Lo sé, lo sé, se que los icebergs no se hunden, es más bien un sentido metafórico. Les hice un par de cambios a algunos personajes, pero voy a intentar que sean fieles a la saga. Mas o menos esta ambientada después de Twinsanity, pero antes de Crash of the Titans… creo ser la primera en hacer un yaoi entre Crash y Córtex en un fanfic, así que si me equivoco, muéstrenme ese fanfic.

Crash Bandicoot no me pertenece, está en las (malignas) manos de Activision.

Capitulo 1

La desesperación de coco

Las lágrimas de Coco se deslizaban por sus mejillas. Miraba las tranquilas aguas de N Sanity a través de un velo de gotas de dolor y humillación. Y todo eso por no ser humana. Una mujer sin vello en casi todo su cuerpo, con una nariz rosada y seca y orejas redondeadas. El mundo solo pertenecía a los humanos.

Cuando a Coco Bandicoot le ofrecieron un puesto en el servicio de inteligencia gracias al gobierno australiano, se volvió la chica más feliz del mundo, con un sueldo y trabajando en lo que más le gustaba: las computadoras. Pero no fue color de rosa como ella se imaginaba. Todos los que trabajaban allí eran humanos y no todos parecían cómodos con su presencia.

Para empezar, su sueldo era bajo, a diferencia de sus compañeros, que tenían el mismo puesto que ella o inferior, pero coco no lo tomo a mal, ya que era menor de edad. Pero la hostilidad fue en aumento. No se sentaban con ella en la hora del almuerzo y solo se comunicaban lo mínimo posible. Cuchicheaban a espaldas de ella, llamándola "monstruo" mutante" "animalito" "pulgosa" y adjetivos similares. Le encargaban pocas cosas en el puesto porque "era muy chiquita para entenderlo", nadie le comunicaba nada importante, nadie escuchaba sus propuestas y el odio hacia ella se hacía cada día más evidente.

Pero el día en que, a la hora de la salida, sus pertenencias habían sido robadas de su locker, destrozadas y esparcidas por todo el jardín fue el punto que no pudo tolerar. Renuncio apenas tomo todas sus cosas y se volvió a N. Sanity, con sus ilusiones hechas pedazos por la maldad de los humanos.

Se seco las lágrimas con el dorso de la mano, furiosa. Si ella hubiese sido una humana corriente, nunca le hubiese pasado nada. Seguiría en su trabajo, con un sueldo mejor y haciéndose amigos.

Si tan solo fuese humana…

— ¿Coco? —la gruesa voz de Crunch la hizo volverse "¿No deberías estar trabajando?

—Renuncié —contesto, con la mirada baja y fija en sus zapatillas

—¿Cómo que renunciaste? ¿Por qué? —pregunto su hermano mayor, preocupado. Al ver que lloraba él la estrecho en sus brazos—. No llores. Ven aquí con el tío Crunch. Cuéntame que paso.

—¡Estoy harta de los humanos! ¡Este planeta no está hecho para mutantes como nosotros! ¡Ni siquiera nos podemos reproducir! —Coco le clavó las uñas en la espalda—. No quiero pasarme toda la vida recluida en esta isla porque todos nos detestan

Crunch le acarició la espalda comprendiendo su dolor. El no tenía una hembra como él para reproducirse y realmente las humanas le parecían muy atractivas. Pero siempre había sido rechazado. Una y otra vez.

—Bueno…. Tendremos que resignarnos

Coco se separo bruscamente

—¿Resignarnos? Habla por ti mismo, Crunch, pero yo no me resigno —giró sobre sus talones y camino a grandes zancadas hasta el interior de su casa.

Crunch suspiró largamente. Su hermanita iba a inventar algo para hacerse humana. No tenía que ser un genio para darse cuenta de eso Pero no era algo que se pudiera hacer de la noche a la mañana. Podría tardar años. Así que no se preocupó y se fue caminando al pueblo indígena, donde estaba Crash, ya que se estaba haciendo de noche y no le gustaba que estuviese por la isla solo en la oscuridad.

Las amargas palabras de Coco le habían tocado el corazón. El deseaba tanto como ella ser un humano y poder relacionarse con la gente. No todos eran prejuiciosos, pero había humanos que si lo hacían. No quería volver a escuchar: "Gracias, pero no soy zoofilica" en boca de ninguna humana nunca más. Bueno, al menos los indígenas no hacían diferencias, pero de ahí al sexo era otra historia.

Atravesó los dos tótems que marcaban la entrada del pueblo indígena. Había mucho movimiento. Todos estaban ocupados en algo: algunos pescaban con sus lanzas en las orillas; otros alimentaban a los jabalíes; otros cargaban o descargaban cosas de los barcos. Uno de ellos les dijo que Crash estaba recogiendo wumpas. Efectivamente, allí estaba, en compañía de otros indígenas, recogiendo la fruta favorita de su hermano. Tenía un canasto colgado del brazo, que ya llevaba más de la mitad de wumpas.

