Maki se estaba cambiando en los vestidores, bajaba su camiseta blanca mostrando una fina como blanca espalda en junta a un sostén rosa que remarcaba sus pechos, fue en ese instante donde de pronto una sombra de ojos rojos la estaba viendo desde una distancia muy prudencial.

La pelirroja de pronto se volteó sintiendo una mala presencia, al parecer esa presencia la estaba mirando aunque realmente no estaba del todo segura de que algo la siguiera. De alguna manera podía sentir esa siniestra mirada en su espalda de alguna manera, no era como que había mucho para mirar.

Aun así, ¿Cuál era el motivo, la causa, la razón o la circunstancia de que ese ser estaba aquí en los vestidores? Probablemente podría ser una especie de algún malentendido pero debía averiguarlo por cuenta propia hasta que de pronto quedó boquiabierta mientras esa sombra de ojos rojos seguía viéndola como si nada hasta que la pelirroja acercó su mano hacia la cara de la siniestra figura la cual comenzó a desenvolverse hasta ser una especie de niña de coletas negras, de pequeña estatura, ojos rojos con una chaqueta rosa y falda corta.

La joven en cuestión sonrió tontamente con todos los dientes mientras se rascaba el cuello por vergüenza o quizás en parte de una disculpa, la pelirroja puso una cara de enfado a modo de un puchero

-Nico- chan, eres una pervertida…- Dijo con una sonrisa mientras la mencionada suspiró en se señal de aceptación

-Sí, tienes razón, soy una pervertida- Miró fijamente a su amada aunque miró de manera culposa- Es que no puedo creer que cada día que pasa, me siento con gran suerte en tener a alguien como tú a mi lado- Sonrió tiernamente mientras tomaba una mano con la de su princesa- A veces tengo envidia de tu belleza pero a la vez me siento feliz de tener en mi corazón a una diosa como tú

La pelirroja decidió respirar para tirar su ropa hasta mostrar como ella vino al mundo, Nico estaba sonrojada pero estaba absorta ante la belleza de su amada princesa a lo cual no dudaría en desajustar su corbata, en verdad esa pelirroja era la persona más linda del mundo, tenía el derecho de superarla como en tenerla y en amarla, Maki era la mejor propiedad de todas.

La amaba tanto que era capaz de matar a todo el planeta solo para tener aunque sea unos cinco minutos de tranquilidad con ella, cuidaría muy bien de ella hasta la muerte, cerca de esa sensual niña con cuerpo de diosa más de lo usual, un premio por la sinceridad entre ambas, su cuerpo era todo suyo y podía deleitarse con él hasta el anochecer, la amaba con todo su ser.

Era capaz de probar su resistencia hasta hacerla cenizas, hacer que su corazón latiera a mil por hora, hacerla arder en la hoguera desde al cien hasta el millón, quería ver ese lado sensible como ese lado salvaje de esa niña de cabellos rojos, impregnar marcas en su blanca piel como muestra de que ella era su propiedad y su más grande pertenencia, hacerla vivir como morir en el mundo de la lujuria y darle la mejor felicidad de todas, después de todo estando con esa chica tenía garantizado el cielo.

Cerebro derretido, sonido aplastante, entendían la profundidad de sus corazones con solo las dos al estar calientes como el infierno mismo, sus mentes y sus cuerpos se volverían uno solo, gentileza y violencia, tomaría toda la responsabilidad de lo que quede de vida o en la otra…

Maki era su diosa, era una Athena y Nico era como el Dios Malvado que la secuestraba, el mundo y la humanidad le valían un bledo porque solo tenía a esa diosa para hacer lo que quiera, como quiera, cuando quiera y donde quiera.