestia está en su derecho de tomarse su tiempo, Mi Lord- dijo Storm Breaker, firme en su puesto y sosteniendo el pendón real de Canterlot, al lado de la mesa protegida por un hechizo para mantenerla seca, no obstante la tenue pero continua nevada que caía sobre el grupo- después de todo, es la que maneja esta negociación, los detalles son delicados y requieren tiempo-.

Que hayas sido quien dejó una huella de duda sobre esta guerra no te da derecho a ser insolente, Storm- dijo rabioso Thunder Wind- ¡mucho harías en observar ese detalle, muchacho!.

Ese "detalle" salvó miles de vidas, Lord Thunder Wind- dijo, justo detrás de él, la Princesa Luna, mirándole ceñuda pero educadamente, sorprendiendo al Noble Alicornio – y eso debería considerarse una buena señal, no todos los guerreros tienen bayonetas por cerebro.

¡D-desde luego, Lady Luna!- dijo el desprevenido Thunder Wind, apenas disimulando su susto- no soy capaz de discutir algo así- y desvió su mirada hacia el porta estandarte, que se permitía sonreír, sin dejar de mantenerse firme, estandarte en mano.

Lo que me pregunto es por qué solo está el estandarte del Principado de Canterlot aquí- dijo con altivez Lady Blue Mane, moviendo su muy cuidada crin, de un azul muy brillante, coronada con una emperifollada tiara – pudimos hacerle un favor a este lugar desolado con nuestros llamativos pendones-

La razón es simple, Lady Blue Mane – le respondió Stormbreaker, sin perder su rígida posición - siendo su Casa y la mía las responsables de la batalla, pierden todo derecho de presencia en las negociaciones, siendo la Casa Regente de Canterlot la única en desplegar su gallardete… por no mencionar que fue vuestra guerra la que le dio el toque desolador a este lugar y a muchos otros-.

Lady Blue Mane vio al joven alicornio porta estandarte con desprecio. "Realmente es bastante insolente este muchacho" pensó hosca.

La Princesa Luna, a duras penas, consiguió no reírse de la escena de la que aquel soldado era protagonista. "Quien menos te esperas demuestra más sabiduría que cualquier líder", pensó divertida.

-Entonces ¿estamos todos aquí?- dijo una voz. Era la Princesa Celestia llegando al lugar con su acompañante- Este es Tokio Toy, nuestro escribano asignado-.

El poni hizo una cuidada reverencia ante Blue Mane y Thunder Wind –es un honor conocerles, nobles señores- dijo con pomposidad y sin evitar que parte de su equipaje de papeles de escritura cayera al suelo.

¡Al menos alguien recuerda el respeto que se nos debe!- dijo Blue Mane, mirando de reojo a Stormbreaker.

Aunque algo torpe, fácilmente perdonable- dijo altivo Lord Thunder Wind

Celestia observó aquel comentario y, viendo la sonrisa pícara de su hermana, mirando al soldado porta pendón, adivinó el por qué. Ya se había enterado de que el soldado Storm era algo rebelde, y lo más seguro es que siendo quien era en ese momento, debió dar su parecer a algún vanidoso comentario de los lideres nobiliarios, además de lo que su hermana debió añadir.

¿Mencioné que es un recomendado de mi hermana?- dijo Celestia, respondiendo a la mirada sagaz de Luna.

¡Oh si!- dijo Luna, fingiendo un llamativo entusiasmo- Tokio Toy es tres veces ganador de la competencia anual de Redacción y Ortografía de la Biblioteca Nacional de Canterlot, además de ser uno de los más duchos escribanos de la Corte de Justicia del Reino. ¡No podía encontrar a nadie mejor para este momento!

Celestia miró de reojo a Tokio Toy, divertida al notar cómo se enrojecía… sin dejar de ver a su hermana con ternura. Su diversión se duplicó al ver a los dos nobles, tratando de digerir la cortedad de saber eso. Conocía de sobra la petulancia de ambos y lo que debió ser la espera para ellos, al lado del soldado que les aguó su bélica fiesta.

Bueno, creo que todas y todos estamos ansiosos de terminar esta estúpida confrontación- dijo Celestia con firmeza. Había borrado en un instante su afabilidad- como habrán podido ambos notar, este pueblo debió de ser hermoso antes de que vuestras disputas lo redujeran a escombros calcinados- y mirando con gravedad a ambos líderes, siguió- Dudo que se quiera repetir algo así- y, frunciendo la mirada, añadió- a pesar de la oscuridad a la que algunos tememos-.

Lady Blue Mane y Lord Thunder Wind la vieron con seriedad (palabra elegante para "temor"), pues estuvieron ahí el día en que, en medio de la batalla, el sol se apagó, sumiéndolos a todos en una oscuridad que les dejó paralizados del terror… con solo el aura dorada de la Princesa Luna por todo brillo, flotando sobre ellos, con una voz que debió hacer temblar las montañas, conminándolos a detenerse.

Bueno, ya que estamos de acuerdo, procedamos…- y dirigiéndose al poni escribano, dijo- Tokio Toy, podemos empezar-.

S-si, su Majestad- dijo el poni, sorprendido mientas veía ensimismado a la Princesa Luna ( Y mientras Luna, disimuladamente, disfrutaba su atención) y sin más se dirigió a la mesa.

De pronto, algo le pasó, algo que nunca le pasaba en cada juicio o reunión de legisladores o abogados en Canterlot… nervios. De pronto sintió el peso de la responsabilidad que caía sobre su lomo… ni más ni menos que redactar un acta de cese al fuego, el final de una Guerra Civil Nobiliaria. Recordó, demasiado tarde, que nunca estuvo en nada parecido a esto. Ni recordaba haber redactado nada como eso. "¿Cómo me metí en esto?", pensó mientras tragaba saliva.

Caminó con pretendida tranquilidad (traicionada por un visible temblar de cascos) a la mesa preparada mientras sacaba sus utensilios de escribano, temiendo no dar la talla… hasta que vio a la Princesa Luna guiñarle un ojo, como muestra de confianza.

Lo harás bien, chico- susurró el alicornio Stormbreaker cuando Tokio Toy se acercó a la mesa y puso el papel para escribir el documento- solo se tú, es todo.

Tokio Toy respiró más tranquilo, gracias a aquel inesperado consejo. Así conoció a su mejor amigo.

-¿Su Majestad?- preguntó Shadow Joke al ver a Celestia con la mirada perdida.

¿Qué…? ¡Oh, sigues aquí, Shadow! – dijo Celestia, como despertando de un sueño. Viéndolo le vino a la mente el recuerdo de aquella muñeca en medio de la destrucción… nadie debería tener tal infancia - ¿sabes? Sería lindo que me contarás más de esos alicornios con una taza de té- .

¿Con galletitas, Majestad?- preguntó el pequeño sirviente de Luna con una graciosa mirada ansiosa.

¡Por supuesto que con galletitas!- dijo Celestia divertida y, abrazándolo con sus alas, añadió- ¡vamos a atiborrarnos de ellas!.

Y mientras, bajándose del Trono, caminaba con renovado entusiasmo a las cocinas de Palacio, con el pequeño Shadow sobre su lomo, pensó en el único detalle divertido del día en que ocultó el sol: aunque le costó trabajo, fue muy útil, en ese momento, haber aprendido de su hermana los beneficios de dominar la "Voz Real".

Eso es lo que se llama "hacerse escuchar"- pensó Celestia, con satisfacción.

(Fin del Segundo Episodio)