Capítulo 1: (des) Encuentro
Hermione
Como era costumbre, justo a las 16:00h, dejó el libro que releía a un lado, y sacó de su mochila un recipiente con un líquido dorado. Miró por varios segundos las partículas brillantes que se perdían en el fluido y dio un pequeño sorbo, sintiéndose al instante mucho más fuerte. Echó un vistazo rápido a la biblioteca y volcó de nuevo su atención en las páginas amarillentas que tenía justo en frente. No pudo leer ni un párrafo, ya que un golpe seco en el lado opuesto de la mesa en la que ella se encontraba esfumó su concentración.
- Hasta que te encuentro- escupió un Ron bastante desaliñado tomando asiento. Hermione no pudo contestar, ya que una malhumorada Madame Pince lanzaba un "Shhh" y los miraba con mala cara. Ambos se encogieron en sus asientos y se volvieron a observar.
- ¿Me buscabas?- vocalizó Hermione, sin hacer el más mínimo ruido. A lo que Ron asintió y le hizo un ademán hacia la salida de la biblioteca. Ambos salieron, no sin antes escuchar "odio a los niños…", por parte de la bibliotecaria.
Una vez fuera Ron se paseaba de un lado a otro, pasándose de vez en cuando la mano por sus cabellos rojizos. Tras unos largos minutos en silencio Hermione se colocó delante agarrando con ambas manos la cara redondeada del pelirrojo.
- Ron para de una vez… ¿qué sucede?
- Verás… Y-yo… Digo, nosotros. Harry y yo estábamos jugando a Quidditch. Ginny apareció y… Se golpeó la cabeza. Más bien, le golpeé con la quaffle… Está en la enfermería, no se despierta- Hermione le miró preocupada- Yo no quería Hermione… En serio, solo que se desvió y-y…- Hermione le dio un apretón en la mano y le miró decidida.
- Tranquilo, ¿vale? Por supuesto que no lo has hecho queriendo, solo ha sido un accidente- Ron asintió varias veces con la mirada perdida.
- Se pondrá bien. Simplemente tiene una contusión por el golpe. Pero despertará- Madame Promfrey les lanzó una sonrisa tranquilizadora al trio dorado y siguió ordenando pequeños frascos de cristal de las estanterías. Harry no se despegaba de la pelirroja que yacía en una camilla, aun inconsciente. Ron se paseaba nervioso y Hermione miraba con el ceño fruncido la situación. Ginny jadeó mientras sus ojos pesados intentaban abrirse, lo que llamó la atención de los tres amigos. Ron se paró en seco a los pies de la cama y miró insistente a su hermana.
- ¿Qué ha pasado?- dijo la pelirroja con voz ronca. Harry se levantó en segundos a por la enfermera, mientras Hermione se acercaba a su amiga para reconfortarla.
Pasadas unas horas en las que los tres amigos acompañaban a Ginny ésta se quedó dormida. Madame Pomfrey prácticamente les echó de la enfermería, con la excusa de que deberían descansar para las clases del día siguiente.
En el momento en que la cabeza de la castaña tocó la almohada lanzó un gran suspiro, y a los pocos minutos se lanzó a los brazos de Morfeo. Como tantas noches, sintió cómo unos dedos fríos como el hielo la acariciaban. Un escalofrío la recorrió cuando notó como la caricia iba descendiendo a un ritmo enloquecedor por su cuello, hasta que de pronto ésta se desvaneció. Abrió los ojos de golpe, sentándose en la cama. Miró por toda la habitación aunque solo vio oscuridad. Y soledad.
Hermione se dirigió hacia la mesa del comedor, sin fijarse bien por dónde caminaba. Llevaba varias noches sin poder dormir bien, siempre sentía la presencia de alguien en su habitación. Con torpeza se acercó el brebaje dorado que le permitía mantenerse despierta durante el día. Se sentía desquiciada. Lo atribuía a los efectos de la guerra que se había liberado hace unos meses… También el tener una habitación este año para ella sola por ser prefecta. No estaba acostumbrada a dormir sin nadie a su alrededor. Al sentarse en su sitio de siempre, pudo ver cómo Ron y Harry desayunaban. Ambos leían la sección de deportes de El Profeta. Prestaban tanta atención a la lectura que no se fijaron en las ojeras violáceas que adornaban la cara de Hermione.
