Cambiando Vidas.

-"Como ha cambiado mi vida, ahora soy totalmente independiente, me valgo por mi mismo, desearía que mi padre pudiera verlo, está ciudad es adorable, nadie te conoce, nadie te juzga, se vive tranquilamente"-

Mientras se dirigía a su domicilio, un chico de cabellos negros y hermosos ojos del color del oscuro cielo, pensaba en el cambio radical que había sufrido, hace apenas unos años atrás era conocido como el hijo del gran empresario Kou, ahora no era nada más que él mismo, sin el mote del "hijo de" ahora era simplemente él Seiya Kou, un estudiante de finanzas, que sin embargo había entrado a la carrera solo por complacer a su padre, en algo debía complacer al viejo, que siempre se quejaba de él, en cuanto llego a su departamento boto el portafolios sobre la sala, pulso el botón para escuchar sus mensajes en la contestadota y se dirigió a la cocina, el hambre comenzaba a hacer estragos en él.

-Mensaje número 1- sonó en la contestadota- Seiya nos vemos hoy en la noche en Dark Ligth, las chicas quieren ir a divertir se un rato, así que ya sabes, Diane te estará esperando, así que no la hagas esperar quieres?- se trataba de Dylan el mejor amigo de Seiya.

Ahora que se encontraba estudiando en Francia, pensaba mejor las cosas, se había vuelto más maduro, claro no podía evitar de vez en cuando darse una escapada por cualquier antro de esa ciudad, el separarse de su familia, mejor dicho de su madre no había sido fácil después de todo la adoraba, pero algo bueno estaba saliendo de todo eso, su carrera.

-Mensaje número 2: Seiya tu madre murió ayer, lo lamento, pero es necesario que regreses a Tokio, en cuanto escuches este mensaje comuni…-

No permitió que él mensaje terminara, pulso de nuevo un botón y borró los mensajes sin siquiera escuchar los demás, la voz de su tío le anunciaba que su madre había muerto pero no sabía ni siquiera como reaccionar, se sentó con pesadez en la sala, el hambre que al llegar sentía desapareció, dejando en su estomago un hueco acompañado de una extraña sensación de nauseas, su madre había muerto y no era capaz de soltar una miserable lagrima, pero es que así había sido educado, cuantas veces había escuchado esa frase, "Los hombres no lloran", cuantas veces cuando niño había sido reprendido por su padre al caerse y correr a los brazos de su madre a llorar, no es que no le doliera, pues amaba a su madre, pero sencillamente sus ojos habían olvidado como llorar…

-M… mamá-

-"Maldición, porque ahora, diablos porque a mí"-

Eran los pensamientos de una chica de cabellos negros violáceos, que corría desesperadamente, en el hospital su padre se debatía entre la vida y la muerte, realmente esta situación no le despertaba ningún sentimiento, quizás frustración pero no dolor, finalmente era la única persona que le quedaba en el mundo, desde que su madre les abandonó, su padre nunca fue un hombre cariñoso, por el contrario se ensañaba con ella al culparla por la huida de su madre, ahora quizá se iba a quedar completamente sola, como en aquellas noches cuando niña después de tanto llorar deseaba, como en esos días de cuando deseaba su muerte hoy por fin el Señor le había escuchado, pero admitía que no era el mejor momento.

Al llegar al hospital y entrar a la habitación se encontró a su padre conectado a distintos aparatos, su aspecto no era el mejor, ahora que lo miraba así se daba cuenta de que no lo odiaba, pero tampoco lo amaba, lo quería sí después de todo era su padre, era todo, todo lo que ella tenía, y si el moría lo iba a extrañar y mucho.

-Raye- una voz a sus espaldas le hizo salir de sus pensamientos.

-Señor Tsukino, que hace aquí, no tiene consideración, como pudo permitir que mi padre trabajara en esas condiciones, como pudo, usted es el culpable de su situación, que va ser de mi ahora- hasta ese momento las lagrimas hacían acto de presencia al darse cuenta de la cruda realidad no se deshacía de él, él la dejaba sola.

