A ver si os convenzo para darme otro tiento con una saga nueva, completamente separada de cualquier otra cosa que haya escrito. Ni secuela ni precuela. Espero que este os guste. Siempre agradezco los comentarios.


Tercera Persona

_ Si tuviera un mundo que fuera mío, nada tendría sentido. Todo sería como no es, porque todo lo que no es, sería.

La directora suspiró, contrariada y en gran parte hastiada, porque Tilly continuaba manteniendo la misma actitud. Iba a aquella sala, se sentaba en el diván y la trataba con el mismo desdén que si fuese su más acérrima enemiga. Anzu suspiró, cansada, y alzó la mirada hacia el reloj de pared de la sala. Aquella hora había sido terriblemente larga.

_ Tilly, la sesión ha terminado por hoy. El celador te acompañará a tu habitación.

La pelirroja se sentía defraudada consigo misma. Sentía que había invertido mucho tiempo en aquella joven y no había servido de nada. Del mismo modo que le pasaba con otra de sus pacientes.

_ ¿Y ahora qué, majestad? ¿Vas a ver a Regina? ¿Le has sacado brillo a su corona?_ Tilly lanzó una risita, desafiándola.

_ Tilly, con esa actitud sólo la alientas a quedarse en su mundo de fantasía._ Suspiró._ En fin, no sé para qué me molesto. Esta es nuestra última sesión juntas y como de costumbre has decidido no aprovecharla.

_ Yo siempre aprovecho nuestros encuentros para robaros pasta de té, querida._ La rubia rio y abrió el cajón que la directora tenía en la mesilla, cogió dos patas y empezó a comerse una mordiéndola como un roedor.

_ Pues se acabaron las pastas._ Anzu sonrió, tristona._ A partir de mañana tanto Regina como tú vais a estar bajo la tutela de otro psiquiatra.

_ Ahora que empezábamos a conocernos mejor._ Tilly puso morritos._ ¿Y a quién has traído? ¿Al doctor Jekyll, quizás?

_ La doctora Swan no forma parte de ninguno de tus cuentos, Tilly._ Le dijo, haciéndole un gesto con la mano para que abandonara la sala.

Se había hecho tarde y aplazaría la visita a Regina Mills. Después de todo, la mujer ya tenía bastante con sus problemas como para tener que llegar tarde a la hora de cenar. Anzu necesitaba que Regina socializara, o de lo contrario jamás superaría sus delirios. Y si eso pasaba por Tilly… tendría que amoldarse.

Hizo un par de anotaciones en el dossier que estaba preparando para la doctora Swan y se retiró a su habitación, necesitaba urgentemente dormir largo y tendido y olvidar las acusaciones de Tilly de que ella era, según sus palabras, la reina de corazones.

Regina Mills

No estaba segura de quién había sido, pero una cosa tenía bien clara. Aquello había sido un hechizo, un cruel y mal encarado hechizo como el que en su día yo arrojaría para crear la ciudad de Storybrooke. Y allí estaba una vez más, en el comedor, con mi cena en la bandeja y apartada de todos aquellos locos. Aunque debía admitir que los macarrones no estaban mal.

_ ¡Se presenta su soldado para revista, majestad!

Tilly tenía su habitual buen humor. Parecía ser la única que no estaba maldita… aunque sí que estaba loca. Por eso se habría librado, aunque yo no sabía el motivo por el que yo estaba bien. Pero agradecería la bendición y no haría demasiadas preguntas.

_ ¿Qué información tienes para mí, Tilly?_ Le dije, mirándola.

_ ¡La reina de corazones está derrotada!_ Dijo, con tono victorioso._ Se ha rendido, dice que a partir de mañana nos atenderá otra doctora.

_ ¿Otra doctora?_ Alcé una ceja.

_ Sí, la doctora Swan, por lo visto.

_ ¿Swan?_ Sonreí._ Parece que alguien llega con intención de salvarnos.

Emma Swan

El traslado era algo que nunca terminó de agradarme. Vagar de un sitio a otro, de un hospital a otro. Sin embargo esta vez lo hacía por buenas razones. Aparqué el Mercedes en la plaza que me habían asignado y me acerqué a aquella institución. Sentía cierto miedo mientras atravesaba los pasillos y me dirigía hacia el despacho de la directora.

Anzu Stealer tenía cierta fama en el negocio. No era mucho mayor que yo, y sin embargo había conseguido multitud de premios y era directora de su propio Hospital psiquiátrico. Si me había llamado para sustituirla, no debía ser un asunto fácil.

