Disclaimer: Los personajes de Matrix y de Sherlock no me pertenecen. La siguiente historia está hecha con fines recreativos unicamente. (¡TODA la historia! por lo que no pondré disclaimers en cada uno de los capítulos, con uno debe ser suficiente)
Peligrosas Deducciones
Capítulo 1
Después de una muy agotadora mañana, el doctor Watson subía pesadamente los escalones del 221B de la calle Baker, frunciendo el entrecejo al ver a su amigo adelantándolo rápidamente brincando los escalones de tres en tres.
Sherlock llevaba tres días seguidos sin dormir, sin nada en su sistema más que un par de sándwiches, que John había logrado que cenara el día anterior, y un par de parches de nicotina. Y aún así, ¡era John el que venía arrastrando los pies por la escalera!
Ahora tenían ambos un exceso de trabajo. Desde que se había vuelto "El héroe de Reichenbach" los casos le llovían a Sherlock Holmes. No importaba cuántos rechazara, siempre habían más. Lo peor de todo, al menos para Sherlock, es que eran demasiado fáciles, demasiado ordinarios. Y además, lidiar con la prensa se había convertido en todo un problema. En éstos últimos tres días, por ejemplo, habían resuelto sólo tres casos, pero habían tenido que asistir a cuatro diferentes ceremonias de agradecimiento.
Aparte, Watson tenía un turno que cumplir en el Hospital.
-¡No! ¡NO! ¡NOOO!- Los gritos de Sherlock bajaron por la escalera haciendo que John acelerara el paso.
-¿Qué? ¿qué pasa?- preguntó, abriendo la puerta de par en par y abriéndose paso hasta la cocina.
-¡Diez minutos, John!- le contestó su compañero llegando hasta él en dos zancadas y agitando delante de su nariz un pequeño contenedor de plástico -¡DIEZ MINUTOS!-
John dio un paso atrás fijando su atención en el pequeño contenedor de plástico, devolviéndole una confundida y cansada mirada a su compañero de departamento.
-¿Qué rayos es eso?-
-Ha estado en tu refrigerador durante las últimas 36 horas- le contestó impacientemente -¡Son los tejidos que debía inclusionar, John! ¡Hasta tú debiste haberte fijado en ellos!-
John resopló cansado perdiendo todo el interés -¿Qué hay con ellos?- preguntó regresando a la salita. Sherlock comenzó a dar zancadas alrededor de la habitación sin contestarle. Después de un momento, sus pasos fueron disminuyendo de velocidad, hasta que al final se detuvo y se dejó caer en un sillón.
-Nada- dijo con repentina melancolía aventando el contenedor hasta el otro lado de la habitación -Ya no nos pueden decir nada. La muestras tenían que dejarse en xileno durante 12 horas como máximo o se decoloran y arrugan. Eso hace que los cortes sean inexactos y por ende las observaciones- se llevó ambas manos al rostro y continuó a media voz -Necesitaré otra prueba contra el caso Durhamn-
-¿Vengo en mal momento?-
La señora Hudson entró con una gran charola repleta de comida. Olía maravillosamente bien.
En ese momento John se dio cuenta de lo increíblemente hambriento que se encontraba.
-No, no. Para nada señora Hudson- le respondió John sonriendo
-Supuse que tendrían hambre- sonrió su casera poniéndoles la comida en la mesita de té -Siempre yendo y viniendo- continuó -con todas esas personas que los buscan- dijo sacudiendo ligeramente la cabeza, como si la idea de tener a tantas personas en el apartamento le disgustara, luego se dio la vuelta y enfiló hacia la puerta de nuevo -El secreto es siempre encontrar un momento que los dos puedan disfrutar a solas- dijo como despedida.
Ante tal comentario John sólo puso los ojos en blanco. Sherlock no se había movido ni cambiado de posición.
John empezó a comer en silencio.
-¡Necesitas comer, Sherlock!- soltó después de un rato.
Su compañero no se dio por aludido
-¡Sherlock!-
Sherlock bajó las manos y fijó en John una mirada interrogante.
-No has comido más que dos sándwiches desde la cena del día de ayer- le recriminó el doctor.
Se escuchó el timbre de la puerta. Sherlock se puso de pie de un salto, tomando por sorpresa a John, y corrió hacia la ventana.
