Bien, acabamos de comenzar un nuevo fanfic, con más o menos el mismo OC que uso para Fairy Tail. Tiene el mismo nombre y eso, también el mismo carácter y la misma complexión física, pero hasta ahí llegamos.
Vale, no os distraigo, que ya suficientemente largo es este "Prólogo", que por cierto está dividido en 6 partes.
Será un KidxOC, e incluiré alguna pareja más, que por ahora no tengo muy definida.
Sobre el título no diré ni revelaré nada, dado que para saber lo que realmente significa hay que llegar hasta el final de este long-fic.
Sin más, espero que disfruten de…
Empty Hearts.
—Prólogo: El pasado.
Parte 1: El primer encuentro.
Una joven de unos dieciséis años caminaba silenciosamente por las aceras de aquella isla del South Blue; no se había molestado en preguntar el nombre, no se había molestado en averiguar a dónde iba, tan sólo quería encontrar un lugar tan lejano como humanamente le fuera posible de aquel infierno.
Y lo había encontrado.
El viaje había sido largo y estaba cansada, pero aún así no se preocupó por encontrar una posada en la que hospedarse; no tenía ganas. No tenía ganas de establecer contacto humano aún, mucho ya la habían hecho sufrir para que pudiera acostumbrarse así como así a las charlas, a las discusiones, a las palabras…
Había pasado largos años sin pronunciar ni una sola, tan sólo sabía que cuando lo había intentado, ya no podía hacerlo.
Por lo menos ahora era capaz de hablar con normalidad de nuevo, o eso esperaba. Sólo había intercambiado dos palabras con el capitán del barco que la había traído hasta allí.
Cuando todo aquello sucedió no se molestó en pedir ayuda a la Marina, sabía que nadie respondería por ella. No habían hecho nada aquel día y tampoco lo iban a hacer ahora.
Desde niña siempre había soñado con convertirse en una marine de alto rango, ella quería ser tan poderosa como un Almirante, pero todos aquellos sueños se esfumaron de su cabeza hace tiempo ya; justo en el momento que ellos la habían abandonado a su suerte, habían ignorado sus gritos, sus súplicas y le habían dado la espalda, dejándola sola con la que seguramente sería su perdición.
Su única opción después de tanto tiempo y después de todo lo que había hecho, su única salida eran los piratas. Un joven capitán la había aceptado en su tripulación a cambio de una noche; no obtuvo lo que quería.
Con una sonrisita sádica recordó su cabeza rodando por el suelo y sus ojos desorbitados. No era la primera persona a la que asesinaba y tampoco sería la última, se dijo, para después continuar deambulando por aquel pueblo.
Unos gritos llamaron su atención, provenían de una callejuela cercana y la curiosidad le pudo. A pasos rápidos se dirigió al origen de aquel ruido y, de alguna manera no le sorprendió lo que vio allí.
Dos chicos, de su edad, pudo calcular ella, le estaban dando la paliza de su vida a un grupo de lo que parecían ser los típicos matones de pueblo.
Tampoco se asustó al ver la sangre derramada por las cuchillas del chico rubio, ni se amedrentó cuando el hombre de cabellera de fuego se giró hacia ella.
Pero antes de que pudiera replicar algo sobre su presencia allí otra cosa captó su atención. Al parecer ella no era la única curiosa que pasaba por allí.
Esquivó una espada que bien podría ser más pesada que ella misma y desenfundó la suya propia. Interpuso el metal entre su cuerpo y la filosa arma y dio unos cuantos mandobles. Estaba oxidada, comprendió ella, hacía tiempo que no luchaba de aquella forma, pero las buenas enseñanzas nunca se olvidan.
Haciendo apogeo de fuerzas giró sobre si misma esquivando un sablazo, se agachó y, aprovechando el impulso que la adrenalina le estaba dando coló su larga katana por entre los brazos del fornido hombre. Le atravesó la cabeza de arriba abajo, retiró su nodachi y la limpió con las ropas del muerto. Después de enfundarla dirigió su atención a los dos hombres que seguían allí, contemplándola.
— ¿Eres pirata?—Preguntó el chico de pelo rubio hasta los hombros. Sus facciones eran finas y agraciadas y su piel era de un color caramelo tostado. Tenía una cicatriz que recorría en horizontal la mitad derecha de su rostro, a la altura de la mitad de la nariz. Vestía con unos pantalones tejanos y una camisa azul lisa y de mangas largas.
—No, no soy pirata—. Contestó ella con desconfianza. No se fiaba de aquellos dos rufianes, pero se sentía extrañamente cómoda junto a ellos.
— ¿Entonces cómo mierda hiciste eso?—Inquirió el chico de pelo rojo como el fuego con molestia. Sus facciones eran salvajes y agresivas y estaban adornadas con una mueca de fastidio que ella supuso que nunca abandonaba su rostro. Sus ropas consistían en una musculosa rojo carmesí, unos pantalones militares negros con muchos bolsillos y unas deportivas negras y rojas. Llevaba los cordones desatados, advirtió ella con una sonrisa de suficiencia. Su silenció había conseguido exasperar al chico, prefirió no seguir tentando a la suerte, por lo que finalmente respondió.
—Sólo lo hice. No tengo nada que explicarte a ti—. Respondió ella con frialdad y visible burla en la voz. Entonces se percató de algo que le causó bastante gracia y que supo usar a su favor. Estaba aburrida y esos chicos prometían una diversión asegurada—. Solo estoy aquí por mera curiosidad nada más, enano.
Sí, lo había conseguido, el chico estaba cabreado.
—Jodida zorra, ¡te voy a moler a golpes!—Comenzó a correr hacia ella pero al paso y medio estaba de bruces contra el suelo—. ¿Pero qué mierda?