- Buenos días chicos- dijo mientras se servía un cuenco con fruta variada. Harry la saludó mientras bebía de su zumo de calabaza. Ron se fijó en la chica que se había sentado enfrente de ellos.
- Vaya… Tienes muy mala cara Hermione- soltó el pelirrojo con la cara arrugada. La aludida le miró achicando los ojos.
- Gracias Ronald. Tú tan caballeroso como siempre- dijo con ironía mientras se metía una uva en la boca. Ron se encogió de hombros como respuesta- ¿Habéis ido a ver a Ginny?
Harry por primera vez lanzó una mirada a su mejor amiga- Sí. Fui a verla temprano. Madame Pomfrey dijo que estaba mucho mejor, pero que tendría que quedarse unos días en la enfermería. Ya sabes, fue un golpe en la cabeza y tiene que controlarla.
Hermione asintió. Lanzó una mirada a la mesa de Slytherin, sin quererlo en concreto a Malfoy. Quien, como todos los días, agarraba una manzana. Justo cuando iba a apartar la mirada se encontró con que el rubio también tenía sus ojos posados en ella, mientras daba un mordisco a la fruta. Hermione agachó la vista y agarró torpemente la poción revitalizadora para darle un sorbo. Después de terminar su plato, se levantó mientras se colgaba la mochila. Les avisó a sus amigos que se iba adelantando a la clase, pero Ron decidió ir con ella. Ambos caminaban por el castillo solitario en completo silencio.
- Hermione, ¿te pasa algo?- la castaña giró su cabeza para echarle un vistazo- No sé… Te veo cansada últimamente. Bueno, desde que empezamos el curso no te veo nada bien.
Hermione miró de nuevo al frente- Todo ha cambiado Ron. Aunque le ganáramos… perdimos mucha gente, perdí una parte de mí… Y no creo que pueda recuperarla.
- ¿El qué?
- La confianza- contestó ella- y la tranquilidad. No duermo por las noches. Apenas puedo cerrar los ojos tranquila Ron.
El pelirrojo sintió que Hermione paró de caminar. La observó de frente por unos segundos, tenía los ojos vidriosos… Y la entendió. Él se sentía igual. Por primera vez, después de unos meses, Ron dirigió sus manos temblorosas a la mandíbula de la chica y la miró sin miedo.
- A mí me pasa lo mismo Herms… El primer mes no podía cerrar los ojos sin que la imagen de Fred invadiera mi mente- la castaña cerró los ojos dolida y dos lágrimas corrieron hasta perderse en su cuello.
Abrió sus ojos marrones para encontrarse a escasos centímetros con los azules de Ron. Éste había pasado su mano hasta la nuca de Hermione quien sin darse cuenta jadeaba. Sus alientos se mezclaban a tan escasa distancia. La castaña posó su mano en el brazo de Ron, que la sujetaba, sintiendo ambos un calor en ese punto de conexión. La boca de Ron se posó en la de Hermione, primero ejerciendo una simple presión, que Hermione extrañaba. Ella movió ligeramente sus labios, haciendo que Ron agarrara su cintura. La respiración de ambos se había acelerado, hasta tal punto que ambos devoraban la boca del otro. Ron ejerció presión, mientras la juntaba más hacia él, y ambos trastabillaron hasta que chocaron con una pared. Él acarició la nuca de la chica pasando sus dedos por su cuello hasta el centro de su pecho. Hermione sin poder controlarlo gimió, haciendo que éste sintiera la vibración del ruido en su mano, que se encontraba apoyada en ella. Ron sin poder controlarse acercó su pelvis hacia la de ella. Ambos se separaron unos milímetros, y mirándose fijamente él se movió contra ella, provocando que un suspiro entrecortado saliera de la boca de Hermione. Ella mordió suavemente en cuello del pelirrojo, lo que provocó que un ruido ronco brotara de la garganta de Ron. El ruido de una armadura cercana hizo que ambos miraran asustados hacia aquella parte, Hermione al percatarse de lo que estaba haciendo se deshizo del agarre de Ron. Ambos se miraron sin saber qué decir, hasta que la castaña recogió su túnica y mochila, que habían caído al suelo en medio de la lujuria. Sin mirar atrás se marchó corriendo, dejando a Ron como una estatua en el piso superior. Bajó los escalones de dos en dos hasta llegar a las mazmorras, donde tenían la clase de pociones con el profesor Slughorn. Una vez que vio que el profesor aún no había llegado y los alumnos entraban en clase, respiró tranquila.
