Había pasado un mes desde que Rose se separó del doctor y durante ese tiempo había estado en estado de shock, el médico le recomendó que escribiera todas aquella cosas que sentía, tal vez si expresaba todos sus sentimientos podría rehacer su vida y tratar de olvidar su dolor.

Soy Rose Tyler y nací el día que apareciste en mi vida.

Mi vida era monótona y triste con un futuro muy aburrido pero todo cambió en el momento en que tropecé contigo apareciendo de la nada, mientras corrías delante aquellos extraños seres completamente desconocidos para mí.

Me invitaste a viajar contigo y no lo pensé dos veces, a pesar de dejar a mi familia y a mi novio; pobre Mickie espero que algún día me perdone el daño que le causé en aquel momento. Nada me importó ante la posibilidad de conocer nuevas cosas, otros mundos, seres extraordinarios, incluso de estar a punto de perder la vida en varias ocasiones. Eso era insignificante comparado con todas las aventuras que he vivido y todo lo que me has enseñado.

Eres inteligente y atrevido e incluso muchas veces temerario, pero nada importa si tú estas a mi lado, contigo todo es divertido y entre tus brazos me siento totalmente segura.

Jamás pensé que te iba a echar tanto de menos. Cada día es una agonía, despertar y saber que no veré tu rostro, tu sonrisa; esa sonrisa que me vuelve loca, ahora solo me queda tu recuerdo y la nostalgia recorre mi cuerpo hasta llegar a pasar las noches en vela esperando ir a nuestra casa, la TARDIS. Ella era mi hogar, se había convertido en nuestro cálido refugio donde he dejado mi vida y mi corazón.

Te echo tanto de menos que estar lejos de ti es como si cada día tomara un sorbo de veneno y conforme pasa el tiempo es más difícil soportar esta soledad, muchas veces quise decirte lo que sentía y ahora me arrepiento cada minuto, cada segundo, por haber esperado para abrirte mi corazón en aquella playa, fría y solitaria. El tiempo va pasando y siento como por momentos que ya no podré decírtelo a la cara y sentir aquel único beso.

Sí, aquel beso que tan amablemente me dejó Casandra entre sus recuerdos, aunque yo no era plenamente consciente, el recuerdo de aquel beso apasionado, lleno de fuego y deseo que quisiera volver a sentir de nuevo.

Nunca imaginé que iba encontrarte en mi camino, pero ahora se que el tiempo que pasé sin ti fue como un sueño y me desperté cuando el destino decidió que debíamos conocernos, y ahora que estamos separados por el tiempo y la distancia vivo gracias a los maravillosos momentos que compartimos el uno con el otro y me muero a cada instante por no tenerte a mi lado.

Mi único deseo es vivir contigo, alimentarme del aliento de tu boca, del sonido de tu voz y de tu sola presencia, sentir que nuestros corazones laten a un mismo ritmo y con cada amanecer estar a tu lado y observarte mientras duermes, jugar con tu pelo y apoyarme sobre tu pecho y sobre todo sentir que con el simple roce de tu mano en mi espalda puedo llegar a tocar el cielo, con tus apasionadas caricias y tus besos recorriendo mi cuerpo.

Quiero ser de tu universo el cielo y la razón para despertarme y contemplar los primeros rayos del sol de cada amanecer, de cada día en un lugar diferente. Mi amor, cada noche contemplo las estrellas a la espera que una de ellas me haga una señal y me digas donde estas.

Te esperaré eternamente.

Rose.

Rose terminó su carta y rota entre sollozos se acostó pero no podía dormir, el dolor era tan grande que era incapaz de conciliar el sueño.

En ese momento llamó Jackie a la puerta y le ofreció una taza de té. Se acercó a la cama e intentó consolarla y le dijo:

Vamos, mi niña, debes calmarte –Dijo su madre acariciando el pelo de Rose.

No puedo. – dijo ella entre sollozos.

Ya lo sé pequeña. Ya perdí una vez a Pete y sé lo que se siente.

Pero, para ti estaba muerto, había dejado de existir. Pero yo sé que está vivo pero fuera de mi alcance – dijo Rose fuera de sí

Tienes razón, casi es preferible saber que alguien querido está muerto, al menos el tiempo pone las cosas en su sitio y puede curar las heridas pero…. – Jackie comprendió que no debía seguir hablando, era demasiado doloroso para su hija.

Mis heridas no cicatrizaran nunca, no lo entiendes. Yo sé que estará vagando toda la eternidad, con el corazón roto. – Rose se quedó pensativa un momento – ¿Mamá?

¿Que quieres pequeña? – mientras le acariciaba

¿Tu crees me él me quería? – secándose las lagrimas

Por supuesto, no debes dudarlo. – y le ofreció la taza de té

¿Como puedo estar segura? – intentando sonreír.

Porqué yo veía como te miraba, eras la luz de sus ojos y un faro en su oscuridad.

Pero nunca me lo dijo, aquel día en la playa de Bad Wolf creí que estaba a punto de decírmelo pero no tuvo tiempo

Si, estoy segura que te lo iba a decir – Jackie observó que aquellas palabras consiguieron tranquilizar un poco a Rose y por fin se durmió.

Pasadas dos horas Rose empezó a moverse inquieta en la cama, murmurando palabras, los recuerdos la atormentaban de nuevo, volvía a revivir aquel día que significó perder todo lo que más quería.

