Sus ojos celestes observaban fijo ese sector. Sin poder apartar su mirada de ahí.

Ella estaba dormida, era el momento de tocar sin que se diera cuenta. No creía que se vaya a enojar estando despierta, pero no quería que piense que estaba interesado en ella o algo así. Únicamente quería llenar la curiosidad y esa tentación que surgía de sus dedos. Su brazo se estiró, sintió deseos y su mano ansiosa...

Lo tocó.

Los ojos azules de Bridgette se abrieron, viendo a Félix con la mano en el acto.

—¿¡Que estás haciendo!? —gritó exaltada.

La chica se apartó del muchacho a una velocidad incomprensible. Sus mejillas estaban teñidas de rojo producto por la vergüenza, sus ojos azules bien abiertos, estaban anonadados por lo que acababa de ocurrir. No parecía que fuera verdad.

Félix no la tocaría. No ahí. De todas formas con sus manos, tapó su vista de ese sector para que el joven, deje de mirarlo con esos ojos que brillaban de una manera que la ponía muy incómoda.

—Es tu culpa— se excusó Félix de la manera más infantil, al percatarse de que Bridgette quien siempre es intrépida y atrevida, lucia avergonzada —No pude evitarlo.

—¿Como que no pudiste evitarlo?—preguntó— ¡No se toca a la gente así como así!

—¡Tú me tocas todo el tiempo!

—Pero yo no toco... ¡Esa parte no se toca! —finalizó cubriéndola de su vista.

—Bridgette... —llamó de una forma tan seria que sintió más miedo por la parte afectada.

—¿Q—que? —balbuceó nerviosa. Dio un paso hacia ella. Bridgette hubiera retrocedido sino estuviera contra la pared.

Él aprovecho para apartar sus brazos que lo cubrían, para tocarlo. Ella estaba mucho más roja que antes.

—¿Por qué no se toca? —preguntó rozando entre sus dedos, esa zona.

—¡Por que no! —gritó, la chica a punto de llorar. ¡No le gustaba! ¡No le gustaba! Aun si era Félix quien lo estaba haciendo.

A Félix eso lo descoloco ¡No la estaba atacando sexualmente! ¡Era un mechón de cabello! Uno, de lo más curioso que a veces parecía tener vida propia, moviéndose y reflejando sus estados de ánimo, pero era solo pelo.

Dio pasos para atrás.

—¡Es irracional tu actitud! —apuntándola con el dedo.

—¡Tú eres un depravado! —Gritó, empujándolo para correr lejos de su amado y pervertido Félix —¡No lo hagas nunca más!

Por una extraña razón que hasta la mismísima Bridgette desconocía, no le gustaba que toquen su parado mechón de pelo que estaba sobre su cabeza. Ni siquiera Félix.

El mismo que al serle negado algo, con muchas más ganas quería tocarlo. Si, Félix es todo un rebelde...