Primera Impresión

Pasaron muchos años para que Cheng Wang y Guillaume Janssen volvieran a encontrarse. Tratándose de dos personas con influencia y dinero, se vieron en la oportunidad de poder organizar un compromiso bastante beneficioso entre alguno de sus herederos. Cuando el señor Janssen les contó de sus intenciones a sus hijos, Lars, su primogénito, se ofreció a hacerse responsable, y así, el señor Wang dio su consentimiento para que casara con su única hija.

Cuando Mei lo supo, su primera reacción fue de pánico, pero después pensó en su familia y en lo que implicaba aceptar el compromiso. Sus padres la convencieron de que no había un mejor partido que Lars Janssen, haciéndole ver el gran prestigio que tenía su familia. Así que aceptó.

La primera vez que ambos iban a conocerse, Mei se encontraba yendo de un lado a otro, pensando, más que nerviosa, estaba asustada. Se preguntaba qué clase de hombre era el tal Lars Janssen, si sería tan buen tipo como todos decían y si podría llevarse bien con él. No podía creer que sus vidas se unirían de manera tan repentina.

"Mei, ya está aquí" le susurró Yao.

Lars y su familia ya habían llegado. Aunque el compromiso no le agradaba del todo, le parecía una gran ventaja, pues la verdad era que no creía en el romance o el amor, así que estaba bastante dispuesto a seguir con lo planeado. Además, sentía que era el momento perfecto para sentar cabeza.

Mei salió, y lo vio "Es él" pensó, "parece simpático" y se acercó a un joven rubio, cuyo cabello le cubría un ojo. Éste le sonrío amablemente.

"Hola, soy Mei, mucho gusto. Tú debes ser Lars"

"Hola, mucho gusto, pero de hecho soy Henri. Mi hermano está por allá" dijo señalándolo.

Mei vio hacia donde Henri había señalado, el tipo estaba allí: serio, callado, con aura intimidante, guapo, muy alto y con una actitud arrogante que parecía como si se creyera el rey del universo. "¿Quieren que me case con él?", pensó al verlo acercarse. Él se presentó cortésmente, pero mirándola muy por encima del hombro. Tenía una voz tan profunda que la hizo sentir muy pequeña. Ella suspiró y tomó asiento junto a él.

Sus padres hablaban del compromiso como si fuera lo más emocionante del mundo. Ella lo veía disimuladamente, pero no encontraba ni un rastro de emoción en su rostro. Observó a los hermanos de éste, ambos amables y atractivos. Ella hubiera preferido a Henri.

Después de la cena, los dejaron solos para que "se pusieran al día". A Lars le pareció que ella se veía muy joven, aun sabiendo que era unos cuantos años menor que él, no se imaginaba que todavía conservara varios rasgos infantiles. Debía admitir que era bonita y delicada, además, era mucho más baja que él, lo que la hacía ver tierna, sin embargo, tenía un semblante melancólico. Esperaba por lo menos llegar a tener una relación estable.

Conversaron apenas de temas no muy relevantes, sobre sus trabajos, y la vida en general. Él hablaba del compromiso con frialdad, como si fuera cualquier cosa, un evento lejano, un simple paseo al parque ¿Cómo era posible qué hablara de casarse sin amor? Y sin poder evitarlo, ella se echó a llorar. Él se quedó callado viéndola y le prestó un pañuelo. Sacó un cigarro y comenzó a fumar, dejándola sollozar a gusto.

"Sé fuerte, tenemos que hacer esto". Dijo mientras apagaba el cigarro.

Ella no pudo dormir aquella noche, se preguntaba si sería capaz de tomarlo todo tan seriamente, y si podría ser feliz con él. Pero todo le indicaba lo contrario. Se sentía atada a un hombre al que no amaba ni que la amaba, un hombre frío al que parecía no importarle nada, pero ya todo estaba predispuesto, no podía simplemente echarse para atrás y arruinar los planes de todos.

Días después, Lars fue a verla. Se sentaron en la sala a platicar de cualquier tema ante la mirada atenta de Yao. A Lars no le molestaba su presencia, sabía que Yao sólo intentaba proteger a su hermana, pero a Mei le incomodaba.

"Lo siento"

"¿Por qué?"

"Porque nos están vigilando" dijo en voz baja.

