EXPLOSIÓN CARMESÍ
Boku no Hero Academia © Kohei Horikoshi
Sinopsis: Siempre estarían juntos y harían cosas increíbles. Tan increíbles como una explosión carmesí. #kiribakuweek2019
Nota de la autora: Primer día para ustedes. Espero les guste y si tienen dudas sobre la familia de Kirishima, les invito a pasarse por blog llamado El refugio de Salamander que esta en Wattpad.
Día 1 – Dance
—¡Basta, Hideo!
Eijiro levantó la vista de su libro de dibujos cuando escuchó a sus padres reír. Miro a una de sus hermanas hacer un gesto de asco.
—Ya se pusieron melosos —comentó la mayor de los tres, Etsui.
—No lo entiendo. Parece que lo hacen apropósito cada vez que estamos en la sala —señaló Estuko. Eijiro tenía su mirada fija en ella—. Papá y mamá son muy cariñosos, ¿verdad, pequeño?
El pequeño se giró hacia sus padres y les prestó atención. Estaban siendo ridículos y amorosos de nuevo tal y como decía, como siempre lo eran cuando sus hermanas y él estaban en la sala. Como eran cuando los veían.
—Parecen como un cuento de hadas... —comentó. Con siete años, Eijiro tenía pocos conocimientos sobre cómo definir a una pareja romántica—. ¿Y si busco mi dragón rojo para asustarlos? —sugirió.
Sus hermanas rieron y le dijeron que lo dejaran. Eijiro frunció el ceño y les restó importancia a sus padres, era prioridad terminar de pintar sin pasarse de las líneas. Sin embargo, escasos minutos después, las risas de sus padres volvieron a llamar su atención y esta vez la curiosidad por entender que hacían fue más fuerte que colorear.
Su padre estaba abrazando a su madre mientras giraba con ella. Su madre se reía a carcajadas, con las manos sueltas y confiando plenamente en su esposo. Sus ojos brillaban con deleite y con amor, la sonrisa en su rostro era interminable mientras se balanceaba y giraba con el hombre de sus sueños.
Una suave melodía se oía en la radio, pero el baile no seguía el ritmo en realidad. Llevaban así un largo tiempo y el pequeño estaba un poco sorprendido de que no estuvieran cansados de solo girar, hacer pasos torpes y reír absurdamente. Supuso que el amor podría hacer eso tal como en los cuentos que su mamá solía leerle. Tal vez. El amor parecía dar las energías de cientos de héroes y las alas para volar por el cielo.
Sus hermanas tenían razón al decir que era cursi.
Eijiro se disponía a volver a colorear y no distraerse más. Sus padres siempre bailaban y eran muy amorosos entre sí. ¿Por qué esta vez era diferente?, ¿qué llamaba su atención ahora?
—Para ya. Caeré y será tu culpa, Hideo Kirishima —se rio la mujer apretando a su marido. Sus piernas temblaron por el cansancio, pero no tenía ningún deseo de renunciar en sus ojos color carmesí.
—Bueno, mi querida Ashe —dijo Hideo, fuerte y orgulloso. Su rostro estaba enterrado en su cabello—. ¿Cuál es el punto de bailar sino consigo hacer que pierdas la cabeza?
Y así, pasó su brazo alrededor de su cintura hasta sus muslos y, sin dudarlo, la alzó como si no pasara nada. Los brazos de Ashe rodearon a Hideo por el cuello y se abrazaron por un momento, antes de que su esposa dejara de pensar y lo besara con fuerza.
La hermana mayor hizo una mueca de asco y miró hacia otro lado antes de que la cosa empeorará, según ella. La diferencia es que ahora sus padres estaban mirando y Eijiro se sintió acobardado por haber estado sin acusar su hermana.
—Creo que nuestros hijos no están contentos con nuestro espectáculo —comentó Ashe viendo la cara molesta de sus hijas.
Etsui desvío la mirada para evitar reproches. Eijiro permaneció mirando en silencio a sus padres con curiosidad. ¿Acaso el baile tenía otro sentido?, ¿querían decir algo más?
—¡Es ridículo lo que hacen, están así todo el domingo! —Estuko, siendo más extrovertida, comentará todo al respecto
—¿Y acabo sabes porque lo hacemos? —indagó Hideo entre risas.
Ante la reacción alegre de su padre, Estuko se sintió confundida. La mayor ahora estaba con la misma chispa de curiosidad que su hermanito.
—No, pero…, ¡seguro no tiene utilidad! —contraatacó.
—Eso no lo creas. Como te muevas definirá tu vida y el mayor baile es con la vida —comentó el hombre. Hideo observó que su hijo pequeño no le quitaba la vista de encima—. Eijiro se ve interesado, ¿quieres que papá te enseñe a bailar?
—¡No metas a Eijiro en esto! —Estuko saltó.
—Pero, pero… —el pequeño dudo, inseguro de la propuesta de su padre—. ¿Y si lo arruino?
