¡Hola gentecilla!

Empiezo una serie de one-shots de un anime que me tiene loca, ¡Shugo Chara!. Como no, la pareja predilecta y protagonista será Amuto.

Todos los one-shots tratarán acerca de refranes de gatos ( Yay, Ikuto .). Tengo bastantes buscados, e intentare mantener a todos los personajes lo mas IC que pueda ^^. Os prometo dosis extremas de amor cursi, chicas sonrojadas a más no poder, y sobre todo, ¡¡ muchas situaciones comprometidas y pervertidas!! Enjoy =)

Canción elegida: Oh Oh Baby (Britney Spears).

"The way you smile, the way you taste You know I have an appetite for sexy things"

La curiosidad mató al gato.

Ocurrió una tarde de Febrero.

Ikuto estaba aburrido, tumbado en el tejado de una casa no muy alejada de la Escuela Primaria Seiyo Elementary. Se dedicaba a ver como pasaban las nubes, unas detrás de otras, lentamente.

Cansado de su parsimonia, el chico-gato se levanto ágilmente y empezó a contonear el rabo, pensando en alguna manera de matar el tiempo. Al principio se le ocurrió dar un paseo por el centro de la ciudad, pero rápidamente descartó la idea. Necesitaba una manera de que aquella tarde pasara rápido. Estuvo a punto de llamar a Yoru, que se había marchado para reunirse con sus amigos callejeros, para que le hiciera compañía un rato, pero de pronto, algo en su mente hizo un pequeño ``click´´.

¿Qué mejor manera de pasar el rato que tomarle el pelo a una vieja amiga?

Ikuto se paso la lengua por los labios, imaginando mil maneras de avergonzar a la muchacha. Un placer perverso le recorrió por dentro, y no pudo evitar mostrar una sonrisa bribona en su cara gatuna.

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Vacía.

Así se encontró Ikuto la habitación de Amu. Vacía, con la cama hecha y la mesa recogida. El muchacho no pudo evitar sentir algo de desanimo. Su mente había fantaseado con encontrarse con la chica y tomarle el pelo. Había hasta pensado cual sería la mejor manera de avergonzarla.

Nunca lo confesaría, pero ver cómo las suaves mejillas de Amu se tornaban rojas, era una de sus mayores placeres en el mundo entero. Cada vez que él se acercaba más de lo debido a su cara, notaba como sus ojos ambarinos se abrían al máximo, como su respiración cesaba de repente y como todos los músculos de su espalda se tensaban. Según Amu, el era un gato negro, despreocupado, irritante y sobre todo, pervertido. Que le ahorcaran si aquella no era la mejor manera de vivir la vida.

Con una brisa de confianza, el muchacho consiguió abrir la puerta de la terraza y, furtivo cual felino era, se deslizo suavemente hasta el interior del cuarto. Con una pizca de indecisión, Ikuto decidió cual sería la mejor manera de esperar a que Amu volviera de donde fuera que hubiera ido. Lo primero que pensó fue meterse en la cama, escondiéndose bajo las sabanas, pero descartó esa opción ya que la chica no era tonta y seguro que en seguida se daría cuenta de que en su cama había un ``bulto sospechoso´´.

Pero inmediatamente al felino se le ocurrió un plan mil veces mejor. Nada más terminar de perfilar el plan, e imaginándose la cara sonrojada de Amu en cuanto lo viera, se quitó la camiseta.

Su plan consistiría en esperar a que la muchacha viniera, y cuando entrara por la puerta, encontrarlo semi-desnudo, tendido sobre la cama con una mano en la cabeza y una de sus sonrisas mas lascivas. Una pequeña carcajada interna surgió al figurar como reaccionaria la chica ante tal despropósito.

Pero la mente de Ikuto era demasiado perversa. Aquella pequeña treta solo avergonzaría a Amu durante solo unos segundos. Ella lo descubriría, se avergonzaría y más tarde le pegaría hasta que se viera obligado a salir de su cuarto. Y fin de la diversión.

