Disclaimer: Harry Potter no me pertenece.

[Los verdaderos amigos se tienen que enfadar de vez en cuando - Louis Pasteur].

Este fic participa en el minireto de septiembre para "La Copa de las Casas 2015-16" del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black.

(—¡Viva Slytherin! (?))


Prostia temporare


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Marcus gruñó enfurecido, mientras miraba fijamente a su supuesto amigo.

—¿Qué demonios? ¿Planeas invitarme a una cita pero no se te ocurre nada bueno, y por eso estás enfadado?

—No seas ridículo, Pucey.

—Ah, vale. Ahora soy Pucey.

—Siempre has sido Pucey.

Adrian soltó un bufido divertido, haciendo que el chico que tenía al frente entrecerrara los ojos.

—¿Qué es tan divertido?— cuestionó cruzándose de brazos.

—Que estés enfadado, claro— rió el otro.

—Sí, ajá.

—¿Ahora no te fastidio?

—No es eso. Sólo ignoraré a quien intentó matarme.

Adrian alzó una ceja, un poco confuso ante la respuesta de su amigo, al que —¡oh!— no sabía había intentado matar.

—Pero si no he intentado matarte.

—¡Y qué demonios fue esa quaffle, ¿se disparó sola hacia mí?!

Él comenzó a reír ante la reacción de Flint, y es que a su parecer se veía ridículo reclamando por eso. Aunque de verdad casi lo mato, pensó Adrian.

—Posiblemente— murmuró ya más calmado. Pero antes de que Marcus se dispusiera a tirarse sobre él y lanzarle cuando hechizo se le viniera a la mente, siguió —. Aunque también pudo ser culpa de mi mano, estaba dormida— rió.

—Dormida mi culo, Pucey.

Adrian rodó los ojos.

—Y de cualquier forma, ¿para qué iba a querer matarte? No tienes nada que me beneficie, tal vez tu madre, ya sabes que soy como su segundo hijo y...

—¡Cierra la boca!

—Oh maldita sea, besaos ya.

Los dos se giraron para ver a una chica con el ceño fruncido, que al parecer, había presenciado su cruce de palabras completo. ¿Estaba ahí desde el principio?

Entonces Adrian volvió a mirar a Marcus y viceversa. El ceño fruncido de Flint ya casi no estaba, y en el rostro de Adrian, tal vez había un poco de perplejidad... Sólo tal vez.

—Ni creas que haré caso a Parkinson— dijo Adrian para luego largarse hacia la entrada de la Sala Común.

—¡Pues yo tampoco!— exclamó volviendo a fruncir el entrecejo, para luego también largarse, sólo que hacia su habitación.

Y Pansy se cruzó de brazos en el sofá.

—Par de imbéciles.