-Raye hija los accidentes no pueden preverse, lamentablemente lo de tu padre fue eso un accidente, y tu madre? Donde está?- la pregunta de Kenji Tsukino, cesó de pronto el llanto de Raye, que lo miró lastimeramente-

-Se marcho cuando yo era niña, se marcho por unos días y jamás volvió- Kenji no pudo si no tragar saliva al escuchar su confesión, esa niña estaba sola, muy sola, pues ahora su padre también se marchaba, el llanto de Raye volvió a escucharse y el hombre se acercó a consolarla, al notar que su llanto había cesado la dejó sola en la habitación.

-Gracias, gracias papá, porque ahora lo que soy te lo debo a ti, por que vivir contigo fue un martirio, y espero que jamás regreses del infierno al que has de ir, quizás en algún momento nos volvamos a encontrar, pero te aseguro que no será igual, te lo prometo-

La vida la había convertido en una persona dura, sin sentimientos, y ahora que su padre había cerrado los ojos para siempre su alma se sentía mejor, se sentía liberada…

-Adios papá-

-"Vaya no pensé que esto de hacer las compras fuera tan complicado, pero quiero darle una cena especial a papá ahora que regresa de Kyoto, pero aún no tengo idea de lo que hare, necesitaré pedirle ayuda a Darien, si eso será lo mejor de lo contrario podría incendiar la cocina yo sola"-

Una hermosa rubia esbozó una sonrisa al pensar en el rostro de su padre sorprendido al ver la cena que le prepararían entre ella y Darien su mejor amigo y su amor secreto, ambos habían convivido desde niños, la madre de él Neh y su padre Kenji eran buenos amigos, mucha gente murmuraba sobre esa relación, al ser ambos viudos, pero de eso no había nada, se apoyaban mutuamente a la hora de tomar decisiones en cuanto a sus hijos, al terminar las compras la rubia siguió su camino, hasta encontrarse con Neh la madre de Darien, su nombre real era Neherenia, pero era un nombre muy largo, así que para ella era solo Neh, le gustaba el sonido.

-Serena cariño, dime donde estabas- pregunto la hermosa mujer de largos cabellos negros, sonriendo al mirar a la chica cargar varias bolsas.

-Fui de compras, planeo hacerle una cena a papá, dime Neh se encuentra Darien-

-Claro, pero está metido en su laboratorio, ya sabes ahora se le ha metido la locura de la fotografía, pero pasa- la mujer adulta hizo pasar a Serena, quien deposito las bolsas sobre la mesa del comedor y fue en busca de Darien, conocía esa casa de pe a pa, la conocía con los ojos cerrados, cuando niña había corrido por esos pasillos evitado que Darien la alcanzara, pero claro él unos años mayor que ella no tardaba en atraparla.

-DARIEEEN!!- grito la rubia acercándose a la puerta del laboratorio fotográfico, en cuanto abrió la puerta se encontró con la amplia sonrisa de un chico de cabellos negros.

-Que pasa ahora Serena, que son eso gritos- dijo mientras se acercaba a ella.

-Lo lamento pero quería decirte que el día de hoy preparare una cena para mi padre- una sonrisa se dibujo en su rostro mientras hablaba de su progenitor.

-Tú, cocinar?- la rubia asintió con la cabeza- vaya tu padre deberá tener cuidado o podría indigestarse- aquello provocó que Serena hiciera un puchero de disgusto.

-Pues por eso mismo tu me ayudaras- ambos rieron ante la situación, definitivamente Darien era mejor cocinero que Serena, Serena en la cocina no daba una, finalmente Darien había aprendido de su madre, y Serena… bueno Serena no sabía nada de cocina.

Ambos comenzaron la preparación de la cena, Serena solo ayudaba en la preparación, picar esto aquello, pero nada más cualquier intento de Serena por ayudar a Darien hubiera terminado como la última vez con la cocina a punto de incendiarse y la cena en el cesto de la basura mientras todos se disponían a cenar pizza, que era lo único disponible. De pronto el teléfono sonó, Serena corrió a contestar.

-Diga?- preguntó extrañada-

-Serena hija, lo lamento pero no podré llegar esta misma noche, ocurrió un accidente y no podré llegar- la voz de Kenji sonaba preocupada.

-Pero tu estás bien?- preguntó alarmada la rubia.