Ya está, se había percatado de que tenía los cordones atados entre sí.
—Solo un idiota se dejaría engañar tan fácil, enano~—Dijo con sorna y con evidentes ganas de provocarle para después comenzar a correr.
Saltó por encima de unas cajas hasta un tejado, consciente de que el rubio la seguía de cerca. Se maldijo mentalmente a sí misma, tantas eran sus ansias por una buena pelea que se había olvidado que no conocía la ciudad y lo más probable es que aquellos chicos la conocieran como la palma de su mano.
—Mierda…—con un suspiro exasperado saltó a un callejón y echó a correr nuevamente. Desenvainó su espada justo en el instante que el rubio caía sobre ella con sus cuchillas desenfundadas.
Aún estaba un poco torpe, por lo que supo que no ganaría en una pelea de espadas. Se concentró en escapar, consciente ahora de su error.
Evitó otro mandoble por parte del rubio y retrocedió, interponiendo su espada entre su cara y las cuchillas de él. Se agachó justo a tiempo, dado que el espacio donde había estado segundos antes era rasgado por el filo del hombre.
Giró una vez más sobre sí misma y lanzó una patada al aire, simplemente como señuelo, para después darse impulso y golpear su pecho con un potente puñetazo que dejó sin aire al rubio.
—Shinkū burō*.
Una ráfaga de viento se arremolinó alrededor de los dos combatientes después del golpe. De la boca del chico brotaba mucha sangre, que expulsó en forma de tos cuando su oponente se separó de él. Con los ojos como platos alzó la cabeza para hablar, pero una presencia detrás de la morena se le adelantó.
—Eres una usuaria de frutas del diablo…—Dijo el de pelo de fuego, observándola con una mezcla de sorpresa e ira. Pero esto rápidamente cambió a una sonrisa sádica plasmada en sus oscuros labios—. Por fin tendremos una pelea interesante, Killer.
En los ojos ambarinos del pelirrojo brillaba la agitación y el deseo por una nueva batalla. Él adoptó una posición de batalla mientras dejaba una mano levemente adelantada. La de pelo negro sintió el aire vibrar a su alrededor y su cuerpo reaccionó poniéndose en tensión instantánea.
—Maldita sea… Él también es un usuario. —Pensó ella, sintiendo como su cinturón era atraído hacia su mano extendida. Tomando una rápida decisión y con un suspiro, ella lo miró a los ojos, profundamente y, después de eso, desapareció.
— ¿Dó-dónde se ha metido?—Tanto el chico de pelo rojo como Killer se veían sorprendidos. Tan sólo habían captado una ondulación en el aire antes de que ella desapareciera—. Maldita perra cobarde… Juro que como me la vuelva a encontrar la mato.
—Tranquilízate, Kid. Ella es fuerte, lo noté mientras peleaba con ella. Pero se movía de una manera extraña, como si pudiera superarme en el control de la espada pero hubiera perdido la práctica para hacerlo. Como si recordara movimientos poderosos y mortales pero simplemente no pudiera ejecutarlos con suficiencia.
—Qué chica más extraña—. Dijo Kid después de un largo y tenso silencio. Si lo que decía su amigo era cierto… Podrían estar en problemas.
Con un suspiro ayudó a Killer a levantarse y ambos caminaron rumbo al lugar donde vivían.
*oOo*
Parte 2: Mi nueva vida.
No muy lejos de allí, en una habitación de la primera posada que había encontrado, una chica joven examinaba las heridas resultantes de su combate con el rubio.
—Si a partir de ahora voy a vivir aquí… Tal vez debería hacer las paces con ellos. —Susurró más para sí misma que para nadie, mientras se acariciaba el cuello—. ¿No podría permitirme ser feliz una vez más?
Con un suspiró se levantó y caminó hasta el baño, dónde se despojó de sus sucias y destrozadas ropas y se metió en la ducha.
El agua relajaba su cuerpo, dándole suaves caricias a sus agarrotados y cansados músculos. Se recostó sobre la pared, pensativa, y así se quedó durante varios minutos. Después retomó la tarea del aseo y cinco minutos después estaba saliendo de la tina.
Se vistió con su pijama de asas y sólo entonces se permitió observar y detallar aquella marca que cubría su estómago. Sin poder evitarlo, cerró fuertemente sus manos contra aquella quemadura, horrorizada con su visión.
Sabía que aquello siempre estaría allí, nunca desaparecería. Pero, simplemente no quería aceptarlo.
*oOo*
Despertó con las primeras luces del amanecer, agitada. No había logrado dormir bien aquella noche, las pesadillas no la habían abandonado en aquel sueño.
Encogida sobre sí misma, ahogó un sollozo, después de haberlo perdido todo… ¿Qué le quedaba ahora?
Nada.
Abrazó con fuerza sus rodillas, intentando olvidar aquella tortura, aquel infierno viviente. Pero los sucesos estaban demasiados frescos y la herida era demasiado reciente como para sanar.
Con un largo suspiro secó una solitaria lágrima que caía por su mejilla, dejando tras de sí un camino salado y húmedo. Sorbió y rápidamente se levantó. Corrió las cortinas y dejó que los rayos de sol iluminaran la habitación.
Cogió su mochila y se dirigió al baño.
Allí se desvistió, doblo sus ropas y comenzó a vaciar la mochila. No tenía mucho, a decir verdad. Sólo unas cuantas mudas de ropa y un par de botas desgastadas.