"Está bien, de todas formas, soy casi un extraño"

Ella lo observó con más atención. Sí, era muy alto, tenía que admitir que también guapo, por su complexión dedujo que tal vez se ejercitaba o alguna vez practicó algún deporte. Notó la cicatriz en forma vertical que tenía en la frente, y sobre todo esos ojos verdes que la miraban fríamente.

"¿Qué sucede?" Le preguntó sacándola de su análisis.

"Nada" contestó ella desviando la vista.

Él también comenzó a observarla. No le parecía que fuera muy madura, pero tampoco que fuera infantil. Era muy expresiva al hablar, además hacía movimientos gráciles con las manos que a él le parecieron delicadas. Se veía frágil y dulce, pero la tristeza que expresaban sus ojos no armonizaba.

Se sintió culpable, claro que él no era del todo responsable, pero era parte de lo que a ella debía causarle dolor. No era bueno para hablar de sentimientos y menos para compartirlos, así que ignoró completamente lo que estaba pensando. Ya se le pasaría, probablemente cuando se acostumbraran a estar juntos.

Nunca había tenido este tipo de problemas, así que trató de juntar toda su paciencia y no presionarla, quizá si le ofrecía algún tipo de obsequio... aunque no es como si tuviera que cortejarla de todas formas. Se preguntaba por qué estaba quebrándose la cabeza por una muchacha a la que apenas conocía.

"¿Lars...? ¿Lars? Hey ¿estás bien?"

"¿Qué? Disculpa, me acordé de algo del trabajo, perdón, ¿me estabas diciendo algo?"

"No era nada importante, es que te vi preocupado... ¿algo anda mal en el trabajo?"

"No, no, sólo me vino a la mente"

"Ok, lo que digas" dijo ella cambiando su expresión de preocupada a indiferente.

Desde entonces, Lars empezó a visitarla todos los días. Tomaban el té, conversaban de sus jornadas, pero sin ahondar en detalles. También, empezó a darle regalos bastante costosos. Mei se sentía halagada, aunque sabía que eran sin amor.

Cierta tarde, como de costumbre, Yao, Jiang y Li se paseaban cerca de ellos, hasta que Mei perdió la paciencia y les dijo algo que Lars no pudo entender pues estaba hablando en mandarín. Sintiéndose excluido, miró hacia otro lado. Mientras los tres hombres se iban, Mei dijo:

"Lo siento"

"No hay problema, de todas formas, no entendí lo que dijiste" contestó él calmadamente.

"Era sobre ti, pero nada malo, es que me parece irónico que me vigilen teniendo en cuenta que me voy a casar contigo ¿no crees?" Dijo ella secamente. "¿Te parecería mejor si salimos? No en una cita, claro..."

"Bueno..." Contestó él encogiéndose de hombros.

Pensaron que era mejor salir a quedarse en casa, sin embargo tenían que actuar como una pareja de verdad, al menos para que la gente se tragara el cuento de que estaban enamorados y no sospecharan. Aunque era difícil e incómodo. Él ponía su brazo alrededor de sus hombros o la tomaba de la mano, pero se sentían como si estuvieran muy lejos uno del otro, y pensaban que así nadie les creería.

Mei trataba de conocerlo mejor, pero él era muy reservado, y ella terminaba por sentirse ignorada y aburrida. Se quejó en mandarín para que él no pudiera entenderla. Lars sólo la miró pacientemente. Después de que ella terminó de decirle que preferiría salir con un ladrillo a salir con él, él respiró profundo y le contestó en neerlandés que lamentaba no ser una grata compañía. Lo dijo adivinando, pues se le figuraba que ese era su problema.

Se quedaron en silencio. Mei estaba sorprendida de que él hubiera actuado de la misma forma, pero no le iba a preguntar qué había dicho.

"Otra cosa, no fumes cerca de mí. Y quiero irme a casa" lo dijo cambiando de idioma.

Él se quitó el cigarro de la boca y lo guardó. No le dijo nada, sentía que su mirada lo congelaba. Se sintió acorralado, pero fue él el que había aceptado casarse con ella. La acompañó a su casa y ella se despidió de mala gana.

Empezaron a pensar que harían para hacer de su falsa relación algo creíble. ¿Si sería posible que convencer a todos de que se amaban? ¿Si acaso podrían ser capaces de vivir juntos como esposos? Y ¿Si podrían ser felices algún día? Fue lo que se preguntaron toda la noche.


Nota: ésta es la base del fic "Tied", algo así como el original.