-Si hija yo estoy bien, pero lamentablemente un compañero murió-

-Lo lamento- Serena fuera de estar enojada por el hecho de que su padre no llegara, no pudo dejar de sentir pena por lo ocurrido y un dejo de tristeza se pinto en su rostro- pero tu prometiste que llegarías hoy y yo…- no pudo terminar la frase pues Darien le quito el auricular.

-No se preocupe señor Tsukino que yo cuidaré de la pequeña Serena, así que no le haga caso y este tranquilo- cuando por fin colgaron Serena inhalo profundamente una vez más cenaría sin él…

-De verdad te está doliendo o estamos frente a una de tus mejores actuaciones- la voz de Neflyte se escucho detrás de Raye quien ni se inmuto.

-Que haces aquí?- preguntó la chica sin siquiera mirarlo.

-Como que, que hago aquí, vengo a despedirme de tu padre, finalmente era mi suegro-respondió con sorna el castaño, quien se acerco demasiado a ella provocando que esta reaccionara y se girara hasta encararlo.

-Tu suegro, bromeas? Con mi la muerte de mi padre se muere mi pasado y tu perteneces a él, voy a marcharme de aquí, voy a alejarme de todo lo malo en mi vida y tú creeme no eres de los buenos- amenazó Raye provocando a Neflyte que la asió de un brazo con fuerza.

-No vas a deshacerte de mi tan fácilmente niñita, se te olvida que me debes todo lo que eres, he gastado mucho en ti como para ahora dejarte ir, no se te olvide que llegaste a mí llorando, suplicando, por lo mal que tu padre te trataba, y ahora me dices que vas a enterrarme junto a él, conmigo no es así pequeña, así que más vale que ni siquiera lo pienses, por que si te marchas he de encontrarte- ahora era el quien amenazaba, ella sin siquiera inmutarse respondió.

-No te conviene hacerlo amor, se muchas cosas sobre ti, yo… yo ya no tengo nada que perder pero tu si y supongo que va a dolerte- Lo miró fijamente mientras se alejaba de él y esperaba fervientemente que fuera para siempre…

Seiya se encontraba ya en Tokio, y no era una visita de placer, estaba enterrando a su madre, a la mujer que le dio la vida, fue hasta ese momento, mientras se encontraba ahí de pie junto al féretro que había de guardar el cuerpo de su madre para la eternidad que una solitaria lagrima corrió por su mejilla, volteó para mirar a su padre quien se mantenía serio, ni una mueca se dibujaba en su rostro después de todo hace mucho tiempo que los había abandonado y el hecho de que él estuviera allí, no era si no para aparentar, recordó aquella vez en que su padre los abandonó para irse con otra mujer, mujer que ahora vivía con él, y no pudo evitar odiarlo.

No muy lejos de ahí una chica de cabellos aguamarina le observaba fijamente tratando inútilmente de atraer el dolor que a ese hombre le aquejaba, tratando de con una mirada hacer que ese hombre que amaba en secreto sufriera menos…

-Vas a regresar a Paris- preguntó una voz a Seiya, quien sin mirarla respondió

-Si, no tengo ya nada que me ate a este país-

-Ni siquiera tus amigos- pregunto de nuevo la mujer, se encontraban ya en la casa materna de Seiya, aunque ahora no lo sería más pues su madre ya no pertenecía a este mundo.

-Michiru, sabes perfectamente que tu y yo somos algo más que amigos- estás palabras hicieron vibrar el corazón de la chica quien se mantenía aún a distancia de Seiya- somos casi hermanos, pero debo seguir con mi carrera y tu con tu vida-

-Pero tu sabes que yo…- no le dejo continuar sabía de sus sentimientos hacia él, pero él no sentía lo mismo por ella, quizás un cariño infinito pero no era amor.

-Si, lo sé, pero eres como una hermana para mí, además que me dices de Haruka el siempre ha consentido todos tus caprichos y cuando un hombre hace eso por una mujer no es por simple caballerosidad, además… yo no podría casarme contigo-

-Por que lo dices?- preguntó la chica mientras sentía su corazón destrozarse, aparentando con la mejor de sus sonrisas-

-Me conoces demasiado Michiru, y eso no sería nada bueno para mí, ni para ti- fue hasta ese momento en que la miró, ambos respondieron con una sonrisa, una sonrisa que más bien era fingida por lo incomodo de la situación o quizás por que había verdades que era mejor no escuchar…

-"Hoy comienza una nueva vida para mí, lo sé, lejos de toda esta miseria, lejos de todo incluso de mi propio padre, voy a comenzar de nuevo y esta vez nadie me hará menos"-

Al levantar la vista Raye se encontró con la imagen del señor Tsukino, no esperaba verlo ahí, mucho menos lo deseaba, pero no pudo si no corresponder de forma lo más cortes posible.