La habitación blanca, la palanca que estaba a punto de ceder y cerraría la puerta de la fisura y por supuesto el momento que creyó que estaba a punto de morir, notaba de nuevo como le fallaban las fuerzas y sus manos resbalaban, el grito de desesperación e impotencia del Doctor; pero de pronto, el tiempo se detuvo un segundo cuando apareció Pete y queriendo salvarla, la condenó a la eterna soledad y tristeza.

Se encontró de nuevo golpeando la pared blanca intentando derribarla con sus manos y llamando al doctor, pero no hubo respuesta.

Después, su respiración se relajó y sus movimientos se volvieron mas tranquilos, entonces se encontró en aquella playa y el instante en que oyó como decía su nombre, esa voz que tanto amaba y tanto deseaba oír. Sus palabras resonaron en su cabeza, ni siquiera pudo tocarle por última vez y después el silencio más frío que jamás había sentido.

En ese momento algo surgió de ese dolor, una luz empezó a salir a través de su boca, con cada respiración iba aumentando y lentamente la fue envolviendo. Entonces la luz se dirigió lentamente hacia el ordenador que había dejado encendido y se introdujo en la pantalla. Con un pequeño fogonazo, se dirigió a través del cable hacía la calle buscando el poste de la luz más próximo y rápidamente salió disparado hacia el espacio alcanzado en cuestión de segundos la velocidad de la luz, cruzando la grieta temporal.

Siguió su curso, con un rumbo fijo y no paró hasta darle alcance, su destino era una nave con forma de cabina de teléfono de color azul y parada en medio del espacio. Justo en el momento del impacto los controles se volvieron locos y la consola central empezó a echar chispas. Moviéndose con rapidez alrededor de los mandos El Doctor y Capitán Harkness trataron de solucionar los problemas.

¿Doctor, que ocurre? – dijo Martha intentando no caer ante los bruscos movimientos de la TARDIS, hasta que un fuerte envite la hizo llegar al suelo.

No lo sé, creo que hemos recibido un impacto – dijo el Doctor mientras continuaba corriendo alrededor de los controles de la nave – Pero es muy raro, la TARDIS no ha detectado nada.

¿Se ha estropeado? - Dijo Martha que parecía preocupada.

No y eso es lo que me preocupa. – El Doctor continuaba comprobando los desperfectos pero todo estaba en orden – La TARDIS no ha sufrido ningún daño, la energía que ha detectado es como si formara parte de ella y simplemente la ha absorbido.

¿Y eso que quiere decir? – Preguntó Jack mientras ayudaba a Martha que estaba en el suelo.

Es muy extraño, la TARDIS llevaba varios días comportándose de una manera muy inusual, como si presintiera que algo así iba a pasar.

El corazón de la TARDIS estaba latiendo con fuerza, pero poco a poco se fue calmando mientras en la pantalla del ordenador aparecía un mensaje. El Doctor y Jack se acercaron, empezaron a leerlo atentamente y durante unos segundos reino el silencio.

Pero si es Rose. – dijo Jack y comenzó a reír a la vez que unas lágrimas inundaron sus ojos.

Entonces observó atentamente al Doctor que permanecía en silencio y vio la expresión de tristeza en su rostro.

No se lo dijiste, ¿verdad?

El miedo me paralizó. – El Doctor desvió la mirada para evitar que Jack leyera sus pensamientos a través de sus ojos.

Pero ella ya lo había decidido, quería estar contigo.

Pero ahora ya es demasiado tarde.- Dijo el Doctor mientras se daba la vuelta.

No necesariamente – dijo Jack pensativo.

Ni hablar – dijo el Doctor tajante.

Pero yo podría manitular el vortex, no sería la primera vez…

No podemos, podríamos alterar las dos realidades al hacerlo o tal vez destruyamos una.

Pero…. – intentó convencerlo Jack una vez más, aunque sabía que el Doctor había tomado su decisión.

Ya basta, lo echo, echo está. – el Doctor no admitió mas discusión y dio el tema por zanjado.

Jack entendió que no podría hacer nada al respecto pero decidió que tomaría cartas en el asunto cuando tuviera ocasión. Mientras tanto, Martha que había permanecido en silencio, como si fuera invisible para cualquiera de los dos hombres, se acercó a la pantalla para leer el mensaje.

… Mi amor, cada noche contemplo las estrellas a la espera que una de ellas me haga una señal y me digas donde estas.

Te esperaré eternamente.

Rose.

Al llegar al final comprendió que el Doctor estaba demasiado enamorado de Rose.

Al Doctor le parecía imposible recibir aquel mensaje, pero entendió que el corazón de la TARDIS echaba de menos a Rose. Aquella energía llegada del espacio con aquel mensaje, solo podía significar que parte del vortex absorbido por Rose para salvarle la vida, regresaba a él con todo el dolor expresado en aquellas palabras que le llegaron profundamente al corazón.

"Te esperaré eternamente." En la mente del Doctor se repetía una y otra vez aquella frase, unas palabras que formaban parte de un deseo incompleto, de unos sentimientos encerrados en su interior y que ahora volvían a él con más fuerza que nunca, de un "te quiero" que no había tenido tiempo de decir; haciéndole dudar sobre lo que decía hacer. Tal vez Jack tuviera razón, tal vez podía volver a verla; pero no estaba seguro si era lo mejor, si estaba preparado o si el miedo, tal y como había dicho, le estaba cerrando aquella puerta.