Seleccionó rápidamente lo que se iba a poner y comenzó a vestirse. Escogió unos pantalones cortos hasta un poco más abajo del inicio del muslo, bastante sueltos y vaqueros. Por encima se colocó una camiseta básica blanca junto con una camisa de franela a cuadros rojos, de manga larga, que arremangó hasta el codo. Seguidamente se calzó las botas negras hasta media pantorrilla y peinó un poco su cabello.
Era negro como ala de cuervo, con leves destellos azulados, del color plomo. Caía en cascada hasta el fin de sus caderas completamente liso. El flequillo, largo, tapaba una parte de su ojo derecho, mientras que otra parte caía por el lateral izquierdo.
Sus facciones eran finas, aún no desarrolladas, acorde a su edad. Unos grandes y fríos ojos azules como el hielo, tan cristalinos y claros que asemejaban al gris se situaban como centro de su rostro, la atención de todas las miradas decaía allí. Y es que en el South Blue no era común ver a gente con los ojos tan claros y azules como los de ella.
Sus cejas eran finas y de un color oscuro, descansaban levemente fruncidas sobre su ceño. La nariz, fina y algo redondeada, todavía conservaba los vestigios de su adolescencia. Su cuerpo, medianamente desarrollado no destacaba por las curvas que poseía; no aún. Lo único que le gustaba de su cuerpo eran sus largas piernas que, si bien distaban de lo que podrían llegar a ser en un futuro, le parecían bonitas y sensuales. El arma ideal para usar en los momentos más complicados.
No contenta con la exposición de su cuello, rebuscó un poco más en su mochila y en un pequeño recoveco encontró una bufanda negra y larga. La enroscó alrededor del cuello y dejó que cayera por su espalda.
Observó sus muñecas y, con una mueca de resentimiento, se puso dos muñequeras negras forradas.
Se colocó su nodachi a la espalda, enganchada mediante una cadena fina de metal.
La espada era larga, lo suficiente como para que el filo fácilmente alcanzase sus tobillos y la empuñadura superase su cabeza. La vaina era completamente negra mate y algo brillante, tan sólo decorada con un dibujo tribal de un dragón plateado que la recorría desde la punta hasta casi la empuñadura. Justo allí, unos vendajes plateados estaban firmemente apretados y después de éstos comenzaba la guarda.
Peculiarmente, la guarda, de un metal noble era de color platinado y tenía una bonita y elegante disposición, en forma de aspas de estrella, pero únicamente el contorno. En el centro una circunferencia con pequeños picos rodeaba la espada y, finalmente se encontraba la empuñadura. De base platino y con típicos vendajes negros. Del final de ésta pendía una cadena con un colgante en forma de pájaro de fuego de plata y oro blanco.
Después de darse un último vistazo en el espejo, salió a paso rápido de la habitación, cerrando la puerta con llave antes de marcharse. Bajó las escaleras y recorrió un pasillo hasta llegar a la recepción. Allí entregó sus llaves y salió del edificio.
Luego de dar una vuelta por el pueblo y fijar posibles salidas en situaciones complicadas, memorizó la gran mayoría de callejuelas que se abrían entre las edificaciones.
Una vez hecho el recorrido de todo el pueblo, la morena se dispuso a buscar una tienda donde comprarse algo de ropa y algunos artículos femeninos que a la larga necesitaría.
Por suerte, rápidamente encontró una tienda de ropa de mujer. No se tardó mucho en escoger la ropa. Compró un par de vaqueros, unos rotos y otros negros; escogió también algunos pantalones cortos de colores oscuros, bastantes camisetas con diferentes estampados, varios juegos de ropa interior y, finalmente, escogió algunas camisas de franela de diferentes colores.
Cuando se dirigió a la caja para pagar sus compras, recordó que otro par de zapatos no le vendrían mal, por lo que dio media vuelta y se dirigió a la zona de zapatería. Escogió unas botas marrones hasta la rodilla de tacón cuadrado, con algunas correas como adorno en el fin de éstas y unas sandalias de estilo romano también negras.
Una vez que lo hubo pagado todo, cruzó la plaza y entró en la perfumería. Allí compró todo lo que creyó que necesitaría en su estadía en aquel pueblo: champú, acondicionador, gel de baño, algún perfume y demás cosas de cuidado personal.
Cargando todas las bolsas regresó a la posada, pidió la llave y dejó todas sus cosas en la habitación. Sólo entonces se dio cuenta del hambre que tenía. Bajó a la pequeña cafetería que tenía aquella posada y pidió algo de desayunar.
Unos minutos después, la recepcionista regresaba con su café y unas tostadas.
Desayunó lentamente, tampoco tenía prisa. Después de darle el último sorbo a su café y terminarse las tostadas volvió a salir del edificio, dispuesta a encontrar a los chicos del día anterior y poder aclarar las cosas.
Para su mala suerte, los marines acababan de llegar a aquella isla y ella no tenía ganas de enfrentarse a ellos o escapar durante todo el santo día, por lo que tuvo que esconderse en un callejón cercano, oculta ante todas las miradas ajenas.
—Así que buscada por la marina, ¿eh?—Habló una voz a su espalda, consiguiendo ponerle la piel de gallina. Volteó rápidamente hasta el origen de aquella voz y se topó de bruces contra los dos chicos del día anterior. En parte estaba feliz por haberlos encontrado, pero por otro lado no quería arriesgarse a empezar otra pelea y que los marines estuvieran tan cerca.
—"Shinkū josei"* Raven. La que mató a un Tenryuubito. —Dijo esta vez el de cabello de fuego. Mostrándole un cartel de "Se Busca". Los ojos de ella se ampliaron al observar la suma de dinero que se extendía bajo su nombre y su apodo.
—Treinta millones de berries…—Iba a seguir hablando, pero un ruido alertó a los chicos. Ella también alzó la cabeza, consciente de que los habían descubierto—. No os mováis.
