Esposas

1° "En el callejón"

Los policías estamparon a John contra la patrulla, justo al lado de Sherlock, quien le miró entre sorprendido y alegre, al tenerlo junto a él.

-Al parecer, es ilegal golpear al DI. –le explicó con una media sonrisa.

Los siguiente momentos, fueron bastante confusos para los dos, el alboroto, los dos esposados y corriendo por las calles de Londres, huyendo de la policía.

La tercera vez que John casi deja sus dientes en otra pared, obligó a Sherlock a detenerse, con la respiración agitada, le hizo una seña para que se callara y lo dejara hablar.

-Si vamos a hacer esto, tenemos que ponernos de acuerdo.

Sherlock asintió y tomo la mano de su mejor amigo, quien a pesar de no esperar eso no se soltó.

Corrieron así durante un rato, hasta que el más alto, acorraló al otro contra un callejón, con la excusa de que había un policía pasando por ahí.

-¿Sherlock? –preguntó el mayor, mirándolo con confusión.

-Shhh, nos pueden oír John… -poco a poco, fue pegando sus cuerpos, hasta que estuvieron totalmente juntos. –O ver…

Susurró en su oído, con la respiración cada vez más pesada, el detective podía sentir sus latidos y si se pudiera ver, no dudaba en que sus pupilas estaban cada vez más dilatadas y para su agrado, a John le pasaba lo mismo, sus pequeñas mejillas comenzaban a teñirse de rojo. Poco a poco, sus dedos se entrelazaron y se quedaron así, transmitiéndose calor a pesar del frio nocturno.

En un impulso, John abrazó a Sherlock con su mano libre, suspiro y apoyo lentamente su frente en el pecho ajeno.

El corazón, generalmente frio y tranquilo de Sherlock, dio un vuelco en su pecho ante esa acción, en ese momento, se sentía feliz, los sentimientos que el tanto negaba y tachaba de inútiles, lo inundaban. John ponía su mundo de cabeza y eso, le asustaba y gustaba al mismo tiempo.

-Sherlock… -esta vez, su voz sonaba más ronca, totalmente seguro de si mismo, sin nada de duda. –no puedo más..

Su mano izquierda fue subiendo por la espalda del moreno, arrancándole suspiros, se detuvo en cuanto toco los negros rizos, enredándose en ellos.

Sherlock ronroneo suavemente ante todas la caricias recibidas, dejando que John llevara el control de la situación por completo.