-Buenos días, Raye- mencionó Kenji a lo que la chica respondió.

-Buenos días señor Tsukino-

Ya dentro de la modesta vivienda, ambos se encontraban sentados en la pequeña salita, la chica aún con la cabeza baja no sabía como reaccionar, así que fue él quien comenzó.

-Raye hija, lamento mucho por todo lo que estás pasando, pero es obvio que no pienso dejarte sola, así que lo he pensado y… creo que lo mejor es que vengas a la ciudad conmigo- Raye lo miró extrañada, no era una niña bien, pero tampoco era la peor mujer del mundo como pensaba ese hombre que se iría así sin más con él. Kenji al darse cuenta de la situación no pudo evitar una sonrisa y continúo- lo que quiero decir es que yo te ayudaría a que siguieras una carrera, mira tengo una hija de tu edad y se que ambas se harían compañía y hasta podrían apoyarse mutuamente, lo que quiero es que no te quedes aquí sola, eso es lo único que deseo, aunque no lo creas siento mucho la muerte de tu padre era un gran amigo mío, y se que si fuera al revés la situación él haría lo mismo-

Raye se limitó a sonreír, le entusiasmaba la idea de salir de ahí de ese lugar de ese hoyo y que mejor lugar para salir de ahí que Tokio, la capital, su mayor sueño era ser una gran diseñadora de modas y estaba segura de que ahí lo podría lograr…

-Está bien, creo que aceptaré su propuesta señor Tsukino y le agradezco su apoyo- Kenji sonrió ante la respuesta de la chica.

-Pues no se diga más, esta misma tarde partimos para la capital, así que prepárate OK?- Raye asintió con un movimiento de cabeza.

-SERENA!!, HIJA!!- era la voz de Kenji que llamaba a su hija al llegar a casa, la rubia bajó corriendo, con una amplia sonrisa sin siquiera notar a la chica que se hallaba justo al lado de su padre, en cuanto lo tuvo enfrente se lanzó a sus brazos.

-Papa!!, que bueno que llegaste me tenías muy preocupada- dijo la chica mientras era cuidadosamente observada por una chica de cabellos negros, quien no solo la inspeccionaba a ella, sino también a la vivienda. Fue hasta que Serena soltó de su agarre a su padre que Kenji hizo las presentaciones pertinentes.

-Serena hija ella es Raye Hino, hija de Nicholas Hino, Raye ella es mi hija Serena- la rubia al escuchar el nombre del padre de está no pudo evitar que un dejo de tristeza de apoderara de ella y su contagiosa sonrisa se esfumara.

-Oh!!, lo lamento, de verdad lamento lo de tu padre- dijo la rubia al mirar a la recién llegada y darle el pésame, la aludida no hizo mayor mecimiento si no asentir con la cabeza.

-Hija quiero que sepas que he traído a Raye conmigo para que viva aquí, mientras continua sus estudios, así que será una integrante más de nuestra familia- Serena ni se inmuto conocía de sobra a su padre y además le agradaba la idea de tener una amiga alguien con quien platicar, y Raye podía convertirse en esa amiga que tanto le hacía falta.

-Pues bienvenida Raye- Serena estiro su mano para darle la bienvenida a la chica, al estrechar Raye su mano con la de ella no pudo sentir si no algo de envidia al ver en esa niña lo que ella tanto deseo para sí…

-Gracias- fueron las únicas palabras que la aludida respondió.

Algo comenzaba, algo quizás no bueno, tal vez no malo, pero este era el comienzo, tan solo eso, el comienzo…

Hola, ya se que había dicho que iba a publicar esta nueva historia, hasta que la terminara pero la verdad no lo pude evitar, y es por ello que les dejo este primer capitulo, espero su apoyo y su opinión en cuanto a esta nueva historia que como ven ya no son monologos. (: Reciban Besos ya brazos de MI :) y QUE LA INSPIRACION NOS ACOMPAÑE.