Disclaimer: Los personajes utilizados en este fanfic son propiedad de Rick Riordan. Sólo soy propietaria y única autora de esta historia.

Advertencias: AU. Solangelo con Botanic!Nico. La imagen de portada no es mía, la encontré en We Heart It.


PRÓLOGO.

22 de Abril 2015

4:15. Esa fue la hora en la cual Will Solace llegó a su vida.

Nico di Angelo estaba tranquilamente sentado en un sofá marrón cercano a la ventana, escuchando música italiana que salía de un viejo toca-discos. A diferencia de sus pocos amigos, el joven de diecinueve años no salía de su habitación para tomar un poco de sol.

Sus dedos golpeaban un brazo de su cómodo sofá marrón al compás de la música, su vista fija en la ventana que dejaba ver el paisaje que tomaba vida en el exterior: árboles grandes y vivos, calles poco transcurridas, carreteras llenas de autos, un grupo de niños jugueteando en el parque central.

Nada de eso le atraía lo suficiente como para salir de su cómodo y poco iluminado apartamento a dar un paseo.

Fue entonces cuando lo vio.

En una vieja y manchada banca se encontraba un chico, que sonreía al ver los niños corretear de lado a lado, persiguiéndose unos a otros. Nico parpadeó repetidas veces, poniéndose de pie y acercándose más a la ventana.

Puso ambas manos sobre la ventana, su aliento chocando con el frio cristal. El chico contrastaba completamente la apariencia de la banca: tenía cabello rubio, tan rubio que parecía brillar, literalmente, piel con un perfecto bronceado veraniego, un par de bermudas y una camisa desgastada que rezaba Surf Barbados.

Nico hubiera soltado un gruñido y se hubiera dado la vuelta para volver a su cómodo sofá y seguir moviendo levemente sus extremidades con el compás de la música, si el chico no hubiera alzado la vista para verlo.

Cuando los ojos del chico se conectaron con los de Nico, se congeló.

Aunque estuvieran a Jesús sabe cuántos metros de distancia, Nico supo descifrar el color de los ojos del chico. Azules. Pero no de un azul tormentoso, no, sus ojos eran como dos cuencas con un mar en calma adentro. Brillante, sensible, delicado.

El chico le sonrío y agitó su mano en su dirección, y eso fue suficiente para que el ritmo cardíaco del italiano se descontrolara.


Por Dios, ¡un Solangelo! Siendo sincera, es una de las parejas disparejas más hermosas que puede existir. Sí les gustó pueden dejar un review, por ahora luces fuera.