¿Qué tal gente bella del planeta Tierra y... Júpiter? (Idk. Why not?)
Aquí está la nueva versión. El prólogo es casi el mismo, y lo colgaré nuevamente como había dicho antes. No sólo en Wattpad sino aquí también porque hay muchos que dijeron que querían la actualización aquí.
Fairy Tail © Hiro Mashima-san (#Respect)
Autógrafo.
–Prólogo.
De todos los lugares a dónde él hubiese ido, ese estaba en último lugar.
No recordaba cuando había sido la última vez que había venido. Es más, no recordaba que hubiera venido antes.
Debía hacerle un favor a una amiga suya, esa extraña amiga que tenía desde su infancia. Iba a esperar a que esta le insistiera más pero había llegado su hermano mayor a persua(amenaza)dirlo.
Ya. Bien. Dejemos de dar vueltas. ¿Dónde estaba?
En una librería, donde podías encontrar cualquier cantidad de libros en todas las presentaciones, de tapa dura, revistas también, por qué no. De cualquier cantidad de temas, desde ciencias hasta historietas. Era usual que la gente no dejara de entrar y salir. Aunque en esta ocasión entraban y no salían, porque se ponían en la fila. ¿Por qué? Hoy había un evento en particular, una firma de autógrafos de una autora que se había vuelto muy conocida en todo Fiore en el último par de años. Había capturado a la mayoría de adolescentes y jóvenes, quienes agotaban los libros una vez salían a la venta. Levy madrugó dos veces aquí.
Había "aceptado" ir por la firma de la dichosa autora, así que… No. No estaba en la fila. El cartel de la entrada sobre Salamander lo había entretenido. Un comic que seguía desde que tenía memoria, habían sacado la continuación hace meses y ya la había leído en línea pero… ¡Esto no se compara!
Se encontraba leyendo la veinticuatroava historieta, no se lo perdería por nada del mundo, solamente quedaba un par y no había traído suficiente efectivo como para comprar. Lo terminaría en un instante y-
— ¿Puedes creerlo?—le llegó una voz femenina llena de emoción—. ¡La vamos a conocer al fin!—exclamó desbordando de felicidad.
¿Qué con eso?—pensó—. Es solo un tonto autógrafo de una tonta autora de un tonto libro romántico para adolescentes.
Le había hecho la misma pregunta a su amiga y ella comenzó uno de sus largos monólogos para explicarle la razón por la que cualquier persona TENÍA que darle una oportunidad a "Quiero un café". Un sin fin de razones incomprensibles, no podía entender nada de lo que le decía y se sintió mejor cuando su hermana menor tampoco supo qué opinar al respecto. Eso significaba que no entendía porque no era de su gusto, no por el simple hecho de ser hombre.
Miró la larga fila, torciendo el gesto en el proceso.
Dejó el comic en su lugar, tomando su fiel bufanda blanca de rayas delgadas al ponerse pie. Con su mochila colgando de su espalda salió del establecimiento, comenzando a pensar en alguna excusa para darle a su cuñada.
Apenas logró poner un pie afuera, el cambio de temperaturas se sintió intensamente, puesto que en el interior estaba tan frío por el aire acondicionado.
El sol le dio de lleno en el rostro y el calor del verano lo inundó por completo, no se sentía mal pero recordó por qué se había sentido tan a gusto adentro. Había estado caminando bajo el sol por mucho tiempo. Sin duda el interior no estaba nada mal. A pesar de que como de costumbre vestía ropa bastante holgada, un polo de mangas cortas, unos pantalones claros hasta la mitad de sus pantorrillas y unas tres puntadas sencillas, seguía fastidiándole un poco la temperatura actual.
Pero tenía ganas de tomar algo, puede que comer un helado lo refrescara- No. Definitivamente no. Aún si su (disque) mejor amigo no se enteraba, no estaría dispuesto a ir en contra de su orgullo y su honor.
Es más, él iba a ir a la misma cafetería de su amigo. Compraría frente a él un espresso, sería doble y se lo tomaría delante de él para dejar en claro que-.
—Gray no está, no vendrá hasta el anochecer—dijo cantarina una joven de cabellos oscuros y cuerpo escultural—. Nadie tiene por qué enterarse de que tú tomaste un… ¿frappé, quizá?—ofreció la joven de turno en la caja, la que lo conocía de años.
Frunció sus labios, sintiendo sus mejillas enrojecer. La mujer sonrió divertida en lo tecleaba en la computadora, conocía al pelirrosado desde años atrás, podía tener veintidós pero seguía pareciendo un niño en ocasiones.
— ¿De mocca?
—P-Por favor—aceptó al fin entregando un billete.