-¿Quién es?- preguntó éste
-Mycroft- susurró Sherlock, al ver su auto estacionado.
Escucharon primero los pasos apresurados de la señora Hudson al abrir la puerta y luego los pasos pesados y firmes del hermano mayor de los Holmes al subir por las escaleras.
Sherlock volvió al sofá, acercándose la bandeja de comida. Determinado a hacer caso omiso de su hermano mayor.
-Sherlock- dijo Mycroft a modo de saludo, quedándose en el marco de la puerta.
Sherlock alzó su vista inmediatamente y después de unos segundos levantó una ceja. John no supo qué fue lo que había llamado la atención de Sherlock sobre su hermano. Pero, raro en él, lo vio interesado en el caso que éste le venía a proponer
-¿Del uno al diez?-
-Nueve- respondió Mycroft enfatizando la palabra
Sherlock ladeó ligeramente la cabeza, y luego volvió a su expresión indiferente.
-Estoy comiendo-
Mycroft se movió incomodo desde la puerta.
-Puedes escuchar los detalles mientras tanto-
-No-
Mycroft dio un paso -No tengo tiempo para tus caprichos- le espetó con los dientes apretados
John lo miró sorprendido. Jamás lo había escuchado hablarle así a su hermano. Al ver la peligrosa mirada de Sherlock, sin embargo, decidió intervenir.
-Hace tres días que tu hermano no duerme ni come apropiadamente... - le dijo con una voz que trataba ser reconciliadora
-No me vas a involucrar en ningún otro de tus escándalos políticos- le interrumpió Sherlock con una voz calmadamente peligrosa y los ojos fijos en Mycroft.
-Dos individuos irrumpieron en el Departamento de Defensa; mataron al menos a 30 personas, pusieron una bomba y robaron un helicóptero para escapar- soltó Mycroft -el helicóptero fue derribado, (destruyendo el banco Shad Anderson, debo añadir) sin embargo, sus cuerpos no fueron encontrados. Al parecer lograron escapar-
-¿Dos?- preguntó John incrédulo -¿Dos personas?-
-Suena como que tienes un gran problema que resolver- le dijo Sherlock en forma de despedida.
Mycroft sonrió internamente. Sherlock estaba interesado.
-Te daré media hora para que termines de comer- le dijo y dando media vuelta desapareció escaleras abajo.
Sherlock se quedó mirando por donde había desaparecido su hermano con los ojos entornados.
-Vamos a ir, ¿cierto?- preguntó John
-Nueve- murmuró Sherlock, más para sí mismo que para John. Luego levantó la mirada -Un nueve es grave-
- Pero, tú ya sabías que era grave desde que lo viste- le dijo John con una mirada interrogativa
-¿Alguna vez mi hermano ha esperado mi consentimiento para cruzar por esa puerta?- le preguntó Sherlock como respuesta -Si ya terminaste de comer, necesito que pongas las noticias y sepas todo lo que hay que saber sobre este ataque- le dijo Sherlock mientras se ponía de pie y tomaba su abrigo
-¿Adonde vas?- le preguntó John
-Necesito más parches- contestó Sherlock dándose la vuelta
John bufó -¡Tu necesitas comida!-
Sherlock puso los ojos en blanco -La digestión es una pérdida de tiempo y energía. Y necesito ambos para resolver un caso- dijo con aplomo mientras se ponía su bufanda
John rodó los ojos -Antes...- recalcó -...te podías dar el lujo de torturar tu cuerpo durante unos días por que no pasaba muy seguido...- Sherlock se dirigió hacia la puerta con John siguiéndolo de cerca -...pero ahora los casos se te amontonan y si sigues así...- Sherlock lo volteó a ver divertido, esperando a que completara su amenaza. John frunció el entrecejo -...tú mejor que nadie sabes qué le estás haciendo a tu cuerpo-
-Exacto John- le replicó con total seriedad -Lo sé. Y, aunque estoy de alguna forma halagado de que quieras cuidar de mis hábitos alimenticios, debes saber que mi cuerpo responde perfectamente bien a las exigencias de mi trabajo. NO olvides ver las noticias. Si necesitas apuntar algo importante hazlo-
Y con esas palabras salió de la habitación.
Espero que les haya gustado! Feliz Navidad a todos!
