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Secuestro
Por: Violette Moore.
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La prensa había enloquecido, al igual que las páginas de internet y el personal de policía. En toda la Ciudad sólo se hablaba de ello: "El secuestro de Damian Wayne a manos de una organización criminal" Según los testimonios recuperados de testigos y cámaras de video, en sus comicios el plan era arremeter contra todos. Chicos de entre trece y catorce años, herederos a cuantiosas sumas y es que todos pertenecían a las familias más respetadas de la City.
La situación cambió dramáticamente luego de que les apuntaran con varias armas de fuego y los obligaran a formar una sola fila contra la pared, arrodillarse y colocar las manos detrás de la nuca.
Apostaron por quien sería el primero en convertirse en mártir, requerían enviar un mensaje y convencer a sus padres de que "esto" iba en serio. ¿Lo haría la hija de la familia Wells? ¿El pequeño llorón de los Harker? ¿La simpática jovencita O'Brian?
Sí…, se decidieron por ella, el cañón de una nueve milímetros sobre la sien de la jovencita, seguida gritos histéricos además de sollozos del resto de sus compañeros.
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Si llegados a este punto, se preguntan por la hora y el lugar. Habría que aclarar que se encontraban de visita en una Planta Tecnológica perteneciente a Industrias Palmer, el profesor de su clase, además de la pobre mujer que encabezaba la guía estaban inconscientes y desparramados en el piso tras recibir impactos de las mencionadas armas en la cabeza y pecho.
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Volviendo al momento crucial, los agresores tomaron a la inocente chica que se deshacía en llanto, desesperación y ruego. Los agresores, preguntaron sobre donde quería la primera bala. ¿En la mitad de los ojos? ¿El corazón? ¿O quizás prefiriera la boca del estómago? Con cada insinuación aumentaba la histeria colectiva. Algunos se desmayaron de miedo, otros comenzaron a orar. De entre todas esas voces, se alzó una mucho más imponente.
"¡Ya basta! ¿¡Qué es lo que quieren!? ¿Atención? ¿Dinero?
Tt…"
El heredero de la familia Wayne se levantó del suelo, pese a ser el blanco único de seis armas automáticas. Su mejor amigo (o por lo menos el único chico que intentaba acercarse a él) trató de detenerlo tirando de su brazo izquierdo, pero ni siquiera lo miró.
Sólo se incorporó y continuó su alegato.
"Si quieren algo de eso, les basta conmigo. Soy el hijo de Bruce Wayne"
"¿Wayne?"—respondió el aparente líder de la organización. Avanzando hasta quedar ante él. "¿Supones que importa en algo tu estúpido nombre?"
"Supongo que esperan obtener dinero de los padres de todos ellos pero se olvidan de que es mi padre quien paga sus sueldos"
Un segundo de vacilación, una carcajada que más de uno describiría como la del Joker y lo siguiente fue una sucesión de golpes contra el jovencito que jamás se defendió, hasta quedar inconsciente y sangrante en el suelo.
Los gritos de terror, indignación y lamento (salvo por una voz) si quiera se hicieron escuchar.
Eso es algo que destacarían su padre y hermanos, cuando vieran el video de seguridad en compañía del Detective Gordon. Por el momento, baste decir que la amenaza cambió de giro.
Se llevarían al hijo de "Bruce Wayne" y los dejarían vivir a cambio de su silencio. Una hora, eso es todo lo que pedían. Si se llegaban a enterar (y con la tecnología de hoy día, claro que lo harían) de que llamaron a la policía o contactaron a sus padres antes de cumplir el plazo, lo matarían.
Pesaría en sus conciencias, aunque no les sorprendería que no tenían ninguna.
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—Capítulo 1—
El chico que dormía sobre el pasto.
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—¡Deja de defenderlo, es un maldito hijo de puta, Wilkes!
—¡Lo que sea, nos salvó el trasero!
—¡Sólo porque nos ve como un montón de mierda tirada a sus pies!
—¡Eso no e…!
—Escúchame bien…—interrumpió el pelinegro tomando al otro por las solapas de su saco. —Sólo porque "perder a tu novio" te haya hecho encontrar el coraje interno, no significa que no pueda golpearte de nuevo. Ya no está ese cretino para protegerte y con un poco de suerte, no volveremos a verlo jamás.
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—¿Te gustaría repetir eso? —intervino una tercera voz perteneciente a un joven adulto de cabello negro, traje sastre del mismo color oscuro, camisa de vestir púrpura y ojos azules bastante furiosos.