— ¿Qué? Tú a mí no me das órdenes, niñata—. Dijo indignado el de pelo de fuego. Pero no pudo decir nada más, dado que un fino brazo rodeó su cintura, igual que la del rubio y, ante la mirada atónita del marine que acababa de entrar en el callejón, desaparecieron.
*oOo*
Parte 3: Los nuevos amigos.
Lo primero que sintió Kid fue como si algo se rompiese tras su espalda, desorientándolo por completo. Lo siguiente que supo fue que se estaba ahogando, como si hubiera caído al agua y, después de aquello, fue una sensación de caída libre a tremenda velocidad, hasta que se dio cuenta de que yacía en el suelo de alguna parte, junto con su amigo Killer, el cual estaba igual de confundido que él.
La morena sin embargo, estaba de pie, observando los alrededores y con una mueca de cansancio se dejó caer delante de los dos hombres.
— ¿Qué…—a Kid le costaba hablar—, qué mierda hiciste?—Raven le dirigió una larga mirada y se demoró en contestar, como si le costara encontrar las palabras adecuadas para contestar a su pregunta.
—"Aki supesu"* —Contestó ella simplemente, para después continuar con su explicación—. Es una técnica que utilizo para desplazarme rápidamente o escapar de situaciones difíciles. Es como… un espacio entre realidades. Entras, sales y regresas a tu realidad.
— ¿Y qué pasa si te quedas atrapado en ese… "espacio"?—Inquirió convenientemente Killer.
—Que te desvaneces en la nada, supongo. Nunca lo he intentado y tampoco tengo muchas ganas de hacerlo. Hasta ahora siempre la utilizaba como técnica individual, no sabía que podía llevar a más personas conmigo—. Respondió ella, sintiéndose estúpida de repente. ¿Cómo se le había ocurrido revelarles aquello?
— ¿Nunca… nunca habías llevado a nadie contigo?—Habló esta vez Kid, sorprendido y cada vez más enfadado—. ¿Y qué mierda hubiera pasado si nos quedábamos atrapados en cómo se llame ese lugar? ¡No somos unos putos conejillos de indias!
—Lo siento… Sólo quería salir de allí rápido—. Dijo la morena, algo arrepentida, pero no se dejó amedrentar por el tono amenazante del chico de pelo de fuego, sino que continuó hablando con la cabeza alta, cosa que alteró sobre manera a Kid—. Además, a vosotros también os saqué de un aprieto. Estoy segura que la gente del pueblo les hubieran pedido a los marines que os capturaran. Matar gente no está bien visto hoy en día—. Concluyó ella, con una sonrisa divertida. Killer la escudriñó durante algunos momentos, antes de empezar a hablar.
—Así que asesinaste a un Tenryuubito y además liberaste algunos esclavos, ¿me equivoco?—Preguntó él, sintiendo como ella se tensaba ante la repentina pregunta—. ¿Qué te llevó a hacerlo? Ayer mataste a una persona sin ni siquiera dignarte a mirarlo a la cara, ¿por qué rescatar a un puñado de esclavos?
Killer sintió un repentino escalofrío y, cuando Raven levantó la mirada, tanto Kid como él dieron un paso atrás, impresionados por la fuerza y el dolor de aquella mirada.
—Simplemente lo hice, el por qué de aquello no es de vuestra incumbencia—. Dijo ella, con una frialdad que hasta a ella misma le sorprendió. Después de eso sacudió la cabeza confundida y tanto ella como su mirada volvieron a la normalidad—. Lo siento… Tal vez os lo cuente algún día.
— ¿Algún día?, ¿es que esperas vernos de nuevo, mocosa?—Habló Kid, con soberbia y una sonrisa cínica.
—Um… ¿Sí? Sois interesantes—comentó ella, divertida—, se ve que os la pasáis bien peleando. Yo también necesitaría algo de acción, también.
—Eres rara—. Dijo Kid, escrutándola con la mirada, extrañado—. A toda chica con la que nos topamos le damos miedo.
—No me metas en el saco…—Respondió ella, esperando a que él le dijera su nombre.
—Kid, Eustass Kid. Él—habló señalando con la cabeza al rubio—es Killer.
—Encantada de conoceros, entonces. Soy Raven, Raven Blackdragon.
*oOo*
Parte 4: Pasa el tiempo… y todo se desmorona.
Desde aquel día, un nuevo grupo de amigos había dado inicio a la que sería, la mayor aventura de sus vidas. Entrenaban, peleaban, reían, jugaban…
Una nueva vida había comenzado para Raven, encontrarse con aquellos chicos había sido como volver a nacer y, finalmente y después de muchos años de dolor y sufrimiento, había logrado ser feliz.
Hasta que cuatro años después, todo se viniera abajo.
Raven se había convertido en una mujer bella y elegante, a la vez que salvaje y mortal. Su pelo ahora lucía algo más corto, hasta la mitad de su espalda y tenía mucho más volumen. Ya no era tan liso, sino que finas ondas recorrían sus finas y cuidadas hebras negras azabache.
Su rostro había perdido todo rastro de la adolescencia, y ahora se alzaba fino, delicado, agudo. Su nariz, recta y fina adornaba su rostro, acompañado por sus carnosos labios rojos, que siempre lucían una sonrisa burlona. Su piel, de un color marfil que contrastaba con la oscuridad de su cabello, no hacía más que lucir los zafiros de ella, que se habían oscurecido con el tiempo; dejando de lado el gris y tornándose azul oscuro.
Su cuerpo, curvilíneo, era la perdición de muchos hombres. Su cuerpo, atlético y musculosa, lucía con elegancia las exuberantes curvas con las que había sido dotado. Un generoso pecho, un vientre plano, una cintura de avispa y unas piernas largas y torneadas.