Cuando tuvo la bebida en mano se dirigió a una de las esquinas del local, justo donde pudo sentarse cómodamente a disfrutar del café helado.
Sin embargo, antes de poder tomar del líquido una pregunta invadió su cabeza. ¿Por qué traje la mochila?
Al abrirla, encontró el libro. Ni leyó el título porque volvería a resonar en su cabeza como cuando salía de la librería, como cuando Levy hablaba en los últimos meses, como cuando algunas amigas de su hermanita menor hablaban también.
¿Qué tiene ese libro?—se preguntó frunciendo las cejas antes de voltearlo para leer la contratapa.
"Un pequeño descanso de la rutina, en el nuevo loca que la había cautivado con su café y de pronto: la coincidencia más agradable. Quién podría decirle que después de refregarle en cara a su mejor amiga que el amor a primera vista no existe, ella acabaría dudando de sus propias palabras. Y tú, ¿crees? Porque ella no creía."
Puso los ojos en blanco al acabar de leer, esto sería la peor pérdida de tiempo. Definitivamente encabezaría la lista.
Dio un sorbo al café y volvió a tomar el libro.
La puerta de la cafetería se abrió nuevamente, esta dejó entrar a una joven bellísima, cabellos rubios largos que se balanceaban de un lado a otro con cada paso. Sujetos en una cola alta, llevaba lentes de sol de montura crema, se veían de marca al igual que su bolso que colgaba de su hombro. Su bien proporcionada figura captaba la atención de quienes estaban a su alrededor, a pesar de que su ropa tenía mucho que dejar a la imaginación. El escote de su polo de tirantes no era muy pronunciado, aunque era evidente que no era copa A o B. No se entallaba mucho, aun así se podía notar una estrecha cintura, a pesar de que llevaba una camisa celeste abierta encima, cubriéndole los brazos. Unos pantalones capri color beige se entallaban a sus piernas y estaba unos centímetros más alta por el taco de sus sandalias.
Suspiró algo cansada en lo que avanzaba la cola a la caja de la cafetería.
— ¿De…?—inquirió la señorita de cabellos oscuros al otro lado de la caja, pues no había especificado el sabor del frappé.
El labial rojo en sus pequeños labios distrajo por un momento a la rubia, el contraste del carmesí en aquella piel tan clara captaba su atención.
Volvió en sí y se concentró en responder la pregunta. Pensó unos segundos, su horóscopo de hoy decía: "Prueba un cambio".
—De mocca—decidió sonriente, entregando un billete.
Minutos después, con su bebida en mano, pasó su vista por el lugar… Hm… Estaba (casi) lleno y los mejores sitios estaban ocupados.
Una pareja se encontraba en uno de los sillones bastante cómodos, hizo un mohín cuando los vio reír entre ellos. El lugar era como "perfecto" para ellos y seguro que una sola persona no quedaría bien, se sentiría incómoda de ver a una pareja de pie y ofrecería su asiento. Ella lo haría, por ejemplo.
Cierta envidia la invadió. Tal vez… Deba conseguir un novio para ocupar esos asientos.
Suspiró, negando con la cabeza.
Giró su cabeza hacia el otro lado de la cafetería… Lleno, lleno, lleno… Casi lleno.
Encontró un silloncito blanco en donde podía sentarse a tomar su bebida, estaba justo al lado de otro que estaba ocupado. Pero tenía la suerte de que nadie parecía interesado en ese lugar, a pesar de que se veía cómodo.
Jaló su vista un joven de una extraña cabellera rosa pastel, como de color salmón, desordenada. Dudó un momento de si era natural, pero al percatarse de las cejas del mismo color y -más a detalle- sus pestañas, supo que era extrañamente natural. Estaba de perfil, sentado cómodamente, leyendo un libro.
Sus ojos -detrás de los lentes de sol- se abrieron de sobre manera, ¿acaso a los jóvenes de ahora los puedes encontrar leyendo ese libro?
Y está a mi lado…
No resistió el impulso de acercar un poco más su asiento, tampoco estaban tan alejados. Y la mesa ratona de madera prácticamente estaba entre los dos.
El joven al sentirse observado levantó su vista encontrándose con la rubia, no pudo ver su mirada, tenía lentes oscuros.
— ¿Le… está gustando?—preguntó interesada, pensando bien en su elección de palabras.
Parpadeó confundido. ¿Qué cosa me está gustando?
—El libro… digo, parece…¿interesado?—sondeó sonriendo, esperando no sonar entrometida ni incomodarlo.
Abrió su boca y la volvió a cerrar, no sabía si lo que diría con sinceridad sería tomado de la misma forma que sus amigos y conocidos lo tomaban. ¿Y por qué me importa?
Se aclaró la garganta antes de volver a hablar.