Y lo estaba… bueno, estaba Regina. Estaba claro que no era un paciente normal, no para mí, al menos. Ya resultaba complicado tratar a un paciente que no tenía ningún significado para ti. No era el caso y mientras me sentaba en la sala de espera, pensaba en el miedo que me daba todo. No me sentía preparada.

_ Doctora Swan, la Doctora Stealer la está esperando._ Intervino la secretaria.

Asentí y me puse en pie, suspirando. Trataba de aparentar una seguridad que no sentía mientras me introducía en el despacho de la directora. Eran grande, de estilo clásico, con un gran ventanal que daba al patio detrás del escritorio. La mujer se encontraba allí, con un vaso en la mano, observando con actitud despreocupada.

Por un momento pensé en toser o hacer algún ruido para decirle que estaba allí. A fin de cuentas, seguía de espaldas, simplemente mirando el patio que en aquel momento, casi al anochecer, estaba vacío.

_ Emma Swan._ Di un respingo pues no esperaba que me llamara, ni tan siquiera se giró._ ¿Le apetece una copa de whisky?

_ No, gracias._ Cuando contesté se giró y me miró a los ojos.

Lo cierto es que estaba demasiado nerviosa como para beber nada, lo vomitaría. Anzu se sentó en su sofá de cuero y apoyó los brazos con las mesas, uniéndolas.

_ Sí, eres justo como me estaba imaginando._ Sonrió._ Y eres justo lo que necesito en este caso.

_ Si me permite la pregunta, ¿Por qué?_ Intenté evitar moverme con inquietud, pero fue imposible._ Yo sólo soy una psiquiatra más… no creo poder hacer nada que usted no…

_ Tú conoces a Regina desde hace mucho, ¿Verdad?_ Di un respingo.

_ Desde el instituto, sí. ¿Estoy aquí por eso?_ Pasé la mano sobre la pierna de forma nerviosa.

_ Por eso y porque eres una profesional._ Dijo ella, práctica._ Regina me ha encasillado en un puesto desde el que no puedo ayudarla. En el mundo de fantasía en el que se encuentra… todos somos, bueno, sus enemigos.

_ ¿Y usted cree que yo…?

_ Yo creo que tú eres un clavo que la puede atar a la realidad, y recordarle quién es de verdad… que esta vida tiene sentido.

_ Eso lo dudo._ Dije, esquivando su mirada.

_ Puedes no aceptar mi propuesta si no quieres._ Dijo, encogiéndose de hombros._ Pero la verdad es que no hay nadie más. Eres la única que tiene lo necesario para ayudarla.

_ ¿La única?_ Pregunté._ ¿Quiere decir que si no la ayudo…?

_ Probablemente se quede aquí hasta el último de sus días.

_ No puedo permitirlo._ Dije, en voz baja, mirando al suelo._ Y eso usted lo sabe.

Regina Mills

Para ser una celda, la habitación ciento ocho era bastante cómoda. Tenía espacio para mis cosas y podía tenerlas siempre que no fueran puntigudas. El libro que estaba leyendo no tenía pinta de poderse usar como un arma mortal, aunque quizá con un poco de imaginación. Estaba a punto de dormirme cuando escuché que llamaban a la puerta.

_ Pase._ Dije, aunque tampoco es que dependiese realmente de mí.

La puerta se abrió con un chirrido y una mujer rubia entró con ciertas dudas. Reconocería a la salvadora en cualquier parte, aun cuando llevara aquella bata de médico.

_ Hola, Regina. No sé si me recuerdas pero soy.

_ La señorita Swan._ Dije, sin apartar mi mirada de la suya.

_ Es Doctora Swan ahora._ Dijo, haciendo un gesto para quitarle importancia._ He venido a ayudarte.

_ ¿A salvarme, quizá?_ Se me escapó la risa floja.

_ Eso no se me ha dado nunca demasiado bien._ Dijo, en un susurro.

_ ¿Decía algo?_ Le pregunté.

_ No, nada. No tiene importancia._ Dijo._ Verás… la directora dice que yo puedo ayudarte a recordar lo que…

_ Mi memoria está perfecta… salvadora._ Contesté, chistando la lengua.

_ Sí, supongo que… eso crees._ Susurró._ ¿Cómo nos conocimos, Regina?