Atrás habían quedado las redondeces infantiles, ahora todo lo que ella lucía eran curvas interminables. Atrás habían quedado las camisas de franela y los vaqueros largos. Ahora, ceñidas camisetas de tirantes y cortísimos pantalones eran su atuendo habitual.
Aunque siempre iba por etapas, claro. Raven ahora solía vestir con holgadas camisetas de un hombro caído. Los shorts seguían ahí, claro está.
Hoy exactamente podía verse a Raven salir del apartamento que se había alquilado con una camiseta gris de un hombro caído algo holgada y unos pantalones cortos vaqueros con los bordes rotos. Calzaba unos tacones altos negros y su bufanda también negra seguía allí. Hiciera frío o calor, fuera verano o invierno, la bufanda y las muñequeras nunca desaparecían.
Portaba también su nodachi, debidamente colocada sobre su espalda, enganchada con una cadena de apliques negros. Ahora ya no se le hacía tan difícil llevarla, era más bien como una extensión de su cuerpo. Nunca salía de casa sin ella.
Había recuperado la agilidad perdida y sus reflejos habían mejorado notablemente, era mucho más rápida y fuerte, como podía observarse por sus trabajados abdominales y sus bastante desarrollados bíceps.
Su control de vacío era ahora casi completo, ahora podía volatilizar cosas o personas tan solo haciendo el empuje necesario. También había trabajado en el Haki, secretamente, claro está.
No quería tener que darles explicaciones a sus amigos.
Ellos hace tiempo ya que habían dejado de preguntarle a cerca de sus extrañas costumbres como lo eran llevar siempre la bufanda o las muñequeras, o nunca enseñar el estómago.
Eran cosas que por mucho que preguntaran nunca recibían respuesta. Y como no decir que nunca la habían visto en bañador siquiera, ella nunca se lo había permitido.
Ambos sabían que su amiga les ocultaba algo, pero nunca encontraban respuesta a sus constantes dudas acerca del comportamiento de Raven.
Y hablando de la reina de Roma, la morena se dirigía, como todas la mañanas a un claro del bosque para reunirse con sus amigos.
Muchas miradas volteaban hacía ella al verla pasar, pero no todas eran masculinas. Unos irritados ojos rojos como la sangre la seguían a donde quiera que fuese, siempre estaban ahí. Sobre todo cuando ella se encontraba en compañía de cierto hombre de pelo de fuego.
Aquello causaba la risa en Raven, dado que siempre tenían compañías no deseadas.
Desde hacía algún tiempo que su amigo pelirrojo tenía una admiradora secreta que no paraba de acosarlo a él y a ella, por celos.
Estos la divertía sobre manera, siempre provocando "roces" entre ellos dos para luego caerse al suelo de la risa.
No por nada Kid era bastante famoso por el pueblo, no por su poder, ni por las personas a las que había derrotado. Simplemente porque lo bueno que estaba, así, tal como se oye.
El enano que un tiempo atrás había sido su amigo ahora se había convertido en un apuesto muchacho de veintiún años alto y musculoso. Extremadamente atractivo, con rasgos afilados y salvajes. Sus ojos ámbar eran ahora más grandes y expresivos; sus labios, oscuros, ahora a cualquier mujer se le hacían apetecibles.
Pero Killer no se quedaba atrás, había dejado crecer su pelo rubio hasta el final de su espalda, rebelde. Sus rasgos, extremadamente masculinos eran adornados por una sonrisa autosuficiente. Aquello traía locas a las mujeres.
Cada vez que él, las miraba o simplemente les regalaba una sonrisa matadora todas caían sonrojadas al suelo, teniendo mil y una fantasías a cerca del rubio.
Ellos tampoco le hacían mucho caso, como mucho le concedían una noche a alguna que fuese bonita.
Raven no estaba de acuerdo con aquello, porque para ella, no debían darles falsas esperanzas a las mujeres. Aunque ella también hacía lo mismo, solo que con los hombres.
*oOo*
Llegando rápidamente al claro se encontró a Kid y a Killer entrenando cerca de la horilla. Raven se sentó en un montículo de piedras cerca de ellos para observarlos mientras esperaba y lo suficientemente lejos para no recibir ningún retroceso de algún ataque fallido.
Ellos se movían rápido, Killer daba fuertes y rápidas estocadas con sus cuchillas giratorias, mientras que Kid se valía de su impresionante fuerza física y de las habilidades de su Akuma no Mi. Una vez más tuvo que sostener su nodachi para que no fuera atraída por la fuerza magnética; pero no contó con que ese día llevaba puesto el cinturón con la hebilla hecha enteramente de metal.
Se maldijo mentalmente mientras era arrastrada hacia el campo de batalla, clavando los tacones en la arenisca mientras intentaba retener su espada en su sitio. Pero de un momento a otro Kid aumentó la potencia de sus ataques y ella se despegó del suelo para luego salir despedida hacia él.
— ¡Kid, idiota!—Gritó Raven, clavando su nodachi en el suelo, impidiendo así momentáneamente su avance precipitado hasta el de pelo rojo.
Ambos combatientes se giraron a observarla con una gotita en la cabeza, mientras Kid dejaba de ejercer su fuerza magnética y la morena caía pesadamente sobre el suelo.
—Esta me la pagas, cabrón—. Murmuró ella en voz baja pero lo suficientemente alto para que ambos la escucharan.
Rápidamente Raven se levantó de un movimiento, desenvainó su nodachi y echó a correr hacia él.
— ¡Eh! ¡Dame un descanso por lo menos!
