Donna y el Doctor llevaban ya un tiempo viajando juntos en la TARDIS, visitando planetas, yendo a otras épocas, conociendo a personajes ilustres que habían hecho y harían la historia de los países visitados, así como seres de otros mundos. No se podía decir que su vida fuese aburrida. No paraban un minuto, siempre necesitaban moverse, vivir aventuras nuevas, ir a lo desconocido, afrontar el miedo.
Para el Doctor, era algo habitual, desde que se escapó de Gallifrey su planeta, no había hecho ni un solo alto en su sinuoso camino. Sin embargo para Donna era algo nuevo. Y esa novedad le encantaba, adoraba viajar con el Doctor. Las veces que debía quedarse con su madre y su abuelo, eran un fastidio y esperaba con ansias la llamada del Doctor para irse con él. En el momento que este acudía, no necesitaba decirle dos veces que se iban de nuevo de viaje, Donna ya tenía la maleta permanentemente preparada para partir.
Hoy sin embargo no se fueron a viajar muy lejos. Ni siquiera cambiaron de época. Dejaron la TARDIS, aquella cabina azul de la policía donde viajaban siempre y cuya característica principal era de ser mas grande por dentro que por fuera, aparcada en un lugar discreto y se fueron caminando hasta llegar a los Jardines de Kensington. Se tumbaron en la hierba y hablaron de cosas y de otras. Pasaron así toda la mañana. Cuando fue la hora de comer, El Doctor se levantó preguntándole a Donna si le apetecía comer algo a lo que joven contesto afirmativamente.
-Toma aquí tienes
- Gracias Doctor. ¿Solo vas a comer esto? -Le dijo al ver el sándwich de lechuga y atún que tenía previsto para el.
- Si, ¿Porqué?
- No me extraña que seas tan esquelético, apenas comes nada.
- Me basta, no necesito más. No he sido de comer mucho. Gracias Donna por preocuparte por mi salud pero estoy perfectamente bien.
- El día que te de un infarto ya veremos lo que me dices.
- ¿En cual de mis dos corazones?
Donna no le contesto y siguió comiendo su hamburguesa de queso bacón y lechuga así como sus patatas fritas. Ella desde luego no iba a morirse de hambre, le encantaba comer.
Cuando terminaron de comer y ya se habían desenfadado, sus cabreos duraban muy poco, era imposible que estuvieran enfadados más de 10 minutos, se fueron paseando por uno de los senderos del parque hasta llegar delante de una estatua muy conocida para los niños de todo el mundo. Aquella escultura representaba al niño más famoso de la literatura universal que había nacido de la mente del escritor escocés John Mathew Barrie, Peter Pan. El niño que no quería crecer, que vivía en el país de Nunca Jamás y que combatía al malvado capitán garfio con la ayuda de sus amigos los niños perdidos.
- ¡Me encanta Peter Pan! dijo tumbándose de nuevo en la hierba.
- No me extraña, eres un niño grande
- Y te gusta que lo sea
- Bueno, es parte de tu encanto. No lo voy a negar.
- Donna siempre tan adorable. Cuanto te quiero
- Yo también a ti.
- Lo sé. ¿Nos vamos?
- ¿Ya?
- ¡Si! Me apetece ir al pub a jugar a los dardos
¿A jugar a qué?
- A los dardos, flechas, sabes estas cosas con una punta y que lanzas sobre una tabla redonda en la pared. Y también me apetece beber cerveza, hacer lo que hacéis los humanos cuando quedáis
- Cada día me sorprendes más
El Doctor se había levantado y no paraba quieto.
- Podrías parar, me estás mareando.
- Perdón, lo siento
De repente el cielo se oscureció y un vendaval levanto todo a su paso.
- ¿Doctor, que pasa?
- Creo que mi intento de jugar y beber tendrá que esperar.
Tuvieron el tiempo justo de meterse en un taxi.
- ¿Al bario de Chiswick por favor?
Una densa lluvia empezó a caer sobre la ciudad de Londres. Llegaron a casa de la madre de Donna, pagaron el taxi y entraron.
- ¿Dónde estabas?
- Conmigo, ¿porqué?
- ¿No habéis visto lo que ha pasado en Londres? dijo la madre de Donna mirando de reojo al Doctor que le devolvió una sonrisa llena de ironía de oreja a oreja.
- ¿No?, aparte de que está cayendo un chaparrón no hemos visto nada.
- Hay ya 300 muertos en el bario de Kensington.
Donna y el Doctor se miraron y no dijeron nada. No querían asustar a la madre de Donna.
Se fueron a la cocina
- ¿Qué crees que está pasando?
- Ni idea pero hay que averiguarlo.