Por eso Ikuto había decidido darle un toque extra a su macabro plan, algo que hiciera que Amu no lo echara a patadas de su casa. Una razón para que ella no lo obligara a irse. En definitiva, robar algo íntimo de su cuarto para después chantajearla con enseñárselo a todo el mundo.

``Podría robar su diario. ´´-pensó Ikuto- `` Podría extorsionarla con enseñárselo al pequeño rey si no hace lo que yo le mando´´

Sus cejas se alzaron en un rictus de placer, imaginándose todas las cosas vergonzosas por las que podría hacer pasar a la muchacha.

Raudo y veloz, se puso a buscar entre la mesa y por los cajones algo que se pareciera a un diario. Busco y busco, por cajones, entre los libros e incluso examino los cuadernos de la escuela, en pos de encontrar algo. Tras fallar en su búsqueda, decidió abrir su armario y buscar entre la ropa algún bulto duro que pudiera ser sospechoso.

Pero fue al abrir el último cajón de su ropero cuando Ikuto vio el cielo.

Centenas de sujetadores, de todos los colores y con todas las estampas posibles, aparecieron ante él, doblados con exquisita ternura. Ikuto en ese instante se quedo sin respiración, al ver todas aquellas pequeñas prendas. Se imaginó tocando la tela, sintiéndola como terciopelo bajo su palma.

Rojos carmín, blancos pálidos e incluso con corazones estampados en la copa.

``Bienvenido paraíso.´´- pensó Ikuto.

Sostuvo uno entre sus manos, negro, con el dibujo de un gato en un tejado, contemplando la luna.

Imagino aquel pequeño sujetador puesto en Amu, aquellas tiras de tela rodeando sus hombros y aquella piel blanca en contraste con el sostén negro. Y él enfrente de ella, comiéndosela con los ojos. Se le secó la boca.

Respiro pausadamente varias veces, intentando calmarse. Lo primero que hizo fue guardarse ese sujetador dentro de la chaqueta. Quien sabe cuándo podría serle útil.

Pasándose una mano por el pelo, cogió otro sujetador. Este parecía más grande que los demás. La verdad es que el pecho de Amu no estaba excesivamente desarrollado, y a través de la ropa solo se podían observar dos pequeños bultos que normalmente quedaban tapados por la chaqueta negra.

``Pero todos los niños acaban creciendo…´´ -no pudo evitar pensar.

Ikuto se vio sorprendido por aquel pensamiento traicionero. Nunca había pensado en Amu de esa manera, como si fuera una mujer. Para él, solo era una niña. Ella representaba una inocencia que se veía tentado a corromper. Demasiado pura, demasiado confiada. Demasiado virginal.

Y ahora él se la estaba imaginando de una manera demasiado tentadora. Y, aunque estuviera sorprendido por el rumbo de su conciencia, aquellos pensamientos no le molestaron. Si antes tomarle el pelo era un placer, ahora se volvería como una adicción.

Repentinamente animado, Ikuto cogió otra de aquellas prendas, esta vez rosa y con un encaje muy sexy en los bordados. Ikuto la examino detenidamente y se pregunto cómo alguien tan tímido como Amu podía comprarse ropa interior tan bonita.

Y Justo en ese momento, la puerta de la habitación se abrió.

-¡Amu-chan, no puedo creer que le dijeras eso a Tadase-kun! ¡Fue tan romántico!- Dijo Suu pasando a través de la puerta, sin percatarse de que el chico-gato se encontraba en estado de shock, con un sujetador rosa en la mano y totalmente inmóvil.

-S..Suu, no digas bobadas, si yo solo pretendía ser amable… ¿Eh? ¿Qué hace uno de mis sujetadores tirado por el…

``Suelo?´´

La ultima palabra no llegó a salir de su boca. Los pensamientos se habían quedado atascados en alguna parte de su cerebro. Solo pasaron por su mente dos o tres palabras para que llegara a interpretar la situación.