—Crash, se está haciendo de noche, vamos a casa —le dijo Crunch, apoyándole una mano en el hombro. Su hermanito vació el canasto en un enorme barril, y le aviso a Papu - Papu que se volvía a su casa.

—No tienes porque hacer esto —le dijo Crunch, mientras cruzaban la puerta del pueblo

Como toda respuesta, Crash sacudió su canasto con Wumpas y carne de jabalí que se había llevado como recompensa. Desde que lo conocía que se escapaba con los indios, al parecer porque le gustaba pasar el tiempo con ellos.

Caminaron completamente en silencio, cosa normal, ya que Crash no sabía hablar. Era un poco triste que no lo hiciera, pero a su hermano parecía no importarle. Hacía poco tiempo había aprendido a escribir, para poder comunicarse mejor. Y eso ya era un gran avance.

Cuando entraron a la casa, Coco no estaba. Presintiendo que estaba en su laboratorio, el abrió la puerta que estaba al final de la sala y bajó las escaleras de metal.

Coco estaba allí, frente a un pizarrón enorme lleno de formulas que no comprendía absolutamente nada, frascos con líquidos de todos colores y chatarra que no sabía ni para que servía. Contrastaba por completo con el ambiente rústico del resto de la casa.

—¿Qué haces? —le pregunto.

—Intento inventar algo para hacerme humana —respondió ella, sin dejar de mirar al pizarrón.

—No estarás hablando en serio…

—Lo digo en serio. Si no puedo gustarles como soy a los humanos, debo convertirme en una de ellos. Así podría trabajar y conseguir pareja. Sé que tú también lo quieres.

Crunch fingió interesarse en la pizarra unos segundos

—Lo puedes intentar mas tarde. Ayúdame a hacer la comida. Escondí las wumpas para que Crash no se coma todo, pero no tardara mucho en encontrarlo.

—Hoy no, lo lamento. No cocines mucho, hoy no voy a cenar.

Crunch abrió la boca para discutir, pero luego se arrepintió y la dejo sola, esperando a que la cordura de su hermanita regresara por si sola

Así pasaron un par de semanas. Coco cada vez estaba más pálida, delgada y enfermiza. Casi no salía de su laboratorio más que para ir al baño y comer ocasionalmente, encerrada en el sótano, completamente sola. Crunch estaba muy preocupado por la salud de la más pequeña de los Bandicoots, así que un día bajo al laboratorio, incapaz de dejarla en ese estado.

—Coco, ya basta, descansa un poco— le dijo, en tono dulce y tranquilo. Ella ni contestó. Miraba febrilmente su pizarrón lleno de formulas. Suspiro y siguió hablándole—. Crash también está preocupado por ti… descansar un día no te va a hacer daño

Coco giro la cabeza. Tenía ojeras y sus ojos estaban hundidos en sus cuencas.

—No pienso salir de esta casa hasta que logre ser humana —gruñó, con hastio.

—¡Pero vas a tardar años!

—No me importa. Voy a trabajar sin descanso hasta conseguirlo.

—Bueno, somos animales con rasgos humanizados, gracias a Córtex, ¿para que aspirar a más?

Esas palabras hicieron un extraño efecto en Coco. Abrió grandes los ojos como dos naranjas y abrazó a Crunch con toda la fuerza que pudo.

—¡Eres un genio! —grito, cubriéndolo de besos, y acto seguido salió corriendo por las escaleras. Crunch se quedó congelado diez segundos en el laboratorio, preguntándose qué demonios había dicho para que a su hermana se le ocurriera una idea.

Ese día, Coco estuvo muy pensativa y nerviosa a la vez. Iba de un lado para el otro, con su laptop rosada, con la nariz casi tocando la pantalla, totalmente en trance buscando información. A la hora de la cena, casi no comió. Estuvo sentada hasta que Crash se acostó a dormir temprano, casi molido por ayudar a los indígenas.

Crunch fue a tomar una larga ducha y luego salió del baño, ya vestido para irse a dormir. Al abrir la puerta de su cuarto, se sorprendió al ver a su hermana sentada en su cama, mirándolo como pidiendo perdón.

—Crunch —lo llamó con tono bajo, pero decidido—. Voy a hacer algo que no está bien, pero necesito tu ayuda para ello. Mi éxito para ser humana depende de tí. No puedo hacerlo sola.

Coco miro el suelo un par de segundos y luego enfoco su mirada en Crunch, quien la miraba en silencio preocupado e interesado a la vez.

—Tengo que robarle el Evolv-o-Ray a Córtex.