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El lapso de tiempo pactado por los secuestradores se había cumplido hace cincuenta minutos y todos seguían ahí. A las afueras de Palmer Tech, dando su declaración al Departamento de Policía, esperando a sus padres y llenando la codicia de los canales de noticias.
El muchacho que no debía ser mayor que Damian por un par de meses soltó al pelirrojo y se dignó a contestar.
—¡Dije, que con un poco de suerte, no tendremos que ver a ese maldito hijo de puta jamás! —el alarido que soltó llamó la atención de otros dos caballeros que se encontraban a los costados de Bruce Wayne.
Jason y Timothy, esperaban intranquilos que la organización criminal se pusiera en contacto o en su defecto, que James Gordon desplegara algún tipo búsqueda.
Lo que sabían por experiencia "nocturna" les decía que muy probablemente ocuparon su tiempo extra en sacarlo de la Ciudad o colocarlo en alguna casa de seguridad. Luego de tenerlo ahí, lo romperían hasta dejarlo morado. Tenía que dar lástima para que Bruce, no titubeara al momento de cumplir sus demandas.
Cualquier otro padre devoto y amoroso haría lo que fuera por su querido vástago, pero su tutor no funcionaba así.
Él, no negociaba con delincuentes, secuestradores o ninguna clase de demente.
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Le enfureció ver como golpeaban sin consideración a su hijo, a sus hermanos les indignó que ninguno de sus compañeros intentara defenderlo. No es que lo necesitara, sabían que ese capullo engreído podía matarlos con las manos desnudas, pero no lo hizo por mantener la "puesta en escena" resguardar el buen nombre de sus identidades secretas.
Y a pesar de ello, actuó como un héroe.
¿Qué era lo que siempre pregonaba Batman?Justo después del "Primero Justicia y Después Venganza" —Ah, claro. —recordó Jason con desazón."Los civiles, son primero" —frunció el ceño e intercambió una mirada con el reemplazo.
Drake tenía los músculos tensos a la par de su padre, y es que los cuatro pensaban lo mismo: Ese grandísimo idiota, se salió con la suya pero también se puso en un innecesario peligro.¿No era mejor que los golpearan a todos? ¿Que le hubieran disparado a esa chica que ni siquiera tuvo la consideración de darle las gracias a Bruce por haber educado tan bien a su hijo?
No, por supuesto que no.
Su padre no lo consentiría, pero ahora ¿Cómo lo encontrarían?
Que esto sucediera a plena luz del día y en un lugar tan concurrido, llamaba la atención del mundo entero.
Todos querían verlos a ellos.
La familia completa, que incluía tres hijos adoptivos y un padre que debía mostrarse ampliamente afligido en lugar de colocarse su traje de murciélago y hacer uso de sus habilidades para encontrar a su pajarito.
Clark Kent, Barry Allen, Oliver Queen y demás justicieros se encargaban de eso. Tarea complicada ya que Ray Palmer les hizo saber que huyeron en uno de sus vehículos "privados" totalmente blindado y fuera de toda clase de radar. Lo usaba para asuntos "personales" no entraría en detalles con ninguno de ellos, pero Roy Harper sabía que solía vender su sofisticada tecnología en el mercado negro.
Villanos que les dieron buena batalla obtuvieron sus juguetes de él, pero no tenían pruebas con que acometer porque las entregas se hacían en esos vehículos prácticamente indetectables.
El Caballero de la Noche ardía en deseos de arrancarle el alma del cuerpo al destacado científico, más no podía hacerlo porque era el momento de ser lo que menos le gustaba ser.
Él…
Mandíbula tensa, músculos rígidos, el gesto contrito le salía a la perfección porque sí estaba preocupado por el menor. Su madre lo entrenó para soportar toda clase de tortura física o mental, pero actuar así podría delatar su identidad.
Aún si encontraba la forma de escapar o si tenía la capacidad de aislar su mente para olvidar el dolor, no llegaría a hacerlo. Era un soldado, entregado a su causa y como solía suceder en tiempos de guerra.
No se delataría, sin importar qué le hicieran.
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Volviendo a la pelea estudiantil.
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Timothy y Jay se acercaron a distancia prudente de Dick, observaron con sumo deleite el momento en que Wilkes perdía la paciencia y le soltaba un derechazo en la quijada, tan fuerte y bien acomodado que derribó al otro al piso.
Richard agradeció que lo hiciera, no sería bueno para "la familia" que los medios se hicieran un festín con él golpeando a un niñito.