``Ikuto. En mi cuarto. Sin camiseta. ´´

- Eh Amu- interrumpió Miki -¿ese sujetador rosa no es tuyo?

`` ¿Sujetador? ¿Qué sujeta…dor?´´

- ¡Yo, Amu-chan! – saludo Ikuto, recuperado de su shock, con su sostén rosa agarrado en su mano derecha.

Ikuto entonces disfrutó del sabor de la victoria. Aquel había sido sin duda su golpe de gracia. El mejor. Ver como la cara de Amu iba volviéndose más y más roja había valido el mérito.

-Sabes Amu, para ser solo una chiquilla tienes una ropa interior interesante.- dijo con su sonrisa mas lasciva – Reconozco que te había juzgado precipitadamente. Ahora me doy cuenta de lo ``adulta´´ que puedes llegar a ser.

Ante tal comentario, Amu empezó a sentirse realmente cabreada y enfadada con el chico gato. No solo se atrevía a entrar a hurtadillas en su casa sino que se había quitado la camiseta y había hurgado entre su ropa interior. ¡¿Es que este chico no conocía las barreras del ``territorio personal?!

- Me pregunto que dirá el pequeño príncipe cuando le enseñe esto.- dijo el felino, mostrando el sujetador rosa agarrándolo por una de sus tiras.

``Esta la pagaría. Oh sí. Con creces. Le daré donde más le duele. En el epicentro de su estúpido orgullo de minino pervertido.´´- pensó Amu, cansada de ser constantemente ridiculizada por el chico.

Ikuto se extraño. Su comentario había causado una reacción en la chica demasiado inesperada. En vez de cabrearse y empezar a pegarle, como hubiera sido normal, ella se había quedado extramente quieta. Sus facciones mostraban que algo descabellado pasaba por esa cabecita rosa.

Una sonrisa misteriosa y siniestra adorno la cara de Amu.

- Oh Ikuto, no te preocupes por Tadase. No creo que le pudieras mostrar nada nuevo. Él ya debe saberse de memoria toda mi lencería. – Puso un énfasis especial en la última palabra. Durante unos segundos, Amu deseó haber sonado lo suficientemente convincente para que le tomara en serio.

Ikuto tardó en encajar aquella afirmación.

``¿Amu acababa de insinuar que había pasado ya a hacer ese tipo de cosas con un chico? ¿Con un chico como Hotori? ¿La inocente y pequeña Amu con el paradito de Hotori que no era capaz ni de decirle te quiero a su perro? Ha. Buena estrategia, criatura, pero demasiado obvia.´´

Aún así, aunque nunca lo confesaría, Ikuto se sentía herido en su orgullo.

`` ¿Quiere pelea?´´ - pensó, colérico – `` Va a saber de lo que es capaz un hombre despechado´´

Amu empezó a darse cuenta de que su treta, en un principio brillante, no había surtido efecto. Ikuto se levanto del suelo y dejo caer el sujetador al suelo. Ran, Miki y Suu, que habían permanecido como espectadoras al margen de la pelea, contenían la respiración, esperando el próximo movimiento.

Amu también contuvo la respiración. Todo el odio se había esfumado, y ahora toda su visión se concentraba en el chico que tenía delante. Observo sus movimientos lentos, pausados y calculados, acercándose hacia ella. Su pelo se movía al vaivén de sus pasos y sus ojos azules mostraban un brillo juguetón.

Quedaron el uno en frente del otro, separados por solo un pie de distancia.

- ¿Realmente esperas que me crea que ese niño ha conseguido tenerte? – pregunto, con una voz muy suave y delicada. Amu sintió como, ante esa dulce y melodiosa voz, se le ponía la carne de gallina. - ¿De verdad piensas que ese muchacho sabría mucho mejor que yo como conseguirte?

Amu se quedo paralizada. Había acercado la boca a su oreja, y sus palabras se iban convirtiendo en tenues susurros. Las manos de Ikuto habían agarrado las suyas, y las había conducido hasta su pecho desnudo.