Pero ella no se lo concedió, de un saltó estaba sobre él, preparada ya para un ataque frontal. Con un "Como quieras" por parte de él, la batalla comenzó. Killer se hizo a un lado, mientras que ambos amigos se enfrentaban.
Raven esquivaba los golpes de su amigo elegantemente mientras que él evitaba rápidamente el retroceso de los mandobles de ella.
Pronto la pelea subió de categoría y ambos comenzaron a usar sus Akuma no Mi.
Ella mandaba cortantes ráfagas de vacío que volatilizaban lo que tocaban y él ya estaba corriendo hacia Raven con la mano envuelta en diferentes armas cuando ocurrió.
Raven se distrajo un segundo, que fue fatal para ella. El puño de hierro de su amigo impactó de llevo contra su estómago, haciéndole toser sangre.
Kid estaba sorprendido, ¿cómo es que no lo había esquivado? El no había medido sus fuerzas y pensando que ella lo esquivaría con su gracia y agilidad características imprimió en el golpe toda su fuerza.
El resultado fue desastroso, la morena salió disparada hacia atrás, impactando con bastantes árboles en el proceso, hasta que finalmente quedó enroscada entre una maraña de ramas. Algunas se le habían clavado en la piel y una en concreto le había atravesado el hombro, de lado a lado.
Rápidamente Kid y Killer llegaron corriendo junto a ella, pero Raven ya se había puesto de pie. Arrancándose todas las ramas, lo peor fue quitarse la del hombro. Estaba segura de que le había atravesado la articulación, porque no podía moverlo.
Tenía todo el pelo enmarañado, con algunas hojitas. Algunos rasguños y bastantes moretones cubrían su cuerpo, sentía que su estómago le iba a explotar y todo le daba vueltas.
—Raven… ¿Estás bien?—Ella iba a responderle con un sarcasmo para después insultarle, pero no le salieron las palabras. Sentía un coágulo de sangre en la garganta, por lo que rápidamente tuvo que toser—. Lo siento… Pensaba que ibas a esquivarlo.
—Vete a la mierda Kid. Casi me matas, joder—. Dijo ella entre respiraciones agitadas. Sentía que iba a desmayarse en cualquier momento, pero intentó resistir unos momentos más para decirles:
—Ni se os ocurra curarme vosotros—. Habló, para después caer violentamente al suelo. Killer la atrapó antes de que su cabeza golpeara contra la dura superficie y se hiciera más daño del que ya tenía.
—Ni modo, tendremos que llevarla al hospital, joder. ¿Qué mierda crees que le pasó?—Ambos habían comenzado a caminar de nuevo hacia el pueblo, cargando a una Raven inconsciente en brazos.
—No tengo ni idea, un instante estaba luchando contra ti y al siguiente la vi volando hacia los árboles. Lo más probable es que se haya distraído, nada más—. Dijo él, acomodando a la mujer en sus brazos.
—Es Raven, Killer. Ella no se distrae—. Habló Kid, haciendo énfasis en el "no".
—¿Qué quieres que te diga? Se lo preguntas cuando despierte y listo—. Cortó rápidamente el rubio, aquella conversación no llevaba a ninguna parte.
Alcanzaron el pueblo en algunos minutos y después de eso pusieron rumbo al hospital. Por el camino las chicas suspiraban y los hombres los miraban desconfiados, debido al cuerpo inerte que reposaba en los brazos de Killer.
Una vez allí, no se sorprendieron por el pesado silencio que allí reinaba. En ese pueblo no ocurrían muchos accidentes y, si los había, ellos eran los causantes.
Una enfermera que se encontraba en la recepción abrió los ojos sorprendida ante la repentina aparición del grupito que más problemas le causaba al pueblo, pero sobre todo, por la morena que uno de ellos traía en brazos.
No preguntó, pues sabía que no se dignarían a contestarles.
—Por aquí—. Murmuró mientras comenzaba a caminar por un largo pasillo y después se detenía frente a una puerta semi abierta. Había algunas camas, todas vacías. La enfermera mandó depositar a la mujer en una de ellas mientras ordenaba a los dos chicos salir de la habitación—. Debo desvestirla para tratar sus heridas, así que a menos que alguno de los dos sea la pareja de esta joven debo pedirles que se marchen.
Ambos compartieron una mirada entre divertida y preocupada y a regañadientes abandonaron la habitación. Era verdad que querían saber que era lo que escondía ella bajo la bufanda y las muñequeras, era cierto que ambos querían conocer lo que Raven les ocultaba con tantas ganas, pero su curiosidad no sería sanada ahora, o al menos eso era lo que pensaban ellos.
*oOo*
Mientras tanto, dentro de la habitación la enfermera se encontraba desvistiendo a la muchacha, para tratar mejor sus heridas, cuando se paró en seco; justo cuando levantó su camiseta.
Horrorizada observó la gran marca que se extendía en su estómago, conocedora de lo que aquello significaba. Pero para confirmar su teoría tuvo que quitarle la bufanda y las muñequeras.
Lo que vio después fue tan horrible que no pudo evitar sentir náuseas al imaginar la situación que ella había tenido que vivir para portar semejantes cicatrices.
No le cabía duda, si no se equivocaba, aquella mujer había matado a un Tenryuubito y había liberado un puñado de esclavos. Todas las piezas comenzaron a encajar.
Ella no había recibido esa marca por pura casualidad, de alguna manera Raven había sido vendida a los Dragones Celestiales, para después ser marcada horriblemente en el estómago. Las cicatrices de su cuello y muñecas solo significaban una cosa: su collar y sus cadenas habían explotado, o ella misma las había hecho explotar.