—¡Te arrepentirás por esto Wilkes!—amenazó levantándose de nuevo, rechinando los dientes y tensando los músculos de manera tal, que el jovencito de ojos verdes y tupidas pecas, tragó en seco y se replegó mínimamente hacia atrás.
—¡¿Pero qué demonios estás haciendo Donovan?! —gritó un señor de mediana edad sumándose a la escena.
Cabello entrecano, traje sastre de tres piezas color verde olivo. Lo tomó del antebrazo con excesiva fuerza y comenzó a arrastrarlo en dirección de una flamante camioneta negra. —¡Te dije que subieras al auto tan pronto terminaras de dar tu maldita declaración a la prensa! No tengo tiempo para esto…—su voz se extinguió al interior del vehículo y así los demás pudieron respirar más tranquilos.
—¿Estás bien? —preguntó Dick al jovencito que comenzaba a sobar su puño diestro con la otra mano.
—S…si…
Al cruzar miradas y verse rodeado por los tres Wayne (en lo que parecía ser un ambiente mucho más íntimo) los colores se le fueron al rostro y no se abstuvo de aclarar.
—E…él es un idiota y lo que dijo no es cierto. ¡Damian, no es mi novio! N…ni siquiera estoy seguro de cómo me hice su amigo. Es decir, ustedes saben que no es un gran conversador ¡Pero yo tampoco lo soy! y algunas veces…me dejaba tenderme en el pasto junto a él. Generalmente después de que Donovan y sus amigos nos partieran la cara por el simple hecho de estar respirando.
—Eso no tiene sentido. —comentó otro de sus hermanos. Los reconocía a todos del periódico o las revistas, pero jamás les prestó tanta atención como para aprenderse sus nombres. Evidentemente, lo daban por hecho. ¿Cómo no iba a ser? Si eran jóvenes, apuestos, herederos a tres cuartos de la Ciudad, además de simpáticos y carismáticos. ¿Quién lo diría? con un hermano como Damian… —acalló sus reflexiones internas, al pensar en D y se concentró en el nuevo par de ojos azules. Este chico vestía con traje negro de dos piezas acompañado por una camisa de color rojo intenso.
El uniforme de su escuela también era negro, pero la camisa de color blanco. Damian solía ignorar esa parte, acudía del color que quería y recordar ese detalle, le hizo sentir que ya lo extrañaba.
Resopló.
—Lo tiene, porque según Donovan y los demás. Ninguno de los dos tiene derecho a pertenecer a esta escuela.
—¿Por qué…? —inquirió el tercero y más alto de ellos. Cabellos negros con un curioso mechón blanco, ojos aguamarina y un peculiar conjunto de jeans deslavados y chaqueta de cuero café. Algo en él le recordó a su amigo, cuando los demás lo llevaban al límite.
Se intimidó, pero a la vez recordó que tenía que hacer lo que fuera por él...
—Soy huérfano. —confesó y evidente resultó la reacción. —Bueno…lo era hasta hace unos meses que me adoptó una de las mujeres mejor acomodadas de Ciudad Gótica. Las ropas no importan, el corte de cabello o los zapatos. A ojos de los demás sigo siendo la misma escoria que desecharon a las afueras de una iglesia.
En cuanto a Damian, todos lo tienen por bastardo. Puede que su padre le diera su nombre, que las similitudes entre ambos den de qué hablar cada año en los noticieros, pero al no saberse nada sobre su madre, la tratan de prostituta y a él de un error.
Sin importar los insultos o la tanda de golpes que a veces son demasiados, él no ha querido decir nada al respecto.
Yo pienso que está bien…
Es decir, aún si es prostituta…lo dejó con su padre. No como a mi, que de no ser por las monjas que me acogieron y educaron, ni siquiera estaría respirando. —Colín presionó los puños, sintiendo un dolor agradable en la mano con que golpeó a Donovan Bates. ¿Cuántas veces lo defendió Damián? ¿Diez, veinte? Ni siquiera llevaba la cuenta y aunque solía darle las gracias, el chico de ojos verdes, sólo se limitaba a dejarse caer.
A la sombra de un árbol, cerrando los ojos o contemplando la nada. ¿Pensaría en su madre o en su padre? ¿En la vida que llevó antes de llegar ahí?
Jamás se lo preguntó y quizás…ya no tuviera oportunidad de cuestionar.
—¿Los tratan así todo el tiempo?—intervino el que se acercó primero. El de la sonrisa afable y los ojos furiosos. Le preocupaba Damian, un poco más que a los otros dos.
