Marco: Jaime Lannister, hijo de Lord Tywin Lannister y hermano de la reina, se encuentra en Desembarco del Rey después de su viaje desde Aguasdulces con Brienne de Tarth, durante el cual pierde una mano. Ya en Desembarco intenta adaptarse a su nueva situación como Lord Comandante de la Guardia Real y al vacío dejado por la muerte del anterior rey Joffrey Baratheon.

El sol volvía a alzarse un día más sobre Desembarco del Rey. Sus rayos atravesaban las columnas de humo maloliente que surgían de las chimeneas de cada casa e iluminaban las calles llenas de desperdicios y a los miles de campesinos que se dirigían a las puertas de la ciudad para vender sus productos, comprar o, más frecuentemente, huir de los estragos de la guerra.

Desde una de las torres de la Fortaleza Roja Jaime Lannister observaba toda la ciudad y el espectáculo del amanecer

"Otro día de mierda, en una ciudad de mierda"

Desde que había llegado todo habían sido problemas: la frialdad de su padre al recibirlo y su insistencia en que dejara la Guardia Real, las oleadas de refugiados que colapsaban las puertas de la cuidad, los problemas en el seno de la propia Guardia tras el asesinato del rey, y su hermana…

"Por su actitud cualquiera diría que fui yo el que envenenó a Joffrey"

A pesar de las muestras de cariño a su llegada no había tardado en echarle en cara que no estuviera allí durante la boda de Joffrey para salvarlo del envenenamiento.

"Lo siento hermana, estaba demasiado ocupado dejándome cortar la mano en Harrenhal"

Además de eso estaba lo de Tyrion

"Es imposible… él no lo haría. Yo siempre lo he defendido y es mi propio hermano… Por mucho que odiara a Joffrey él nunca lo mataría."

Lo cierto es que la principal razón por la que Jaime pensaba que Tyrion no había sido el asesino es que lo habían cogido con demasiada facilidad. Por muy enano que fuera el verdadero valor de su hermano residía su cerebro, si hubiera matado a Joffrey habría planeado una fuga y ,por supuesto, lo habría echo a través de otra persona, no dejando que todos los asistentes a la boda lo vieran

"En fin, creo que es hora de retomar mis obligaciones como Lord Comandante de la ilustre Guardia Real, el Lord Comandante bajo cuyo mando ya han matado a dos reyes" pensó con una sonrisa amarga.

Mientras bajada de la torre por la escalera de caracol fue saludando a diversos soldados de los Lannister, muchos de los cuáles habían estado a sus órdenes durante la campaña en las tierras de los ríos y en el asedio a Aguasdulces

-Lord comandante- dijo uno de ellos mientras se cuadraba

-Buenos días, Gerwyck ¿cómo ha ido la ronda?- le pregunto Jaime

-Bien, milord, gracias, milord.

-¿Alguna novedad esta noche?

-Todo tranquilo, milord.

-¿y qué me dices de tus compañeros, los guardias de los Tyrell?

-eh bueno, no lo hacen mal.

Jaime frunció el ceño. "A este imbécil no voy a sacarle una palabra". El guardia, Gerwyck Colina era un bastardo nacido en Lannisport que había combatido junto a él en el Bosque Susurrante, y que había escapado junto a otros miles cuando el Joven Lobo los atacó por sorpresa.

"Si hubiera sido igual de rápido que el tal vez ahora pudiera beber sin ponerme perdido de vino".

Jaime se despidió y continuó escaleras abajo. Ya había hablado con gran parte de los guardias Lannister que habían estado presentes durante el envenenamiento de Joffrey y lo único que había sacado en claro era que todos habían visto como su hermano Tyrion echaba el vino envenenado en la copa del rey.

"Aquí hay algo más de lo que parece. Si el propio Tyrion no estuviera preso me podría ayudar"

A Jaime nunca se le había dado bien eso de pensar. De hecho si había alcanzado la fama como caballero había sido por sus ataques audaces nacidos de la inconsciencia.

"Lo raro es que a los veintiocho años solo haya perdido una mano".

Lo que más le molestaba , dejando a una lado el dolor casi constante del miembro amputado y que nunca volvería a ser el guerrero más temido de los Siete Reinos, era la forma en la que había perdido la mano

"Cortada de un tajo por un vulgar mercenario mientras estaba atado, casi hubiera preferido que me hubiera cortado la cabeza, para lo que me sirve…"

Una vez que bajó la torre continuó por un pasillo hasta llegar al patio de armas desde donde se oían gritos de ánimo, risas y golpes

-Lo hacéis muy bien, su majestad- gritaba ser Loras Tyrell, el caballero de las flores, mientras iba desviando los golpes que le lanzaba Tommen, el nuevo rey, el hermano menor de Joffrey.

"Mi único hijo …" pensó Jaime

Dos hijos y una hija había tenido frutos de la relación incestuosa con su hermana. Oficialmente todos eran del difunto rey Robert Baratheon y como tal llevaban su apellido.