Aún preguntándose cómo podría haber sobrevivido a tres explosiones simultáneas sobre su propio cuerpo comenzó a curarla.
Primero se encargó de la herida del hombro, que era lo que tenía peor pinta. Desinfectó la zona y con unas pinzas extrajo algunas astillas que habían quedado clavadas en la piel. Después de eso suturó y esterilizó la herida, para después vendarla primorosamente.
Luego se encargó del golpe del estómago, probablemente tendría una hemorragia interna. Dejaría eso para más tarde, luego de terminar con lo demás y avisar al doctor.
Continuó desinfectando, cerrando heridas y vendando hasta que la mayor parte del cuerpo de ella estaba cubierto con aquella tela blanca.
Sacándose los guantes y quitándose el sudor de la frente, la enfermera salió de la habitación cerrando la puerta tras de sí, dispuesta a buscar al doctor.
—Aún no he terminado con ella, pero está fuera de peligro—Se mordió el labio antes de continuar, preguntándose si sería correcto hablarles sobre lo que había visto. Pero al fin y al cabo eran sus amigos, ¿no? Ya deberían de saberlo, se dijo— No sabía que su compañera había sido esclava.
Esto descolocó del todo a los dos hombres que yacían recostados contra la pared. El más alto de los dos, de pelo rojo y mirada ambarina se levantó como un resorte y estampó a la enfermera contra la pared.
—¿Qué mierda ha dicho?—Rugió él, consternado.
—No… ¿No lo sabían? Pensaba que era más que notorio por el estado de su cuerpo…—Iba a continuar, pero se calló al instante, sintiendo la horrorizada mirada de los dos hombres sobre ella—. Por favor, pasen.
Ambos entraron rápidamente en la habitación y se dirigieron al cuerpo que yacía en unas camas más alejadas de la puerta.
Efectivamente, la marca roja del Tenryuubito se encontraba grabada a fuego en su estómago. Su pecho y sus piernas, a la vez que el hombro y su frente estaban cubiertos por vendas. Su rostro tenía algunas tiritas y una venda se encontraba a mitad del antebrazo derecho, pero las cicatrices del cuello y de las muñecas fueron más que visibles.
La del cuello era definitivamente la peor, una gruesa línea roja irregular con los bordes carmín lo rodeaba. Las muñecas estaban igual solo que las cicatrices eran más pequeñas.
Kid la observó consternado, así que aquel era el secreto que ella les había ocultado durante cuatro años.
Entonces deseó no haberlo conocido nunca.
Era horrible imaginarse como había obtenido aquellas cicatrices, tan solo ni siquiera quería pensárselo. Observó a Killer, estaba tan horrorizado como él.
—Quédense aquí mientras busco al médico, por favor. Aún debemos curarle la hemorragia interna que tiene a la altura del estómago.
La enfermera salió pitando de la habitación, temerosa por el aura que tenían ellos dos.
—Así que este es el secreto que Raven nos ocultaba…—Susurró Killer, aún sorprendido, acercándose a ella y rozando con las yemas de los dedos la marca en forma de zarpa que yacía en su barriga.
—No quiero saberlo, Killer. No quiero.
—Esta es la razón por la que mató a un Tenryuubito. Me pregunto cómo logró sobrevivir a tres explosiones sobre ella misma—. Siguió reflexionando él, ignorando a su amigo pelirrojo.
De pronto la puerta se abrió y un hombre ataviado con una bata blanca acompañado por la misma enfermera de antes entró y rápidamente se dirigió al cuerpo que reposaba sobre la cama.
No se sorprendió por su estado, la enfermera se lo había explicado anteriormente.
Se lavó las manos primorosamente, al igual que la enfermera y colocó guantes de latex sobre sus manos, también depositó una mascarilla sobre sus labios.
—No creo que quieran ver esto, así que lo mejor será que se vayan.
Ambos asintieron, aturdidos y salieron como muertos de la habitación. Eran demasiadas cosas por asimilar en tan poco tiempo.
*oOo*
Al cabo de un rato se les volvió a permitir la entrada y ambos hombres observaron a la muchacha que yacía dormida ante ellos. Estaba pálida y podía adivinarse el sufrimiento en su rostro.
Ninguno de ellos imaginó que por un simple golpe pasaría todo aquello.
*oOo*
Parte 5: Un mal sueño.
Tic.
Caía, todo era oscuro, y lo único que sabía era que estaba cayendo. No podía sentir nada, pero a la vez lo sentía todo. Era como si un tumulto de sensaciones la recorriera de pies a cabeza para luego pasar a sentirse vacía y… sola.
Tac.
Por primera vez fue consciente de que aquel ruido le sonaba de algo, pero no conseguía ubicarlo. Algo en ella le decía que estaba completamente mal, que estaba en peligro.
Tic.
Entonces se dio cuenta. Se dio cuenta del collar explosivo que aprisionaba su cuello y supo del peligro inminente que corría. Con pánico comenzó a tirar del metal, que pegado a su piel hacía eco con los de las muñecas.
Tic.
Cada vez más rápido, si no hacía algo ya iba a morir en aquella explosión, lo sabía. Su cuerpo no lo soportaría de nuevo. Si mal no recordaba el siguiente sería el último…
Tac.
Y todo voló por los aires.
*oOo*
Parte 6: ¡Seamos piratas!
Raven despertó gritando histérica, cogiendo su cuello como si acabara de perderlo, como si de aquello dependiera su vida.
Los chicos que tenían sus cabezas apoyadas a ambos lados de la cama de despertaron súbitamente por el repentino grito y la observaron, conmocionados.
—Raven…—Ella seguía respirando agitadamente, rodeando su cuello con las manos y repitiéndose a sí misma que todo estaba bien y que solo había sido un sueño.