Suspiró, porque no sabía qué responder a eso. ¿Era un secreto? ¿O existía la posibilidad de que estuvieran al tanto de su temperamento?
—Solo hasta que Damian se cansa…—comentó y su respuesta hizo palidecer a los Wayne. Sonrió, con algo de tristeza pues eso quería decir que sabían. —Nunca les ha hecho daño, pero sé bien que podría hacerlo. Lo adivinas en la luz de sus ojos, que de pronto de llena de oscuridad y consume la bondad que de tanto en tanto logro observar.
Sobre la primera vez que sucedió, les diré que toda la escuela estaba en lo mismo. Sugiriendo la clase de prostituta que era, por la forma de sus ojos y el color de su piel, sabían que no era de aquí. ¿Musulmana? ¿Iraní? ¡Él no era más que un asqueroso mestizo! El calificativo, naturalmente lo hizo enfurecer.
Aún si no habla de ella, yo sé que la quiere.
Y es así que esperó a la hora del receso para tomar al mas grande de los habladores y estamparlo contra la pared. Damian es delgado, no tanto como yo, pero vamos. ¡Nadie daría diez dólares por él en una pelea! La forma en que lo sometió, la manera en que lo miró hizo que todos nos temiéramos lo peor.
Esto es Ciudad Gótica, conocemos la locura, danzamos con ella todos las mañanas y nos cobijamos bajo su manto por las noches.
Donovan y los demás, sabemos que Damian es algo más. Pero por orgullo o respeto, no nos lo dejará averiguar.
—¿Respeto…?—inquirió el de la camisa roja. Los otros dos estaban profundamente afligidos. "Chaqueta de cuero" encendió un cigarro, "Ojos azules" cada vez más ansioso. Daba la impresión de quererse subir en un auto y empezar a buscarlo.
Su padre seguía con el Detective Gordon, más personal de la prensa venía llegando, de sus compañeros de la escuela, ya quedaban muy pocos. Su "nueva madre" intentaba acercarse, pero no quería importunar. Llevaba un saco negro entre los dedos, no era suyo…así que probablemente, fuera el de Damian.
Cerró los ojos por espacio de algunos segundos y se convenció de que en esta ocasión su amigo lo golpearía hasta la inconciencia por estar contando su vida privada.
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Todos tenemos tres caras...—recordó decir a su maestra de arte dramático, Carrie Kelley.
La que mostramos a los que nos son ajenos, la que mostramos en intimidad con familiares o amigos y la que mostramos a nosotros mismos.
Durante los meses que llevaba de conocerlo, él se seguía preguntando cual era la verdadera cara de Damian Wayne. Quería convencerse de que era esa, apacible y serena del chico sobre la hierba.
El que trazaba bosquejos de superhéroes a lápiz, se saltaba todas las clases y le pedía sus apuntes el día antes del examen. El que decía hacer caso omiso de las habladurías de todo el mundo pero aún así, recibía de buen agrado los golpes que eran para los dos.
El que todos odiaban, pues aún faltando y siguiendo la ley del mínimo esfuerzo sacaba las mejores notas y estaba tan calificado que hasta se tomaba la libertad de corregir a los profesores en sus pequeños errores.
El que lucía tan solo, que de alguna manera, hacía que él se sintiera menos solo.
No conversaban gran cosa, eso era cierto. Jamás quiso saber intimidades de su vida privada. Él no era como los otros estudiantes, que si se acercaban lo hacían para pretender, beneficiarse del apellido Wayne.
Que va, ni siquiera se beneficiaba del apellido de su "madre" La señora D'Allesco, permitió que conservara el apellido de su desconocido padre. Quizás, no le diera un hogar pero sí un nombre y él lo quería llevar.
Al ver la desesperación en los ojos de sus interlocutores, no se abstuvo por mas tiempo de comentar.
—No hubo ninguna amenaza en su declaración. Tan solo les hizo saber que es de ascendencia árabe y que su madre, está muerta.
Los Wayne se petrificaron.
Recordaban haber visto las marcas de golpes sobre su rostro pero las atribuían al patrullaje nocturno, a su temible temperamento o a los baños de espuma que le daba de vez en cuando al malhumorado y engreído de su gato (Pennyworth).
No esperaron que la historia se repitiera. Aunque siendo honestos. ¿Qué otra cosa podía suceder? A todos los atormentaron y persiguieron cuando se convirtieron en hijos de Bruce Wayne, recibieron su cuota de acoso y pelea. Pero en general, supieron sobrellevarlo.