_ Mi hijo fue a buscarla a Boston porque usted era su madre biológica y se presentó en su horrible escarabajo amarillo para robármelo y estropear mi maldición._ Le relaté, con un largo suspiro. No esperaba que ella también estuviese afectada por todo aquello.

_ No, en realidad eso no es exactamente así, Regina._ Dijo ella, mirándome._ Nos conocimos en el instituto. ¿No te acuerdas?

_ No tengo ni idea de lo que me habla, señorita Swan._ Le dije, cruzándome de brazos.

_ Mira, he traído unas fotos, quizá esto te ayude.

Me entregó una foto gastada y yo la observé. Parecía estar tomada bajo unas gradas. Emma aparecía con una chaqueta de cuero y un cigarrillo entre los labios. Tenía el pelo revuelto y unos vaqueros gastados. Yo estaba a su lado, vestida con un uniforme escolar negro y blanco.

_ No recuerdo haberme hecho esta foto._ Le dije, mirándola.

_ Piensa un poco, vamos._ Le dije, poniéndole la mano en el hombro._ Nos conocemos desde siempre.

Emma Swan (Flashback)

_ ¿Esa es la chica nueva?_ Aspiré mi cigarrillo hasta acabarlo y lo tiré, aplastando la colilla.

Ruby y Elsa le echaron una mirada. Hacía falta valor para ir al instituto con el uniforme de su viejo colegio pijo. Me lo imaginaba. Su madre debía ser una millonaria venida a menos y ella quería seguir creyendo que era especial.

_ Vamos a tener que darle una lección._ Dijo Ruby, con una de sus sonrisas._ Podría partirle las piernas.

_ Rubs, no seas bruta._ Dijo Elsa._ Yo propongo llenarle la taquilla de nata.

Se rieron juntas formando un corrillo.

_ Callaos._ Les dije, de mala gana.

Yo era la líder de nuestro pequeño trío y lo gobernaba con mano de hierro. Se hacía lo que yo decía y no había excepciones.

_ Me gustaría invitar a nuestra nueva amiga a pasar la tarde con nosotras._ Dije, con una sonrisa._ Sólo para ver cómo es… y si resulta que acaba cubierta de basura o de queso fundido… pues… bueno será un accidente.

He de admitirlo, a la hora de gastar bromas crueles era toda una experta. Pero iba a darle una oportunidad. Quién sabe, a lo mejor era guay y nos arrepentíamos de haber pensado en llenarle la taquilla de adorno para postres.

_ Ya me ocupo yo de presentarme.

Regina Mills (Flashback)

Cambiar de colegio no era nuevo para mí. Pero nunca había estudiado en un público. Al parecer no había ningún instituto privado en aquel distrito escolar y ni siquiera mi madre, abogada de prestigio, podía conseguir sacar un colegio de la nada.

Allí estaba yo, con mi uniforme y mi comida. Estaba comiendo sola, lo que tampoco era nuevo para mí. Lo que sí era nuevo era que una chica se me acercara. Era toda una macarra, la antítesis de lo que yo representaba.

_ Hola. Soy Emma, ¿Qué tal?

Me miraba de forma seductora, y eso me resultó confuso… pero le sonreí. Me sentía muy sola y quería hacer amigos, aunque no me daba muy buena espina. Me extendió la mano.

_ Soy Regina._ Cogí su mano y me la llevé a los labios, dándole un beso.

_ Vale…_ Alzó las cejas._ Las chicas y yo habíamos pensado que podrías venir con nosotras.

_ ¿En serio?_ Pregunté._ No pensé que quisierais, la verdad.

_ ¿Por qué, porque somos un poco macarras?_ Se rio._ Anda, vente. No preferirás quedarte aquí comiendo sola.

La seguí bajo las gradas, donde estaban sus amigas. No parecían una pandilla recomendable, y además estaban fumando. Pero nunca había conocido gente así… sentía mucha curiosidad.

Emma Swan

_ ¿Ya te acuerdas?_ Pregunté, mirándola.

Regina se quedó mirando la foto, acariciando su superficie, como si estuviese en trance. Yo me mordí el labio y le puse la mano en el hombro.

_ ¿Regina?

_ Vete._ Me dijo, seca._ No quiero que me metas más recuerdos falsos en la cabeza.

Sentí un hilo de esperanza. Porque entendía lo que eso significaba. Los "recuerdos falsos", de los que hablaba, eran realidad las vivencias que habíamos vivido juntas. Me puse en pie y me dirigí hacia la puerta.

_ Volveré mañana._ Dije como despedida.