- Muy bien alumnos, creo que con eso es todo. No olviden traer el ensayo sobre la esencia de murtlap para el próximo día- el profesor Slughorn lanzó una sonrisa a sus alumnos mientras recogía en un pequeño maletín varias pociones. Hermione guardó todo a la velocidad de la snitch y dejó la clase sin esperar a un chico con gafas redondas y uno pelirrojo que se mordía el labio nervioso.
Las clases pasaron lentas y tensas. Hermione no paraba de pensar en lo que había pasado en un pasillo solitario esa misma mañana… Harry veía muy raros a sus dos amigos y no le hizo falta hablar con ninguno para saber que algo había pasado entre los dos. Al terminar, Hermione decidió no ir al comedor y se desvió hacia la biblioteca. Una vez allí se paseó por los pasillos oscuros cogiendo a su paso varios libros de pociones, quería adelantar el trabajo de Slughorn. Mientras caminaba hizo un giro de varita para sacar un libro que se encontraba en las repisas de arriba y sin querer se tropezó con alguien. Se encontró con unos ojos grises que la miraban atentos. Después de lo ocurrido, después de la guerra… Draco no le insultaba como antes. Aunque tenía claro que no era de su agrado. Ella sabía que él sólo intentaba integrarse con el resto de Hogwarts sin llamar la atención, cosa que le tendría que ser complicado, considerando como eran los Malfoys.
- Mira por donde caminas Granger- alzó ambas cejas mirándola con un gesto serio.
- Perdón- susurró ella sin mirarle y siguió su camino.
Draco
¿Qué le pasará a Granger? Hoy la había visto más rara de lo normal. En ninguna clase levantó la mano, ni habló como una repelente… Y ahora, ¿me ha dicho perdón? ¿A mí?
Draco se encogió de hombros y siguió buscando libros de pociones, su clase favorita. Casi nunca frecuentaba la biblioteca, no era típico en él, pero cuando debía hacerlo para entregar una tarea, iba a la hora de comer así nadie lo vería allí. Decidido fue a coger uno de sus libros favoritos, ya que sabía que explicaban el procedimiento para elaborar la esencia de murtlap. Pero, para su sorpresa, se encontró en hueco vacío en la estantería. Rápidamente recordó a Granger sacando el libro con la varita y sin poder evitarlo puso su cara de asco.
Salió del pasillo donde se encontraba, hasta que dio con la castaña, la que leía SU libro. Se acercó imponente a ella y sin importarle las pocas personas que estudiaban habló fuerte:
- Eh, tú… sangr- Hermione levantó la cabeza con cara enfadada y Draco se calló de inmediato. Se había prometido después de todo lo pasado que no volvería a pronunciar eso nunca más. Pero ella le sacaba de quicio.
- ¿Qué quieres Malfoy?- siseó con su mirada clavada en él.
- Devuélveme ese libro. Me hace falta- ella abrió los ojos con cara de sorpresa, y al comprobar que él seguía firme cerró el libro.
- Ehm… ¿Perdona?- soltó una risa escéptica, cosa que cabreó aún más a Draco.
- Lo que has oído… A parte de tonta ¿también estas sorda?
Hermione frunció los labios, gesto involuntario cuando estaba realmente enfadada. Con la cabeza en alto abrió el libro y siguió leyendo.
-Granger- soltó el rubio con reproche, pero ella no le prestaba la más mínima atención. Él miró hacia ambos lados, comprobando que nadie les viera y se acercó peligrosamente hacia ella. La estrujó por los hombros, pero no le dio tiempo de hacer nada, ya que en un mínimo movimiento sintió la varita de Hermione clavada en su garganta.
- Ni se te ocurra, Malfoy. Date la vuelta y vete por dónde has venido. Si no quieres que pronuncie una imperdonable contigo.
Draco miraba sorprendido a Hermione, sin asimilar aún cómo en milésimas de segundos habían acabado así. A paso lento se fue alejando de ella, caminando de espaldas, sin separar sus ojos grises de los marrones de ella. Cuando dio la vuelta por una de las estanterías Hermione cerró los ojos mientras inspiraba profundamente, tratando de controlar el ritmo acelerado de su respiración. Guardó su varita entre los pliegues de la túnica y se sentó de nuevo, sin saber que unos ojos la miraban detenidamente.