- No puedes evitarlo Amu- susurro lentamente- sabes que tarde o temprano vas a caer ante mí. Y sabes que lo que sientes hacia mí es diferente a lo que sientes hacia Hotori, que lo que sientes hacia él no es solo más que una admiración pasajera, propia de una niña encandilada. Eres consciente de que él no te ve de la misma manera que yo te veo.- Ikuto paró, sintiendo como aumentaban las pulsaciones de la muchacha.- Puedes mentirme a mí si quieres. Pero no vas a poder mentirte a ti misma. Ambos sabemos que lo que sientes hacia mí es más fuerte que lo que sientes hacia el pequeño rey.

Amu se encontraba en estado de shock. Nunca se había replanteado aquello. Aunque, por mucho que le costara, sabía que en el fondo Ikuto la atraía. Su forma de ser, y de comportarse con ella. Todas las veces que se le había confesado, aquellas que ella no quería considerar seriamente. En el fondo, su parte más adulta, mas impulsiva e irracional, había caído presa de la seducción del chico. Y ahora ella se encontraba en trance, dudando de sus sentimientos hacia el rey, y con unas ganas terribles de besar a Ikuto. Y todas aquellas sensaciones no le gustaban nada de nada.

Por su parte, Ikuto sentía el vacile de la muchacha. Podía leer como un libro abierto como iba asimilando las palabras que él había dicho. Una parte de su mente encontraba otra situación divertida, pero por otro lado, él se había dado cuenta de que sus palabras, en un principio pensadas solo para turbar la mente de la chica, habían acabado por afectarle también a él. No sabía si era por la situación, porque por primera vez había visto a Amu como a una mujer o por una mezcla de ambas cosas, pero ahora sus instintos más bajos parecían rebelarse contra él.

Y se supone que él era el que debía incomodar a la muchacha, no al contrario.

Así que, inspirando débilmente, en un último esfuerzo, soltó las manos de la chica y llevo las suyas propias a la cara de la chica, cogiéndola por el mentón.

En ese momento Amu cerró los ojos, imaginándose que Ikuto iba a besarla. Pero noto por su aliento, que se había quedado a escasos centímetros de su rostro, lo suficiente para que sus pieles no se rozaran, pero bastante cerca para que pudiera notar su calor. Amu se atrevió a entreabrir los ojos, y se encontró con la mirada azulada de Ikuto, que la absorbió como un potente tifón.

- Voy a hacer caso de lo que tantas veces me has dicho. A partir de ahora dejare de molestarte con mis pantomimas y limitaré el contacto entre nosotros lo mínimo posible. Sólo así te darás cuenta de que sientes algo por mí, algo más potente que lo que sientes por Tadase. Aunque de momento sólo sea lujuria.-

Ikuto se acerco más a la cara de Amu, llegándose a rozar nariz con nariz, pero de pronto, pareció cambiar de idea y se fue alejando poco a poco, hasta quedar situado al lado de la ventana del cuarto. Amu no tuvo fuerzas para moverse, simplemente se había quedado colgada de los ojos de Ikuto, a los que todavía seguía observando con fervor.

Ikuto, se apoyo en el margen de la ventana y dejo que la luz se colase tras de si, calentando su espalda.

-Amu. Voy a dejarte con las ganas de probar mis labios. Y cuando aceptes que sientes algo por mi… bueno, digamos que no me conformare sólo con mirar tu ropa interior.

Sólo dijo una cosa más antes de desaparecer volando por la ventana, dejando a Amu sin palabra alguna.

- Espero que sea cierto lo que dice el refrán. – dijo dulcemente, con una sonrisa en la cara.

Amu nunca supo a que se refirió el muchacho.

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Pues bien, esto solo ha sido el comienzo. Mi imaginación es morbosa y traicionera. Si queréis que el próximo capítulo sea más y mejor contribuid a la causa con un review. Por caridad.

P.D: Cada vez que no dejas un review, Dios golpea a Yoru. ¿Vas a permitirlo? ò.ó