Este es mi primer Oneshot de CDM, espero os guste a todos. Personalmente mi favorito es Ken, me habría encantado tenerlo conmigo durante el resto de los capítulos.
Actualmente trabajo en un fic Castiel x Nathaniel, próximamente lo publicaré también. Les envió un beso y bueno, mi ID de CDM es Harukonyan en caso de que deseen agregarme. Se despide su servidora.
Hoy me marcho, Sucrette, pero por ahora no pienso decírtelo. Te escribiré esta carta sólo para dejarme en claro cómo me siento, por qué me siento así y por qué me voy. La escribiré sabiendo que nunca en la vida te la podré entregar.
Hoy me marcho, Sucrette, por ser débil como una galleta escuálida y quebradiza de mantequilla, porque no sé cómo sobrevivir en un lugar tan extraño como lo es esta ciudad, ni menos en un lugar como este instituto. Y es que acá, si no eres alto ni guapo, o si no eres una chica que llama la atención, no tienes nada que esperar en la vida, y sólo serás el torpe de los mandados. Mi madre siempre me dice que sea bueno contigo, y por eso trato siempre de hacer lo mejor que puedo. No sé si te incomoda, Sucrette, no sé incluso si yo te incomode, porque eso me lo han dicho muchos a lo largo de mi vida, pero tú eres la única persona que me ha tratado bien sin razón, y eso me hace pensar que te gusta cómo soy contigo. Aunque a veces te enfades, aunque a veces te saque de tus casillas cuando estás ocupada. Me gusta escucharte, Sucrette, me gusta hacer todo lo que pueda por ti y si es necesario, hasta compartir contigo mis galletas. Echarme la culpa de tus travesuras, incluso hacer tus tareas.
Hoy me marcho, Sucrette, pero no es porque quiera dejarte. Es que soy un debilucho, y mientras no esté, mereces que alguien mejor que yo a tu lado. Mereces que te cuiden de lo que yo no puedo cuidarme ni a mí mismo, y mereces a alguien más que a un empollón con un suéter de rayas. Mi padre me ha dicho que soy un inútil, que así no valgo nada y que si no puedo cuidarte, que mejor te deje en paz. Que deje que te busques a otro. Pero yo no voy a dejarte, Sucrette, te prometo que voy a volver, y cuando vuelva, verás que mi ausencia habrá valido la pena, y que si en ese tiempo te han hecho daño, o has tenido problemas, yo me ocuparé a la vuelta, así como tú te ocupabas de mí desde siempre, desde que tenemos cuatro años.
Hoy me marcho, Sucrette, espero que no me extrañes tanto como yo te extrañaré a ti. No sé cómo voy a decírtelo, Sucrette, pues no quiero que veas cuán desesperado estoy. No voy a darte un discurso, ni me atrevo siquiera a darte un abrazo, pues sería muy atrevido… Pero me he hecho un tiempo después de empacar y te he comprado ese pequeño oso de felpa que una vez vimos en una vitrina camino a la estación, lo compré para que siempre me recuerdes. Y no sé, tú si quieres lo tiras, o si quieres lo pones en tu cómoda o al lado del televisor, pero ya verás que volveré y sabré si habrá valido la pena el alejarme unos meses.
Hoy me marcho, Sucrette, y cuando me marche haré como que el tiempo no me alcanza, para no tener que explicártelo demasiado ni darte más problemas de los con que ya cargas.
Hoy me marcho, Sucrette, y espero con ansias el momento de volver por ti y ver unidas dos sonrisas emocionadas, volver un día cualquiera de escuela, y ver un par de miradas brillantes en nuestras caras.