Y fue entonces que se percató de que no estaba sola.
Los observó largamente, dándose cuenta de que ellos ya lo sabían. Lo más probables es que, o bien la hubieran visto, o la enfermera les hubiera dicho algo. Maldijo internamente, pues no podía descartar ninguna de las dos opciones.
Ambos estaban en silencio, como dejándole el espacio y el tiempo que ella necesitara para hablarles. Pero Kid no era caracterizado por su paciencia, por lo que rápidamente explotó.
—¿Por qué mierda no nos dijiste nada, Raven? Joder, ¿ya pasaron cuatro años de que nos conocemos y una enfermera es la que tiene que decirnos?—Kid estaba que echaba chispas, no podía entender cómo su amiga les había guardado un secreto tan horrible durante tanto tiempo.
Raven tuvo que ahogar un sollozo. Él tenía razón, se supone que eran los mejores amigos, que se lo confiaban todo… Y ella no había podido contarles nada de su pasado. Se sentía horrible, siempre diciéndose que la herida estaba demasiado fresca para sanar, sin pensar que… Ya podría haberlo hecho hace mucho tiempo.
—Yo… Lo siento mucho, de verdad. No quería que esto pasara así, yo…
—¿Qué no querías? ¡Por favor! Si esa tipa no nos decía nada tu tampoco ibas a hacerlo, ¡joder, Raven!—Rugió Kid, completamente fuera de sí. Y, por primera vez en mucho tiempo, la morena tuvo miedo, terror del pelirrojo.
Al parecer Killer se dio cuenta de este detalle, porque posó una de sus manos en el hombro de su amigo, intentando tranquilizarlo. Pero él no se dejaba hacer su postura era cada vez más amenazante y empezaba a magnetizar el ambiente.
—Por qué… Sólo dime por qué…
Y esto consiguió derrumbarla, se echó al pecho de su amigo, llorando amargamente. Ahora que lo pensaba bien, ella no había llorado aquella vez, ni ninguna otra por el accidente del Tenryuubito.
Ahora se daba cuenta de cuánto lo necesitaba.
—Yo… No podía—dijo ella entre sollozos ahogados mientras se abrazaba más fuerte a su amigo—. Pensaba que todo cambiaría entre nosotros, que me veríais con asco, que me trataríais como un objeto, tal como lo hicieron ellos… Yo… yo tenía miedo, Kid.
Estas palabras sorprendieron a ambos hombres, ¿en serio su amiga pensaba eso de ellos? Kid la abrazó con fuerza y la estrechó entre sus brazos.
—Pues para tu información, idiota, ya lo sabemos y nada ha cambiado.
Ella abrió los ojos como platos y se separó de él bruscamente.
—Kid…—Lo miró a los ojos y supo que él no mentía. Se secó las lágrimas y les dedicó a sus amigos la más grande sonrisa que les había dado nunca—. A partir de ahora, no más secretos.
—Amén—. Sentenció Killer con una risita.
—¿Y no quieres ir tras el que te vendió?—Inquirió de pronto el pelirrojo, sorprendiéndola.
—Sí… ¿Pero cómo?—Ella estaba confundida, las ansias de venganza alimentadas por la ira y el odio bullían en su interior, pero nunca encontraba la manera de apaciguarlas del todo.
—Seamos piratas—. Aquello sorprendió a ambos—. Convertiros en mis nakamas.
Raven se lo pensó un poco, pero finalmente contestó:
—Te convertiremos en el rey de los piratas… Mi capitán—. Con una sonrisa de oreja a oreja los tres chocaron las manos y compartieron unas risas. Ya nada volvería a separarlos, nunca.
Y así… verdaderamente comenzó la aventura de sus vidas.
*oOo*
Glosario:
—Shinkū burō*: Literalmente, "Golpe de Vacío". Es uno de los ataques más básicos de Raven. Lo utiliza para noquear rápidamente a enemigos débiles, o golpear con más fuerza de lo que haría normalmente. Puede utilizarlo con cualquier parte del cuerpo, pero normalmente lo hace con los puños.
—"Aki supesu"*: Literalmente, "Espacio Vacío". Una técnica avanzada. Lo utiliza para desplazarse rápidamente o escapar de un peligro. Consiste en abrir una brecha entre ambas realidades "la verdadera" y "la espiritual" o "la nada" y entrar, salir y, finalmente regresar a tu misma realidad. Hasta entonces nunca lo había usado con nadie, pero desde este momento podrá comenzar a trasladarla a ella misma, a gente o incluso objetos pesados.
—"Shinkū josei"* : Significa "La dama del vacío". Es el apodo que la dan los marines a Raven por el poder que utiliza y la Akuma no Mi que ella posee. Aún no estoy muy segura si es el que conservará a lo largo de todo el long-fic, porque no me gusta mucho como quedó. Se admiten sugerencias creativas x'DD
Curiosidades.
—Para imaginarme la nodachi de Raven, tuve que estar viendo a Law en una imagen con ella durante diez minutos.
—El mismo colgante en forma de pájaro de fuego de platino, por si alguien quiere saber, tiene la misma forma que el emblema de Jean Grey lleva en el pecho de su uniforme en cualquiera de sus formas "Fénix".
—Para situar más a Raven, imagínense a una Yugao (ANBU de Naruto), con el pelo negro y los ojos azules.
—En ningún momento incluí el nombre del pueblo, y no sé si tengo pensado hacerlo. Me da vagancia pensar en uno. ¿Ustedes que piensan?, ¿alguna sugerencia?
—La escena de "pelea" entre Raven y Kid se desarrolla con ella en tacones, fallo mío.
¡Gracias por leer!