—Comencé hoy—le dijo al fin—, no me había llamado la atención antes… ya sabes, libros cliché.
Sintió que la desilusión la inundaba, había tenido la esperanza de escuchar algo más.
Él se quedó mirando a la rubia que no sabía si lo miraba o no, sus labios rosas estaban ligeramente abiertos y brillaban un poco. Puede que por algún bálsamo o humectante. ¿Qué me importa?
—B-Bueno…—continuó, dejando su café helado al lado del de él—…hasta donde ha leído, ¿qué le parece?
Arqueó una ceja algo confundido.
— ¿Por qué la insistencia?
—Curiosidad—respondió al instante.
Mantuvo su mirada en ella, preguntándose si estaría bien hablar con una desconocida respecto a sus dudas sobre libros románticos que jamás había leído. Definitivamente no puedo hacer eso, le prometí a Levy que sería la primera… En realidad, ni planeaba contárselo a su amiga, iba a mantenerlo en secreto y no dañar su imagen, porque obviamente ella le contaría a su hermano y… "Geehee. ¿Tú? ¿Sabes leer?". Ya lo veía riéndose de él escandalosamente.
La bella rubia pudo sentir cierto aire disconforme e incómodo, tal vez había tocado una fibra y sería mejor disculparse. Alejarse. Podría incluso irse porque la situación ya estaba siendo incómoda. No obstante, quería hablarle. Piensa en algo.
—El libro parece…/He terminado…
Hablaron al mismo tiempo. Al darse cuenta de ello se detuvieron y rieron juntos, él le incitó a que hablara primero.
—He… terminado…con el libro hoy, pero no he tenido la oportunidad de hablar con alguien sobre lo que al libro respecta.
Suspiró rendido, era simple curiosidad femenina. ¿Qué podía salir mal?
— ¿Puedo tutearte?
Sonrió divertida y él le devolvió la sonrisa inconscientemente. Vio a la femenina asintiendo un par de veces con su cabeza.
— ¿Aceptas las críticas o eres una de esas fanáticas locas?—preguntó entrecerrando sus ojos, sonriendo de lado, ella miró hacia arriba pero él no pudo verla solamente vio su sonrisa ensancharse—. Es un libro para adolescentes hormonales, lleno de falsas ilusiones, poco apegado a la realidad y con escenas cliché.
Miraba fijamente el libro, así que no pudo ver las manos femeninas arrugando la tela del pantalón.
—La dueña de este libro me envió por un autógrafo… Así que estaba por obtenerlo, pero salí con la excusa perfecta. Entonces me pregunté por qué tantas vueltas con esto—comentó levantando el libro con una de sus manos—. Solamente es un libro más de una pareja que será feliz al final.
Cerró sus ojos con fuerza. Era su libro favorito. Agradecía no haberse quitado los lentes, así no la veía, de todas formas agachó la cabeza.
—Sin embargo—habló nuevamente, soltando una risa corta y divertida—, acabo de comenzar y no me he detenido hasta que llegaste… Supongo que debía darle una oportunidad.
Levantó su rostro mirándolo sonreír avergonzado, rascándose la nuca nervioso. Aclaró su garganta antes de hacerle otra pregunta.
—Y… ¿En qué parte vas?
—Angela ha cogido el mismo-
— ¿Café?—preguntó interrumpiéndole, él asintió sonriendo.
—…sin azúcar con espuma—completó—, que el…chico ese. Y ha comenzado a…sentir…
Dejó su frase en el aire, sin poder evitar fijar toda su atención en su acompañante.
Esta misma se quitaba los lentes de sol, los que cubrían el par de ojos que no había visto aún.
Sus párpados aún cerrados cubrían lo que podían ser ojos azules o verdes. No sabía por qué ahora le causaba tanta intrigaba saber su color de ojos, pero así era. Puede que porque había estado con los lentes todo el tiempo. Aun cuando él conocía todo tipo de ojos, tenía en mente unos celestes que chispeaban siempre al verlo… por obvias razones. Estaba seguro de que el color de ojos de esta joven no lograría algo. ¿Qué podrían lograr-?
Café. Marrón oscuro. Pardo. Los ojos más comunes que encontrabas alrededor. A pesar de eso, no podía dejar de mirarlos, no había otros ojos más que esos ahora en su cabeza y sus labios continuaron por sí solos, completando la frase que seguía en el aire.
—…amor a primera vista.
Solamente mencionarles que tengo un par de ideas más ya adelantadas pero no las voy a publicar hasta llegar al quinto capítulo aquí, este fic tendrá aproximadamente quince capítulos o menos. Ya tengo el capítulo final redactado :v, no pude con la emoción de escribirlo.
Toda crítica y/o recomendación es bien recibida (:
Attn. Kiriha-chan