"Huérfano de mierda"
"Maldito afortunado"
"Seguramente te quiere para reventarte el trasero en su cama"
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Jason encendió un nuevo cigarro y antes de depositarlo en sus labios Richard se lo arrebató y le dio una calada. Timothy también pidió su probada. Ya sabía que el tabaco lejos de ayudar alteraba sus nervios, pero el punto aquí, es que Damian no era como ellos pero lo trataban como tal.
Un padre indiferente y una madre que no estaba muerta, pero suponía que era una forma de protegerla. No podían vincular a la Liga de los asesinos con él, quizás fue un acuerdo mutuo, algo que improvisó o tenía que ver con que Bruce, no había revelado nunca algo sobre Talía.
Cuando presentó a Damian en sociedad, se limitó a decir que tenía desconocimiento sobre su alumbramiento. No obstante, era suyo. Misma sangre, mismo nombre. Su madre ya no podía cuidarlo y por tanto, lo haría él.
Coincidía con la historia de "su muerte" convertirla en mártir, con la esperanza de que ya no lo molestaran.
—¿Funcionó? —preguntó Dick y Wilkes no entendió. —Contarles sobre su madre ¿Evitó que los siguieran golpeando?
—Por supuesto que no, la escuela es un circo y nosotros, los monos cilindreros. —sus hermanos resoplaron. El mas alto pateó lo primero que encontró a la vista, el de rojo tiró el cigarrillo a medio consumir y lo aplastó bajo su suela, el de ojos furiosos ahora parecía estar al borde de la locura pero esos instintos se esfumaron cuando entró en escena otra pareja.
Un jovencito como de la misma edad, tenía el rostro sucio e inflamado de llanto, venía en compañía de su padre quien se limitó a saludar con una inclinación de rostro y después dirigirse a Bruce Wayne.
El niño, que le recordaba a los Wayne por el cabello negro y los ojos azules abrió sus delgados labios y preguntó si era cierto que habían secuestrado a Damian.
—¿Apenas te enteras…?
—¡Déjalo en paz Jay!
—No lo estaba molestando, Dick. Mi pregunta fue ciento por ciento sincera pero si no me crees, inténtalo tú, Tim.
—¿No escuchaste nada? —el chiquillo que desde su perspectiva era más bajo y delgado que él, negó con el rostro. Luego aclaró que Damian le pidió de favor que "no lo molestara" durante sus horas de escuela y como es natural, se apegó a esa idea.
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—¿Quién…?—preguntó como si tuviera derecho de meterse aún más en la vida de Damian. Sus ojos se cruzaron con los del menor, le dio curiosidad, además de aprensión. Estaba claramente afligido por la pérdida de su amigo y él quería saber la razón.
—Soy Jonathan Kent, el mejor amigo de Damian… —le extendió una mano a manera de saludo, él dudó en tomarla pero finalmente lo hizo. Estúpida resultaba la idea de hacer una competencia de fuerzas, pero aún así lo intentó. ¿Por qué sentía desasosiego? ¿Intriga, furia, celos...?
No lo sabía, pero el agarre de Jon era sumamente fuerte. Sus ojos llorosos, adquirieron claridad. Como si entendiera lo que pretendía y estuviera dispuesto a "luchar"
No duró demasiado el encuentro, su madre decidió que era momento de volver a su hogar.
—Colín, cariño. Sé que es tu amigo pero ya tenemos que irnos. —la buena mujer le ofreció el saco que no era suyo. ¿Qué pretendía…? —Hazme un favor y dale esto al señor Wayne, ¿Quieres?
—No…—respondió pero aún así lo tomó. El contacto con la tela, le hizo recordar sus ocasionales contactos con el jovencito, su corazón se paró, sus ojos se llenaron de llanto que por fin derramó. ¡No podía estar perdido, siendo golpeado o quizás…!
—Pueden dárselo a la policía canina, para que tengan su aroma…
—No…—insistió comprometiendo la prenda, llevándola a su rostro para ser él quien tuviera su aroma. La colonia de Damian se le metió en lo más profundo del alma: olor a madera o tierra mojada. Su madre lo regañó, pero se negaba a aceptar que Damian tuviera que depender de una jauría de perros.
Tenía que haber otra forma, sólo una, la que fuera…
—¡E…él conoce a Nightwing!
—¿¡Qué…!?—preguntaron y medio gritaron todos.