Hideo sonrió ante Eijiro y su dilema. El menor de sus hijos solía ser muy inseguro muchas veces y parecía sentirse poco adecuado para ser un héroe en el futuro a pesar de tener un quirk particular. Ambos padres buscaban la forma de incentivar al niño, pero esta optaba por rechazarlos. Sin embargo, por pura casualidad, había visto como Eijiro miraba al aclamado héroe Crimson Riot y su padre supo que estaría bien en el futuro.
No obstante, el ídolo no podría resolver el valor del baile allí mismo. Por eso, se agachó y ambas miradas carmesíes quedaron enfrentadas. Él extendió su mano y Eijiro la sujeto por costumbre a obedecer.
—¿Y lo arruinarías no saber? —cuestiono Hideo al pequeño—. Ei, apenas estas empezando y si, puede salir mal las primeras veces, es parte de aprender. Parte de la vida —sonriendo, él tomó ambas manos de su retoño—. Y sino aprendes a moverte no podrás con el baile que, en sí, es la vida. ¿Qué dices entonces?
—Bueno...—Eijiro dudó, pero ante el discurso alentador de su padre, sonrió—. Quiero intentarlo…
—¡Así se habla, Eijiro!
El pequeño no espero la forma en que su padre lo abrazó por la espalda con un brazo y sostuvo su mano en alto con el otro. ¿Qué estaban por hacer?
—¡No, mamá, no lo haré! —su hermana Estuko protestaba contra su madre. Era gracioso.
—Necesito pareja y tú tanto que deseas saber porque bailamos. Ahora lo sabrás —Ashe estaba divertida con la actitud de la hija del medio quien por resignación accedió. Etsui reía—. No te burles porque eres la siguiente —lanzó mordazmente.
Padre e hijo compartieron una risa y se miraron dispuesto a iniciar. Hideo hablo.
—Dirigiré.
Eijiro pensó que era claramente obvio que no sabía bailar.
—Sigue mis pasos. Cuando mamá te lleve, tú la estarás guiando.
—¿Por qué, papá? ¿no solo me enseñarías a bailar?
—Claro que lo haré. Pero ninguno de nosotros sabe si querrás guiar o solo seguirás, así que veremos daremos de hacer ambas cosas.
—Ah, ¿y eso también servirá en la vida? —preguntó desde su posición.
—Claro —respondió Hideo con seguridad ante sus hijos—. ¿Qué clase de padre sería si ni siquiera le enseño a mis hijos cómo hacer que la vida sea fructífera y tu amor pierda la cabeza por ti?
Y mientras sus hermanas hacían una mueca de asco, Eijiro quedó en silencio.
En esa misma sala, solo que muchos años más tarde, Eijiro y su pareja eran dirigidos por su hija mayor. Los padres de Kirishima observaban la escena con ternura, recordando cómo su hijo menor había tomado con mucho aprecio el baile y confesado años después que lo ayudó mucho con su actual pareja y amor de su vida, Katsuki Bakugo. Fue una sorpresa que esa persona fuera de su mismo género, sus padres no cuestionaron porque se notaba que estaba enamorado y ese amor se manifestó más tarde en Bailey y Fudo, sus dos pequeños nietos.
—¡Haces otra mueca de asco y te partiré la cara, mocoso!
—¡Cállate, viejo!
Aunque Fudo fuera como Katsuki en sus peores momentos ocasionalmente.
Mientras Bailey resultó ser un equilibro de las personalidades de ambos padres, Fudo había heredado el gen Bakugo con más fuerza. Para Kirishima era el karma actuando hacia su esposo que era quien más peleaba su hijo.
—¿Por qué papá Baku insiste en pelear por Fudo? —murmuró Bailey que danzaba torpemente con su otro padre. A pesar de que siempre pisoteaba los dedos de Kirishima, este siempre permanecía afable a continuar—. Que se olvide que odie el baile y ya.
—Nena, sucede que papá Baku no desea que se pierda la tradición de mi familia. El padre de mi padre lo hizo, lo estoy haciendo contigo y aunque Fudo no quiera, le tocará —Eijiro miro danzar a su padre con uno de los hijos de su hermana. Sonrió recordando sus propios comienzos—. Porque…, ¿qué clase de padre sería si ni siquiera le enseño a mis hijos cómo hacer que la vida sea fructífera y tu amor pierda la cabeza por ti?
Bailey sonrió ante eso y abrazó a su padre.
—Ahora entiendo porque papá Baku dice que eres de pies ligeros —y Bailey carcajeó junto a su padre, orgullosa.
Ella también había cuestionado porque sus padres bailaban sin tener un sentido del ritmo o pasos. No había tan agresiva como su hermano, no obstante, había sido Bakugo quien le había explicado
—Bailey, papá Kiri baila conmigo porque tu abuelo Hideo le enseñó. Pero es más que eso —Katsuki intercambió una mirada amorosa con su marido—. Es la vida. La vida es un baile, así que esto te ayudará con la vida. ¿Entiendes?
—Si entiendo —habría dicho en ese momento y ahora también.
No era simplemente mover los pies o las manos. Era una forma de enfrentar la vida. La vida era un baile.