"Ni siquiera pude sostenerlos cuando nacieron. A parte de la semilla yo no he aportado nada mas"

Ver a Tommen, su verdadero hijo, practicando con la espada junta a ser Loras lo llenaba de amargura

"Yo debería ser el que enseñe a mi hijo a pelear, montar a caballo y demás… es mi derecho como padre"

Pero él mejor que nadie sabía que sus derechos como padre habían muerto desde el mismo momento en que aceptó vestir la capa blanca de la Guardia Real

De pronto, estalló un llanto que lo sacó de su ensimismamiento.

-Su majestad, ¿os encontráis bien?- pregunto ser Loras mientras ayudaba al rey niño a ponerse en pie

En uno de los espadazos contra Loras Tommen había perdido el equilibrio y se había tropezado, golpeándose con su propia espada de madera en la nariz.

"Si estuviera en una batalla se habría herido algo mas que su orgullo" reflexiono Jaime mientras se acercaba a ver a su "sobrino" y rey.

Mi rey ¿cómo estáis?- Le dijo mientras ayudaba a ser Loras a poner en pie a ese niño gordito envuelto en metal que ahora gobernaba sobre Siete Reinos.

Me he dado en la nariz, ser tío – sollozó Tommen sorbiéndose los mocos.

No os preocupéis, majestad, llamaré al maestre para que os cure.

Gra-gracias, tío.

Mientras varios escuderos se llevaban a Tommen a los aposentos del maestre Pycelle, Jaime se acerco a Ser Loras.

-Ser, ¿Qué hacíais aquí con mi sobrino?- pregunto Jaime

- Su majestad me ha pedido que lo instruya en el manejo de la espada, Lord Comandante- respondió el esbelto muchacho

-Ya sabéis que es la reina regente quien decide quien debe ser el maestro de armas del nuevo rey- insistió Jaime

- Pero milord, el rey ordenó…

-Ser Loras, el rey tiene ocho años. Todo lo que ordene tiene que estar aprobado por su madre la reina o, en su defecto, por mi señor padre, Lord Tywin. Sois mi hermano juramentado, pero por encima de eso yo soy vuestro Lord Comandante así que os sugiero que obedezcáis mis ordenes.

-Como ordenéis milord- dijo Loras con un asomo de ironía en los labios

-De cualquier forma no es de esto de lo que quería hablar con vos, si no de lady Brienne…- Desde que llego a Desembarco del Rey junto con Brienne no había dejado de tener problemas con ser Loras que insistía en que la muchacha asesinó a Lord Renly la víspera de la batalla contra Stannis

- Lady Brienne, como vos la llamáis no es más que una vulgar matarreyes- escupió Loras

- Permitidme que como matarreyes oficial de los Siete Reinos os diga lo siguiente: la moza puede ser fea, corpulenta, tozuda y un auténtico engendro…pero es más noble de lo que vos y yo llegaremos a ser nunca y le falta bastante para llegar a cometer un regicidio- le replico Jaime mientras lo miraba fijamente. "Espero cortarlo con mi mirada porque si tengo que hacerlo a espada…"

-Yo estaba en el campamento del rey Renly y…

- Lord Renly, querréis decir – interrumpió Jaime Lannister- Renly era un traidor confeso, Brienne habría echo un gran servicio a la corona matándolo pero tanto vos como yo sabemos que para asesinar a lord Renly hacía falta algo más que fuerza bruta- dijo mientras se señalaba la cabeza- Se investigará a la moza si eso es lo que deseáis pero no toleraré que toméis ningún tipo de represalia contra ella.

-Como ordenéis, milord- contesto Loras frunciendo los labios.

"A pesar de ello triplicaré la guardia. Esta rosa Tyrell tiene más espinas de las que se ven a simple vista " pensó Jaime mientras Loras se alejaba a zancadas.

Se acercó a uno de los bancos del patio de armas y se dejó caer.

"Pff, acaba de empezar el día y ya me he hecho un nuevo enemigo. Al Jaime Lannister de dos manos seguro que le hubiera resultado cómico e incluso desafiante, pero mi nuevo yo tullido debería andarse con más cuidado"

Levantó la vista hacia la torre occidental que se alzaba sobre el pabellón de las mazmorras, en una de sus paredes presentaba las marcas de una de las piedras lanzadas por las catapultas de Stannis Baratheon durante la batalla de Aguasnegras. Era en esta torre donde Brienne de Tarth había sido recluida por petición de Loras hasta que se aclarara todo el asunto de Renly

"Brienne…la doncella de Tarth » pensó el primogénito de los Lannister. Durante su viaje desde Aguasdulces hasta Desembarco había conocido mejor a esta doncella y la que en un principio le parecía fea, bruta, tímida y sosa ahora se le presentaba como la persona que le había permitido sobrevivir, no solo ayudándolo físicamente sino apelando a su orgullo para que no se abandonara a pesar de haber perdido la mano, la mano que lo había hecho famoso, que había matado a un rey y vencido a tantos caballeros. La nobleza y sinceridad de la moza suponían para él un soplo de aire fresco en el mundo de intrigas y traiciones donde se había criado, donde el más fuerte o astuto tenía las de ganar. Quizás empezaba a sentir algo por aquella chica fea, algo que sólo había sentido por una persona en este mundo…