—¡A Batman y el resto de héroes que lo acompañan! Estaban con usted el día que inauguraron Wayne Tech, ¿No es cierto, Señor Wayne? —gritó al multimillonario que lo miró como si estuviera alucinando.
—Esa fue una ocasión especial.—respondió con voz sombría y seca.
—¡No es cierto! Usted dijo que a partir de entonces, trabajarían en conjunto para mejorar Ciudad Gótica. ¡Llámelos!
—Hijo, tu sabes que Batman sólo trabaja en la noche. —comentó su madre acercándose a él, intentando arrebatarle la prenda. Se negó e insistió.
—Lo que sé, es que él no tenía por qué hacerlo. ¡Pero lo hizo porque los admira! ¡Siempre los está dibujando! ¡Nightwing es su favorito! Tiene que contactarlo, él puede hallarlo.
—No es así como funciona… —puntualizó Bruce Wayne y entonces él, terminó por derrumbarse al piso. ¿Por qué no quería? ¿A caso no le importaba? ¿De qué servía todo el dinero del mundo si no…?
No…
—Vas a ensuciarlo…—comentó Jon en relación al saco y a él le importó un carajo. Quería llenar de lágrimas y mocos su saco, seguro tenía más en el armario.
—Deja que lo conserve Jon. —agregó Bruce y él le daría las gracias si una parte demasiado grande de él, no lo estuviera odiando con todas sus fuerzas. —Agradecemos la idea, señora D'Allesco pero el Capitán Gordon tiene todo bajo…
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—¡Hicieron contacto! —bramó uno de los Detectives y todos giraron el rostro a un mismo tiempo.
No era una llamada telefónica, sino mas bien un video. En él podía observarse a su amigo, amarrado en una silla, golpeado hasta la inconciencia, sangre manando por buena parte de su rostro, apenas si lograba reconocerlo.
El aullido de dolor que sintió se atoró en su garganta, sus hermanos vaciaron los pulmones y tensaron los músculos, su padre ordenó al G.C.P.D que rastraran el origen de la señal.
Estaba transmitiéndose en vivo, en un canal abierto a través de redes sociales. Es decir, que todo el maldito mundo podía verlo. Damian parecía mas muerto que vivo, pero entonces unas manos sin rostro tiraron de sus cabellos arrancándole un bramido de dolor.
—¡Suplica a tu padre! ¡Vamos hazlo! —Damian balbuceó durante un rato, algo ininteligible e indescifrable. El chico llamado Jon, finalmente se dejó caer a sus pies. Su padre lo confortó y él se habría regodeado de no ser porque el Señor Wayne preguntó si a caso, alguno de los dos escuchó algo.
—No quiere que nadie (y eso lo dijo mirando a su hijo) haga nada estúpido, puede soportarlo. Esperará a que puedan rescatarlo. —él no entendía como es que supieron lo que decía, pero no importaba. Sus secuestradores, no estaban de acuerdo con su media lengua y lo golpearon de nuevo.
Damian vomitó sangre, su "nueva madre" lo jaló del brazo y gritó que se marchaban. ¡No iba a permitir que observara algo como eso!
—¡No, mamá, por favor…!
—¡Silencio! —gritó otra voz.
Los secuestradores hablaban.
—¡Suplica!
—Por favor…—su voz sonó tan rota que en serio le dolió. Su rostro temblaba, todo él se quebraba. —Por favor…—suplicó una segunda vez y él tenía ganas de meterse en la Comisaría y encender la maldita lámpara de Batman. Su amigo hizo una dolorosa inhalación y continuó hablando. —No hagan…nada…
—¡MALDITO NIÑO! —lo golpearon de lleno y en esta ocasión parecía haber muerto. Él se puso a gritar como loco, uno de sus hermanos (si recordaba bien, era Tim) le aseguró que no estaba muerto. Solo inconsciente, su pecho aún subía y bajaba.
Los secuestradores terminaron.
—¡Queremos veinte millones de dólares o lo verán morir de manera lenta. Una herida por cada hora, de aquí hasta que ya no se mueva.
Gordon ordenó a sus oficiales comenzar con la búsqueda táctica, rastrear, triangular y demás…sus hermanos se reunieron con ellos, quizás fueran conocedores del tema o estuvieran desesperados por hacer lo que sea.
Él volvió a ser arrastrado por su madre, como si tuviera cuatro años en lugar de catorce. Jonathan se unió a la búsqueda, su padre y él intercambiaban palabras con Bruce Wayne.
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Continuará…
